martes, 23 de julio de 2013

Creo en mis Sueños - Reflexiones - Vídeo

Sueños… Creo en mis sueños, hablo sobre mis sueños, pienso en mis sueños, hago planes para mis sueños, creo oportunidades para mis sueños y me veo ya en mis sueños.
La única manera de lograr que un sueño se haga realidad es hablar acerca de él, creer en él, verse a uno mismo en él y crear oportunidades para él.
Hay un gran poder de voluntad que debe seguir a lo que imaginamos. Este poder de la voluntad nos permite seguir adelante a pesar de todos los obstáculos, y los sueños, que deberían llevarnos de diez a veinte años en conseguirlos, se cumplen en menos tiempo.
¡Los planes diseñados en papel no son suficientes para ser interpretados como sueños! Simplemente veámonos actuando en lo que nos hemos imaginado y cuando empecemos a estar involucrados, pensaremos que todavía estamos en el proceso de imaginárnoslo.
Lo que creemos es lo que podremos lograr. Lo que imaginamos es lo que podremos llegar a ser. Y lo que pensamos es lo que experimentaremos.
Sin embargo, los verdaderos sueños no son los que nacen en la mente de un ser humano, sino los que vienen de Dios. Dios es el dador de los sueños productivos, poderosos, redentores. De nada sirve tener sueños si Dios no está en el asunto. Cuando Dios nos da el sueño, Él nos dará los recursos para que los llevemos a cabo y el final siempre será que Dios será glorificado. Deja que Dios te siembre el sueño en tu vida y entonces podrás correr hacia el mismo.


Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. Génesis 41:15
Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Dios, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. Números 12:6
Y se le apareció Dios a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo: Pide lo que quieras que yo te dé. I Reyes 3:5

Aprendiendo a creer - Devocional, reflexión

La historia de Nancy

Nancy era una cristiana de cuna; se les llama popularmente así a aquellos que nacen en hogares cristianos y a los que desde pequeños se les enseña la Palabra de Dios, personas que crecen en ambientes llenos de enseñanzas bíblicas, lo cual no significa que realmente vivan lo que desde pequeños han aprendido.

Nancy estaba tan acostumbrada al lenguaje cristiano que para ella todo era normal, como escuchar mensajes de la Biblia, cantar en la Iglesia, servir en algún Ministerio, orar, etc, todo era normal para Nancy. Y es que a veces lo normal puede convertirse en monótono y dejar de tener la importancia que realmente debe tener.

Nancy ya era una mujer de veinticinco años cuando se le detectó una enfermedad terminal. Casi nadie podría imaginar cómo una mujer tan joven podía padecer de una enfermedad fatal. Hasta ese entonces Nancy nunca había puesto a prueba su fe, sino que viviendo su "vida religiosa”, se había conformado con llevar a cabo todas las actividades que desde niña había aprendido. Y ahora le tocaba, por primera vez, utilizar la fe que desde niña le habían enseñado.
El hecho de que Nancy jamás hubiera experimentado tener un problema tan serio, había hecho en ella que su fe no fuera “tan buena”, es decir, no sabía cómo tenía que creer o cómo tener fe. Como nosotros, que nos quejamos muchas veces de los problemas que nos acontecen, sin darnos cuenta de que cada uno de ellos nos enseña a tener fe y a confiar en Dios. Nancy no había afrontado ningún problema serio en toda su vida, y a pesar de que tenía bases cristianas desde su nacimiento, la realidad es que no tenía la fe que se necesitaba en esos momentos.
La desesperación de Nancy por la enfermedad detectada, provocó por primera vez en ella, que comenzara a ver la relación con Dios no como algo monótono o mecánico, sino como algo más íntimo.
Ahora a Nancy se le podía ver más entregada, comenzó a forjar una mejor relación con Dios, se le veía orar como nunca antes, con una postura quebrantada, rendida totalmente a Dios, se le podía ver adorándole con lo mejor que tenía, ahora leía más la Biblia, y aquellas historias que escuchaba de niña ahora cobraban un verdadero sentido al motivarla a tener fe. Aquellas historias que escuchaba y de las cuales memorizó, ahora tenían un significado para ella; escuchar acerca de la fe ya no sólo era teórico, ahora se había convertido en algo que tenía que llevar a la práctica.
A través, y como consecuencia de su enfermedad, Nancy aprendió a creer, comenzó ver a Dios no como algo común, sistemático o monótono; ahora ella entendía de primera mano lo que significaba confiar o depender totalmente de Dios, pues su vida estaba amenazada por esa enfermedad terminal, sin embargo depositó su fe renovada en Dios a esperas de un milagro.
Su salud comenzó a empeorar cada día, sin embargo podía verse, con su débil cuerpo, cómo su fe cada se fortalecía cada día más y más. Sus familiares y amigos cercanos llegaron a pensar que la perderían, pero en Nancy siempre existía una sonrisa de seguridad que consolaba a sus íntimos al decirles: “Yo sé en quien he creído”. Lejos de recibir apoyo o ánimo, ella animaba a sus allegados para que confiaran en que Dios haría un milagro.
Un día, cuando su enfermedad estaba ya en la fase terminal, estando en su habitación a esperas de la peor noticia, Nancy habló con Dios; su fe llegó al punto extremo, y Nancy le dijo a Dios que no importaría lo que aconteciera, porque a través de todo lo que había experimentado le había conocido realmente y se había enamorado de Él; de Él, y por primera vez, a través de este difícil episodio. Nancy aprendió a creer, aprendió a buscar a Dios, aprendió a tener una verdadera relación personal con Él.
Al siguiente día al amanecer, Nancy estaba totalmente transformada, poco a poco su fuerza física estaba mejorando, su sonrisa ya no era de la de una persona en sus últimas horas de vida, sino que sonreía como una persona que estaba totalmente sana y de hecho así era. Nancy había recibido aquel milagro que tanto esperaba, poco a poco comenzó a mejorar hasta llegar a su mejor estado y a estar estable al ciento por ciento. ¡Nancy había recibido un milagro de parte de Dios!, pero lo mejor de todo era que NANCY HABÍA APRENDIDO A CREER Y VIVIR PARA DIOS.

¿Cuál es la clave para conocer verdaderamente a Dios? - Preguntas y respuestas bíblicas - Vídeo

Respuesta: Dentro de todos nosotros existe un fuerte deseo de ser conocidos y conocer a otros. Aún más importante, es que toda la gente desea conocer a su Creador, aunque no crean en Dios. En la actualidad estamos siendo bombardeados con anuncios, que prometen muchas formas de satisfacer nuestros deseos de saber más, tener más y ser más. Sin embargo, las promesas vacías que vienen del mundo, nunca podrán satisfacer de la misma manera en que nos puede satisfacer conocer a Dios. Jesús dijo, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3).

Así que, “¿cuál es la clave para conocer verdaderamente a Dios?” Primero, es imperativo entender que el hombre, por sí mismo, es incapaz de conocer verdaderamente a Dios debido a su pecado. Las Escrituras nos revelan que todos somos pecadores (Romanos 3:11-20) y que ninguno alcanza el estándar de santidad requerido para tener comunión con Dios. También se nos dice que la consecuencia de nuestro pecado es la muerte (Romanos 6:23) y que pereceremos eternamente sin Dios, a menos que aceptemos y recibamos la promesa del sacrificio de Jesús en la cruz. Así que, a fin de conocer realmente a Dios, primero debemos recibirlo en nuestras vidas. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:12). Nada es más importante que entender esta verdad cuando se trata de conocer a Dios. Jesús deja en claro que sólo Él es el camino al cielo y al conocimiento personal de Dios: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).

El Arte de Amar - PowerPoint

Erich Fromn, en su libro “El Arte de Amar”, habla de la diferencia entre enamoramiento y amor. 

Nos enamoramos cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos y dejamos caer, frente a él o ella, las barreras que nos separan de los demás.
Cuando compartimos con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, tenemos la sensación de que, por fin, hicimos una conexión con alguien.
Nos sentimos felices y andamos todo el día de buen humor y atontados.
Cuando estamos enamorados nos parece que nuestra pareja es perfecta y la persona más maravillosa del mundo.
Pero vamos a ver la diferencia entre enamoramiento y el amor.
Empezamos a amar cuando dejamos de estar enamorados.
¿Quéeeee? Así es. El amor requiere conocer a la otra persona, requiere tiempo, requiere reconocer los defectos del ser amado, requiere ver lo bueno y lo malo de la relación.
No quiere decir que enamorarse no sea bueno, al contrario, es maravilloso.
Muchas personas son adictas a estar enamoradas. Terminan sus relaciones cuando la magia de haber conocido a alguien nuevo desaparece; cuando empiezan a ver defectos en la otra persona y a darse cuenta de que no es tan perfecta como pensaban.
Pero el verdadero amor no es ciego. Cuando amas a alguien puedes ver sus defectos, sus fallos y quieres ayudarle a superarlos.
Al mismo tiempo esa persona ve tus propios defectos y los entiende.
El amor verdadero está basado en la realidad.
No se trata del sueño de encontrar a un príncipe azul o a una princesa encantada.
Es encontrarse a una persona maravillosa, que no es perfecta y tú tampoco.
Bien, encontraste a tu alma gemela. Pero también los gemelos discuten y tienen diferencias.
Vale, amar es poner en una balanza lo bueno y lo malo de esa persona y después amarla.
El amor es una decisión consciente.
Muchas veces oímos acerca de personas que dicen que se enamoraron de alguien y que no pueden evitarlo.
Eso no es cierto.
Puedes sentir una gran admiración por alguien, puedes desear tener una relación con alguien, puedes estar muy agradecido por lo que alguien ha hecho por ti, pero… no la amas.
El amor nace de la convivencia, de compartir, de dar y recibir, de intereses mutuos, de sueños compartidos. Tú no puedes amar a alguien que no te ama, o que no se interesa en ti.
El amor verdadero es recíproco.
Recibes tanto como das.
Si en este momento, tú mismo tienes un “amor imposible” debes estar molesto, tal vez estás pensando:
-¿Cómo es posible que me digan esto? 
¿Acaso no ven que es amor lo que siento?
-No te culpo, algunas veces hay amores imposibles, en los que sientes la frustración de que esa otra persona no te haga caso o te abandone.
Pero te repito. No puedes amar a alguien que no te ama.

¡Que hablen mal de mí! - Devocional aliento - Vídeo

“Dios los bendecirá cuando, por causa mía, la gente los maltrate y diga mentiras contra ustedes. ¡Alégrense! ¡Pónganse contentos! Porque van a recibir un gran premio en el cielo. Así maltrataron también a los profetas que vivieron antes que ustedes”. Mateo 5:11,12
Disculpen mi pregunta, tan ingenua, pero ¿A cuántos de nosotros nos ha tocado soportar toda clase de mentiras en nuestra contra?
Mentiras que como único objetivo tienen manchar nuestra imagen y hacer que la gente nos vea mal. ¿O bien que, simplemente llevados por la envidia, quieren buscar una forma de acusarnos, a pesar de que saben muy bien que lo que están a punto de decir es una especulación o una malvada mentira?
Aunque no lo crean, yo me alegro cuando alguien habla de mí diciendo mentiras, queriendo buscar una excusa para tratar de comprobar que Dios no está conmigo. Lo repito, aunque no me lo crean me alegro; me alegro porque sé, en primer lugar que es una mentira, y en segundo lugar, que por causa de esa mentira seré bendecido.
Pero lamentablemente hay personas a las que las mentiras en su contra les afectan, hasta el punto que el enemigo logra su objetivo, que es que bajen la guardia.
Cuando tú te decides por el Señor y buscas cada día tratarle de agradar con un corazón sencillo y humilde, vendrán a tu vida uno y mil ataques de personas que querrán difamarte, que hablarán mal de ti y que inventarán toda clase de mentiras, por simple pasatiempo o por la envidia de que nunca podrán ser como tú.
A esta clase de personas que inventan toda clase de mentiras, les mueve un sentimiento de inferioridad que les hace creer que así van a  conseguir una mejor posición social o creen que de esa forma ganarán un cierto crédito o autoridad de la gente.
Pero qué equivocados están, la autoridad o el crédito social no se ganan a base de pisotear a otros, ni mucho menos a base de hablar mal de sí mismos, porque aunque no se den cuenta, lo que hacen es hablar de sí mismos, o ¿acaso no somos hijos de un mismo Padre? Pero lastimosamente no comprenden esto, cegados por la envidia de no poder alcanzar los triunfos que esa persona, de la cual inventan toda clase de mentiras, ha obtenido.