viernes, 24 de enero de 2014

El Señor concede grandes victorias a su rey - Salmos 18 (La Palabra) (España)

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1ra. a los Tesalonicenses 5.18

Recientemente ha finalizado una cruenta batalla, un serio proceso en el que estaba inmerso. Gracias a Dios que el mismo tuvo un final feliz, y Le di las gracias abundantemente por ello. Pero anteriormente no sólo oraba para eso, Le daba también las gracias porque del mismo proceso aprendía, y era así Su voluntad. Y además, tenía la completa certeza del buen fin que esperaba, la plena convicción de que todo iba a acabar bien. Tenía una completa fe en ello, y así fue.
Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 
Por eso y por mucho más estaba plenamente confiado, porque Dios no abandona nunca a sus hijos, nunca lo hace con los que le aman, defienden y creen en Él. 

Esta mañana leía Su Palabra y topé con el Salmo 18. Quiero que este salmo vaya dirigido fundamentalmente a todos aquellos que actualmente, están inmersos en batallas materiales o espirituales, en la confianza, en la seguridad de que, como hijos de Dios, pueden gozarse en el maravilloso descansar, en la plena confianza de que Dios está de su lado y siempre les protegerá.
¿Miedo? ¿Temor? Nada de nada. Dios es mi escudo, mi fortaleza, no temeré porque Él está conmigo.

Esto es sólo la mitad

Me gusta viajar. Ahora mismo escribo desde un tren de alta velocidad que se traslada a casi 300 km/h desde el sur de España hasta Tarragona, al Nordeste, donde se piensa que el apóstol Pablo estuvo en el siglo I. Disfruto mucho de conocer lugares, a personas, en tener nuevas experiencias. De pequeño, Marco Polo fue uno de mis personajes favoritos. Éste hizo un viaje de 24 años desde su Venecia natal, pasando por Armenia, Persia, y Afganistán, hasta llegar a la China. En su lecho de muerte le pidieron que dijera la verdad acerca de sus viajes; le inquirieron para que revelara si eran ciertas todas las maravillas que contaba, a lo que el veneciano respondió: “Créanme, sólo les he contado la mitad de todo lo que he visto”. Era un viajero nato, como lo fue su tío Mateo y Nicoló, su padre. Había decidido ser un trotamundos y lo fue, y hoy, agencias de viaje y aerolíneas llevan su nombre como estandarte.
Pero los viajes tienen también su lado menos atrayente, como las esperas en aeropuertos y estaciones, como la calefacción demasiada alta, lo que puede resultar muy útil para hacer pollo casi asado, ¡casi!, ¿eh? También los controles de seguridad, que pueden quitarle el gozo a más de uno, y no se diga si te toca un compañero de asiento con manías extravagantes, o que le huelen los pies, o que habla sin parar y sólo te permite asentir parsimoniosamente con la cabeza como única posible intervención. ¿Recuerdas que te conté que me gusta viajar?, pero estos eventos asociados a la travesía no me gustan. Mejor prefiero mirar los pintorescos paisajes por la ventanilla, oír mi música favorita, o intercambiar impresiones con personas agradables.
Lo que más disfruto es viajar con mi familia. La charla exquisita de mi esposa, la algarabía de las niñas, el asombro de todos ante lo nuevo. Qué placentera es así la travesía y que dicha la que experimento, pero no siempre podemos viajar de este modo. A veces los viajes de cierta naturaleza (reuniones, compromisos de trabajo y otros eventos) exigen que los realice solo. Sin embargo, he aprendido a encontrar el propósito y sentido también a estos viajes, más frecuentes de lo que yo quisiera.

Diseñado por Dios con un propósito especial

Diseñado por Dios para cumplir su propósito

“…A CADA UNO LE ES DADA LA MANIFESTACIÓN DEL ESPÍRITU…” (1 Corintios 12:7)
Antes de que un arquitecto diseñe un edificio acostumbra preguntar: “¿Cuál es su finalidad?” La respuesta lo determina todo. 
Antes de que Dios te creara, Él decidió el papel que quiso que jugaras y después te preparó para él. También planeó cada día de tu vida conforme a su plan. “En tu Libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar ni una de ellas” (Salmo 139:16b).
El Señor no te daría talentos y experiencias de no desear que los utilizases. Tú tienes ciertas habilidades que te son conferidas por Dios. No las puedes ganar o elegir, son talentos naturales. Pablo escribió: “…todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:11). Y dado que al Señor le gusta la variedad, todos tenemos talentos distintos. Si tú los tuvieras todos, no necesitarías a nadie más, y eso derrumbaría el propósito de Dios: enseñarnos a caminar juntos, amarnos, servirnos y depender los unos de los otros.
Tus dotes no fueron dadas exclusivamente para tu propio beneficio, sino para el beneficio de otros, así como sus aptitudes fueron dadas para beneficiarte a ti. “…a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos” (1 Corintios 12:25). El Señor lo planeó así. Si otros no utilizan sus talentos, te están defraudando, y si tú no usas los tuyos, ellos resultan defraudados por ti. Por este motivo se nos manda a cada uno que descubramos y desarrollemos nuestros dones espirituales. Así que, ¿qué estás haciendo hoy para descubrir y cultivar los tuyos?

Piensa antes de hablar

Las palabras que brindan consuelo son la mejor medicina; las palabras dichas con mala intención son causa de mucha tristeza. Proverbios 15:4 (TLA)
Todos los días cometemos muchas faltas lingüísticas, con o sin intención. Entonces, ¿quién puede ser considerado como una persona madura? Sólo aquel que es capaz de dominar su lengua y de dominarse a sí mismo.
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Al caballo podemos dominarlo y hacer que nos obedezca si le ponemos un freno en la boca. Algo parecido sucede con los barcos, que por grandes que sean y por fuertes que sean los vientos que los empujan, el navegante puede controlarlos con un timón muy pequeño. Lo mismo pasa con nuestra lengua, que es una de las partes más pequeñas de nuestro cuerpo, pero capaz de hacer grandes cosas. Como dice Santiago 3:5 ¡Es como una llama pequeña que puede incendiar todo un bosque!
Como seres humanos, podemos dominar a toda clase de animales, incluso a los salvajes; pero muy pocas veces podemos controlar nuestra lengua y evitar decir palabras que dañen a los que amamos y a los que nos rodean.
A continuación algunos consejos sabios que podemos aplicar todos los días:
- Dejen de hablar mal de otros y de andar diciendo mentiras. Salmos 34:13 (TLA)
- Si alguien se cree muy santo y no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad. Santiago 1:26 (TLA)
- Usen su inteligencia para tratar como se debe a los que no confían en Cristo. Aprovechen bien cada oportunidad que tengan de conversar con ellos. Hablen siempre de cosas buenas, díganlas de manera agradable, y piensen bien cómo se debe contestar a cada uno. Colosenses 4:5-7 (TLA)

Lo que Veo No Me Gusta

Lo peor que puede pasarle a un hombre es llegar a pensar mal de sí mismo.” Johann Wolfgang Goethe
¿Te gusta lo que estás viendo en tu vida? ¿Estás conforme o quieres mejorar? ¿Qué te detiene que no puedes alcanzar tus sueños?
Probablemente si te colocas frente a un espejo no te gustará lo que ves de ti, verás a alguien quizá con problemas de sobrepeso, o con arrugas, o una persona con una autoestima muy baja que tiene problemas para nutrir su mente de pensamientos positivos.
Tus pensamientos determinan tu destino; tus pensamientos son los que te debilitarán o te darán fuerzas, son los que te desanimarán o inspirarán. Tus pensamientos crean emociones, estos se convierten en actitudes y luego comienzan a formarse conductas, patrones o hábitos que formarán nuestro carácter y nuestro destino.
Soy responsable de mis pensamientos, así que si lo que veo en ellos no me gusta, debo cambiar los malos hábitos que dominan mi mente. 
Proverbios 23:7 “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”.
"Los buenos pensamientos nunca producen malos resultados, pero los malos pensamientos nunca los producen buenos”.
Si lo que veo no me gusta, debo cambiar las gafas con las cuales observo la vida, o colocarme colirio en los ojos para ver mejor.
El escritor David Fischman, autor del libro “El Espejo del Líder”, cuenta que una vez un rey estaba muy enfermo y pidió a un gurú que le curara. Éste le dijo que se salvaría cuando consiguiera ver todo azul. El rey inmediatamente mandó pintar de azul casas y campos, teñir las telas, y exigió a todos sus súbditos vestirse de azul. Meses después regresó el gurú a ver al rey.
El guardia, viéndole vestido de blanco, le obligó a ponerse traje azul. Cuando éste preguntó por qué, le respondieron: “Hace algunos meses un gurú loco aconsejó al rey ver todo azul”. El sabio respondió: “Yo soy ese gurú, pero quien se ha vuelto loco es el rey”. Al ver al rey le dijo: “Su Majestad, yo le pedí que viera todo azul, no que cambiase la creación de Dios. Lo que debió hacer fue ponerse lentes azules y así arreglaría su problema”.