Alentar a los demás es muy necesario, pero hay algo más difícil y un poco complicado, y es alentarnos a nosotros mismos en los momentos que no hay nadie que lo haga, en los momentos en los que nos sentimos desconsolados, tristes, abatidos, solos y que nadie nos comprende; es allí donde juega un papel importante la evangelización de nuestra alma.
Salmos 42:11 “¿Por qué te abates, oh alma mía y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
¿Alguna vez le has preguntado a tu alma por qué te abates alma mía y por qué te turbas dentro de mí, como lo hizo David y como cientos de personas lo han hecho?; quizás en el presente te han venido sentimientos de abandono, de confusión y tu interior ha entrado en una crisis. Crisis que ha apresado a tu alma, y la misma se siente abatida y turbada por esa noticia no muy agradable que te dio aquella persona que te engañó, por aquel ser que te clavó una puñalada por la espalda, por metas que no has alcanzado, o por cosas a las cuales no sabes como darle solución.
Déjame decirte que la mejor manera de que tu alma se levante de ese estado en el cual ha caído, no es a través de responder con la misma moneda, o guardando odio, o haciendo cosas que no van conforme a lo que Dios ha dicho; la mejor forma de que tu alma se recupere es recordándole a esa persona que Dios es su salvación y que es necesario que espere en Él.