miércoles, 19 de marzo de 2014

El mendigo que dio

Cuenta la leyenda la historia de un limosnero tendido al borde del camino, que de pronto vio a lo lejos venir al rey con su corona, su capa y sus seguidores. El mendigo pensó: “Le voy a pedir, porque los reyes son generosos y seguro que me dará algo; por lo menos, lo necesario para vivir el día de hoy”.
Efectivamente, el rey pasó cerca, y el pordiosero le preguntó: “Su majestad, ¿me podría dar una moneda, por favor?” 
EL MENDIGOEl rey le contestó con dos preguntas: “¿Por qué no me das algo tú a mí? … ¿Acaso no soy yo tu rey?”
El indigente, desconcertado, dijo: Pero su majestad, ¡yo no tengo nada, soy pobre!
-“Algo debes tener. ¡Busca!”, respondió el rey.
El mendigo rebuscó entre las cosas de su morral y, para su asombro, se dio cuenta que  tenía 5 granos de arroz para comer ese día. Así es, que extendió la mano y se los dio al soberano, imaginando que sus familiares nunca le creerían cuando les dijera que él había socorrido, nada menos que al rey.
Complacido, el monarca añadió: “¿Ves como sí tenías?” Toma, ahora yo te doy 5 monedas de oro: una por cada grano de arroz.
-“Su majestad, creo que aquí tengo otras cosas que puedo darle”, mencionó el mendigo. Pero el rey le detuvo en seco cuando le dijo: 
-“No, hijo…. solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo corresponder”.

Perdonar es vivir

El perdón comienza por uno mismo. Con darse la oportunidad de sanar y empezar de nuevo. 
Si soy capaz de perdonarme, es muy probable que perdone a los demás.
Perdonar es una parte muy importante de vivir la vida en serenidad y equilibrio. Nace en creer que la mayoría de las personas no tiene la intención natural de hacer daño. Las personas suelen cometer errores, porque su pasado y las circunstancias les llevan a actuar de determinada manera.
¿Realmente has querido hacer daño de forma intencionada? A un gran porcentaje de las personas no le ocurre de ese modo. Pero aunque es probable que tú hayas causado dolor, es casi seguro que no tenías intención planeada de hacerlo.
No perdonar es como dormir todos los días con una enorme bolsa de basura al lado, pero a eso añadámosle que esa basura, con el paso del tiempo, se va dañando cada día más. No perdonar, es aprender la tristeza de convivir con un alma deteriorada. El perdón es altamente sanador y reparador.
¿Cómo perdonar? Primero identificando y aceptando aquella circunstancia que nos causa tanto dolor y que, en apariencia, no podemos cambiar. De hecho, cuando llegamos al punto de creer que no la podemos perdonar, es porque la circunstancia que nos llevó a esta consecuencia (de no perdonar), es realmente muy difícil de alterar. Pero si no podemos cambiar las  situaciones, sí podemos cambiar la manera de verlas, y perdonar es una forma de hacerlo. Ver con los ojos del perdón es liberarse de la rabia. Es darse la autorización para seguir, es abrirse a personas y situaciones nuevas.

Amor perfecto


Todos necesitamos recordar cómo nos ama Jesús.
Independientemente de que le hayas conocido durante toda tu vida o últimamente, la necesidad de que te hable del amor que te tiene es la misma. Con el ajetreo de la vida y el trabajo es fácil olvidar lo real que es, lo cercano que está, cuánto se interesa en todos los detalles de tu vida y el afán con que desea que conozcas Su corazón.

Tener confianza en cuánto nos ama Jesús, no solamente nos hace felices…
…sino que es una fuerza estabilizadora en nuestra vida, porque
cuando nos garantiza que nos ama, cuando lo creemos y confiamos en ello, esa paz y seguridad nos serena aunque afrontemos desilusiones, dificultades, sufrimientos o cualquier otra cosa que nos depare la vida.

Su amor es lo bastante fuerte para sacarnos adelante en toda dificultad.
Es perdurable, digno de confianza y eterno. Su amor es perfecto.
Es lo único en este mundo que es absolutamente perfecto. Hay muchas cosas que son bonitas, hermosas y maravillosas, pero nada es tan perfecto como Su amor. Vivimos en un mundo imperfecto, con humanos imperfectos y en circunstancias que dejan que desear, pero el amor de Él nos permite remontar las dificultades de la vida. Él es perfecto, igual que Su amor.

Su amor es gratuito.
No hay que esforzarse para obtenerlo ni tratar de demostrarle que lo merecemos. Eso también es bueno, porque todos pecamos y cometemos errores, pero si tuviéramos que granjearnos el amor de Jesús, ninguno lo lograríamos, ya que todos somos humanos con debilidades parecidas y metemos la pata. Él, en Su divina providencia y sabiduría, lo sabía, y decidió amarnos sin compromisos.

Su amor es incondicional.
No sólo nos ama cuando todo va bien. No sólo cuando encaramos la vida con entusiasmo, cuando somos felices en la obediencia, cuando hacemos progresos espiritualmente o dejamos huella. Nos ama cuando estamos contentos y cuando estamos tristes. Nos ama cuando estamos enfermos y cuando estamos sanos. Nos ama cuando hacemos cosas dignas de Su alabanza y cuando hacemos otras que le entristecen.
Maravilla pensar que no pone ni una sola condición para amarnos.

Su amor es eterno.
No es pan para hoy y hambre para mañana. El amor de Jesús no tiene fecha de caducidad. No nos lo pueden quitar ni robar. No se desgasta ni pasa de moda al cabo de unos años. Aunque es tradicional, histórico y permanente, al mismo tiempo es moderno y actual. Siempre está vigente. Nos amaba hasta antes de que le conociéramos. Nos amó desde el principio de la vida y seguirá haciéndolo por la eternidad.

Con amor eterno te he amado, por tanto te prolongué mi  misericordia.
Jeremías 31.31

Soy el pensamiento que albergas en la mente. El sueño más profundo de tu corazón. Tu compañero constante. Voy a donde quiera que vayas.

Jesús

 

Volver a la Juventud - Reflexiones

Cuando el duro invierno canadiense ha perdido su fuerza, el hielo que cubre las aguas del Río Nass se resquebraja, las truchas arco iris del Pacífico que se habían congregado en el fiordo de Portland, emprenden el recorrido anual río arriba, hacia el lugar donde nacieron para cumplir con el ritual del desove.

Impulsados por un instinto ancestral, los peces recorrerán más de 200 kilómetros río arriba hasta alcanzar los 3000 metros de altitud. Recorrerán todo el camino corriente en contra, sorteando obstáculos y depredadores casi sin alimentarse. Su increíble esfuerzo hará que el animal vaya envejeciendo cada día a un ritmo muy acelerado; sus mandíbulas se deforman, su espina dorsal se curva, las branquias se agrietan y la calcificación de las arterias adquiere una dimensión sobrecogedora, prácticamente mortal.
Al arribar al lugar de apareamiento, las hembras expulsarán los huevos y se requerirán dos machos para fecundarlos, ya que una sola hembra puede poner hasta 20.000 huevecillos en una sola temporada. Finalizada la puesta, las truchas arco iris no mueren, como sus parientes los salmones. Arrastrados por la corriente, sus cuerpos, prematuramente envejecidos y al borde del colapso, emprenderán el camino de regreso al mar.
El viaje de regreso es sencillo y sin esfuerzo. Liberados del estrés por llegar a tiempo a la puesta, se dejarán llevar río abajo deteniéndose sólo a descansar y alimentándose adecuadamente. En este camino de regreso se produce el maravilloso milagro. Los animales van rejuveneciendo kilómetro a kilómetro. Lo que más llama la atención de este cambio es la notable y veloz descalcificación de las arterias, que desaparece por completo. La espina dorsal pierde la curvatura y la mandíbula toma su aspecto normal. Al llegar al mar son de nuevo ejemplares jóvenes y fuertes.
Al año siguiente ocurrirá lo mismo, y al otro, y al que le sigue. La trucha arco iris podrá envejecer y volver a la juventud, al menos cuatro veces a lo largo de su vida. Los seres humanos, sometidos al estrés y al esfuerzo intensivo, suelen presentar síntomas de envejecimiento prematuro no sólo en su aspecto, sino en alteraciones de su sistema circulatorio. El descanso, una dieta equilibrada y un período sin sobresaltos, favorecen la recuperación del aspecto y la salud en general. 

¿Por qué Dios creó al hombre?

  "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó". (Génesis 1:27)
"Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera". (Génesis 1:31)

¿Para qué fuimos creados?


La humanidad se ha planteado esta pregunta durante siglos, y ha sido el centro de debates de filósofos y teólogos. También los mayores exponentes de las principales ramas del arte se han expresado sobre el tema. Célebres pintores, distinguidos escultores, famosos músicos, así como escritores y poetas han plasmado en sus obras miles de respuestas sobre esta pregunta. Pero la única y verdadera respuesta se encuentra de forma clara y simple en las páginas de las escrituras del antiguo y nuevo testamento. Sólo tenemos que abrir nuestras biblias y leer estos pasajes para descubrir la razón por la cual fuimos creados.


1. Fuimos creados a imagen de Dios para reflejar su gloria en nuestras vidas.

Dedo de Dios y Adan
"Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice". (Isaías 43:7)


2. Fuimos creados por su voluntad.

"Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas".(Apocalipsis 4:11)  

3. Fuimos creados para relacionarnos con Dios y con los demás.


 "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él". (Génesis 2:18 ). 
 "Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?." (Génesis 3:8 y 9)

4. Nos creó para gobernar y cuidar de su creación.


"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra". 
(Génesis 1:26)
"Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar;". (Salmo 8:6-8)

Después de repasar todos estos versículos, no queda ninguna duda de que fuimos creados únicamente con un propósito, y que no vinimos al mundo por accidente o casualidad. Sabiendo esta gran verdad debemos dar todos los días nuestro mejor esfuerzo, para que se vea reflejada la gloria de Dios en nuestra vida, de esta forma Él cumplirá su propósito en nosotros. 

Señor Amado, mi corazón se regocija al saber que nos has hecho de forma intencionada. Gracias por poner tu confianza en nosotros para cuidar de las cosas que has hecho en esta tierra, y gracias por permitirnos formar parte de tus propósitos eternos junto a tu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador. Amén.