Nosotros amamos porque Él nos amó primero. Si alguien dice: "Yo amo a Dios," pero aborrece a su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. Y este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.
(1Juan 4:19-21 NBLH)
Un dicho muy popular, que expresa el cinismo propio de los hombres sin Dios es: “Mientras más conozco al hombre, más quiero a mi perro”. La frase tiene como origen el pecado. Pecado que el mundo niega como doctrina en sí, pero que se reconoce en frases expresadas por el mundo llenas de cinismo. El ser humano, implícito en la frase, es un desperdicio de posibilidades, y sus pasiones, conducta y ambiciones le convierten en un ser tan degradado, que resulta ser mucho peor que una simple mascota.
Sin embargo, esto no es más que una media verdad. No se trata de un enunciado con propósitos epistemológicos (conocimientos científicos), sino éticos; no se busca establecer la verdadera naturaleza del hombre, sino establecer su pretexto para no amar.
La Escritura insiste en la depravación universal del hombre, que no hay justo ni aún uno, que no hay hombre que entienda, ni hay ser que busque a Dios. Pero al mismo tiempo, la Escritura recuerda que este hombre degradado, lleva en su composición la imagen de Dios y es objeto de su amor inmerecido. En la miseria, en su ceguera y en la enemistad del hombre, Dios mismo intervino para compartir nuestro sufrimiento, nuestra falta de amor; Jesús el Cristo tomó el madero y escogió morir por nuestra causa. Dios, que ha conocido plenamente al hombre, ha amado generosamente al mismo.
Aquellos que han sido alcanzados por su Gracia, habiendo gustado del amor y la misericordia del Señor, han sido transformados para amar y tener misericordia. Pueden discernir (a uno y a otro) profundamente al ser humano, conocerle y tener contacto con su lado más oscuro. Son conscientes de su depravación y su mal corazón, y precisamente, al reconocer su estado de necesidad, le consideran objeto de su amor. El verdadero cristianismo no puede estar de acuerdo con frases como la que dice: “Mientras más conozco al hombre, más amo a mi Perro”, porque el verdadero cristianismo ha encontrado la verdad por la cual “mientras más conocen a Dios, más aman al hombre”.