jueves, 23 de enero de 2014

Reconociendo la supremacía de Dios - Ánimo en mensaje

En diciembre del año pasado falleció a los 92 años de edad, Harold Camping, a veces denominado “profeta del fin del mundo” quien, como era obvio, falló en todos sus pronósticos sobre el día del Juicio Final.
RECONOCIENDO LA SUPREMACIARecordemos que Camping no se cansaba de errar a este respecto, pues comenzó mencionando que el suceso ocurriría un 6 de septiembre de 1994. Cuando eso no sucedió, manifestó entonces que Jesús regresaría el 21 de mayo de 2011. Luego, al no ocurrir en esa fecha, predijo que el mundo definitivamente se acabaría el 21 de octubre de 2011.
Finalmente, en marzo de 2012, Camping puso fin a sus predicciones apocalípticas; admitió sus desaciertos y dio un testimonio público de reconocimiento a Dios. En dicho testimonio, dijo entre otras cosas lo siguiente: “Hemos aprendido una lección muy dolorosa, y es que toda la creación está en manos de Dios y que va a terminar el tiempo en su tiempo, no en el nuestro. Humildemente reconocemos que Dios no va a decirle a su pueblo la fecha en que Cristo va a regresar, como tampoco Él le dice a nadie la fecha en que va a morir físicamente”.

Diez veces mejores

“En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino”.
(Daniel 1:20)
“Diez veces mejores” podría ser la frase de un eslogan para un anuncio comercial de una empresa cualquiera: ¡No importa dónde busque, que nosotros somos diez veces mejores! Podría ser, pero en este caso es en la Biblia donde aparece esta frase como una pincelada biográfica de cuatro jóvenes, que marcarían un hito en la historia de Babilonia y del Israel cautivo. Daniel, Ananías, Misael y Azarías, con sus principios intransigentes de santidad y excelencia, se abrirían paso en uno de los gobiernos más inflexibles de la historia. Nabucodonosor, un megalómano sin escrúpulos, acostumbrado a despreciar a otros sin ruborizarse por nada, bien podía descalificar con despotismo a cualquiera, pero estos cuatro tenían algo distinto. Eran jóvenes de convicciones profundas, con voluntades de acero, que amaban a Dios por encima de ellos mismos. Distinguía en ellos su capacidad de análisis y la revelación que poseían. Asombraron al mundo de aquel entonces con su valentía, en la que también eran diez veces mejores.
Daniel oraba tres veces al día y ello no iba a cambiar por un edicto real cuyo castigo era la muerte. ¡Oró tres veces al día como solía hacer!, con las ventanas abiertas hacia Jerusalén, aunque el edicto ordenaba no hacerlo en treinta días. Fue lanzado al foso de los leones como castigo por su desobediencia civil, pero esto sólo sirvió para que tuviera una experiencia más de liberación y bendición. En cuanto a Ananías, Misael y Azarías, llamados más tarde con nombres babilónicos Sadrac, Mesac y Abed-nego, se negaron a postrarse ante una estatua de oro que el alocado rey había construido para su adoración. El castigo era la muerte mediante la incineración en un horno, pero tampoco esto pareció intimidar a estos osados hebreos, que abrazaron su destino con determinación. Dios mismo les haría una visita dentro del horno recalentado siete veces, y ellos saldrían del mismo sin oler siquiera a humo. ¡Otro milagro que nos alecciona, otro acto de obediencia que nos inspira! Hombres comunes, pero admirables. Eran diez veces mejores que la mayoría porque eligieron serlo, y Dios respalda la lealtad y el compromiso. Dios se goza en la excelencia y la determinación de los suyos por obedecerle en sus mandamientos.

¿Si dudas de tu salvación, ¿quiere decir que realmente no eres salvo? - Preguntas y respuestas bíblicas

Todos tenemos dudas ocasionales. 
Pero tengas dudas o no, eso no es lo que determina si eres un cristiano. Aún cuando un creyente sea infiel, Dios es fiel (2 Timoteo 2:13). Dios quiere que estemos seguros y confiados de nuestra salvación (Romanos 8:38-39; 1 Juan 5:13), y promete que todos los que creen en Jesucristo serán salvos (Juan 3:16; Romanos 10:9-10)
Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), y como resultado, merecemos la muerte y una eternidad apartados de Dios (Romanos 6:23). Pero Dios nos amó tanto como para morir en nuestro lugar, tomando sobre Él el castigo que todos merecíamos (Romanos 5:8). Consecuentemente, todos aquellos que creen están salvados y eternamente seguros.

Aunque también en ocasiones dudar es algo bueno. Pablo nos dice en 2 Corintios 13:5, “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe.” Debemos probarnos a nosotros mismos, estar seguros de que Jesús sea verdaderamente nuestro Salvador, y que el Espíritu Santo esté verdaderamente en nosotros. Si lo está, entonces de ninguna manera podemos perder la salvación que Cristo ha obtenido para nosotros (Romanos 8:38-39). Si no lo está, entonces tal vez el Espíritu Santo esté convenciéndonos de nuestro 
pecado y guiándonos al arrepentimiento, para ser reconciliados nuevamente con Dios a través de Cristo. Entonces veremos de nuevo que la seguridad de nuestra salvación proviene del conocimiento de que, una vez que estamos en Cristo estamos eternamente seguros. Y la auténtica fe salvadora es evidenciada por nuestras obras (Santiago 2:14-26) y el fruto del Espíritu en nosotros (Gálatas 5:22). La falta de esta evidencia puede ser a veces la causa de nuestras dudas.

¿Has puesto tu fe en Cristo? Si la respuesta es sí, entonces desecha tus dudas y confía en Dios. Si conoces a Jesús como tu Salvador, ¡sin duda alguna eres salvo! Si la respuesta es no, entonces ¡cree en el Señor Jesucristo y serás salvo! 


La Felicidad Cristiana es una obra interna

“…RENOVAOS EN EL ESPÍRITU DE VUESTRA MENTE…” (Efesios 4:23)
William James dijo: El descubrimiento más grande de nuestra generación es que podemos cambiar nuestras vidas al cambiar nuestras actitudes”. Es tu “mundo” mental, y no las circunstancias, lo que determina tu felicidad.
Seguimos pensando que seremos dichosos cuando cierta cosa ocurra. Por ejemplo, algunas madres dicen: “Seré feliz cuando Juanito termine la escuela primaria”. Y lo es por un tiempo. Después dicen“Seré feliz cuando Juanito se gradúe en la escuela secundaria”. Y lo es, por lo menos durante el verano. Más tarde, el bachillerato de Juanito trae la misma promesa, igual que su boda, y el nacimiento de su primer hijo... El problema es que ellas no han aprendido a ser felices entre los acontecimientos. Si tu dicha siempre depende de algo ajeno de ti mismo, dependerás siempre de las circunstancias, ¡y eso no es el plan de Dios para ti!
David dijo: “Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (Salmo 34:1). David escogió la actitud correcta, y tú también has de escogerla. Siempre tienes que mantenerla; ésta es la parte más dura. Es como dijo el viejo granjero: “Lo más difícil acerca de ordeñar vacas es que ¡nunca se quedan ordeñadas de una vez para siempre!”. Y sucede lo mismo con nuestras actitudes; no quedan cambiadas para siempre; tienes que trabajarlas cada día. Por eso, Pablo escribió: “…renovaos en el espíritu de vuestra mente…” (Efesios 4:23)
y Salomón: “Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

Lider de corazón

Un líder debe conocer las necesidades del pueblo, vivir en condiciones similares a las de sus ovejas y mostrar cercanía a él.
Deuteronomio 17.20, para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
Lider de corazónAunque estas palabras fueron habladas a Moisés hace casi 4.000 años, los conceptos que encierran no han perdido su carácter radical. Con una simple lectura del texto, nos damos cuenta de algunos de los elementos que Dios considera indispensables para aquellos que ejercen autoridadEn primer lugar, Dios deseaba que la persona que fuera rey saliera de entre el pueblo. Esto garantizaba que sería alguien que entendía bien la realidad del pueblo que iba a gobernar. Sería un conocedor de sus costumbres, sus valores, sus luchas y su historia. Esto le ayudaría a evitar toda clase de imposiciones que provocarían innecesariamente al pueblo, típicas de aquellas personas que entran a una posición de autoridad sin conocer bien a las personas sobre las cuales ejercerán su gobierno. En muchas ocasiones un pastor, que llega de afuera, implementa cambios que terminan por inflamar los ánimos de la congregación que pretende pastorear.