jueves, 12 de septiembre de 2013

La avaricia - Devocionales, Reflexión - Vídeo

Lucas 12.15 “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”.
Este pecado (enfermedad), consiste en el afán desmedido por adquirir y atesorar riquezas materiales, con el único objetivo de ser reconocido por la sociedad. 
Jesús ya menciona en Su libro, la Biblia, que la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes, ya que eso es únicamente pasajero o temporal, que puede permanecer o incrementarse, o bien desaparecer de un momento a otro, que toda la riqueza del hombre no consiste en eso, sino en lo que posee en su interior. 
avariciaEl libro de Proverbios 28.22 dice: “Se apresura a ser rico el avaro, y no se da cuenta que le ha de venir pobreza”. Los afanes generalmente no llevan a ningún lado, ya que se apuesta muchas veces a ganar y en la mayoría de los casos se pierde. Este tipo de “vida” causa demasiado deterioro, ya que la persona tiene la mente y la mirada puesta solamente, en ver la forma de incrementar los bienes que posee. Su entorno no cuenta, o no tiene mayor importancia, ya que su mente se encuentra embotada en su obsesión, y si no lo logra puede producir en él una frustración, y ésta puede inducirle a una crisis en su estado emocional y en su organismo en general, que muchas veces conlleva a la muerte. 
Cierto es que todos anhelamos llevar una vida cómoda, segura, y que procuramos darles a nuestros hijos lo mejor, sobre todo si se proviene de una familia humilde, con carencias, donde se hubo de sacrificar muchas cosas para lograr una meta o sueño, para que aquellos no tengan que pasar por todas las vicisitudes por las cuales pasamos. Sin embargo, esto no legitima que se tenga que vivir inmerso en este deseo malsano de la avaricia, intentando a toda costa poseer cada día más y más, dejando todo de lado, incluyendo a la familia, perdiéndose lo mejor que Dios nos ha dado…¡¡el gusto por vivir!! Perdiendo cada momento, cada instante, cada segundo de disfrutar de todas las cosas bellas que nuestro Dios ha hecho para nosotros. 

El Secreto de la Felicidad - Reflexiones

El anciano entró lentamente al restaurante. Con la cabeza inclinada y los hombros inclinados hacia delante, se apoyaba en su fiable bastón a cada pisada lenta que hacía.
Su desaliñado abrigo de tela, pantalones parcheados, zapatos desgastados, y su cálida personalidad le hacían sobresalir en medio de la acostumbrada multitud, de quienes desayunaban el sábado por la mañana. Inolvidables eran sus pálidos ojos azules que centelleaban como diamantes, sus grandes y rosadas mejillas, y sus delgados labios mantenidos en una cerrada y firme sonrisa.
Se detuvo, volteó todo su cuerpo y guiñó el ojo a una niñita sentada junto a la puerta. Ella le devolvió la mirada con una gran sonrisa. Una joven camarera, llamada María, le vio dirigirse hacia la mesa sita junto a la ventana. María corrió hacia él y le dijo: “Aquí, Señor. Permítame ayudarle con esa silla”.
Sin decir palabra, él sonrió y se lo agradeció con la cabeza. Ella alejó la silla de la mesa y, sujetándole con un brazo, le ayudó a colocarse frente a la silla y a sentarse cómodamente. Entonces, ella le acercó la mesa y colocó su bastón contra la misma, donde él pudiese alcanzarla.
Con una suave y clara voz, él dijo: “Gracias, señorita. Y que Dios la bendiga por su bondadoso gesto”. “Gracias a usted, Señor”, contestó ella. "Y mi nombre es María. Vuelvo en un momento, y si necesita algo entretanto, ¡tan sólo hágame señas!”

Sé restaurado por los méritos de Jesús - Devocional - Vídeo

“Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios; ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados.
Fue golpeado para que nosotros estuviéramos en paz, fue azotado para que pudiéramos ser sanados.”
Isaías 53:4-5 (NTV)
Hubo una época de mi vida en la que las cosas me comenzaron a salir mal y me preguntaba en qué había fallado. Perdí oportunidades y no recibí la cosecha que esperaba. Las cosas que anhelaba se me escapaban de las manos, así como mis sueños, y esto dañó mi corazón. Fue entonces cuando entendí que Jesús había pagado, para que yo fuera restaurado de aquello que me dolió. Primeramente en mi corazón y luego en lo exterior. Al entender que sin importar cuál fuera mi debilidad, DIOS me podía ayudar, mi fe se renovó. Jesús me restauró, y al poco tiempo recibí más de lo que esperaba, pues los sueños de DIOS son más grandes que los míos, más que los nuestros.
Jesús pagó por cualquier debilidad en el alma del creyente para que éste fuera edificado y que le recibiera sin culpa. El que es débil puede encontrar por medio de la obra de Jesús, fortaleza. El que es inseguro puede recibir seguridad por los méritos de Jesús. El que está enfermo puede recibir salud por lo que Jesús hizo. Aquel cuyos sueños fueron rotos puede obtener mejores sueños en Jesús. Sólo tiene que creerlo. Siendo que las Escrituras enseñan que Jesús pagó el precio de nuestra paz (Shalom en el original, que significa plenitud) y que llevó en sí nuestras debilidades, para que nosotros no las llevásemos.
¿Estás llevando en ti alguna debilidad por la cuál Jesús ya pagó? ¿Está tu corazón avanzando por la vida sin alegría? ¿Estás llevando algún peso que Jesús ya llevó en la Cruz?
Si es así, cree que Jesús te puede restaurar y así te será hecho. Sólo pídeselo.
Entrégale hoy a Jesús tus cargas, pues Él ya las sufrió por ti en la Cruz:

“DIOS, perdóname si permití que mi corazón fuese lastimado. Restáurame y ayúdame a hacer tu perfecta voluntad. Reconozco que Jesús pagó el precio de mis pecados, mis debilidades, mis enfermedades y mi paz. Y en Sus méritos recibo lo que necesito. En el nombre de Jesús, Amén.”

 

Concepto Transferible 9 - Cómo puede usted orar con confianza

Como cristiano, ahora también es hijo de Dios. De la misma manera que un padre desea hablar y pasar tiempo con su hijo, así Dios quiere pasar tiempo con usted. Dios dice en la Biblia "Clama a mí y yo te responderé" (Jeremías 33:3). Esta oración es interacción, y debido a que Jesús vino a ser el puente entre Dios y nosotros, tenemos acceso a Dios a cualquier hora por medio de la oración. Cuando usted ora, está hablando con la Persona más poderosa del universo, con el que le creó a usted y todo lo que ve. Como uno de sus hijos queridos, este Dios todopoderoso le ama y está interesado en lo que usted le dice.

Jesús le dijo a sus discípulos "De cierto, os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará." (Juan 16:23). Puede orar con confianza y creer en esta promesa si viene a Dios en fe y con un corazón puro. Esto significa que le puede pedir perdón a Dios cuando comete un pecado y que usted de la misma forma, perdonará a otros cuando le ofendan. Dios le escucha y le concede sus peticiones de acuerdo a su plan y gracias a su fe en su Hijo, Jesús. Otra parte maravillosa de la oración es decirle a Dios lo grandioso que es y lo agradecido que usted está por todo lo que hace. Si nunca ha experimentado el gozo de hablar con Dios, empiece hoy, sabiendo que Él le escucha y que le encanta escucharle a usted.

Versículos clave
“Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” 1 Juan 5:14-15
“Cercano está Jehová a todos los que lo invocan, a todos los que lo invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que lo temen; oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará.” Salmo 145:18-19
“Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” Marcos 11:24

La Mujer Más Fea Del Mundo. - Crecimiento personal-espiritual - Vídeo

Lizzie Velasquez padece un raro síndrome, tan desconocido que no hay un diagnóstico claro y sólo se conocen otros dos casos en todo el mundo.
FeaEsta enfermedad le impide ganar peso, por lo que su aspecto físico es, literalmente, el de una persona en piel y huesos. Tiene 24 años y se dedica, como oradora de motivación, a dar conferencias, muchas de ellas en colegios e institutos, y a publicar libros, como su superventas "Be beautiful, be you" (Sé bella, sé tú misma).
Aquí recogemos una conferencia en la que explicó cómo se vio a sí misma, retratada e insultada en un vídeo en internet, su reacción y su confianza en Dios para afrontar esa situación, y las preguntas que le presenta su vida.
Abajo puede verse la transcripción de la práctica totalidad de sus palabras.

“Ese clic cambiaría mi vida”
“Estaba en casa, sentada ante el ordenador oyendo música en Youtube, y me di cuenta de que en la parte de la derecha, en los enlaces relacionados, había una foto que me resultó muy, muy familiar. Así que hice clic, sin saber que haciendo ese clic mi vida iba a cambiar completamente. Lo primero que vi fue mi imagen de cuando yo tenía once años, y el título de aquel vídeo era La mujer más fea.”
“¡Imaginen lo que es estar oyendo música tranquilamente, de repente encontrarse con tu propia foto y verte catalogada como la mujer más fea del mundo! Piensen cómo te puede hacer sentir eso. Imaginen luego que, después de ver ese terrible, terrible vídeo, ves que cuatro millones de personas también lo han visto. ¡Cuatro millones! Me sentí como si alguien me hubiese puesto ante la pantalla y me golpease una y otra vez, una y otra vez.”
“Seguí bajando por la pantalla y vi que había miles, miles y miles de comentarios. Me puse a leerlos uno tras otro y ninguno era positivo. ¡Ninguno! Esos comentarios me decían que le hiciese al mundo el favor de cortarme la cabeza, que saliese de casa con una bolsa en la cabeza, porque si no la gente que viese mi cara se volvería ciega, y otros me daban consejos sobre cómo suicidarme…”.
“Yo estaba entonces en el instituto. El vídeo me representaba cuando yo tenía once años, y esto también se decía en el mismo. Yo no podía comprender cómo alguien, fuese cual fuese su edad, podía hacer esto, decir cosas tan, tan terribles, sin saber si después esa misma persona las iba a oír. Lloré hasta dejarme los ojos leyendo esos comentarios.”