miércoles, 9 de octubre de 2013

Cuando Suceda - Reflexiones - Vídeo

¡Cuando lleguemos a la estación sucederá!, exclamamos. 
“Cuando cumpla los dieciocho.” 
“Cuando compre un Mercedez Benz.” 
“Cuando se hayan graduado mis hijos.” “Cuando pague la casa”. “Cuando consiga un ascenso.”. “Cuando me jubile, ¡Qué feliz voy a ser el resto de mi vida!
Pero tarde o temprano comprendemos que no existe tal estación; no hay un sitio al que llegar una y otra vez, siempre. El verdadero gozo de la vida está en el viaje, y la estación es sólo un sueño que se aleja de nosotros sin cesar.
“Disfruta el momento” es un buen lema, sobre todo si lo complementas con el Salmo 118:24: “Este es el día que ha creado el Señor; regocijémonos en él”. No son las cargas del presente lo que enloquece al hombre. Son los arrepentimientos por el ayer y el miedo al mañana.
Por eso deja ya de recorrer los pasillos y contar los kilómetros. En cambio, escala más montañas, alcanza más con tu esfuerzo, camina descalzo con más frecuencia, zambúllete en más ríos, contempla más atardeceres, ríe más, llora menos. Es preciso vivir la vida en pleno viaje. La estación llegará demasiado pronto.
2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

Cómo Mantener el Barco a Flote - Reflexiones

Un día en una visita al barco, sonó una alarma estridente, seguida por extraños ruidos como de algo que rechinaba y chocaba ruidosamente debajo del puente.
Son nuestros compartimentos herméticos que se cierran, explicó el capitán. Es una parte importante de nuestros ejercicios de seguridad. En caso de un verdadero problema, el agua que se filtra en un compartimiento no afecta al resto del barco. Aun al chocar con un témpano de hielo, como el Titanic, el agua sólo penetraría en el compartimiento roto. Sin embargo, el barco seguiría a flote, habló a los estudiantes de Yale.
Osler, un estudiante, grabó en su mente la descripción que el capitán hizo del barco.
Cada uno de ustedes es una organización más maravillosa que ese gran trasatlántico, y han emprendido un viaje mucho más largo.

Su gracia es suficiente - Devocional -- Vídeo

 Al iniciar nuestra vida cristiana nos encontramos con dos conceptos que no llegamos a comprender claramente, que son:
- Misericordia, gracias a ella no recibimos el castigo que merecíamos a causa del pecado.
- Gracia, es un regalo inmerecido. Recibimos de esta manera la salvación, el perdón de nuestros pecados, vida abundante y una eternidad en el cielo.
Por ejemplo, si te encuentras conduciendo un coche a alta velocidad y un policía te para y expende una infracción, sería justo. Pero si te detiene y perdona tu falta, podríamos decir que obró con misericordia. En cambio si te para, expende la infracción, pero él mismo paga la multa, ya estaríamos en el terreno de la gracia.
multaEl mejor ejemplo que tenemos en la Biblia, para entender la misericordia y la gracia de Dios, es la vida de Pablo. Él merecía morir por haber matado a muchos cristianos, pero fue la misericordia y la gracia de Dios quien le devolvió la vida y le dio el privilegio de predicar su evangelio.
Estas son sus palabras: “Para impedir que me volviera orgulloso, se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormentarme e impedir que me volviera orgulloso".
En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me lo quitara. Cada vez Él me decía: “Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad. Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí. Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 corintios 12: 7-10)

El día más importante de su vida - Devocional

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

No, no es su nacimiento. Ni su boda. Ni el nacimiento de un hijo. Se trata del momento más sagrado de su vida. Los otros momentos son especiales. Resplandecen y brillan, pero comparados con este momento, son tan santos como un eructo.

Se trata de la hora sagrada. No. No es su bautismo. No es su primera comunión ni su primera confesión, ni siquiera su primera cita amorosa. Todos estos son momentos preciosos e incluso sacrosantos, pero es otro momento.

Ocurrió esta mañana. Justo después que se despertó. Allí mismo, en su casa. ¿Se lo perdió, no lo vio? Permita recrear esa escena.

Suena la alarma. Su esposa le mueve o su esposo le da un leve codazo o su mamá o su papá le sacuden. Y usted se despierta.

Ya ha apagado tres veces la alarma; una vez más significa que se le hará tarde. Ya ha pedido cinco minutos más … cinco veces distintas; pídalos una vez más y conseguirá un cubo de agua fría en la cabeza.

La hora ha llegado. Ha amanecido. Entonces, con un gemido y un gruñido, levanta su sábana, saca un pie tibio y lo posa en un mundo frío. Ese pie es seguido por un compañero renuente.

Se inclina y se sienta en el borde de la cama. Le dice a sus párpados que se abran, pero estos se resisten a hacerlo. Los separa con las palmas de la mano y echa una mirada al cuarto.
(El momento todavía no es santo pero ya está cerca.)

La trampa de la zanahoria - Devocional - Vídeo

“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”
(Romanos 7:15)
El viejo truco de hacer que un caballo avance en una dirección determinada usando una zanahoria sigue funcionando. Se lo digo yo, que aunque no soy domador de caballos, sí he estado relacionado con ellos durante toda mi vida, y provengo de una larga genealogía de granjeros del occidente de Cuba. Por lo que cada verano me iba a casa de mis abuelos a pasar las vacaciones y disfrutar de la exuberante campiña tropical. ¿Nuestro medio de transporte?, los caballos nacidos y criados generación tras generación en las propiedades de mi familia. 
Muy pronto aprendí que los caballos suelen ser tercos, y que en ocasiones cuesta persuadirles para realizar determinadas tareas, como pasar por un sitio embarrado o tirar de una carga en particular. De nada sirve la fusta, el arreo, o la hipnosis. Hay que recurrir a un plan más astuto. Para estos casos coja una zanahoria, una manzana o una guayaba y acérquesela, verá que el resultado será inmediato. El equino irá a donde usted le diga y caminará sobre afiladas rocas cual faquir experto, si fuera necesario. Hará lo que no quiere hacer seducido por el olor y la vista. Hará un trueque y cambiará su voluntad por un mordisco hipotético, por un olor distante y un sabor sin conseguir. Así son los caballos y siempre ocurre lo mismo. Siguen el patrón de una conducta permisiva asumida por el animal, como norma de una total esclavitud.
¿Y qué hay de nosotros? Suele pasar que las penurias más severas pueden disuadirnos de nuestro deseo de glorificar a Dios. Las batallas más formidables nos tienen sin cuidado. La tribulación repentina, que nos duele, queremos volverla a nuestro favor, pero el aroma de una zanahoria fresca nos seduce y trastorna. Se trata de la visualidad ufana de lo prohibido, del mordisco supuesto. El sabor codiciado ha derribado a experimentados soldados. Ha cambiado su rumbo por un alocado deseo que conduce a la esclavitud del pecado. Satanás alterna sus armas para conseguir la deshonra de sus oponentes, no escatima recursos para arrastrar sobre rocas a sus adversarios. Te machacará una vez creas a la mentira, usará espejismos seductores e ilusorias promesas de gratificación, que no son más que medias verdades ponzoñosas.