jueves, 19 de septiembre de 2013

Mensaje de Dios Padre y de Dios hijo, Jesucristo, para ti - Vídeos

Habiéndome levantado de la cama esa mañana, miro mi agenda y ¡vaya!, quedé en verme con Fulano, mi amigo, un poco más tarde. No nos vemos muy frecuentemente, pero cuando lo hacemos, más o menos cada mes…
Acudo a la cita, y mientras tomamos café para pasar el rato, hablamos de nuestras cosas. Ya sabes: nuestras alegrías, nuestro trabajo, la esposa, los hijos, nuestros quehaceres, y también de nuestras inquietudes y quebrantos, nuestros problemas, etc. En fin, que pasamos media mañana hablando los dos. Y también discutiendo, amigablemente claro.

Terminamos, nos despedimos y... ¡chao, chao!

De vuelta a casa, pienso ¡vaya!, qué agradable fue hablar con él. 
¿Y Dios? ¿Cuánto tiempo hace que no hablo con Él? Porque Él quiere saber de mí. Siendo, como es, mi mejor amigo, al menos por su parte, debería tener una mejor comunicación con Él. Y diaria a ser posible. ¿No se lo merece? ¡Claro que sí! Si le cuento todo a Fulano, ¿por qué no lo hago con quien más lo merece? Desde luego soy un desagradecido. Tengo que hablar con Él, a ser posible todos los días.

Es lo que quiere nuestro Padre, nuestro Creador que hagamos, y me prometo hacerlo todos los días. Estaré con Él un rato a diario. Es quien más lo merece, quien envió a su hijo unigénito a la Tierra, para pagar con su vida el precio de todos nuestros pecados y darnos Vida Eterna, y así acercarnos con total seguridad y confianza a sus amorosos brazos.

Y Él también nos habla.

M.G.L.







El poder de la fe-Reflexión

Es una reflexión aplicable a todos los que, como nosotros, tienen una fe inquebrantable y cada día mayor en Dios. Tener fe significa “confiar”. En este caso hablamos de confiar en el Señor, plenamente, cada día más. ¿Es lo que sentimos, verdad? De esta forma le conocemos cada día más, sabemos por qué y para qué estamos aquí y qué es lo que Dios espera de nosotros. Y nos sentimos felices, gozosos, dichosos en ello. Nos sentimos siervos de Dios. Nos sentimos útiles a ÉL.

Pero analicemos el poder de la fe desde un punto de vista coherente, necesario y significativo. Consideremos, entonces, que la fe en ÉL debe ser inteligente. Debe ser consecuente, y debemos comprender que Dios no hace las cosas porque sí, que todo debe tener una razón que muchas veces no alcanzamos a comprender.
Es decir, pensemos que, a pesar de que muchos cantantes incluyen entre sus canciones algún texto que habla del “poder de la fe”, como por ejemplo: “les aseguro que si tienen fe, tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: trasládate de aquí para allá y se trasladará. ¡para Vdes. nada es imposible!”, en mi modesta opinión nos están diciendo que la fe o confianza en Él es lo más significativo que debemos sentir nosotros. Lo más importante, lo más necesario ¡vamos!

Mas pensemos que Dios no va a hacer las cosas porque sí, aunque se lo pidamos con una fe absoluta y en el nombre de su hijo unigénito Jesús. Debemos saber que Dios hará aquellas cosas que sean de su absoluta voluntad, y no de la nuestra.

Consideremos que, por ejemplo, este hecho de mover una montaña puede que no esté entre los objetivos de Dios, salvo que ÉL considere que estamos en la hora final. Pensemos en las nefastas consecuencias que conllevaría hacer esto. Como, por ejemplo, la muerte de innumerables seres vivos, plantas, animales y otros. Amén de las negativas consecuencias medio-ambientales que causaría este efecto.
¿Entonces? Pensemos primero si Dios quiere, porque poder PUEDE, ya lo sabemos, y veamos la viabilidad de lo que le estamos pidiendo.
Pensemos todos. En el nombre de Jesús, amén.

M.G.L.

La Oración todo lo puede, pero...No Resuelve todo - Devocional - Vídeo

Debes orar, pero también actuar de otra manera, si no... será pérdida de tiempo.
En el cristianismo muchas personas utilizan la oración como la varita mágica que cambia las cosas; sin embargo la oración sin acción es una simple ilusión. ¡Vaya, rima y todo! Hay cosas por las que has estado orando, en las que no le corresponde obrar a Dios sino a ti.
Recuerdo a una persona que decía “Dios, quítame este vicio del cigarrillo” a lo cual le respondí: Quien introdujo el cigarro en tu vida no fue Dios sino tú, así que a quien le toca sacarlo a patadas es a ti, no a Dios.
Muchos esposos oran para ser buenos maridos, pero no se esfuerzan por pasar tiempos de calidad y en cantidad con su esposa. Los padres de familia oran a Dios para ser buenos padres, pero no están dispuestos a que su paciencia crezca cuando están alrededor de sus hijos, y en vez de volverse un niño como ellos, olvidan que un día pasaron por esa etapa, y olvidarlo les vuelve ásperos, duros, indiferentes y crueles con las criaturas que procrearon.
¿Qué cosas en tu vida necesitan un cambio pero se las dejaste a Dios? ¿En qué facetas de tu vida has permanecido estático durante mucho tiempo y recurriste a la oración, pero todo continua igual o peor?
Otras personas están esperando continuamente a su príncipe o princesa, pero no se relacionan con los demás, cuando sí deberían hacerlo para generar espacios y escenarios en los que pudieran compartir y cultivar las amistades. La oración es necesaria pero no suficiente, y si así lo fuera seguro que no estarías donde estás; ése, en su mayoría, es el problema de muchos hermanos en la fe que viven orando, pero no hacen nada para provocar un cambio en la faceta que sea.
Debes orar, pero también actuar de otra manera, si no... será una pérdida de tiempo.
Si tu fe no tiene obras, está muerta. Santiago 2:17

Con qué nos quedamos - Devocional

Nos vamos quedando con lo único disponible: recuerdos de proyectos pasados, historias que terminaron mal, otras que anduvieron mejor, sueños inconclusos, experiencias inolvidables y otras que hay que olvidar porque no aportan nada o muy poco.
Nos vamos quedando con ganas y deseos que a veces una circunstancia feliz nos permite realizar; y otras veces preferimos ignorarlos porque son muy dificultosos o porque nos veríamos un poco ridículos intentando cumplirlos.
con que nos quedamosNos quedamos con la piel cansada de recordar amores pasados, con las manos temblorosas, con olvidos repentinos, con ciertos dolores que revelan algo más que años, con unas pocas fotografías viejas de días felices y otros no tanto.
Nos quedamos con historias de viajes increíbles a lugares exóticos, aeropuertos inmensos y otros pequeños y perdidos en la provincia, con una pequeña maleta negra, un libro que se quedó en la repisita de una cabina telefónica, noches de insomnio en una habitación de hotel al otro lado del mundo, o un tren que avanza a paso de tortuga en los altiplanos del desierto más seco del planeta.
Nos quedamos con preguntas imposibles de hacer porque no hay nadie que pueda responderlas, ideas revolucionarias que al final no cambiaron nada, novelas que no se pueden escribir porque no se tiene el oficio, poemas que después de unos años estamos seguros que no tiene ningún sentido publicarlos, ni mostrarlos a nadie.
Nos quedamos con un silencio saludable, una soledad reparadora, una renuencia a aceptar que nos impongan condiciones y reglas, unas manías que nada más que nosotros entendemos y una aversión feroz contra el sistema y sus instituciones.

El miedo a morir - Historia, Reflexión - Vídeo

Todos nos condolemos mucho al saber que nuestros días están limitados. Sabemos que Dios Creador formó al hombre con la idea de que éste viviera eternamente, y que esa voluntad se truncó a causa del pecado; consecuencia de ello fue la irrupción del terror, la llegada de la muerte. Desde entonces el ser humano comenzó a sentir temor a la muerte, y tan fuerte es, que incluso evita hablar de ella. Sin embargo, el paso de los años hace que se la comience a considerar como una posibilidad cierta.

miedo a la muerte


EL MIEDO A MORIR 

La influenza, enfermedad infecciosa de aves y mamíferos durante el año 1918, provocó la muerte de aproximadamente cien millones de personas en el mundo. A causa de la pandemia, Sara Winchester sufrió la muerte de su esposo, y se radicó en la ciudad de San José, en California, Estados Unidos. Ambos se habían dedicado a la fabricación y venta de rifles, lo que les permitió acumular una gran fortuna. Como Sara no se conformaba por la muerte de su esposo, acudió a una espiritista para tener contacto con él. La médium le aconsejó diciéndole que “mientras sigas edificando tu casa, nunca afrontarás la muerte”. La mujer le creyó, compró una propiedad a medio terminar que contaba con diecisiete cuartos, y comenzó a ampliarla. A la edad de ochenta y cinco años Sara falleció, cuando la mansión ya tenía ciento cincuenta cuartos, trece baños, dos mil puertas, cuarenta y siete chimeneas, y diez mil ventanas, y dejó material acumulado para seguir construyendo durante muchos años más. Es una historia que refleja, de manera exagerada, el temor que siente el ser humano a morir.