domingo, 11 de mayo de 2014

10 Secretos para La Felicidad

LA ACTITUD
La Felicidad es una elección que puedo hacer en cualquier momento y en cualquier lugar.
Mis pensamientos son los que me hacen sentir feliz o desgraciado, no mis circunstancias.
Sé capaz de cambiarte a ti mismo, y el mundo cambiará contigo.
Recuerda que lo único que puedes controlar en el mundo, son tus pensamientos y sentimientos.
EL CUERPO
Mis sentimientos son influenciados por mi opinión. Una proposición correcta, adecuada,
 genera una disposición feliz.
Mira hacia arriba y sólo reirás. No hay nadie que haya podido llorar en esta postura.
EL MOMENTO
La Felicidad no está en los años, meses, en las semanas, ni siquiera en los días.
lo se puede encontrar en los momentos. “Hoy es el mañana de ayer” …
Además, la vida siempre tiene derecho a sorprendernos, así que aprende a vivir el
presente, sin ninguno de los traumas del pasado ni las expectativas del futuro.
Disfruta de cada momento como si en él se combinaran tu pasado, tu presente y
tu futuro.

Búscate un amigo… - Reflexiones

No es preciso que sea un hombre perfecto; basta con que sea fundamentalmente humano, que tenga sentimientos y un gran corazón.
Que sepa compartir dolores y alegrías, hablar y saber callar, y sobre todo, saber escuchar; gustar de la poesía, de la madrugada, de la música, del sol y de la luna; que sienta un gran amor por alguien o que sienta falta de ese amor.
Que sepa guardar un secreto. No es preciso que sea de primera mano. Saber callar cuando haga falta.
Tiene que sentir los días tristes y respetarlos. Saber renunciar a lo suyo en favor de alguien.
Tener un ideal, y caso de no tenerlo, sentir el gran vacío que esto deja.
Reflexiones Cortas - AmistadTener sus propios caracteres humanos, con voluntad de integrarse en el mundo, y en caso de no verse realizado así, proponerse, como principal objetivo, ser amigo.
Debe sentir pena de las personas tristes y comprender el inmenso vacío de los solitarios.
Sentir pena de los que tuvieron y perdieron cosas queridas.
Gustar de la sencillez de los niños. Ser Quijote sin menospreciar a Sancho.
Búscate un amigo para pasear, disfrutar de la naturaleza, deleitarse con la música, leer; sentirse un ser humano.

Canas

Me está floreciendo el almendro, solía decir mi papá al verse las primeras canas en el espejo. Era el silencioso, pero visible registro del paso del tiempo. Pero a él poco le importaba; luciendo sus impecables trajes de cachemir y su sombrero ladeado al estilo Gardel, recorría ágilmente pasillos y oficinas, cumpliendo sus labores de mensajero en una de las facultades de la Universidad Técnica. Nunca se rindió y vivió con risas y ganas, hasta que un fulminante infarto le mató, muy cerca de los ochenta años.
Todo pasa. Quedan atrás los placeres y los días. Aprendimos a hacerle fintas al dolor y a robarle a la vida algún ramo de sueños. A veces nos iba bien y prosperábamos en las cosas que se supone un hombre debe hacerlo. Otras, perdíamos el tiempo miserablemente y nos quedaba un sabor amargo, una agitación entre pecho y espalda. Crecían los hijos en medio de nuestros tropiezos con las complejas artes de criar. Las cosas que parecían tan sólidas, se disolvieron en un maremoto gigantesco y en la orilla quedaron dudas, preguntas, perplejidades. En una sola generación cambió todo y las instituciones, caídas sus rutilantes fachadas, dejaron a la vista su viejo gobierno de difuntos y flores marchitas.

Orar de acuerdo a la voluntad de Dios ¿Cómo puedo estar seguro de hacerlo?

La aspiración más alta del hombre debe ser darle gloria a Dios (1 Corintios 10:31), y esto incluye orar de acuerdo a Su voluntad. Primero, debemos pedir por sabiduría. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5). Al pedir por sabiduría, debemos también confiar en que Dios es bondadoso y está dispuesto a responder a nuestras oraciones: “Pero pida con fe, no dudando nada,” (Santiago 1:6; Marcos 11:24). Así que, orar de acuerdo a la voluntad de Dios, incluye pedir sabiduría, para conocer la voluntad de Dios, y pedir con fe, para confiar en su Voluntad.

Tenemos siete instrucciones bíblicas, que guiarán al creyente para orar de acuerdo a la voluntad de Dios:


1) Ora por lo que la Biblia manda que oremos. Se nos dice que oremos por nuestros enemigos (Mateo 5:44); para que Dios envíe misioneros (Lucas 10:2); para que no entremos en tentación (Mateo 26:41); por quienes proclaman el Evangelio en el mundo (Colosenses 4:3;2 Tesalonicenses 3:1); para aliviar la aflicción (Santiago 5:13); y por la salud de los hermanos creyentes (Santiago 5:16). Donde Dios ordena la oración, podemos orar con la confianza de que estamos haciendo Su voluntad.

2) Sigue el ejemplo de personas piadosas en la Escritura. Pablo oraba por la salvación de Israel (Romanos 10:1). David oró por misericordia y perdón cuando pecó, (Salmos 51:1-2). La iglesia primitiva oraba por valor para testificar (Hechos 4:29). Estas oraciones estaban de acuerdo a la voluntad de Dios, y en la actualidad se pueden hacer oraciones similares. Así como Pablo y la iglesia primitiva, nosotros deberíamos estar orando siempre por la salvación de otros, tanto por los que conocemos, seres queridos que aún no conocen a Cristo, como por los que no conocemos, especialmente por aquellos en autoridad sobre nosotros, y también por nosotros mismos. Debemos orar como lo hizo David, siempre conscientes de nuestros pecados y traye
ndo a otros ante Dios antes de que obstruyan nuestra relación con Él y frustren nuestras oraciones.

3) Ora con la motivación correcta. Los motivos egoístas no serán bendecidos por Dios. “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:3). También debemos orar, no para que nuestras elevadas palabras puedan ser oídas y podamos ser vistos por otros como “espirituales,” sino fundamentalmente en privado, en secreto, para que nuestro Padre celestial que escuchará en lo privado, nos recompense en público (Mateo 6:5-6).

Honrar la vida con mi vida

En este momento, cientos de vidas se están extinguiendo. Tengo un pleno conocimiento de la vida de dos personas que, en este mismísimo instante, están luchando contra una enfermedad devastadora, que les impide vivir de una manera normal. Cuando nos enfrentamos a esta realidad y no nos pasa de largo, es inevitable tener que realizar algunos ajustes en nuestra visión de la vida y de la muerte.
Hasta antes de encontrarme con la muerte cara a cara, me parecía acreedora de temor y hasta un castigo. Pensar en que alguien a quien yo amo, dejase de estar presente físicamente y se transformase en una seguidilla de recuerdos, me parecía insostenible e insoportable. Hoy soy capaz de verlo de otra forma.
honrar la vida

Meses atrás, conversaba con alguien sobre este tema y, entre lágrimas, me podía dar cuenta que mi relación con la muerte pasó de ser “es complicado” a “está comprometido con”, porque me di cuenta de mi alto compromiso con la vida. 
Es cierto, sí, lo invariable es que todos algún día moriremos, dejaremos de ostentar este cuerpo de carne y hueso (algunos más carne, otros más hueso) y daremos nuestro último aliento de vida. No obstante, me parece necesario prepararse para ese momento, tanto para cuando llegue el momento de partir de quienes amamos, como el nuestro. Y se me ocurre que, una buena forma de hacerlo es disfrutar la vida, sacarle partido y aprovechar cada instante, y cuando no me den ganas por mí mismo, hacerlo por aquellos, que pese a que se aferraron a la vida, no permanecieron entre nosotros.
Cuando pienso en lo anterior, se me ocurre la frase: “Honrar la vida con mi vida”. La palabra “honrar” viene del latín "honorāre", que quiere decir respetar a alguien,  enaltecer o premiar su mérito y dar honor o celebridad. Por lo tanto, honrar la vida con mi vida es respetar lo que soy y lo que hago, enaltecerla a través de actos extraordinarios, como desarrollar mi empatía con los demás o la capacidad de ayudar a los que necesitan de mí, es celebrar aquello que puedo hacer, por el simple hecho de poder hacerlo.