viernes, 29 de noviembre de 2013

Extendiendo las bendiciones - Devocional

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.”
Mateo 5:44
Todo lo que vamos recibiendo y aplicando a través de los principios reveladores del reino de Dios, tiene el objetivo de extender las bendiciones y garantizarlas para las próximas generaciones. Sólo con el deseo y esperanza en algo no basta, además nosotros tenemos que establecer con firmeza la Palabra de Dios en nuestra vida y canalizar esa bendición a través de sus principios, saber guiar a la generación presente y futura a un nivel alto de bendición.
Usted tiene la gran oportunidad de cambiar la vida y el futuro de muchas personas con el poder que se manifiesta en su vida. ¿Cómo? Sembrando la Palabra y realizando diariamente acciones positivas de fe. Esto irá modificando su vida y su ambiente para la generación que viene después de usted.
Vemos en la Biblia a gente que se alzó para cambiar y revertir algo en bendición. Había una situación conflictiva entre Israel y los filisteos; se había levantado un gigante enemigo para burlarse, despreciar y maldecir al pueblo de Dios. Sin embargo, alguien se tenía que levantar de parte del pueblo y de la familia de Dios, y ese fue David. Parecía no ser la persona indicada, pero se levantó uniéndose a la voluntad de Dios y sintió el respaldo de la autoridad divina. Triunfó sobre el gigante, sobre los enemigos, y el pueblo de Dios se alzó a un nuevo nivel.
Alguien siempre se tendrá que levantar para que la bendición se extienda hacia la familia y hacia los que la rodean. ¿Piensa que puede ser usted? A lo mejor se adaptó a la manera de este mundo presente, que nadie se habla con nadie. Pero debe saber que cuando se para, se para también la bendición de Dios a su vida. La gente en su trabajo tiene la gran oportunidad de cambiar la maldición en bendición a través de su forma de trabajar, a través de su vida. Porque donde usted está, está Dios, el reino de Dios. Para la generación actual usted es muy importante y especial, porque tiene la oportunidad de cambiarle el destino a toda esta gente con la Palabra de Dios. Tiene el poder y la autoridad en el nombre de Jesús y por la Palabra de Dios, de que las maldiciones se corten.

Esperar pacientemente con fe - Devocional

En el año 1949, David Ben-Gurion, Primer Ministro de Israel, asumió el reto de convertir a su nación en un país habitable y próspero. Pero el problema era que sus tierras eran estériles, contaba dentro de su territorio con muchas zonas desérticas. Solamente llovía dos o tres veces al año, y para colmo de males, no existía en las cercanías ninguna fuente de agua que se pudiera utilizar para riego.
Pero esto no detuvo al primer ministro. Por el contrario, mandó a llamar a los más ilustres científicos de su nación bajo una consigna; ¿Cómo hacer florecer en el desierto? Entre otros, Joseph Weitz se presentó para ser parte de esta gran misión, pero lamentablemente no fue elegido.
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Pasaron algunos días, y Ben-Gurion preguntó en qué había quedado el proyecto de florecer en el desierto, a lo cual le respondieron: “Señor, los científicos dicen que lo que usted quiere hacer, es imposible”. El primer ministro respondió, “Si ellos no pueden, traigan otros científicos que sí lo puedan hacer.” Entonces buscaron a los que antes habían sido rechazados, y así fue como Joseph Weitz fue el elegido para aquel gran proyecto. En 1965 le nombraron Ministro de Tierra y Forestación de su país, y fue parte crucial de la revolución agrícola más grande del mundo.
La historia de Joseph es verídica y tiene puntos similares a un relato de Jesús. Un grupo de hombres veía tristemente pasar las horas del día sin que alguien les contratara, pero el señor de la viña salió por las calles y entre tanta gente les preguntó “¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?” Ellos le dijeron: “Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”. Mateo 20:6-7

Esa persona – Meditación

Un día, cuando los empleados llegaron a trabajar, encontraron en la recepción un enorme letrero en el que estaba escrito: 
"Ayer falleció la persona que impedía el crecimiento de Usted en esta Empresa. Está invitado al velatorio, en el área de deportes".
Al comienzo, todos se entristecieron por la muerte de uno de sus compañeros, pero después comenzaron a sentir curiosidad, por saber quién era el que estaba impidiendo el crecimiento propio y el de sus compañeros en la empresa. 

La agitación en el área deportiva era tan grande, que fue necesario llamar a los de seguridad para organizar la fila en el velatorio.   
Conforme las personas iban acercándose al ataúd, la excitación aumentaba:        
¿Quién será el que estaba impidiendo mi progreso? ¡Qué bueno que el infeliz murió!!      
Uno a uno, los empleados, bastante agitados, se aproximaban al ataúd, miraban al difunto y tragaban saliva. Se quedaban unos minutos en el más absoluto silencio, como si les hubieran tocado lo más profundo del alma.  
Pues bien, en el fondo del ataúd había un espejo, y cada uno se veía a si mismo, con el siguiente letrero:   
"Sólo existe una persona capaz de limitar tu crecimiento: ¡TÚ MISMO!  
Tú eres la única persona que puede hacer una revolución en tu vida.  
Tú eres la única persona que puede perjudicar tu vida, y tú eres la única persona que se puede ayudar a sí mismo.   

Cristiano, permanece firme e inconmovible - Devocional

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano(1 Corintios 15:58)

hablando-al-mundo
El 99% de todos los fracasos ocurren al abandonar demasiado pronto. Escucha este extracto parafraseado del diario de John Wesley: 
“El día 5 de mayo: 
MAÑANA: Prediqué en Santa Ana; me pidieron que no volviera. TARDE: Prediqué en San Juan; los diáconos dijeron: ‘Váyase y no vuelva ’. 
El día 12 de mayo: MAÑANA: Prediqué en San Judas; no puedo volver allí. TARDE: Prediqué en San Jorge; me echaron de nuevo. 
El día 19 de mayo: MAÑANA: Prediqué en San Andrés; los ancianos convocaron una reunión especial y me dijeron que no regresara. TARDE: prediqué en la calle y tuve que salir huyendo. 
El día 26 de mayo: MAÑANA: Prediqué en un campo; soltaron un toro que me persiguió. 
El día 2 de junio: MAÑANA: prediqué en las afueras de la ciudad; la policía me obligó a marcharme. TARDE: Prediqué en un pasto ¡y vinieron diez mil personas!”.