jueves, 30 de mayo de 2013

La Administración del Tiempo - Crecimiento personal-espiritual - Vídeo

Mirad pues con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo porque los días son malos.  Efesios 5:15.16
Tal vez te dices: No tengo  tiempo, no me alcanza el tiempo
¿Has querido hacer algunas cosas y siempre las estás posponiendo? Durante el día haces mucho y al terminar dices: No hice nada.
¿Tienes tiempo para Dios?
De las 24 horas que Él te da, ¿cuántos minutos dedicas para Él, para adorarle por lo que es? 
¿Para darle gracias por todo lo bueno que recibes de Él? 
¿Para pedirle perdón por tus pecados y ofensas a Él? 
¿Para pedir por la paz del mundo? 
¿Para interceder por tus seres queridos? 
¿Para pedir que tu vida interior esté en orden, en paz con todos?
Mateo 6:33:  Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás será añadido.

¿Quién fue la esposa de Caín? - Preguntas y respuestas bíblicas

Respuesta: La Biblia no dice específicamente quién fue la esposa de Caín. La única respuesta posible es que la esposa de Caín fue o su hermana, o sobrina, o sobrina nieta, etc. La Biblia tampoco dice la edad de Caín cuando mató a Abel (Génesis 4:8). Los dos eran granjeros, es probable que ambos fuesen adultos maduros, posiblemente con sus propias familias. Adán y Eva, sin duda tuvieron más hijos que únicamente Caín y Abel en el momento en que Abel fue asesinado. Definitivamente ellos tuvieron muchos más hijos (Génesis 5:4). El hecho de que Caín estuviera asustado por su propia vida después de que matara a Abel (Génesis 4:14), indica que probablemente en ese tiempo hubo muchos otros hijos y tal vez incluso nietos o bisnietos de Adán y Eva. La esposa de Caín (Génesis 4:17) fue, sin duda, una hija o nieta de Adán y Eva.

Antiguo Testamento Vs. Nuevo Testamento ¿Cuáles son las diferencias? - Pregunta Cristiana - Vídeos

El Antiguo Testamento establece los cimientos para las enseñanzas y eventos que se encuentran en el Nuevo Testamento. La Biblia es una revelación progresiva. Si te saltas la primera mitad de cualquier buen libro y tratas de terminarlo, tendrás dificultad para entender los personajes, la trama y el final. De la misma manera, el Nuevo Testamento sólo es plenamente comprendido, cuando es visto como un cumplimiento de los eventos, personajes, leyes, sistema sacrificial, pactos y promesas del Antiguo Testamento.

Si sólo tuviéramos el Nuevo Testamento, vendríamos a los Evangelios y no sabríamos por qué los judíos estaban buscando al Mesías (un Rey Salvador). Sin el Antiguo Testamento, no comprenderíamos por qué este Mesías vendría (Isaías 53) y no seríamos capaces de identificar a Jesús de Nazaret como el Mesías, a través de las muchas y detalladas profecías que fueron dadas concernientes a Él; por ejemplo, su lugar de nacimiento (Miqueas 5:2); La manera en que moriría (Salmos 22, especialmente vv. 1, 7-8, 14-18; Salmos 69:21, etc.). Su resurrección (Salmos 16:10), y muchos más detalles sobre Su ministerio (Isaías 52:13; 9:2, etc.).

Sin el Antiguo Testamento, no entenderíamos las costumbres judías que son mencionadas en ciertos pasajes del Nuevo Testamento. No entenderíamos las perversiones que hicieron los fariseos a la ley de Dios, al añadirle sus tradiciones. Tampoco entenderíamos por qué Jesús estaba tan enfadado mientras Él limpiaba el patio del templo. No entenderíamos que podemos usar la misma sabiduría que usó Jesucristo, en Sus muchas respuestas a sus adversarios (tanto humanos como demoníacos).

De manera similar, los Evangelios y los Hechos de los apóstoles, en el Nuevo Testamento, registran el cumplimiento de muchas profecías, que fueron escritas cientos de años antes en el Antiguo Testamento. Muchas de éstas, relatan la primera venida del Mesías. En las circunstancias del nacimiento, vida, milagros, muerte y resurrección de Jesucristo, como se encuentra en los Evangelios, vemos el cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento, relacionadas con la primera venida del Mesías. Son estos detalles los que validan la declaración de Jesús, de ser Él el Cristo prometido. Y además, las profecías del Nuevo Testamento (muchas de las cuales están en el libro de Apocalipsis), están basadas sobre antiguas profecías que se encuentran en los libros del Antiguo Testamento. Estas profecías del Nuevo Testamento, relatan los eventos que rodean la segunda venida de Cristo. Aproximadamente dos de cada tres versos en el Apocalipsis, están basados en versos del Antiguo Testamento.

El Toque de una Mano - Reflexiones - Toma Su Mano

El Toque de una Mano

Hay una piedra preciosa que algunas veces llaman “el ópalo de la simpatía”.
Si viéramos uno de estos ópalos en el aparador de un joyero, preguntaríamos por qué estaba allí. Es opaco, sin lustre, y sin hermosura. Pero si lo colocamos por un instante en la mano, brillará exhibiendo todos los colores del arco iris.
Necesita el calor de la mano humana para poder lucir su hermosura.
...
Hoy tienes la oportunidad..
En el mundo hay muchas vidas que son sombrías, sin hermosura y sin cariño, que están esperando el toque de una mano amiga y la simpatía de un corazón humano; esperan que las comuniquemos con Aquél que puede transformarlas hasta que brillen, cual joyas en su corona eterna.
Marcos 6:34  
Y saliendo Jesús vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó a enseñar muchas cosas.
Proverbios 12:26  
El justo sirve de guía a su prójimo: Mas el camino de los impíos les hace errar.
Lucas 10:27  
Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo.

Romanos 15:2
  Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en bien, para edificación.

Alguien tuvo que salir a la batalla contra Goliat - Devocional - Vídeo

En el capítulo 17 del primer libro de Samuel, hallamos la historia del desafío de Goliat al pueblo de Israel. Un Goliat gigantesco, confiado de sí mismo y de su superioridad física, de su entrenamiento y armamento, y dotado de una armadura formidable. En cambio, podemos ver también a los hombres bajo el mando del rey Saúl, grandemente turbados y con mucho miedo. En verdad, aquél gigante infundía terror a quien se atravesase en su camino. Estaba tan seguro de su victoria, que hizo una especie de apuesta con el pueblo de Israel: “-¡Dénme un hombre que pelee conmigo!, vociferaba. ¡Si él me vence, nosotros les serviremos a ustedes; si yo lo venzo, ustedes nos servirán a nosotros!” era la consigna (I Samuel 17:9 y 10). La batalla que se avecinaba era tan sólo entre dos hombres; nada normales por cierto, cada uno de ellos; con la carga extra, de que el resultado de sus acciones involucraba a sus respectivos pueblos y bandos.
La historia de David y Goliat parece sacada de un cuento para niños. No sólo apasiona cada vez que reflexionamos sobre ella, sino que no deja de sorprendernos el extraordinario paralelismo que tiene respecto a las situaciones, que como cristianos vivimos a diario. Así funciona. Esta historia no es sólo un cuentito de niños. Es una cosa muy seria, y a pesar del tiempo transcurrido, el evento aún continúa siendo de tremenda vigencia y actualidad.
Muchas veces, como cristianos y como personas que habitamos en este mundo corrupto y decadente, nos toca afrontar situaciones delicadas, difíciles. Tal vez es un mal hábito que nos hace caer una y otra vez, lesionando nuestra propia autoestima; un lamentable error, del que parecen no bastar los días de nuestras vidas para arrepentirnos y llorar el remordimiento por el daño causado; tal vez un problema financiero, situaciones en el trabajo, en los estudios, un problema de salud o algún triste evento familiar; o tal vez ese sueño largamente acariciado que parece inalcanzable, que no llega nunca y nos quita la paz; todos ellos pueden constituirse en el “Goliat” que se pare frente a nosotros, vociferando en actitud desafiante y dando por sentada su victoria.
Honestamente debemos reconocer que hay veces que nos rendimos, que huimos temerosos como los soldados israelitas, que nos vamos del campo de batalla sin luchar y acabamos sirviendo a las causas que aborrecemos. “Soldado que huye, sirve para otra guerra”, dice un antiguo aforismo popular. Pero aquí los términos de la rendición no son negociables. El que huye no sirve para otra guerra. Es el que resulta vencido, y con ello se somete a la humillante servidumbre al vencedor.