miércoles, 26 de febrero de 2014

Juego de Niños - Reflexiones

Después que una sorpresiva tormenta cubriera de nieve el Medio Oriente, una foto del periódico local mostró a cuatro hombres armados sonriendo, mientras construían un muñeco de nieve fuera de las maltrechas murallas de un cuartel general militar.
El clima invernal también hizo que se cancelara una protesta antiparlamentaria y se retrasara un debate en la cámara legislativa de mucha importancia. Se vieron jugando en la nieve a hombres con túnicas largas y a mujeres con vestidos negros tradicionales y pañuelos en la cabeza, porque hay algo en la nieve que saca el niño que hay en todos nosotros.
Así mismo, hay algo en el evangelio que nos llama a abandonar nuestras profundas hostilidades y sentimientos de importancia propia, en favor de una humildad y una fe infantiles.
Cuando a Jesús le preguntaron: “¿Quién es, entonces, el mayor en el reino de los cielos?” (Mateo 18:1), llamó a un niño pequeño para que se le acercara y dijo: “Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (vers. 3).
Se ha dicho que la edad disminuye nuestra imaginación, esperanzas y posibilidades. Mientras más envejecemos, más fácilmente decimos: “Eso nunca podría suceder.” Pero en la mente de un niño Dios puede hacer cualquier cosa. Una fe infantil, maravillada y con confianza en Dios, abre la puerta del reino de los cielos.
La fe brilla más en un corazón que es como el de un niño.
. . si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. –Mateo 18:3

¿Qué es el Cristianismo y qué creen los cristianos?

Respuesta: 1ª Corintios 15:1-4 dice, “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.”

En pocas palabras, esa es la creencia del Cristianismo. El Cristianismo es único entre todas las otras expresiones de fe, porque trata más acerca de una relación que de una práctica religiosa. En lugar de adherirse a una lista de lo que “debe y lo que no debe hacerse”, la meta de un Cristiano es cultivar un caminar cercano con Dios el Padre. Esa relación se ha hecho posible por la obra de Jesucristo, y el ministerio en la vida del Cristiano por el Espíritu Santo.

Los Cristianos creen que la Biblia es la Palabra de Dios inspirada, infalible, y que su enseñanza es la autoridad final (2ª Timoteo 3:16, 2ª Pedro 1:20-21). Los cristianos creen en un Dios que existe en tres personas, el Padre, el Hijo (Jesucristo), y el Espíritu Santo.

Los Cristianos creen que la humanidad fue creada específicamente para tener una relación con Dios, pero que el pecado separa de Dios a todo hombre (Romanos 5:12, Romanos 3:23). El Cristianismo enseña que Jesucristo caminó por esta tierra, hecho completamente Dios y hombre (Filipenses 2:6-11), y murió sobre la cruz. Los Cristianos creen que después de Su muerte en la cruz, Cristo fue enterrado, resucitó, y ahora vive a la diestra del Padre intercediendo por los creyentes para siempre (Hebreos 7:25). El Cristianismo proclama que la muerte de Jesús en la cruz, fue razón suficiente y única para pagar completamente la deuda del pecado que tenían todos los hombres, y esto es lo que restaura la relación rota entre Dios y el hombre (Hebreos 9:11-14, Hebreos 10:10, Romanos 6:23, Romanos 5:8).

Sonidos del silencio

Un poco contradictorio el título … ¿cómo puede haber sonidos en el silencio?, o tal vez suene un tanto poético. Lo cierto es que el silencio puede resultar mucho más revelador y hablar más fuerte que muchas palabras.
Hay personas que no lo toleran; les infunde miedo, temor. Cuando están solas en casa encienden compulsivamente la radio o el televisor, y aunque no les presten atención, el mero hecho de tener algún sonido en casa, “les resulta de compañía”.

De hecho, los presuntos astronautas durante su fase de entrenamiento, son sometidos a “pruebas de silencio”, ya que en el espacio exterior se van a encontrar con el más denso mutismo. Sólo el sonido de su corazón al latir y su propia respiración, es todo lo que van a poder escuchar durante prolongados períodos. Algunos no lo soportan, no pasan la prueba porque el silencio no es poca cosa.

Algunos amigos y hermanos pueden permanecer junto a nosotros en silencio, en medio de los más duros trances de nuestra vida. No están sus palabras, pero está su hombro para asegurarnos; su corazón dispuesto, cerca de nosotros, para aportarnos consuelo y enjugar nuestras lágrimas.

Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros

Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros. Filipenses 1: 3 

En casi todas sus cartas, Pablo empieza con acción de gracias. ¡Bueno es ver a Pablo mostrando su agradecimiento por sus hermanos en Cristo! 

Está gozoso de pensar en sus hermanos y dice: Doy gracias a mi Dios. Pablo expresa aquí su profunda relación de fe en Dios: “Él es mi Dios y a Él le doy gracias por mis hermanos”. Estas palabras son un fiel testimonio de la vida de Pablo. Esta confesión trae a su memoria las experiencias vividas con su Señor, su encuentro personal con el Señor, su conversión y el llamamiento por Él a predicar el evangelio.

Sus gracias continuadas quedan manifestadas al dar gracias a Dios, siempre que me acuerdo de vosotros. ¡Qué hermoso es tener un corazón agradecido! Pablo conocía a sus hermanos, había trabajado entre ellos, y a pesar de estar en prisión, les sigue recordando. Están muy lejos de él, pero tiene el recuerdo de haber pasado mucho tiempo juntos, recuerda su compañerismo, su amor, su ayuda, las dificultades, etc., y ahora su corazón se inunda de agradecimiento. El gozo de Pablo al recordar a sus hermanos en Cristo es digno de imitar.

Respeto a mí mismo - Crecimiento personal-espiritual

Yo valgo porque Dios me proveyó de valores personales profundos, no tengo que ganármelos. El respeto a mí mismo se nutre de esos valores que conozco y llevo dentro de mí. Poseo esos valores; son míos.
Pero debo nutrirlos y cuidar de ellos, ya que corro el peligro de que se deformen, amenazados como están, por una sociedad orientada hacia el éxito material.
Si logro salvar las trampas que conlleva este éxito, si no me “adorno” de éxitos de este tipo a expensas de los demás, conservaré el respeto a mí mismo. Daré entonces más importancia a aquellos actos que expresen mi valía, don maravilloso que me ha sido dado, pero proyectándola hacia los otros. Esta es mi principal motivación, lo que me impulsa a ser mejor en todo lo que puedo.
Mi valía es mi mundo. Me comprometo y cumplo mi palabra. Esto es muy importante, crucial.
A los demás les digo: “Valgo tanto como tú, intercambiemos valores. Te ofrezco lo mejor de mí mismo, esperando que me correspondas de la misma manera”.
Recuerda que lo interno es más importante. Aquellos que se interesan sólo por lo externo están condenados a llevar una vida muy superficial.