El amor de Dios a nuestra vida jamás podría estar en duda, ya que nos lo ha demostrado desde el inicio de la creación y aún más al enviar su Hijo a morir en nuestro lugar.
La Biblia dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:16-17 (Reina-Valera 1960)
El amor de Dios hacia nosotros no tiene comparación, pues su amor es un amor demostrado, no sólo hablado, pero, ¿si no hay duda de que Dios me ama, ¿yo le amo realmente a Él?
¿Amas a Dios?, seguro que tu respuesta instantánea es un rotundo: “SI”, pero amar va más allá de una sola palabra o un sentimiento, es una decisión, una decisión que nos tiene que llevar a buscarle y a tratar de agradarle.