Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar. Efesios 6:10.20
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar. Efesios 6:10.20
Algunos de nosotros hemos oído hablar acerca de la armadura de Dios. Este es un pasaje, del cual se cree tener tanto conocimiento, que se subestima y se pasa por alto su gran importancia para la vida diaria del cristiano.
Como cristianos nos hemos enfrentado, y nos enfrentaremos, a fuerzas espirituales que buscan “robar, matar y destruir” lo que Dios nos ha dado. Por esta razón es fundamental que nos armemos de toda la armadura de Dios, para vencer al enemigo cuando venga a atacarnos y permanecer firmes en todo momento.
Todos tenemos nuestras luchas: Hay personas que pelean con el miedo o con la inseguridad, otras con la ira, otras con la confusión; debemos librar esas batallas, pero seguro que la voluntad de Dios es que las ganemos para su gloria.
Veamos cómo se aplica esta enseñanza en nuestra vida diaria:
1. No es con nuestras fuerzas (v.10)
Intentar vencer con nuestros argumentos sólo nos fatigará y abrirá puertas para que otros pensamientos lleguen a nuestra mente a hacernos daño. No podemos pelear con nuestra propia inteligencia o capacidad, sino que debemos depender por completo de la fuerza de Dios, la única que nos da la victoria.
2. Debemos estar firmes (v.11)
La voluntad de Dios es que estemos firmes. No piense ni por un instante que Dios quiere verle sometido, desmotivado, atemorizado o derrotado. Dios quiere que tengamos siempre nuestra cabeza bien alta y sepamos quiénes somos en Él y quién es Él para nosotros.
3. Nuestra lucha es espiritual (v.12)
No peleamos contra personas, sino que peleamos contra entidades espirituales; por tanto nuestras armas no son materiales, sino espirituales y poderosas para “la destrucción de fortalezas”. Si creemos que nuestra lucha es contra la persona que nos hizo daño o que nos busca hacer enfadar, estamos desenfocados. Debemos ser plenamente conscientes de la batalla en la que estamos para poder resistir y permanecer.