jueves, 24 de abril de 2014

El Marinero - Reflexiones

John X se levantó del banco estirando su uniforme, y estudió la multitud de gente que se abría paso hacia la Gran Estación Central. Buscó a la chica cuyo corazón él conocía pero cuya cara nunca había visto, la chica de la rosa. Su interés en ella había comenzado 13 meses antes en una Biblioteca de Florida.
Aquel día, tomando un libro del estante, se encontró intrigado, no por las palabras del libro sino por las notas escritas en el margen. La escritura suave reflejaba un alma pensante y una mente brillante. En la parte frontal del libro descubrió el nombre de la dueña anterior, la señorita Hollys Maynell. Con tiempo y esfuerzo localizó su dirección. Vivía en Nueva York.
Le escribió una carta para presentarse y para invitarla a que le correspondiera. Al día siguiente, John fue enviado por barco para servir en la Segunda Guerra Mundial. Durante un año y un mes, los dos se conocieron a través del correo, y un romance fue creciendo. John le pidió una fotografía, pero ella se negó. Ella sentía que, si a él de verdad le importaba, no le importaría cómo luciera. Cuando por fin, llegaba el día en que él regresaría de Europa, ellos arreglaron su primer encuentro: A las 7:00 de la tarde, en la Gran Estación Central de Nueva York: “Tú me reconocerás”, dijo ella, “por la rosa roja que llevaré en la solapa”. Así que, a las 7 John estaba en la estación buscándola.
John cuenta que: “Una joven mujer vino hacia mí, su figura era alta y esbelta. Su cabello rubio y rizado, se deslizaba detrás de sus delicadas orejas; sus ojos eran azules como flores. Sus labios y su mentón tenían una gentil firmeza, y vestida en su traje verde pálido parecía como la primavera.
Yo comencé a caminar hacia ella, sin darme cuenta que no llevaba la rosa. Mientras me movía, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios: “¿Vas por mi vía, marinero?”, murmuró ella. Casi incontroladamente di un paso hacia ella y entonces, vi a Hollis Maynell. Estaba parada casi directamente detrás de la chica. Una mujer de más de 50 años, con cabello grisáceo, bajo un sombrero gastado. Era más que regordeta, sus pies con gruesos tobillos descansaban en zapatos de suela baja. La chica del traje verde se iba rápidamente.
Sentí como si me partiera en dos: Un deseo muy agudo de seguirla, y, a la vez, otro profundo anhelo por la mujer cuyo espíritu me había acompañado y apoyado. Ahí estaba ella. Su pálida y rolliza cara denotaba un ser gentil y sensible, sus ojos grises tenían un brillo cálido y amigable… No vacilé, mis dedos apretaron la pequeña y usada copia de cuero del libro, para identificarme con ella. Esto no sería amor, pero sería algo preciado, algo quizá mejor que el amor, una amistad por la que debía estar agradecido.
Cuadré mis hombros, saludé y le ofrecí el libro a la mujer, aunque mientras hablaba me sentí ahogado por la amargura de mi decepción. Soy el Teniente John X, y usted debe ser la Srta. Maynell. Estoy muy contento de que me pueda conocer. ¿La puedo llevar a cenar? La cara de la mujer se ensanchó con una sonrisa tolerante.
“No sé de qué se trata esto hijo”, respondió, “pero la señorita del traje verde, que se acaba de ir, me rogó que usara esta rosa en mi abrigo. Y ella dijo que si usted me invitaba a cenar, yo le debía decir que le está esperando en el restaurante de enfrente. Ella dijo que era una especie de prueba!”

¿Qué mal hizo?

Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Isaías 53:6-7
Cuando llevaron a Jesús al Gólgota, iban dos criminales más para ser ejecutados con Él. Al llegar al lugar llamado “La Calavera”, le clavaron en la cruz y a estos dos hombres también, uno a su derecha y otro a su izquierda.
En ese momento Jesús dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Y los soldados sortearon su ropa, tirando los dados".
La multitud observaba y los líderes se burlaban. “Salvó a otros, decían, que se salve a sí mismo si de verdad, es el Mesías de Dios, el Elegido”. Los soldados también se burlaban de Él al ofrecerle vino agrio para beber. Y exclamaron: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Encima de su cabeza colocaron un letrero que decía: “Este es el Rey de los judíos”.
Uno de los criminales colgados junto a Él, se burló diciendo: “¿Así que eres el Mesías? Demuéstralo salvándote a ti mismo ¡y a nosotros también!”. El otro ladrón le respondió: ”¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a muerte? Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo”. Luego dijo: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Jesús respondió: -Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Nuestro Salvador no sólo pidió al Padre que perdonara a las personas que le habían golpeado, insultado y se habían burlado de Él, sino que también tuvo misericordia de uno de los criminales, de aquel que había reconocido que Él era el Hijo de Dios, un inocente que no merecía estar en ese lugar, y quien le pidió humildemente, que no se olvidara de él cuando volviera al paraíso.

Mi Mundo

Imagina por un momento una ciudad a la hora
de mayor tráfico, llena de confusión y ruido.
Suenan bocinas, la gente corre de aquí para allí
y reinan el caos y la confusión.

Una escena así nunca es agradable,
pero así es el hombre y su mundo,
y es el mundo que puede atraparte
con el trajín de tu vida.

Ahora sal por un momento de
tu mundo y entra al Mío.


El Mío es una escena de campos verdes
y hermosas flores.

Es un paraje de cascadas por descubrir,
donde la vegetación es exuberante
y todo es puro y limpio.

Mi escena es de majestuosas e imponentes
montañas con picos nevados, donde el
panorama es espectacular y siempre
sopla una brisa fresca.

Otra escena de Mi mundo es el imponente, majestuoso
y activo mar, de un azul intenso, lleno de maravillas,
tanto en la superficie como bajo el agua.

Mi mundo está a tu disposición para que lo disfrutes y aprecies
y para ayudarte a conectarte conmigo.

Me encuentro en toda la hermosa creación
que te rodea, y al apreciarla,
me aprecias a Mí.

Al tomarte un tiempo para hacer una pausa
y disfrutar de ella, te lo tomas para
disfrutar de Mí y de todas Mis maravillas
y hermosuras, y te liberas del dominio que
ejerce el mundo sobre ti.
– Tu Padre Celestial -

Porque las cosas invisibles de Él,
su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación
del mundo siendo entendidas por medio
de las cosas hechas, (la creación). Romanos 1,20

No Es La Necesidad…Es La Confesión De Fe

LA FE, algo que se espera y que no se ve. Es decir, hay una convicción interna sobrenatural, de que lo que deseo viene en camino, y eso que deseo lo puedo ver claramente, no con mis ojos naturales sino con los ojos del espíritu (involucra el intelecto). Por lo tanto, lo que está en mi intelecto, y en mi espíritu, aparte de UNA VISIÓN, es la propia sustancia. Es ahora cuando podemos ver el poder de influencia que tiene la visión en el plano espiritual.
La palabra de Dios dice que cuando el Espíritu Santo es derramado sobre su pueblo, profecía, sueños y visiones se producen como efecto de ello. Joel 2:28 dice: Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;  vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
La profecía permite librarnos de una vida desenfrenada y sin propósito, endereza nuestros pasos Proverbios 29:18  Sin profecía el pueblo se desenfrena, Y los sueños y las visiones conducen nuestros pasos hacia los objetivos planteados dentro de un plan trazado.
Podemos decir entonces, que la fe es esencial. Es un impulso sobrenatural, nacido de la confianza absoluta en Dios, puesta sobre una visión. La fe implica una expresión descriptiva de un futuro deseado difícil de conseguir pero no imposible, y aunque fuera imposible para nosotros, es posible para Dios.
Por esta razón, muchas veces el Señor Jesús preguntaba a aquellos que solicitaban de Él algún favor… ¿qué quieres que te haga? Él, insistía en solicitar de aquellas personas una declaración, una expresión descriptiva, de lo que deseaban, pues la palabra hablada es la generadora de la sustancia medular (la fe), y al mismo tiempo, lo que se cree débilmente, cuando se declara, se fortalece.
El Apóstol Pablo decía…”Por cuanto creí, hablé” (2 Corintios 4:13).  El Señor insistía en esto, porque no es la descripción de una situación dolorosa la que mueve la mano de Dios, como muchas veces decimos en nuestras oraciones: “Mira Señor, mi situación ¿por qué no haces algo?”, tal como lo hizo el Padre del niño sordomudo en Marcos 9:22 “muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos”.

Porque me conociste - Reflexiones

Corría el invierno del 1999, y allí estaba Jaume Rucabado, oceanógrafo conocidísimo entre los de su gremio, que languidecía en el Hospital Oncológico de Barcelona a sus cincuenta y pocos años.
La quimioterapia no había conseguido derrotar al cáncer, que se había afincado en el páncreas. Directo, sincero, gran trabajador, con gafas desde donde te escudriñaba.
Las enfermeras, acostumbradas a la muerte, ven con gran sorpresa cómo Jaume, desde hace meses, se ha encontrado con Dios en su misma Cruz; no salen de su admiración por aquel hombre que se les iba apagando, mientras les hacía reír con deliciosas y divertidas caricaturas.
Una de ellas le pregunta:
Jaume, ¿crees que yo iré al cielo?
Jaume la mira largamente, sabiendo que ella no practicaba la Fe cristiana; se atusa la barba y con una sonrisa le dice:
- Sí: tú irás al cielo.
- ¿Cómo puedes decirlo tan seguro? ¿Por qué dices que iré al cielo?
- Porque me has conocido a mí y a …
Jaume Rucabado murió el 6 de enero de 1999. El día de su entierro aquella enfermera hizo una breve oración, aceptó a Dios en su corazón, y recibió el premio del cielo de una sincera conversión.