jueves, 17 de abril de 2014

Siervos, obedeced a vuestros amos como a Cristo

Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. Efesios 6: 5 - 8

La exhortación va, ahora, de siervos a amos, indicando las relaciones laborales en los cristianos. En estos versículos Pablo da a conocer una serie de recomendaciones para los trabajadores cristianos. Principalmente se hace referencia a dos acciones: obedecer y servir.

Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo. Los siervos representaban la fuerza laboral de la época de Pablo. Hoy, en nuestra sociedad, la clase trabajadora serían los empleados o trabajadores de empresas, tanto públicas como privadas. La exhortación es que obedezcan a sus amos terrenales con respeto, y sean responsables por cumplir lo que se les pide hacer, y hacerlo bien. Así también, el trabajador cristiano trabaja con sencillez de corazón, con integridad, de buena gana, con entusiasmo y honradez; así como sirve al Señor, el amo por excelencia.

La Travesía Es Lo Que Cuenta

Todos tenemos sueños; algunos nacemos con ellos, y otros simplemente tropezamos con nuestro llamado. No fui diferente; yo también tuve un sueño: cuando dormía soñaba con vivirlo; cuando me levantaba, trabajaba para vivirlo.
Un buen día, alguien me dijo; “Viajar es mejor que llegar”.
En ese momento me reí sin comprender en realidad cómo era eso. Y no me di cuenta de su certeza, hasta que tuve lo que quería. Fue entonces, cuando me di cuenta de repente, que la persona que vive el sueño es diferente que la que ha trabajado por él. Ahora me he convertido en una persona más sabia, calmada, fuerte y apasionada.
La travesía me había transformado. Cometí errores y aprendí de ellos. Me caí y aprendí a levantarme de nuevo. Lloré y aprendí a secarme mis lágrimas. Hice amistades y aprendí a valorar a la gente. También hice enemigos, y aprendí a valorar las lecciones que viví. La travesía había transformado una tonta oruga en una hermosa mariposa, esperando con ansia explorar el mundo con sus recientemente halladas alas.
Así que, amigos, recordemos siempre que, “la experiencia es el mejor maestro y que a pesar del sueño, no hay garantías de que llegaremos a ser artistas; sólo la travesía cuenta”.
Así que… ¡salud a una nueva travesía!
Si sólo vivimos para celebrar los momentos de triunfo en nuestra vida, estaremos viviendo muy poco…porque esos momentos son muy breves en comparación con el esfuerzo y recorrido que hacemos para llegar a ellos. Por ejemplo, invertimos 4 ó 5 años de estudios para alcanzar una licenciatura universitaria, que se ve premiada con una ceremonia de graduación de dos horas como máximo. Aunque ese diploma abre las puertas a un mundo profesional, tan sólo nos concede el nivel de “novatos” en un mundo de expertos que nos han precedido. 
¡Bendiciones!

La batalla de la vida

Un problema, por definición, es aquello para lo cual existe una solución. Y un imposible, sólo un milagro de Dios puede resolverlo.
Nosotros no somos estoicos, no soportamos todo con resignación. Habitualmente, no creemos en esta doctrina filosófica, en ningún momento. Creemos que se debe luchar por el bienestar y la felicidad. Debe ser una lucha sin cuartel y nunca rendirnos.
Pero aunque el hombre haga sus planes y trate de ejecutarlos, lógico, el resultado de los mismos depende de Dios, no de él. Existe una infinidad de imponderables, de factores y de variables que intervienen en el proceso de la vida, que no le permiten al hombre tener todo bajo control.
. Un problema, por definición, es aquello para lo cual existe una solución. Un imposible solo un milagro de Dios puede resolverlo.De manera que, a veces el resultado es el que queríamos, pero otras no. Esto es inevitable y los hechos así lo demuestran. Nadie puede lograr todo lo que quiere, es, simplemente, imposible. Y cuando algo es imposible ya no es un problema. Un problema, por definición, es aquello para lo cual existe una solución, pero un imposible, sólo un milagro de Dios puede resolverlo.
Por lo tanto, está muy bien luchar por todo lo que queremos con todas nuestras fuerzas, pero debemos tener claro que, esa batalla, así como puede ganarse, puede perderse. Y debemos saber cómo actuar cuando se pierde, hablando bajo el punto de vista humano y material. Porque desde el punto de vista espiritual, que es el que interesa, tal pérdida no existe, ya que Dios ha dicho que “todas las cosas ayudan para bien a los que le aman”.
Imagina esta lucha humana, como la de un boxeador en un cuadrilátero. Se prepara y se esfuerza al máximo para la pelea; pero esa pelea puede ganarse o perderse. Vemos así, cómo en el onceavo round un boxeador puede que sienta que ya no da más, que sienta que no puede continuar peleando, que todo está perdido; y entonces alguien tira la toalla... Y la pelea se pierde.
Usted puede hacer todo lo que está a su alcance para lograr algún objetivo en particular, cualquier objetivo. Pero puede ser que después de una lucha intensa, en la cual se hayan agotado todos sus esfuerzos y posibilidades, llegue, al igual que ese boxeador, a no tener más remedio que abandonar. Pero no olvidemos que Dios puede resolver cualquier imposible,... mas lo hará de acuerdo a su sabiduría, voluntad y señorío.

¿A quién intentas agradar hoy? - Reflexiones

Un joven estudió violín con un maestro de renombre mundial. Trabajó arduamente durante varios años para perfeccionar su talento y al fin llegó el día, en el que se le pidió que diera su primer recital importante en público, en la ciudad donde vivían ambos, él y su maestro.
Después de cada selección, que él presentaba con gran habilidad y pasión, el violinista parecía prudente ante los grandes aplausos que recibía, aun sabiendo que los de la audiencia eran sabios musicalmente, y no dados a aplaudir cualquier presentación que no fuera de una calidad relevante. El joven actuaba como si no escuchara el aprecio que era derramado sobre él.
Al término del último número, los aplausos fueron estruendosos y se escucharon numerosos "bravos".  No obstante, el talentoso joven violinista tenía sus ojos fijos en un solo lugar. Al fin, cuando un anciano, en la primera fila de un balcón del teatro, sonrió y asintió con su cabeza en señal de aprobación, el joven se calmó y brilló con alivio y gozo.
¡Su maestro había alabado su trabajo! Los aplausos de cientos de personas no significaron nada hasta que él ganó la aprobación del maestro.
¿A quién intentas agradar hoy?  Nunca podrás agradar a todos, pero sí a Aquél que es más importante, tu Padre Dios. Mantén tus ojos en Él y no fracasarás.
Perdonar quiere decir ceder tu derecho de castigar a otra persona.
Gálatas 1:10
¿Busco ahora el favor de los hombres o el de Dios?

¿Necesitamos confesar nuestro pecado a las persona/s contra la/s que hemos pecado?

Sabemos que debemos confesar nuestros pecados a Dios, pero muchos cristianos quieren saber si necesitamos confesar nuestro pecado a quienes hemos ofendido. ¿Necesitamos decirle a la persona contra la cual hemos pecado, que lo sentimos? "Caminar en la luz- pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. " (1 Juan 1:7), significa que estamos viviendo en obediencia a los mandamientos de Dios. En el mismo versículo, tenemos referencias al perdón a través de Cristo y la "comunión unos con otros." Entonces, hay una conexión entre ser limpio delante de Dios y nuestra relación con otras personas.

En última instancia, cada pecado es cometido contra Dios (Salmo 51:4). La Biblia enfatiza constantemente nuestra necesidad de confesar nuestros pecados a Él (Salmo 41:4130:4Hechos 8:22 ;1 Juan 1:9). En cuanto a la confesión de nuestros pecados a la gente, la Biblia no da ningún mandato específico. Nos dice muchas veces que confesemos nuestros pecados a Dios, pero el único mandato directo para confesar a alguien más es en el contexto de los ancianos de la iglesia, orando en favor de los enfermos (Santiago 5:16
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. 

Esto no significa que no debamos buscar el perdón de la otra persona. La Biblia tiene ejemplos de la confesión a otras personas. Un ejemplo es, los hermanos de José pidiendo su perdón en Génesis 50:17-18. Y una confesión de persona a persona se ve, también, en pasajes como Lucas 17:3-4, Efesios 4:32, y Colosenses 3:13.