domingo, 20 de octubre de 2013

Pecados no confesados - Devocional - Vídeo

Todos hemos cometidos pecados que nunca hemos confesado, pecados que nos avergüenza haber cometido, pecados que en ocasiones se vuelven una piedra en el zapato que no nos deja tranquilos, pecados que nos incomodan y que necesitamos confesar.
Y a veces, además de ocultar esos pecados a la gente que amamos o respetamos, también “los queremos ocultar a Dios”, es decir, que muchas veces ni siquiera hemos pedido perdón a Dios por lo que sabemos que no fue correcto.
Pensamos que Dios es como las personas; ilusamente creemos que si nadie se dio cuenta del pecado que cometimos, tampoco Dios lo tomará en cuenta. Creemos que con ocultárselo a la gente ya es bastante, que es la solución, y a veces, incluso ni siquiera sentimos la necesidad de pedir perdón a Dios por eso que hicimos.
¿Cuántos pecados no confesados tenemos en nuestra vida? ¿Cuántos pecados que nunca le hemos pedido perdón a Dios hemos cometido? ¿Cuántos pecados que ni siquiera hemos contado a Dios hemos realizado?
Cuando nosotros no confesamos los pecados a Dios, cuando se los “ocultamos” como solemos ocultárselos a la gente, lo único que hacemos es dañarnos a nosotros mismos, lo que hacemos es debilitarnos, porque un pecado no confesado en alguien que de verdad ama a Dios es un obstáculo para caminar, y el enemigo estará allí para acusarte cada vez más, para hacerte sentir indigno de Dios, un hipócrita, un caso perdido.

Cuando Dios retrasa la respuesta - Devocional

Podemos estar seguros de una cosa: Él siempre nos está viendo. Será cuando sus propósitos se cumplan y sea el momento apropiado.
A veces Dios no concede nuestras peticiones de inmediato. Y después de un tiempo empezamos a sentir lo que sintió el salmista cuando dijo: “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?”
La percepción del ser humano plantea preguntas que la mente no puede contestar, pero eso no significa que no existan respuestas válidas. A no ser que Dios escoja explicarnos su comportamiento, lo cual no suele hacer, sus motivos y propósitos están fuera del alcance de nosotros, los seres mortales.
Podemos estar seguros de una cosa: Él siempre nos está viendo. Cuando sus propósitos se cumplan y sea el momento apropiado.Después de años de recibir continuamente respuestas a nuestras oraciones, puede ser que el Señor escoja no concedernos una petición, que creemos que es de importancia vital. Esta es una experiencia muy común en el cristiano.

¿Por qué se supone que Dios a menudo retarda sus respuestas o niega nuestras peticiones? P
arece que la respuesta es la siguiente: cuando Dios esconde su mano quiere que nos fijemos en su corazón. En otras palabras, quiere que aprendamos más sobre su bondad y su amor y que confiemos más, que Él hará lo que es mejor.
Debido a que los que se encuentran en crisis no “sienten” la presencia de Dios, no pueden creer que Él se interese en ellos. Como los hechos, que a veces son un sinsentido, están convencidos de que no existe una explicación razonable. Sus oraciones no producen ningún alivio inmediato, así que suponen que Dios no las oye. Pero están equivocados. El Señor siempre está obrando de una "su" manera especial, incluso cuando nuestras oraciones parecen resonar en un universo vacío.

No te saltes el semáforo - Devocional - Vídeo

Dicen que lo prohibido es lo que más atrae, y la verdad es que como seres humanos, nos sentimos frecuentemente tentados por aquello que no nos está permitido. Habiendo un semáforo en rojo que nos indica detenernos, nos vemos tentados a menudo a pasarlo por alto. Se trata de la repetida inclinación del ser humano a desobedecer la autoridad.
Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. Proverbios 3:5-6
SEMAFOROCuando nos enfrentamos a una tentación, es cuando comienza la lucha interna entre lo que está bien y lo que está mal. Nos vemos en el dilema de tomar una decisión, de acuerdo a lo que yo quiero, o bien siguiendo la voluntad de Dios. Y en nuestras elecciones dejamos al descubierto lo que realmente hay en nuestro corazón, porque cada vez que escogemos lo hacemos desde nuestras más profundas convicciones.
Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:3-4
Jesús también fue tentado, y buena lógica es pensar que para Él fue fácil rechazar la tentación, sin embargo, consideremos Él se encontraba en el desierto sin haber comido ni bebido en cuarenta días. Pero a pesar de esto, supo decir “NO”. Jesús fue tentado, pero nunca pecó; para Él era más importante obedecer la voluntad del Padre que satisfacer sus propios deseos.
No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal. Proverbios 3:7
A veces queremos adaptar la palabra de Dios a nuestras propias razones, sin darnos cuenta de que sólo buscamos justificaciones para seguir haciendo lo que queremos.

Dependencia de DIOS - Devocional

“Ama al Señor tu Dios, obedécelo y sé fiel a él, porque de él depende tu vida.”
1ºJuan 3:20 (Nueva Versión Internacional).
A lo largo de las Escrituras vemos que la voluntad de DIOS es que los suyos dependan de Él. Y al hacerlo prosperan, por el contrario, al apartarse de Él perecen. Cuando el pueblo de DIOS buscaba salvación en otros dioses o en países aliados, fracasaba. Después de que los israelitas se establecieran en la tierra prometida pidieron un rey humano, como los de las demás naciones, y con ello menospreciaron que el SEÑOR era su rey. Cuando ellos prosperaron olvidaron que fue sólo el SEÑOR quien les convirtió de esclavos a príncipes. Y con el paso de los años esta independencia de DIOS les llevó al cautiverio.
Desde el principio, la voluntad del SEÑOR era que los suyos le reconocieran como el único DIOS verdadero y que dependieran de Él para librarles de todos sus problemas, sin importar cuáles fueran, para perdonar sus pecados, para sanar sus enfermedades, para mandar agua a sus cultivos o para derrotar a sus enemigos. No obstante, no aprovecharon ese gran privilegio.
Pues de igual misma manera, el creyente de la época actual puede dejar a un lado su dependencia de Jesús, y al hacerlo puede fracasar. El creyente puede cometer el error de retomar las riendas de su vida, después de que DIOS le ha guiado a conquistar la “tierra prometida”. Y esto puede ocasionarle caídas. Al igual que antes, el SEÑOR espera que los suyos le vean como el único DIOS verdadero, como su Todopoderoso salvador, su suficiente proveedor, su certero sanador y su Padre eterno. Y vivir con plena confianza y dependencia de DIOS traerá reposo.

La Práctica de la Presencia de Dios-2ª Carta escrita por Nicolás Herman, Hermano Lorenzo - Vídeo

La Práctica de la Presencia de Dios-2ª Carta escrita por Nicolás Herman, Hermano Lorenzo a una monja amiga, hace más de 300 años.

No tengo ninguna dificultad con mi método para vivir la vida espiritual, pero como no encontré nada de esto en ningún libro, para tener una seguridad mayor me agradaría conocer tus pensamientos acerca de esto. 

"En una conversación que tuve hace algunos días con una persona piadosa, me dijo que la vida espiritual era una vida de gracia, que comienza con un temor servil; me dijo que es incrementada por la esperanza de la vida eterna y que es consumada por puro amor; que cada uno de estos estados tenía diferentes etapas, a través de las cuales uno llega a la bendita consumación de la misma".

Yo no he seguido esos métodos. Y por el contrario, no sé exactamente por qué reacción natural los encontré desalentadores. Esta fue la razón por la que, cuando entré en la religión, tomé la resolución de entregarme a Dios tratando de hacer lo mejor que podía, para ofrecerle una satisfacción por mis pecados; y, por amor a Él, renunciar a todos ellos. Durante los primeros años, en el tiempo que dedicaba a las devociones, por lo general mi mente estaba llena con pensamientos de muerte, de juicio, del infierno, del cielo, y de mis pecados. Y así continué durante algunos años, pero durante el resto del día, aún estando en medio de mi trabajo, aplicaba cuidadosamente mi mente a la presencia de Dios, a quien consideraba siempre como que estaba conmigo, y frecuentemente en mí. Con el paso del tiempo, y casi sin darme cuenta, comencé a hacer lo mismo durante mi tiempo de oración, lo que me causaba gran deleite y consolación. Esta práctica produjo en mí un amor tan grande por Dios, que la fe sola era suficiente para satisfacerme. 

Así fueron mis principios, aunque debo decirte que durante los primeros diez años sufrí mucho: el temor de no estar consagrado a Dios como anhelaba estarlo, mis pecados pasados siempre presentes en mi mente, y los grandes e inmerecidos favores que Dios me daba, eran el objeto y el origen de mis sufrimientos.