Los pensamientos que guardas en tu mente, moldean la persona en la que te convertirás, influyen en tus decisiones a corto y largo plazo, y en tus determinaciones diarias. Es tan sencillo como inconcebible, que muchos de nosotros nunca nos percatemos de ello. Todo lo que entra en nuestra mente, a través de los sentidos, consciente o inconscientemente, queda grabado en ella para siempre.
Toda acción está precedida por un pensamiento, y todo pensamiento es el resultado de aquello que, entra y encuentra cabida en nuestra mente. Por lo que, si logramos controlar aquello que entra a nuestras mentes, ya sea a través de lo que leemos, lo que escuchamos a través de la radio, o lo que vemos en la televisión, podremos controlar nuestros pensamientos y, por ende, nuestras acciones.
¿Por qué la mayoría de las personas no controla lo que entra en sus mentes? La respuesta tal vez radica, por lo menos en parte, en el hecho de no ser totalmente conscientes, del poder que nuestros pensamientos pueden ejercer sobre nuestras acciones. Un pensamiento no equivale a más de una décima de voltio, como medida de voltaje. Sin embargo, esta décima de voltio de electricidad ejerce una gran influencia en nuestras emociones y acciones.
Los pensamientos que albergamos en nuestra mente, no sólo afectan a nuestro estado de ánimo, a nuestras acciones y planes, sino que también provocan reacciones, a favor o en contra, de nuestro cuerpo. Así mismo, los pensamientos tienen la habilidad de provocar emociones y estados mentales específicos. Pensamientos positivos provocan emociones, sentimientos y acciones positivas. Pensamientos como: la alegría, el amor, la autoestima, un sentido de saber hacia dónde vamos,... traen como resultado entusiasmo, energía, dinamismo, paz interior.
Por otra parte, pensamientos negativos como el resentimiento, o el miedo,... producen resultados negativos, como la tensión, la ansiedad, la fatiga y otra serie de sentimientos y emociones que no nos permiten avanzar.
No se trata de bloquear la mente; no hay necesidad de que la bombardees con altas dosis de información negativa, para sentir que eres consciente de los problemas que aquejan al mundo. Y no es necesario que lo primero que hagas en cuanto te levantes, sea leer las noticias negativas que inundan la gran mayoría de los periódicos. Tampoco necesitas escuchar las noticias, que en su mayoría son negativas, para sentir que estás informado sobre la realidad del mundo.