martes, 4 de febrero de 2014

Tengo todo lo que necesito

Por naturaleza el ser humano nunca está satisfecho totalmente de su situación actual. Siempre queremos más porque somos seres dinámicos, cambiantes, y por eso frecuentemente estamos soñando, generando ideas de lo que queremos lograr. 
iStock_000006202924SmallTenemos un anhelo de crecer y avanzar, lo cual es muy positivo cuando disfrutamos y agradecemos a Dios por lo que tenemos en el presente. Lamentablemente estamos inmersos en el mundo del “si tan solo tuviera”, que todo parece ser insuficiente.
De niña quería ser adulta; en la escuela quería ser como las alumnas de último grado; en mi adolescencia me quejaba por ser muy delgada, de universitaria quería acabar la carrera para trabajar en mi profesión; ya de profesional quería un mejor trabajo, y cuando ya lo tuve, en la oficina no veía la hora de estar en casa; en casa estaba pensando en las tareas pendientes del trabajo; cuando compré mi primer coche estaba pensando en el que sigue; de novia quería casarme; tuve mi casa pero quería una más grande; de casada quería ser madre; ya embarazada quería tener cuanto antes a mi bebé, y así una serie de vivencias hasta que llegué a una edad adulta, y entonces... ¡quería ser joven y delgada de nuevo!.
Si te familiarizas con lo que acabas de leer, es importante que consideres que el contentamiento viene de adentro, no de satisfacer las necesidades externas; así que considera los siguientes puntos para enfocarte en lo que tienes y no en lo que anhelas:

Aún puedes soñar

Algo lamentable de ver es que muchas personas han perdido la perspectiva de sus sueños. Preguntando a alguien cercano a mí, de edad avanzada, pude percibir que tal vez la mayoría de las personas adultas han perdido sus sueños, porque creen que ya no existe más esperanza y se quedan a esperar su muerte. Han abandonado aquello por lo que luchaban, posiblemente algunos alcanzaron su meta y se quedaron ahí.
Algunos jóvenes con los que puedo conversar tienen sueños, pero no tienen ningún ánimo de cumplirlos porque creen no sentir el apoyo de nadie, porque no creen ser capaces de hacerlo, o porque el temor y la inseguridad les están deteniendo.
No me equivoco al decir que todos en alguna ocasión hemos soñado con algo grande, que nadie elude esos minutos en los que imaginamos todo lo que podemos alcanzar. Dios permite que soñemos para que no nos conformemos con nuestra situación actual, para que no no nos resignemos a ver solamente con nuestros ojos físicos, sino que perseveremos hasta ver las grandes cosas que podemos lograr; pues así como nuestra mente, entendimiento y fortaleza son nuevos cada día, nuestros sueños también son renovados para no ser nosotros presas de la rutina y el conformismo, sino que comencemos a creer verdaderamente que sólo nosotros nos ponemos límites.
Si algo no te fue propicio aún, no tienes por qué darte por vencido(a). Hay quienes se excusan tras la frase “por algo suceden las cosas”. Pero debes dejar de ser conformista y no permitir que tus sueños se desvanezcan.
“Prosperarás en todo lo que decidas hacer y la luz brillará delante de ti en el camino.” Job 22:28
Si estás anhelando lograr algo, comienza dando todo de tu parte, empieza por hacer lo que sea para lograrlo, da lo mejor de ti. Dios puso sueños en ti, en consecuencia comienza a trabajar para hacerlos reales; no importa tu edad, tu oficio, no existen límites para lograr lo que deseas.

Por fe y no por vista

¿Por qué será que nos cuesta tanto trabajo creer lo que no vemos?; a veces nos parece imposible creer que cuando las cosas nos están yendo mal, éstas pueden cambiar.
En ocasiones somos tan pesimistas que rozamos la incredulidad total, y se nos olvida que nosotros nos movemos en un ambiente sobrenatural y que quien tiene la última palabra para todo es Dios.
El Apóstol Pablo escribía a los Corintos: “porque por fe andamos, no por vista” 2 Corintios 5:7 (Reina-Valera 1960), que en otra versión un poco más entendible dice: “Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos.” 2 Corintios 5:7 Nueva Traducción Viviente (NTV).
Esta frase del Apóstol Pablo resumen lo que es la vida cristiana: una vida de FE.
     
     "Yo creo lo que veo", 
pero el  verdadero cristiano dice
 "Yo veo aquello en lo que creo".
¿Qué es lo que te cuesta creer que Dios es incapaz de hacer? ¿Qué es lo que te hace pensar que lo que a ti te pasa no le interesa a Dios? ¿Por qué miras todo de forma negativa? Recuerda que nosotros andamos por fe, no por vista, es decir, no nos basamos sólo en lo que vemos, sino en lo que creemos.

¿Narcisista? - Ánimo en mensaje

NARCISISTA

Según la mitología griega, Narciso era un bello joven que despertaba la admiración de hombres y mujeres. Pero su arrogancia era tal, que rechazó a numerosas pretendientes, hasta que una de las despechadas anheló venganza. Y ese anhelo se cumplió cuando un día Narciso se acercó a una fuente, y al ver su imagen reflejada en el agua, quedó fascinado de la misma, al extremo de auto-enamorarse. Unas versiones dicen que en su ensimismamiento, Narciso cayó al estanque y murió ahogado.
Bien sabemos que esto es pura mitología, pero lo que sí es real es que, aún en nuestros días, se mantiene el término "narcisista" para definir a la persona ególatra, aquella que se ama en demasía.

Ejemplos clásicos de narcisistas se han repetido a lo largo de la historia, sobre todo en personajes que han ostentado gloria, fama, riquezas materiales, y poder, desde reyes y reinas, condes y condesas, hasta magnates, presidentes, artistas  y más figuras públicas, a quienes ni siquiera la muerte les libera del fanatismo que despiertan en los demás. No olvidemos que incluso sus restos mortales han ido a parar a esos mercadillos a los que muchos coleccionistas acuden, para disputarse un mechón de cabello, una prenda de vestir,... un artículo cualquiera de su ídolo.