viernes, 10 de mayo de 2013

Gracia y perdón suficientes - Devocional - Vídeo

“A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo.”
Hebreos 7:27 (Nueva Versión Internacional).
En Levítico, capítulo 16, se describe la ceremonia del día del perdón. Lo que el pueblo judío llama “Yom Kippur”. Esta ceremonia se realizaba de manera anual. En ella todo el pueblo confesaba los pecados que había cometido en el año que había transcurrido y eran perdonados. Los pecados del pueblo eran confesados (caídos) sobre un chivo expiatorio, el cual era enviado al desierto, lejos; y en ese momento el pecado era disipado ante los ojos de DIOS. Y según la tradición judía, los nombres de aquellos que eran perdonados, eran incluidos un año más por el SEÑOR en el libro de la vida. No obstante, esos sacrificios no acababan con el pecado de ellos, siendo que año tras año debían volver a hacer lo mismo. Fue cuando DIOS lo hizo. Él envío a Jesucristo a la humanidad para ofrecer el perdón de pecados definitivo a todo aquel que crea en Él.
A diferencia de los sacrificios de animales, que no satisfacían la justicia de DIOS, Jesucristo se entregó a sí mismo para lavar la culpa y maldad de toda la humanidad. Jesús es DIOS mismo, y con Su sangre compró la plenitud de todo el que le crea. Él borró la mancha del pecado de los suyos y desaparecieron sus pecados. No existe necesidad de ningún otro sacrificio, sólo creerlo.
Si tú has aceptado a Jesús como Señor y Salvador, nadie puede condenarte por tus pecados. El enemigo no tiene potestad para restregarte tus pecados, ya fue derrotado en la cruz. Jamás te condenes por algo que DIOS ya perdonó y olvidó. Por el contrario, vístete a diario de la justicia que Jesús te ha regalado por medio de Su sacrificio (Romanos 5:17).
Si has sido perdonado por DIOS, nadie puede deshacer lo que Él ha hecho. (Isaías 43:13).

En Cristo se recibe el perdón y gracia suficientes, Él es la fiesta del perdón. Valóralo.


Mis Raíces - Crecimiento personal-espiritual

En algún lugar, en algún momento, oí decir a alguien: “La pasión no es sólo voluntad, ni una mera demanda, es un fuego que arde y que es encendido por un simple fósforo, un fósforo compuesto de entusiasmo cubierto de una experiencia de fracaso, teniendo que levantarse y probar otra vez”.
A lo largo del camino he sido formado de manera tal, que puedo relacionarme con esta afirmación con mucha empatía y sensibilidad. Yo era una mediocre para mis maestros, tan sólo otra muchacha para mis amigos y tan sólo una chica más en este mundo, pero tuve mucho más que probar, mucho más por lo que vivir.
Cada día que pasaba, nunca sabía cómo mirar el futuro, cómo estaría en él, qué haría y qué querría. La vida, una palabra sencilla, tenía un significado demasiado simple para mí; significaba tan sólo vivir y hacer mis tareas. Y estas tareas que tenía, eran las que una chica normal que asiste al colegio tendría. Entendía que aquello sería parte de mí durante mucho tiempo.
Cuando fui prejuzgada y enjuiciada mal..., sentí. Fue el día en que la vida me llevó a darme cuenta que la mediocridad se percibía como mi virtud. Así fue que yo, por primera vez en mi vida, sentí que tenía algo que demostrar más que considerar sólo mi virtud; mi meta sería aspirar a ser algo más que otra muchacha más. Tuve que luchar por mi existencia; aquello era lo que me mantendría viva. Con un poco de esperanza, un poco de fe en mí misma, decidí tomar mis riesgos.
Definitivamente, la vida no es fácil. ¿Quién dijo que las cosas serían fáciles cuando alguien las hiciera?  Entonces, las complicaciones eran la infancia de toda simplicidad, y aquello fue lo que me hizo seguir adelante. En el camino, con subidas y bajadas, unos cuantos obstáculos serían obvios. Así como el curry no tendría sabor sin especias, la vida no sería experiencia sin tropiezos.

Inténtalo - Reflexiones - Vídeo

Franklin D. Roosevelt acostumbraba a decir: “Es normal elegir un método y probarlo. Si es un fracaso, admítalo con franqueza. Pero sobre todas las cosas, pruebe a hacer algo”.
En el libro Alas de Águila, Ted W. Engstrom da este consejo acerca de la importancia de intentarlo: “Si comienza hoy, puede empezar a disfrutar del uso y desarrollo de sus dones. Para un comienzo, usted deseará arriesgar algo pequeño, como un dedo del pie en lugar del cuello”.
“Por ejemplo, si siempre ha deseado escribir, escriba algo, un artículo corto, un poema, un relato de sus vacaciones. Escríbalo como si fuese a ser publicado y luego preséntelo en alguna parte.
Si es fotógrafo, reúna sus mejores fotografías y preséntelas en algún concurso. Si cree ser un buen tenista o golfista, participe en algunos torneos y vea los resultados. Quizá no gane los primeros premios, pero piense cuánto aprenderá y experimentará simplemente por intentarlo”.
El primer paso en intentarlo puede ser un curso que tome en un colegio local… lecciones privadas.. o conduciendo sus propios sencillos experimentos. El intento se perfecciona con la práctica. Manténgase fiel a lo que desee hacer.
"El peor de los fracasos es… ¡no intentarlo!"
"La derrota no es la peor de las tragedias. La verdadera tragedia es no haberlo intentado".
Josué 1:9
¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.



2da. Epístola Universal de Pedro, Capítulo 01 versículos 5--8 - Biblia

1:5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
1:6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
1:7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
1:8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 

Hace unos días, de mañana temprano, me encontraba en el salón de mi casa y, como hago diariamente a esas horas, habilité un tiempo, cortito eso sí, para leer la Biblia. Estaba centrado, leyendo la santa Palabra de Dios; leía concretamente esta 2ª epístola de Pedro, cuando llegué a los citados versículos 5 al 8. Los leí, y releí unas cuántas veces, hasta que los comprendí, o al menos los interpreté, creo, adecuadamente.
En la Biblia leemos que hay tres elementos o sentimientos fundamentales e imprescindibles en la vida espiritual de todo buen cristiano. A saber: Fe, Esperanza y Amor. Con ser sumamente importantes los tres, el mayor o más importante de ellos es el “Amor”.

Como os decía, al leer estos versículos, y volverlos a leer, los interpreté de la mejor forma que entendí. Es decir, siento que la “Fe” es el primer sentimiento fundamental. Le añadimos, como dice el versículo 5, la “Virtud”; a ésta le añadimos “Conocimiento”. Al Conocimiento, Dominio propio (sentimiento de seguridad en Su Palabra, seguridad en Él), +“Paciencia” + “Piedad” + “Afecto fraternal” + “AMOR”; este es el último y el sentimiento más importante de todos. Al fin y al cabo ¿cuál es el primer mandamiento y, seguramente, el más importante de la ley de Dios?: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. 
También leemos en Juan 3.16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. 
Y en Romanos 5.8:…mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Ese es el amor verdadero, pues como Jesús dijo a sus discípulos: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Todas estas cosas nos conducen a la más importante de todas: el AMOR.
M.G.L:

Caminando con el Amado en el jardín - Vivencia-reflexión motivacional - Vídeo

Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Cantares 6:2.
Recuerdo hace 46 años, cuando rendí mi vida a Cristo, que la paz que inundó mi alma. Asistía a una iglesia donde la oración era un aspecto fundamental para todos los que asistíamos. Uno de los primeros himnos que aprendí y disfrutaba al cantarlo, porque era como una invitación del amado para la oración, era este:
A solas al huerto yo voy,
cuando duerme aún la floresta;
y en quietud y paz con Jesús estoy
oyendo absorto allí su voz.

Él conmigo está, puedo oír su voz,
y que suyo dice seré;
y el encanto que hallo en Él allí,
con nadie tener podré.


Cada vez que lo cantaba, me imaginaba un hermoso jardín lleno de flores, árboles frutales, de césped intensamente verde, como una alfombra desplegada a nuestros pies. Y digo a nuestros pies, porque me imaginaba caminando entre el jardín con Jesús, quien amorosamente me escuchaba mientras yo le adoraba y le abría mi corazón, como una flor tierna e inmensamente sedienta de su amor.
Desde mi conversión fui enseñado por la iglesia y por mis primeros padres espirituales, en que la oración era como un jardín de encuentro sublime.
“Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar. Los constructores, un día terminan aquello que estaban haciendo y entonces les invade el tedio. Los que plantan, a veces sufren con las tempestades y las estaciones, pero el jardín jamás para de crecer.”  Paulo Coelho
Ese jardín jamás ha parado de crecer y esos encuentros se siguen manteniendo. Caminar con el Amado es la más rica de las experiencias que un ser humano puede experimentar.

Los quebrantos secan, los dolores estrujan el alma, las crisis son como veranos desérticos, pero el jardín jamás se seca, porque la oración es como lluvia que calma el dolor intenso del corazón, para abrir la puerta a un encuentro de corazón a corazón con el Amado.
“He reducido el mundo a mi jardín y ahora veo la intensidad de todo lo que existe”.
José Ortega Y Gasset
Como dice José Ortega y Gasset, tengo que reducir mi mundo a mi jardín; yo pienso en el jardín de la oración, porque allí y solo allí, veré la intensidad de todo lo que existe.
Sin embargo, en muchos este jardín se está secando.
D.L. Moody, uno de los líderes conservadores respetados de los Estados Unidos, dijo en uno de sus últimos sermones: “Miren como Él vino en el día de Pentecostés. No es carnal orar para que Él venga nuevamente y que el lugar sea conmovido. Creo que Pentecostés fue un día ejemplar. Pienso que la Iglesia ha cometido este lamentable error de que Pentecostés fue un milagro que nunca va a repetirse. Yo también pensaba que Pentecostés era un milagro que no iba a repetirse. Ahora creo que si miramos al Pentecostés como un día ejemplar, y comenzamos a orar, deberíamos tener el antiguo fuego Pentecostal aquí en Boston.