miércoles, 16 de octubre de 2013

Sobreviviendo a la lucha diaria - Devocional - Vídeo

No juegues con fuego, no creas que siempre tendrás la capacidad de parar en el momento indicado.
Todos los que hemos recibido el amor de Dios en nuestra vida y que ahora vivimos para Él, debemos ser conscientes de que nos encontramos en una lucha diaria.
Todos los días libramos una batalla en nuestra vida, entre querer agradar a Dios y querer satisfacer nuestros instintos pecaminosos, sean de cualquier tipo.
Aquel que no sea consciente de esto o que no le preste el debido cuidado que merece, se encontrará fácilmente con tentaciones de todo tipo, que poco a poco le querrán arrastrar hacia el error.
La Biblia dice: “¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar. "1 Pedro 5:8 (Nueva Traducción Viviente).
No importa lo fuerte que creas que eres, ni la enorme capacidad que creas tener para poder resistir al enemigo; no se trata de ti, ni de lo bueno que seas para esto o aquello, se trata de que al igual que todos los humanos, eres de carne y hueso y con una naturaleza que te lleva fácilmente a pecar. Por esa razón el Apóstol Pedro nos recomienda: “¡Estén alerta!”, lo cual nos debería llevar a pensar, que en cualquier momento el enemigo puede lanzar sobre nuestra vida, uno de sus ataques para hacernos caer.
Por esa razón también la Biblia nos dice: “Por eso, que nadie se sienta seguro de que no va a pecar, pues puede ser el primero en hacerlo.” 1 Corintios 10:12 (Traducción en lenguaje actual). Este mismo pasaje bíblico en otra versión dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” 1 Corintios 10:12 (Reina-Valera 1960).

Ten fe, ten fe y sigue teniendo fe - Devocional

Ayer, antes de dormir, mientras les narraba a mis dos pequeños, Valentina y Uziel, algunas historias de su Biblia Ilustrada para niños, me daba cuenta de cómo Dios honra la fe de los que le creen.
Les conté tres historias: Los tres jóvenes en el horno de fuego, Daniel en el foso de los leones y Jonás y el pez gigante. Pero en estas tres, sobre  todo  recalqué, y se lo repetí a mis hijos varias veces, la importancia de confiar en Dios para recibir su favor.
¿Por qué no me canso de hablar de fe?, porque he comprendido que los que nos hacemos llamar cristianos no podemos sobrevivir sin ella; cuando un cristiano deja de creer sus convicciones desaparecen, va como un barco a la deriva, y además de esto, es muy, pero que muy vulnerable a cualquier ataque del enemigo. Porque la fe es importante, nada somos sin ella, o como dice la Biblia: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6 (Reina-Valera 1960).
¿Quieres agradar a Dios?, entonces tienes que tener fe. ¿Quieres recibir lo que anhelas?, tienes que tener fe. ¿Quieres ver la mano poderosa de Dios obrando a tu favor?, tienes que tener fe.
Posiblemente estés siendo llevado a un horno de fuego, quizá las personas que se volvieron tus enemigos quieran verte fracasar, sin embargo tu fe te llevará a ver al Ángel de Jehová en ese horno, cuidándote para que no te quemes, y el lugar en donde todos esperan tu caída, se convertirá en el lugar donde Dios honrará tu fe y demostrará que está contigo.

La Práctica de la Presencia de Dios-4ª Conversación de Nicolás Herman - Vídeo

La Práctica de la Presencia de Dios -
4ª Conversación de Nicolás Herman, el Hermano Lorenzo, con Fray José de Beaufort, representante del arzobispado local de un monasterio de Francia hace más de 300 años.

El Hermano Lorenzo conversó conmigo muy frecuentemente y con gran apertura de corazón, respecto a la manera de ir a Dios, de lo cual ya hemos mencionado algo. Me decía que todo consiste en una renuncia de corazón a todas las cosas a las que nos impiden llegar a Dios. Podemos acostumbrarnos a conversar continuamente con Él con libertad y simplicidad. Y para dirigirnos a Él a cada momento, sólo necesitamos reconocer íntimamente que Dios está presente con nosotros, y que podemos pedir su ayuda para conocer su voluntad en cosas dudosas, para hacerlas correctamente siguiendo su Voluntad, voluntad que Él requiere de nosotros. 
En nuestra conversación con Dios, también deberíamos alabarle, adorarle y amarle por su infinita bondad y perfección. 
Sin desanimarnos por la suma de nuestros pecados, deberíamos orar pidiendo su gracia con una confianza perfecta, confiando en los méritos infinitos de nuestro Señor, porque Dios nunca deja de ofrecernos su gracia continuamente. El Hermano Lorenzo percibió esto con gran claridad. Dios nunca dejó de ofrecerle su gracia, excepto cuando los pensamientos del Hermano Lorenzo comenzaban a vagar y perdían su sentido de la presencia de Dios, o cuando se olvidaba de pedirle ayuda.

Cuando no tenemos otro propósito en la vida excepto el de agradarle, Dios siempre nos da luz a nuestras dudas. Nuestra santificación no depende de un cambio de actividades, sino de hacer para la gloria de Dios, todo aquello que normalmente hacemos para nosotros mismos. Pensaba que era lamentable ver cómo mucha gente confundía los medios con el fin, dedicándose a hacer ciertas cosas muy imperfectamente, debido a sus consideraciones humanas o egoístas. El método más excelente que había encontrado para ir a Dios, era el de hacer las cosas más normales sin tratar de agradar a los hombres, sino hacerlas verdadera y puramente por amor a Dios.

El Hermano Lorenzo sentía que era un gran engaño pensar que los momentos dedicados a la oración eran diferentes a otros momentos del día. Estamos literalmente obligados a unirnos a Dios por medio de la acción en el tiempo de la acción, y por medio de la oración en el tiempo de oración. Su propia oración no era nada más que un sentido de la presencia de Dios, cuando su alma no era sensible a nada excepto al Amor Divino. Y cuando terminaban los momentos dedicados a la oración, no hallaba ninguna diferencia porque seguía estando con Dios, alabándole y bendiciéndole con toda su capacidad. Así pasaba su vida, en un gozo continuo, aunque también esperaba que Dios permitiría que le sobrevinieran algunos sufrimientos cuando estuviera más fortalecido.

Decía que, de una vez por todas, debíamos poner toda nuestra confianza en Dios y rendirnos por completo a Él, seguros de que no nos defraudará. No debemos cansarnos de hacer las cosas pequeñas por amor a Dios, porque Él no toma en cuenta lo grande de la obra sino el amor con que la hacemos. Que no deberíamos sorprendernos si al principio fallamos frecuentemente en nuestros intentos, pero que al final adquiriremos un hábito que  nos hará actuar con naturalidad, sin que nos ocupemos de ello y para nuestro mayor deleite.

Ábrele la puerta - Reflexión, meditación

Jaime era un joven muy trabajador, pero por imprudencia había hecho compras no acordes con su presupuesto. Al poco tiempo comenzó a tener problemas financieros, ya que había contraído deudas de las que rápidamente perdió el control. Pagaba las cuotas, pero los intereses eran tan altos que cada vez debía más.
Angustiado por su situación, pensó en pedirle ayuda a su padre, pero se sentía avergonzado por no haber escuchado ninguno de sus consejos en el manejo de las finanzas. El orgullo de Jaime no le permitía pedir ayuda ni reconocer sus errores, pero el padre rápidamente percibió lo que estaba sucediendo.
Él conocía a su hijo y sabía que la administración del dinero no era precisamente una de sus virtudes. El padre sabía que tarde o temprano le iría a pedir ayuda, pero conociendo el orgullo de su hijo,... Quiso ganar tiempo y le fue a visitar.
dinnerEsa noche alguien tocaba a la puerta. Jaime temía que un acreedor viniera a exigirle el pago de alguna deuda, pero al espiar por la mirilla, vio con sorpresa que se trataba de su padre. No tenía nada para ofrecerle ni decirle, por lo que decidió no abrir la puerta. Escuchaba desde adentro la voz de su padre, llamándole por su nombre, y a cada palabra se entristecía aún más. Aquel hombre, tras tocar varias veces la puerta decidió marcharse.
Al día siguiente Jaime no paraba de pensar en su papá. Pensó en llamarle para pedirle disculpas pero no se atrevió.
Esa misma noche, el papá volvió a llamar a la puerta. Jaime esta vez decidió abrir y dijo: pasa, pero no tengo nada para ofrecerte; al escuchar esto su papá sonrió y le mostró que había comprado todo lo necesario para compartir una excelente cena. Se acomodaron cara a cara, comieron y rieron. Jaime pudo compartir con él acerca de su situación, y entonces el Padre pudo guiarle, darle una palabra de ánimo para su vida y sobre todo la ayuda que tanto necesitaba.

La Práctica de la Presencia de Dios-3ª Conversación de Nicolás Herman - Vídeo

La Práctica de la Presencia de Dios -
3ª Conversación de Nicolás Herman, el Hermano Lorenzo, con Fray José de Beaufort, representante del arzobispado local de un monasterio de Francia hace más de 300 años.

El Hermano Lorenzo me dijo que el fundamento de su vida espiritual había sido la adquisición por fe de un elevado concepto y valoración de Dios; y una vez que lo hubo adquirido, ya no tuvo ningún otro cuidado que el de rechazar fielmente todo otro pensamiento, para poder así hacer todo por amor a Dios. Que cuando no tenía ningún pensamiento acerca de Dios por un cierto tiempo, no se inquietaba, porque después de haber reconocido delante de Dios este lamentable hecho, volvía a Él con una confianza mucho mayor.

Dijo que la confianza que ponemos en Dios honra al Señor enormemente, y hace descender sobre uno grandes gracias. Que era imposible no solamente engañar a Dios, sino que también era imposible que un alma sufriera por largo tiempo, si es que estaba perfectamente rendida a Él y resuelta a soportar cualquier cosa por amor a Él. De esta manera, el Hermano Lorenzo había experimentado frecuentemente el pronto socorro de la Gracia Divina. Y debido a su experiencia con la gracia de Dios, cuando tenía un trabajo para hacer, no pensaba en él de antemano, sino sólo cuando llegaba el momento de hacerlo, y encontraba, como reflejado en Dios (como en un espejo claro), todo lo que era adecuado hacer.

Cuando los trabajos externos le distraían un poco de sus pensamientos puestos en Dios, un recuerdo fresco proveniente de Dios mismo le llenaba el alma, y así era tan inflamado y transportado que le resultaba difícil contenerse. Dijo que estaba más unido a Dios en sus trabajos externos, que cuando los dejaba a un lado para retirarse a hacer sus devociones.