jueves, 6 de marzo de 2014

Testimonio de vida que impacta a otros

Todos se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles, de compartir lo que tenían, de celebrar la cena del Señor y de participar en la oración. (Hechos 2:41, Versión La Palabra -SBU)
 No hay un instrumento más valioso que nuestro testimonio de vida, para que otras personas sean impactadas con el Evangelio, e incluso, quieran reunirse con nosotros en la iglesia. El poder del testimonio ejerce una poderosa influencia que no alcanzamos a dimensionar.
 ¿Se ha preguntado qué testimonio de vida ofrece a quienes le rodean? Es importante que lo considere, porque no sólo les ayudará a seguir creciendo, sino a corregir aquellas áreas en donde reconocen que han fallado.
 Un distintivo de la iglesia primitiva era su testimonio. Impactaban a quienes les rodeaban, no sólo por los prodigios, señales y milagros, sino porque su relación con lo más profundo del grupo de creyentes, ponía de manifiesto el amor y armonía que les movía a consecuencia de su fe en Jesucristo.
 Eran constantes en el estudio de la Palabra de Dios, compartían lo que tenían, se mantenían unidos en oración y tomaban la santa cena (Hechos 2:42). A una iglesia así muchos querían ir, por eso entre los capítulos 2 y 4 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, se aprecia un crecimiento sin precedentes en el número de convertidos a Cristo Jesús. Esa forma de actuar, en íntima relación con lo que predicaban, despertaba admiración y deseos de seguir el Camino.
¿Actualmente nuestras iglesias están siguiendo el mismo ejemplo? Este es un aspecto sobre que el debemos reflexionar, con el propósito de mejorar aquellos aspectos en los que fallamos de manera recurrente.

La Vieja Moneda - Crecimiento personal-espiritual

Se cuenta la historia de un joven graduado desempleado, que se levantó una mañana debajo de un puente y revisó su bolsillo.
Ni siquiera llegaban a diez los dólares que le quedaban. Estaba frustrado al no poder hallar empleo y no había quien le ayudase.
Hizo una oración ofreciendo su dinero restante al Señor y decidió usarlo para comprar comida, y esperar del Señor una respuesta a su situación.
Compró comida, y al sentarse a comer, un anciano y dos niños se le acercaron. El mayor de los dos niños era un chico como de 12 años y el otro, una niñita que se veía tan hermosa como un ángel. El anciano le pidió comida porque no habían comido en casi una semana.
El joven graduado miró a los muchachos; estaban tan delgados que podía ver sus huesos a través de su piel, y sus ojos estaban hundidos. Con un poco de compasión les dio toda su comida. El anciano y los chicos oraron para que Dios bendijese y prosperase al joven graduado, y entonces el viejito le dio una vieja moneda.
El joven graduado dijo: “Ud. necesita esta moneda más que yo, quédese con ella”. Pero el anciano insistió en que el joven la colocase en su bolsillo, y finalmente lo hizo.
El anciano y los muchachos se sentaron a comer, y sin dinero, trabajo ni comida, el joven graduado volvió a su lugar bajo el puente para recostarse. Cuando estaba a punto de dormirse vio un viejo periódico en la tierra. Lo recogió y vio un anuncio que invitaba a la gente con monedas viejas, a venir a una tienda en particular. Y decidió ir allí con la vieja y sucia moneda que el anciano le había dado.
Al llegar a la tienda, le dio al propietario la vieja moneda. El propietario, asombrado al verla, gritó en voz alta, sacó un enorme libro y le mostró al joven graduado una fotografía. Esa moneda valía 67.000 dólares. Era parte del tesoro de un buque español que nunca había sido hallado. El joven se regocijó cuando recibió un cheque certificado de parte del propietario por la suma completa; inmediatamente lo cambió en el banco y fue en busca del anciano y los muchachos para agradecérselo.
Cuando llegó donde les había dejado comiendo, se habían ido. Preguntó por todos lados por las tres personas y halló a una mujer que le dijo: “El anciano dijo que un joven como usted preguntaría por ellos y que cuando lo hiciera, debería darle esta nota”. Le entregó la nota al joven graduado que procedió a abrirla rápidamente; esperaba que tuviese la dirección donde encontrarles.
Pero no tenía la dirección y esto es lo que nota decía: “Nos diste tu todo y te recompensamos con la moneda”, firmado: Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El amor al mundo

No ames al mundo ni las cosas del mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del padre no está en él. 1 Juan 2:15-17
Aunque Juan repite la importancia del amor y que Dios es amor (1 Juan 4:7-8), también revela que Dios aborrece cierto tipo de amor: El amor al mundo (Juan 15:18-20). En este último versículo, Juan expresa una variación particular de la cuarta prueba que se presenta, que es la prueba del amor.
En un sentido positivo, el cristiano ama a Dios y a los demás cristianos, mientras que en el orden establecido, la ausencia de amor al mundo debe ser la característica habitual de los que en verdad han nacido de nuevo.
"AMOR" significa aquí afecto y devoción. Es Dios y no el mundo quien debe ocupar el primer lugar en la vida del cristiano (Mateo 10:37-39; Filipenses 3:20). Este mundo no es más que una referencia al mundo físico y material, lleno de maldad, gobernado por el mismo Satanás (2 Corintios. 10:3-5) y todo lo que ofrece es oposición a Dios, a su Palabra y a su pueblo.
No tenemos que confundirnos con el amor que Dios nos pide sea cada vez más fuerte. Vivimos en un bonito mundo creado por Dios para que el hombre lo goce, pero el hombre lo ha destruido; mas Juan se refiere al mundo de pecado que habita dentro del hombre, no al mundo físico y natural. (Gálatas 5:19-22)
El apóstol Pablo nos revela los frutos del mundo de pecado que están en el hombre, pero también nos muestra los frutos que deberían funcionar en el hombre de Dios, y nos dice que vivimos cada día luchando contra los deseos de la carne y el ojo.

¿Puedo Cambiar mi Pasado? - Crecimiento personal-espiritual

“Si Dios no hubiera borrado mi pasado, seguramente yo sí hubiera borrado mi futuro”.
¿Te sientes atrapado en el pasado? Seguramente, a pesar de que Dios perdonó tu pasado, todavía estás luchando contra él porque no te gusta, te sientes avergonzado por las cosas que pasaron en tu vida y aún no las puedes obviar. Puede que quieras retroceder en el tiempo y no haber hecho lo que hiciste, pero no se puede. El pasado es historia y no se puede volver a recuperar, lo único que puedes hacer es cambiar tu presente para tener un futuro mejor. Si eres cristiano, ten por seguro que Dios perdonó tu pasado y nunca se acordará del mismo. Él te ha hecho nueva criatura y espera que tú comiences a vivir la vida abundante. La única forma viable que tienes, referente a tu pasado, es que te despojes del mismo y comiences a renovar tu mente.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente,” Efesios 4:22,23 (RV1995)
Hay un dicho que dice que "somos lo que decidimos ser", y es interesante porque el "cómo nos encontramos hoy" es producto de nuestras elecciones anteriores. A ver, en la vida cristiana siempre tienes dos opciones: ¿Eres de bendición o de maldición? ¿Qué camino escogerás, el de la vida o el de la muerte? ¿Eres un nuevo hombre o uno viejo? ¿Qué escoges? ¿Eliges seguir viviendo en el pasado o eliges comenzar a diseñar tu futuro?
Tú puedes cambiar tu pasado porque Dios ya lo cambió. Del pasado y de la historia podemos aprender de las cosas que hemos hecho o dicho. ¿Qué hacer y qué no hacer? ¿Qué decir y qué no decir?
Pero para que nuestro pasado afecte de tal manera a nuestro futuro, que el objetivo de este sea grandioso, necesitaremos cambiar nuestra perspectiva de vida e incorporar nuevos hábitos que nos lleven a una vida extraordinaria.

El Mendigo Musical - Reflexiones

Esta es la historia de un hombre que reflejaba en su forma de vestir la derrota y en su forma de actuar la mediocridad más absoluta.
Ocurrió en París, en una calle céntrica aunque secundaria. Este hombre, sucio, maloliente, tocaba un viejo violín.
Frente a él y sobre el suelo estaba su boina, con la esperanza de que los transeúntes se apiadaran de su condición y le arrojaran algunas monedas para llevar a casa.
El pobre hombre trataba de sacar una melodía, pero era del todo imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento, y a la forma displicente y aburrida con que tocaba el violín.
Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salía de un teatro cercano, pasaba frente al mendigo musical, cuando...
...todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan discordantes. Y no pudieron por menos que reír de buena gana.
Entonces, la esposa le pidió al concertista que tocara algo. Éste echó una mirada a las pocas monedas del interior de la boina del mendigo, y decidió hacer algo.
Le solicitó el violín. Y el mendigo musical se lo prestó con cierto recelo.
Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas.
Y entonces, vigorosamente y con gran maestría, arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento. Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes comenzaron
a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo.
Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto había una pequeña multitud escuchando embelesada el extraño concierto.
La boina se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes de todas las cuantías. Mientras, el maestro tocaba una melodía tras otra con alegría.
El mendigo musical estaba aún más feliz al ver lo que ocurría, y no cesaba de dar saltos de contento y repetir orgulloso a todos: “¡Ese es mi violín! ¡Ese es mi violín!”. Lo cual, por supuesto, era rigurosamente cierto.