Conozco muchas personas que al ser preguntadas del por qué no le sirven a Dios en ninguna área dicen: “Es que no me siento totalmente capaz”, “Es que siento que tengo que mejorar esto o aquello”, “Es que considero que no tengo grandes talentos”.
Cada una de estas excusas, porque lo son, no tienen un fundamento válido delante de los ojos de Dios, porque, ¿quién está preparado totalmente para hacer algo para Dios? ¿Quién tiene “grandes” talentos para hacerlo?
A través de la Biblia, se puede ver que Dios utilizó a personas comunes, normales, sin grandes cualidades o sin enormes talentos; la mayoría de ellos no eran eruditos de la Biblia, no eran escribas que se sabían toda la ley, no eran personas con grandes títulos académicos o con muchos diplomas de cursos bíblicos, misioneros, evangelísticos o pastorales. La gran mayoría de siervos que Dios usó para su obra, fueron preparados por Dios mismo.
Por ejemplo, Moisés era conocido por tener un temperamento fuerte, al punto que en un enojo mató a un soldado egipcio y tuvo que huir para no ser atrapado y posiblemente muerto. Dios le llevó al desierto, donde pasó cuarenta años, antes de que Dios le llamara para utilizarlo como liberador de su pueblo; en ese tiempo, la Biblia dice de Moisés: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” Números 12:3 (Reina-Valera 1960). En ese proceso en el desierto, Dios trabajó en el carácter de Moisés para dejarlo a punto, para que pudiera ser útil en la obra que Él necesitaba.
Moisés, al igual que nosotros, puso excusas para servirle a Dios, pero cuando Dios te mira y sabe que puedes hacer determinada obra, no hay excusa que valga. Después de que Dios le encomendara la obra de liberar al pueblo de Egipto, Moisés le dijo a Dios: ¡Pero es que yo no sé hablar bien! Siempre que hablo, se me traba la lengua, y por eso nadie me hace caso. Este problema lo tengo desde niño” Éxodo 4:10 (Traducción en Lenguaje Actual). La respuesta de Dios ante la excusa de Moisés es perfecta: Escúchame, Moisés, ¡soy yo quien hace que hables o que no hables! ¡Soy yo quien hace que puedas oír o que no oigas nada! ¡Soy yo quien puede hacerte ver, o dejarte ciego! Anda, ponte en marcha a Egipto, que yo te ayudaré a que hables bien, y te enseñaré lo que debes decir.” Éxodo 4:11-12 (Traducción en Lenguaje Actual).
La respuesta de Dios a Moisés, es la respuesta que Dios nos da a todos cuando ponemos excusas para servirle. Porque cuando vas a realizar determinada tarea para la obra de Dios, tienes que entender que no eres tú, sino Dios en ti, es Él mismo quien te utilizará como instrumento de bendición.