sábado, 22 de febrero de 2014

Atentos a la voz de Dios

Dios desea comunicarse con nosotros aún más de lo que nosotros queremos hacerlo con Él; y puesto que conoce el nivel espiritual de cada uno, nos habla como corresponde.
La oración es un diálogo, no un monólogo. Para orar eficazmente debemos hablar y escuchar a Dios. Debido a que Dios nos ha llamado a una relación de amor, hemos de comprender la importancia de lo que implica este tipo de vínculo.
Ya sea oír la Palabra de Dios para una mejor comprensión de la Escritura, o a fin de recibir su dirección divina para nuestra vida, saber hacerlo es de suma importancia. Y para escuchar la voz de Dios debemos tener la actitud correcta: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta" (Juan 7: 17). En este versículo, Jesús nos revela la importancia de una actitud dispuesta con relación a la voluntad de Dios.
Por lo tanto, si no estamos dispuestos a hacer su voluntad, no podremos oír claramente la voz del Señor. De manera que, nuestro deseo de escuchar a Dios debe expresarse mediante una actitud dispuesta a ello. ¿Por qué habría Él de hablar a alguien que no quisiese obedecer? 
Otro principio importante en cuanto a escuchar a Dios es tener "oídos para oír", o sea, oídos que sepan oír. En el Evangelio de Lucas, Jesús dice a sus discípulos: "Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres" (Lucas 9:44).
Sin embargo, ellos no comprendieron lo que Jesús decía aunque le oyeron físicamente: "Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre estas palabras" (Lucas 9:45).
¿Por qué no comprendieron los discípulos lo que se les dijo claramente? No tenían oídos para oír. Mientras Jesús hiciera milagros y manifestase el poder del reino venidero, ellos estaban dispuestos a comprender por lo menos las implicaciones temporales, de lo que Él enseñaba; sin embargo, cuando les anunció que podían perder a su Mesías y Señor, no quisieron escucharle, no le entendían. 

Una niña prodigio

Akiane Kramarik es una delicada niña que vive con sus padres y tres hermanos en Idaho, USA. Dibuja con precisión desde los 5 años de edad, ganando cada vez más fama internacional y apareciendo como invitada especial en muchos programas conocidos de la televisión norteamericana.
Sus pinturas son vendidas con precios que varían entre 25 y 55 mil dólares, y ella hace grandes contribuciones de caridad para aliviar la pobreza y el hambre, principalmente entre los niños. Akiane es también una poetisa muy elogiada, habla ruso, lituano e inglés. Atribuye sus talentos a Dios y su mayor deseo es que “todos amen a Dios, y los unos a los otros”
Akiane estudia exclusivamente en casa, por el método "homeschooling" (educación escolar en casa), y raramente ve la televisión. En relación a su educación, comenta: “Adoro estudiar sólo en casa. Así, tengo más tiempo para orar, pintar, escribir, pasar el tiempo con mi familia y jugar con mi hermanito bebé y mi cachorro. Realmente me gusta la Homeschooling”

LifeSiteNews.com habló con Akiane y su madre, Forelli Kramarik, sobre su arte y su relación con Dios. La Sra. Kramarik comentó para LifeSiteNews.com, cómo su familia entera no creía en Dios y se convirtió hacia Cristo a causa de las visiones de Akiane, cuando las comenzó a tener a la edad de 4 años. Son estas visiones y conversaciones con Dios las que conducen a Akiane a su arte. Su madre destacó que la niña se levanta diariamente a las 5 de la madrugada, para orar y empezar a pintar. Akiane misma describió sus experiencias: “Todas las mañanas y todas las noches, converso con Dios. Es como si fuese una voz en mi mente conversando conmigo”.

Al Final De Mi Cadena - Crecimiento personal-espiritual

Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?
Juan 8.33
En una ocasión viajé a otro país para dar un seminario en un fin de semana. Cuando llegué a la casa en donde estaría, vi que en su frontal la propiedad estaba bordeada de hermosos árboles gigantes y viejos. Y encadenados a cada árbol, había unos "perros policía".
Algunos de los perros se quedaron en su lugar ladrando, sabiendo que por sus cadenas no podían ir muy lejos. Sin embargo, uno de los perros hacía algo diferente.
Cuando veía a un pájaro o un coche pasar, salía corriendo tras él. Y cada vez, cuando estaba a punto de llegar a su meta, la cadena le jalaba sacudiendo al perro con el tirón. Era como si el perro no supiera que estaba encadenado a un inmenso árbol, totalmente inmovilizado.
Muchos de nosotros vivimos la vida como ese perro. Si le preguntases a una persona que vive de esa manera, si está viviendo en libertad, probablemente te respondería que sí. Probablemente te diría, “Mira al país en el que vivo, mira a mis padres o a mi vecindario, mira mi trabajo, mi casa y mis cosas. No soy esclavo, soy tan libre como es posible. Mira la iglesia a la que asisto, soy cristiano.
Este tipo de gente se mete de lleno en la iglesia, rápidamente. Les encanta estar involucrados, estar activos y haciendo muchas cosas. Pero luego, cuando parece que están a punto de hacer algo increíble, son detenidos y jalados con una sacudida. Son contenidos y están encadenados. Alguna gente piensa que es por el amor al dinero, sus pertenencias, su estilo de vida y la comodidad. Para otros es el mismo pecado actuando en sus vidas. Son así.

Disfruta lo que tienes, mientras esperas lo que quieres


Una cosa que la mayoría de las personas tenemos en común es estar siempre esperando algo, un acontecimiento, una respuesta, un comienzo o un final, cosas personales, sentimentales, familiares, profesionales, todos y cada uno de los sueños y metas que queremos ver realizados, pero que aunque los deseamos con muchas ganas y entusiasmo, algunas veces son causa de tristeza y desánimo.

Estar a la espera de algo deseado puede ser finalmente algo que causa todo menos alegría, y saber que por el momento no lo tenemos nos hace sentir disconformes o que nos falta algo, y esto, sin darnos cuenta, muchas veces comienza a hacernos daño. Otras veces dejamos de disfrutar lo que tenemos por dedicarnos sólo a pensar en lo que queremos; pasamos tanto tiempo pensando en eso, que en ocasiones lo demás deja de ser importante.

¿Cuál es la importancia de la Cena del Señor / Comunión Cristiana?, Su significado

Un estudio de la Cena del Señor es una experiencia realmente estremecedora por el profundo significado que representa. Fue durante la antigua celebración de la Pascua, en la tarde de Su muerte, cuando Jesús le dio el significado de “comida de hermandad” que observamos en nuestros días, y es la más alta expresión de la adoración cristiana. Es un acto independiente del sermón, en el que recordamos la muerte y resurrección del Señor, mirando hacia el futuro, esperando Su regreso en gloria.

La Pascua era la festividad anual más sagrada de la religión judía. Conmemoraba la última plaga en Egipto, cuando los primogénitos de los egipcios murieron y los israelitas fueron perdonados por la sangre del cordero, rociada en los postes de sus puertas. El cordero entonces era asado y comido con pan sin levadura. El mandato de Dios era que esta festividad fuera celebrada a través de todas las generaciones futuras. La historia es recordada en Éxodo 12.


Durante aquella celebración, Jesús y Sus discípulos cantaron juntos uno o más de los Salmos Aleluya (Salmos 111 – 118). Jesús, tomando la hogaza de pan, dio gracias a Dios. Mientras partía el pan y se los daba, dijo, “Tomad, comed; esto es Mi cuerpo que por vosotros es partido.” Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado. Les dio la copa, y bebiendo ellos de ella, Él dijo; “Esta copa es el Nuevo Pacto en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis en memoria de Mí.” Después Él concluyó la fiesta cantando un himno y todos salieron esa noche al Monte de los Olivos. Fue ahí donde Jesús fue traicionado por Judas, como se predijo. Al día siguiente Él fue crucificado.

Los relatos de la Cena del Señor se encuentran en los Evangelios de Mateo 26:26-29, Marcos 14:17-25, Lucas 22:7-22, y Juan 13:21-30. 

El apóstol Pablo escribió sobre la Cena del Señor por revelación divina, en 1 Corintios 11:23-29. Esto fue porque Pablo no estuvo en el aposento alto cuando Cristo la instituyó.
Pablo, en sus escritos, incluye una declaración que no se encuentra en los Evangelios de los apóstoles: “De manera que cualquiera que comiere de este pan o bebiere de esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.” (11:27-29). ¿Qué significa el participar del partimiento del pan y de la copa “de manera indigna”? Puede significar tomar con indiferencia el verdadero significado del pan y de la copa, olvidando el tremendo precio que nuestro Salvador pagó por nuestra salvación. O puede significar el permitir que la ceremonia se vuelva un ritual muerto y rutinario, o bien venir a la Mesa con un pecado inconfeso. Para guardar la instrucción de Pablo, cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer del pan y beber de la copa, tomando en cuenta la advertencia.