Todos necesitamos recordar
cómo nos ama Jesús.
Independientemente de que le hayas conocido
durante toda tu vida o últimamente, la necesidad de que te hable del amor que
te tiene es la misma. Con el ajetreo de la vida y el trabajo es fácil olvidar
lo real que es, lo cercano que está, cuánto se interesa en todos los detalles
de tu vida y el afán con que desea que conozcas Su corazón.
Tener confianza en cuánto nos
ama Jesús, no solamente nos hace felices…
…sino que es una fuerza
estabilizadora en nuestra vida, porque
cuando nos garantiza que nos
ama, cuando lo creemos y confiamos en ello, esa paz y seguridad nos serena aunque
afrontemos desilusiones, dificultades, sufrimientos o cualquier otra cosa que
nos depare la vida.
Su amor es lo bastante fuerte
para sacarnos adelante en toda dificultad.
Es perdurable, digno de
confianza y eterno. Su amor es perfecto.
Es lo único en este mundo que es
absolutamente perfecto. Hay muchas cosas que son bonitas, hermosas y
maravillosas, pero nada es tan perfecto como Su amor. Vivimos en un mundo
imperfecto, con humanos imperfectos y en circunstancias que dejan que desear,
pero el amor de Él nos permite remontar las dificultades de la vida. Él es
perfecto, igual que Su amor.
Su amor es gratuito.
No hay que esforzarse para obtenerlo ni
tratar de demostrarle que lo merecemos. Eso también es bueno, porque todos
pecamos y cometemos errores, pero si tuviéramos que granjearnos el amor de Jesús,
ninguno lo lograríamos, ya que todos somos humanos con debilidades parecidas y
metemos la pata. Él, en Su divina providencia y sabiduría, lo sabía, y decidió
amarnos sin compromisos.
Su amor es incondicional.
No sólo nos ama cuando todo va bien. No sólo
cuando encaramos la vida con entusiasmo, cuando somos felices en la obediencia, cuando hacemos
progresos espiritualmente o dejamos huella. Nos ama cuando estamos contentos y
cuando estamos tristes. Nos ama cuando estamos enfermos y cuando estamos sanos.
Nos ama cuando hacemos cosas dignas de Su alabanza y cuando hacemos otras que
le entristecen.
Maravilla pensar que no pone ni una sola
condición para amarnos.
Su amor es eterno.
No es pan para hoy y hambre para mañana. El
amor de Jesús no tiene fecha de caducidad. No nos lo pueden quitar ni robar. No
se desgasta ni pasa de moda al cabo de unos años. Aunque es tradicional, histórico y permanente, al mismo tiempo es moderno y actual. Siempre está vigente. Nos amaba
hasta antes de que le conociéramos. Nos amó desde el principio de la vida y
seguirá haciéndolo por la eternidad.
Con amor eterno te he amado,
por tanto te prolongué mi misericordia.
Jeremías 31.31
Soy el pensamiento que
albergas en la mente. El sueño más profundo de tu corazón. Tu compañero constante. Voy a donde quiera que vayas.
Jesús