lunes, 22 de abril de 2013

El Cuaderno Rojo - Reflexiones - Vídeo

El cartero extendió el telegrama.
José Roberto, se lo agradeció, y mientras lo abría, una profunda arruga surcó su frente. Una expresión de sorpresa más que de dolor. Palabras breves y precisas: – Tu padre falleció. Entierro 18 horas. Mamá.
José Roberto continúo parado, mirando al vacío. Ninguna lágrima, ningún dolor.
¡Nada! Era como si hubiera muerto un extraño. ¿Por que no sentía nada por la muerte del viejo?
Como un torbellino de pensamientos confusos, avisó a la esposa, tomó una linterna y se fue, venciendo los silenciosos kilómetros de ruta mientras la cabeza daba vueltas y vueltas, muy deprisa. En su interior, no quería ir al funeral y, si estaba en camino era sólo para que la madre no estuviera más triste. 

Ella sabía que padre e hijo no se llevaban bien.
El cuaderno rojoLa cuestión había llegado al final el día que, después de una lluvia de acusaciones, José Roberto había hecho las maletas y partido, prometiendo nunca más poner los pies en aquella casa.
Un empleo razonable, casamiento, llamadas a la madre para Navidad, Año Nuevo o Pascua… Se había desligado de la familia, no pensaba en el padre y la última cosa que deseaba en la vida era ser parecido a él.

 En el velatorio: pocas personas.
La madre pálida, helada, llorona.
Cuando vio al hijo, las lágrimas corrieron silenciosas, fue un abrazo de desesperado silencio. Después, vio el cuerpo tranquilo de su hijo. José Roberto no vertió una sola lágrima, su corazón no podía. Era como estar delante de un desconocido, un extraño, un…
Se quedó en casa con la madre hasta la noche, la besó y le prometió que volvería trayendo a los nietos y a la esposa para que la conociera. Ahora podría volver a casa, porque aquel que no le amaba, no estaba más para darle consejos ácidos ni para criticarle.
En el momento de la despedida, la madre le colocó algo pequeño y rectangular en la mano.
-Hace mucho tiempo podrías haberlo recibido, dijo. Pero, desgraciadamente, sólo después que él se fue lo encontré entre las cosas más importantes…
Fue un gesto mecánico, minutos después de comenzar el viaje, metió la mano en el bolsillo y sintió el regalo.
La luz mortecina de la linterna le mostró un pequeño cuaderno de tapa roja. Lo abrió curioso. Páginas amarillentas. En la primera, arriba, reconoció la caligrafía firme del padre:
- “Nació hoy José Roberto. ¡Casi cuatro kilos! Es mi primer hijo, ¡un muchachote! Estoy orgulloso de ser el padre de aquel que será mi continuación en la Tierra!”.

El mañana no llega - Crecimiento personal-espiritual

Si crees que se puede hacer en cualquier momento, no lo harás en ningún momento. 
Mañana es el día más ocupado de la semana. Don Marquis

Muchas personas quieren y desean muchas cosas pero no se ponen en acción. Dicen: hoy no, mañana. La realidad es que el mañana no llega nunca. La postergación es un asesino de sueños. Mucho de lo que ahora no tienes se debe a que tú mismo has postergado tus sueños, esperando que las circunstancias cambiasen. Mientras sigas esperando que la situación cambie sin tomar la acción, estás desperdiciando tu vida, tus talentos y enterrando tus sueños.
Si quieres que el mañana llegue, debes ponerte hoy en acción, y son recomendables cuatro cosas que debes hacer:
-          Asegúrate de que tu sueño sea tu sueño. Si puedes verlo claramente, puedes lograrlo. No se trata de tener un sueño por tenerlo, se trata del propósito para el cual fuiste formado. Se trata de poder articular una visión hasta convertirla en realidad, no importando el sacrificio que se tenga que pagar. ¿Es mi sueño? ¿Estoy dispuesto a pagar el precio? ¿En qué o quién me voy a convertir?
-          Ten intención de realizar tus sueños y establece una estrategia para llegar a ellos.  Tienes que definir las actividades que debes hacer y también las que debes dejar de hacer. Saber cuáles son tus pasos, reduce el miedo, la ansiedad y la incertidumbre  ¿Lo qué estoy haciendo me acerca a mis sueños? ¿De qué debo tener cuidado? ¿Qué debo mejorar? ¿Cuáles van a ser mis prioridades?
-          Ten confianza en ti mismo. Dios ya ha confiado en ti dándote talentos y habilidades únicas para el logro de tus sueños. Es momento de que te dejes de comparar con otros, esa competencia con otros lo que hace es frustrarte, daña tu autoestima. Trata de competir contigo mismo y a los demás trátales como seres diferentes a ti, ya que ellos también tienen sueños para dar al mundo. ¿Cómo es mi confianza? ¿Me estoy comparando conmigo mismo o con otros? ¿Cómo aumento mi confianza?
-          Ten una persona para rendirle cuentas de tus actos. La mayor razón por la que no tenemos  personas a las cuales rendir cuentas, es que tenemos miedo de que nos exijan, tenemos miedo de mostrar nuestros defectos. Tenemos miedo a quedar mal con otros, pero el mayor miedo es no asumir la responsabilidad de nuestros sueños. Es más fácil culpar a otros o a las circunstancias, o excusarnos en nuestras carencias o debilidades, que asumir la responsabilidad de lo que anhelamos.  Necesitamos una persona a la cual rendir cuenta de nuestros sueños. ¿A quién le rindo cuentas? ¿Necesitaré un adiestrador o un mentor? ¿Cómo voy a saber si mis actos van a dar los resultados que busco?
Lograr los sueños no es nada fácil, de hecho todos los sueños se han logrado en base al esfuerzo y al sacrificio de aquellos que dijeron "no voy a esperar a mañana, hoy voy a comenzar a construir mi sueño". ¿Estás dispuesto? ¿Cuándo vas a comenzar?

Ciegos - Devocional - Vídeo

Ciego es una persona que ha perdido total o parcialmente el sentido de la vista. En el ámbito espiritual un ciego no necesariamente es una persona que ha perdido el sentido de la vista, porque puede tener la vista y no ver.
En una ocasión, algunos fariseos y maestros de la ley comentaban por qué los discípulos de Jesús no se lavaban las manos para comer, siendo esta una tradición de sus antepasados. Jesús les respondió haciéndoles una pregunta: “Jesús les dijo: ¿Y por qué ustedes desobedecen el mandamiento de Dios para obedecer sus propias costumbres?” Mateo 15:3 (Traducción en lenguaje actual)
Las palabras que Jesús les dijo eran de mucha importancia, pero extrapolémolas a día de hoy. Somos muy buenos para poner toda clase de costumbres y disfrazarlas de “espiritualidad”, obligando a nuestra gente a hacer lo que nosotros creemos que se tiene que hacer, y olvidándonos de cosas más importantes, como obedecer la Palabra de Dios antes que nuestras ideas.
Es sorprendente cómo hay gente muy buena para realizar un juicio, pero muy malos para interpretar la Palabra de Dios. Escuchamos a diario ridiculeces, invenciones humanas, reglas que no hacen más que provocar que la gente se burle de nosotros, y nos olvidamos de lo que realmente vale, lo realmente importante, leer y vivir la Palabra de Dios.
La mayoría de ciegos se encuentran en las iglesias, esas a las que nosotros asistimos, esas iglesias en donde abunda la falta de vista espiritual, y también la vista carnal. Y es que somos muy buenos para interpretar lo carnal y muy malos para interpretar lo espiritual.
Nuestra ceguera espiritual muchas veces nos lleva a ver sólo lo que queremos ver y se olvida de ver lo que realmente es. La ceguera es un mal que nos puede llevar al fracaso espiritual.
Una persona es ciega espiritualmente, cuando lejos de ver y obedecer lo que la Palabra de Dios dice, comienza a obedecer lo que su razón o tradición dicta. Porque a veces nos preocupamos más por la tradición o lo que la gente pueda decir, y no de lo que realmente dice la Palabra de Dios.

Cuestión de Confianza - Ánimo en mensaje

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Cuenta esta historia acerca de un campesino que, de regreso de hacer compras en la gran ciudad,  se dirigía a su casa a caballo. Mientras cabalgaba, presentía el gozo que iban a experimentar su esposa y sus hijos, cuando vieran los regalos que les llevaba dentro de una gran maleta.

Las horas pasaron, vino la oscuridad, y con ella se desató una severa tormenta, que empapó y a la vez puso muy molesto al viajero. “¿Pero por qué tiene que sucederme esto precisamente a mí?” …  clamaba  el hombre con coraje e impotencia.

Estaba así, deprimido y quejumbroso, por lo que en ese momento calificaba de mala suerte, cuando desde unos arbustos le salió al paso, revólver en mano, un ladrón. Pálido de terror y completamente ofuscado, el campesino sólo alcanzó a oír el ¡click! del arma, pero no hubo disparo. Algo sucedía…. Entonces, aprovechando el leve desconcierto del ladrón, el campesino espoleó a su caballo, y huyó en precipitado galope, poniéndose fuera del alcance del atacante.

Una vez a salvo y ya calmado, pensó: “¡Qué necio he sido; me quejaba de que la lluvia estaba arruinando mi viaje, y sin embargo, gracias precisamente a esa lluvia, la pólvora del arma se humedeció, y el disparo del ladrón nunca se hizo; caso contrario, a estas alturas los míos estarían llorando mi muerte… ¡Bendita seas, lluvia querida!” 

Queridos hermanos, lectores y amigos: ¡Cuántas veces nuestros lamentos se volverían alabanzas,  si pudiéramos ver que tras ciertos contratiempos se esconde una bendición! Por eso, los que decimos confiar en Dios, no deberíamos angustiarnos por los sinsabores de la vida. Nuestra fe debe descansar en las promesas que Dios ha hecho para nosotros. Pues ÉL es lo suficientemente poderoso para convertir nuestras derrotas en victorias.

El salmista, declaró: ”El Señor es tu guardador; El Señor es tu sombra, tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. El Señor te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Él guardará tu salida y tu entrada, desde ahora y para siempre. (Sal.  121: 5-8)

¿Una vez salvo, siempre salvo? - Preguntas y respuestas bíblicas - Vídeo

Respuesta: ¿Una vez que una persona es salva, es siempre salva? Cuando alguien llega a conocer a Cristo como su Salvador, es inducido a una relación con Dios, que garantiza una salvación eternamente segura. Numerosos pasajes de la Escritura declaran este hecho.

(a) Romanos 8:30 declara, “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Este versículo nos dice que desde el momento en que Dios nos escogió, es como si fuéramos glorificados, porque Dios ya lo tiene propuesto en el cielo. No hay nada que impida al creyente ser glorificado un día, porque Dios ya le ha propuesto en el cielo. Una vez que una persona es justificada, su salvación está garantizada – está tan seguro como si ya estuviera glorificado en el cielo.

(b) En Romanos 8:33-34, Pablo hace dos preguntas cruciales, “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. ¿Quién va a presentar cargos contra los elegidos de Dios? Nadie, porque Cristo es nuestro abogado. ¿Quién va a condenarnos? Nadie, porque Cristo, Aquél que murió por nosotros, es el que condena. Tenemos como nuestro Salvador al abogado y al juez.

(c) Los creyentes son nacidos de nuevo (regenerados) cuando creen (Juan 3:3; Tito 3:5). Porque un cristiano tendría que ser un empedernido para que pierda su salvación. La Biblia no da evidencia de que el nuevo nacimiento pueda ser quitado.