lunes, 3 de marzo de 2014

Se lucha por lo que se quiere

Desde que oí esta frase no he dejado de recordarla. Es una frase que a veces las personas dicen, sin pensar en el significado tan grande que realmente puede tener, porque hay momentos en los que es verdaderamente importante tener en cuenta que hay que luchar por las cosas que queremos. Todos tenemos por lo menos un deseo o un sueño anidado en nuestro corazón, pero olvidamos que los sueños y los deseos tienen una segunda parte: SE PUEDEN CUMPLIR.

A veces deseamos mucho algo, pero en lugar de usar nuestras fuerzas en luchar por cumplirlo, las malgastamos perdiendo el tiempo, y lloramos, nos enojamos, nos desesperamos ... o decimos y hacemos cosas sin sentido, y no nos damos cuenta que todo eso sólo nos alarga el tiempo de espera más de lo que debería ser. Muchas veces nos entristecemos por no recibir lo que queremos, pero no hemos hecho ni el más mínimo esfuerzo por conseguirlo; si todo en esta vida fuera fácil, no existiría el esfuerzo, pero tampoco las recompensas.

¿Qué es eso que tanto deseas para ti que te ha entristecido? En el trabajo, en la familia, con la pareja, la estabilidad económica o laboral, cualquier deseo que haya en tu corazón puede realizarse si LUCHAS por él. Quizá has pedido mucho a Dios por ello, pero es seguro que Él quiere lo mejor para ti. Son sus planes que en tu vida no haya nada que te quite el sueño, que no lo anheles, pero tu parte es mantenerte en la lucha por merecer las bendiciones de Dios.

La esperanza en Dios

"Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que  abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo". Romanos 15:13 

Es muy sencillo utilizar la palabra esperanza como el mundo la utiliza, refiriéndose a ella como expectativa o deseo, pero no como certeza. Por ejemplo, "¡no sé cómo me irá en la Universidad, pero espero lograr el título que deseo!"

Cuando se usa así el término "esperanza", se expresa incertidumbre, dudas. En cambio, en los escritos del Antiguo y Nuevo Testamento podemos apreciar claramente, que se describe a la esperanza como lo opuesto a desear algo con duda e incertidumbre, entonces interviene la Fe. En la Biblia, Dios nos enseña que esperar en Él significa tener la total certeza de que será Él quien lo haga. Es la confianza absoluta en que algo pasará, porque Dios así lo ha prometido. 


"Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré". Salmo 91:2 

La vida de todos los seres humanos está rodeada de muchas incertidumbres... ¿Podré mantenerme siempre sano? ¿Mi esposo me amará toda la vida? ¿La crisis mundial afectará a mis finanzas? ¿Podré mantener mi trabajo? ¿Mis hijos llegarán a graduarse? ¿Tendré algún día casa propia?... Nadie puede saber con exactitud todas las respuestas sobre su presente y menos sobre su futuro, sin embargo, sí tenemos que estar seguros de las promesas de Dios. Él nos ama profundamente, dio la vida de su único Hijo para que tú y yo seamos salvos, nos está preparando una morada en el cielo, y no permitirá que nada ni nadie nos separe de su amor; pronto resolverá todos nuestros problemas por toda la eternidad, y la lista puede continuar.

Invité al amor a entrar a mi casa

Una mujer salió de su casa y vio a tres hombres con largas barbas blancas, sentados frente a su patio. No les reconoció.
Entonces ella dijo: - Creo que no les conozco, quizá tengan hambre. Por favor, entren y coman algo.
-¿El hombre de la casa está? - preguntaron.
-No, dijo ella, está fuera... 
-Entonces no debemos entrar, respondieron.
Por la noche cuando el marido llegó, ella le contó lo que aconteció. 
-Vete y diles que estoy en casa e invítales a entrar. La mujer salió y les invitó a entrar.
  -  No podemos entrar juntos, respondieron. 
-    -¿Por qué?, quiso ella saber. Uno de los viejos le explicó:
-       -  Su nombre es ABUNDANCIA, dijo apuntando a uno de sus amigos, y mostrando al otro, 
-         Él es el ÉXITO y yo soy el AMOR. Y agregó:
Ahora vaya y discuta con su marido cuál de nosotros quieren ustedes que entre en su casa.
La mujer entró y habló con el marido. Él se quedó sorprendido y dijo: 
- ¡Qué bueno! En este caso vamos a invitar a la ABUNDANCIA. Déjale entrar y llenar nuestra casa de abundancia.
La esposa, disconforme le dijo: 
- Mi querido, ¿por qué no invitamos al ÉXITO?  La cuñada, que oía del otro lado de la casa, les presentó su sugerencia: 
- ¿No sería mejor invitar al AMOR? Nuestra casa estará entonces llena de amor.
-     Atendamos el consejo de mi cuñada, dijo el marido a la esposa: 
    - Vete afuera y llama al AMOR para ser nuestro invitado. El AMOR se levantó y siguió en dirección a la casa. Los otros dos se levantaron y le siguieron.
Sorprendida la señora les preguntó: 
- Sólo invité al AMOR, ¿por qué vosotros dos entrasteis? Los viejos hombres respondieron juntos: 
- Si usted invitara a la ABUNDANCIA o al ÉXITO, los otros dos esperarían aquí fuera, pero si usted invita al AMOR, donde él vaya iremos todos. Porque donde está el AMOR, está también la ABUNDANCIA y el ÉXITO.

Perder el Rumbo

En una peligrosa costa, donde los naufragios son frecuentes, había un precario y pequeño puesto de salvamento. Sus instalaciones no eran más que una simple cabaña y había un solo barco salvavidas. No obstante, los miembros de salvamento, aunque pocos pero muy dedicados, mantenían una constante vigilancia sobre el mar, y sin pensar en sí mismos, día y noche buscaban incansablemente a los náufragos. Muchas vidas fueron salvadas por este maravilloso y pequeño puesto, ganando de esta manera el reconocimiento de todos.
Algunas de las personas salvadas, junto a otros residentes de los alrededores, querían asociarse al puesto y contribuir con su tiempo, dinero y esfuerzo para mantener el trabajo de salvamento. Nuevos barcos salvavidas fueron comprados y nuevas tripulaciones adiestradas, de manera que el pequeño puesto creció.
Algunos de sus miembros estaban disconformes con el hecho de que las instalaciones fueran tan precarias y tan mal equipadas, y propusieron ampliar el lugar de emplazamiento y cambiar el mobiliario, para transformarlo en un lugar más confortable para los náufragos rescatados; así lo hicieron. Poco a poco el puesto de salvamento se transformó en un popular lugar de reunión para sus miembros. Mejoraron la decoración y comenzaron a usarlo como una especie de club. Ahora era menor el número de miembros interesados en salir al mar en misión de salvamento, por lo que contrataron tripulaciones de barcos salvavidas para hacer el trabajo, aunque el motivo predominante aún no era la decoración del club, todavía era el salvamento de vidas, hasta había un pequeño bote salvavidas en la sala principal, donde se celebraba la ceremonia de admisión al club.

Eres el Piloto de tu Vida - Reflexiones

 “Cuando conduzco el coche me molesta que quien está junto a mí me diga qué camino tomar, que me detenga o insista en que debo tener cuidado. Yo soy el conductor, yo sé por qué hago lo que hago, y el conductor es el único que lo sabe. Nunca hago caso de quien quiere decirme cómo conducir, porque por eso pasan accidentes”.
Escuché esta aseveración que le decía un hombre a su amiga,... cuando esta le había dicho que su hija conducía un coche, y ella le dijo que acelerase para evitar un remolque. Su hija le hizo caso, pero no pudo evitarlo.
El remolque se llevó por delante el coche. Afortunadamente viven para contarlo.
Como un rayo, comparé las similitudes que tiene este ejemplo con nuestra vida.
Nuestro coche se llama “vida” y el Ser Supremo ha sido lo suficientemente generoso, como para darnos a cada uno un “coche” propio. Todos somos los conductores de nuestra propia vida.
Desafortunadamente, muchos no asumen esta responsabilidad. Son como conductores miedosos que les gusta preguntar a cuanto tripulante tienen, qué deben hacer. Y como resultado tienen accidentes, no están satisfechos con su vida.
¿Por qué siguen escuchando los consejos de otros, cuando no están satisfechos con los resultados?
Sencillo. Es más fácil culpar a otros de sus fracasos, que ser responsables de sus propias decisiones. Es el caso de la chica que le pregunta a la mamá: “¿Qué debo estudiar?”  O el caso del chico que pregunta: “¿Qué carrera da más dinero?”