sábado, 30 de marzo de 2013

¿Cómo puedo ser un hijo de Dios? - Preguntas y respuestas bíblicas - Vídeo

Respuesta: “Mas a todos los que le recibieron (a Jesús), a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

“Debes nacer de nuevo”

Cuando Jesús fue visitado por el líder religioso Nicodemo, Él no le aseguró el cielo de inmediato. En vez de ello, Cristo dijo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3).

Cuando una persona nace físicamente, hereda la naturaleza del pecado como resultado de la desobediencia de Adán en el Jardín del Edén. No somos pecadores porque hayamos pecado, sino que pecamos porque somos pecadores. Nadie tiene que enseñar a un niño a mentir. Él, por naturaleza, sigue sus propios deseos erróneos que le conducen a pecados, como mentir, robar y odiar. En lugar de ser un hijo de Dios, él es un hijo de la ira y la desobediencia.

“Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” (Efesios 2:1-3).

Como hijos de ira, merecemos estar separados de Dios en el infierno. Afortunadamente, el pasaje continúa, “Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).” (Efesios 2:4-5)

¿Cómo somos vivificados con Cristo / nacidos de nuevo / hechos hijos de Dios? ¡Debemos recibir a Jesús!

“Recibir a Jesús”

“Mas a todos los que le recibieron (a Jesús), a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1:12)

Este pasaje explica claramente cómo convertirnos en hijos de Dios. Debemos recibir a Jesús mediante la fe en Él. ¿Qué debemos creer acerca de Jesús?

Primero, debemos reconocer que Jesús es el eterno Hijo de Dios quien se hizo hombre. Nació de la virgen María, por el poder del Espíritu Santo. Jesús no heredó la naturaleza pecaminosa de Adán. Por eso, Él es llamado el segundo Adán (1 Corintios 15:22). Mientras que la desobediencia de Adán trajo la maldición del pecado sobre el mundo, la vida perfecta de Jesucristo puede cubrir nuestras vidas pecaminosas. Nuestra respuesta a esto debe ser de arrepentimiento (volvernos del pecado), confiando en que Su vida perfecta nos purifica.


Segundo, debemos tener fe en Jesús como nuestro Salvador. El plan de Dios era sacrificar a Su perfecto Hijo en la cruz, para pagar el castigo que merecemos por nuestros pecados: la muerte. La muerte de Cristo libra del castigo y del poder del pecado a aquellos que le reciben.

Finalmente, debemos seguir a Jesús como nuestro Señor. Después de que Cristo resucitó victorioso sobre el pecado y la muerte, Dios le confirió toda autoridad (Efesios 1:20-23). Jesús guía a aquellos que le reciben; pero Él juzgará a todos los que lo rechacen (Hechos 10:42).

Por la gracia que Dios nos da de arrepentirnos y tener fe en el Salvador y Señor, nacemos de nuevo a una vida nueva como hijos de Dios. 

Sólo aquellos que reciben a Jesús, no los que apenas saben de Él, sino los que confían en Él para salvación, se someten a Él como su Amo y Señor, y le aman como el supremo tesoro, son hechos hijos de Dios.

Fallar sin pensar - Devocional


La mayoría de las veces fallamos a Dios sin pensar en las consecuencias que esto puede traer. El momento de tentación nos lleva a pensar sólo en el placer, sin pensar en lo que puede venir después de eso.
Cuando el rey David pecó mandando traer a Bétsabe, no se puso a pensar en las consecuencias que eso iba a traer. “Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.” 2 Samuel 11:3-4 (Reina-Valera 1960)
La consecuencia fue que Bétsabe quedó embarazada: “Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.” 2 Samuel 11:5 (Reina-Valera 1960)
David hizo un acto que iba en contra de lo que Dios manda, sin embargo no vemos en él arrepentimiento. En vez de arrepentirse, elaboró un plan mandando llamar a Urías, esposo de Bétsabe, quien se encontraba en la guerra, para que éste durmiera con su esposa y así creyera que ella estaba embarazada de él.
Urías, fiel al pueblo de Israel, no concebía la idea de ir a dormir con su esposa mientras el pueblo estuviera en guerra, por lo que no quiso ir a su casa para dormir con su mujer. David, aún sin arrepentirse, planeó el asesinato de Urías, enviando, él mismo, una carta en la que daba instrucciones especificas, de colocar a Urías en lo fragoso de la batalla para que muriera.
Hasta ese momento de la historia, David había cometido dos pecados: tomar a la mujer de su prójimo y dar órdenes para que Urías muriera.

Un sueño roto - Reflexiones - Vídeo

El sueño de su vida era ser misionero, y parecía que finalmente se haría realidad. Sentado en la oficina de la agencia misionera, el nervioso joven le aseguró al entrevistador que él y su flamante esposa estaban decididos a trabajar de firme, a administrar sus recursos como buenos mayordomos, y procurar que se proclamara a Cristo al mayor número de personas posible. Confiaban en que todo su futuro estaba saliéndoles a pedir de boca.
reflexiones uvas Pero pronto todo iba a parecer como si su sueño se fuera a hacer añicos. Durante su preparación para vivir entre otras culturas, él y su esposa se percataron de que ella nunca resistiría los rigores de vivir en el extranjero. Ella era demasiado frágil y débil. Si iban a África, como habían planeado, era seguro que ella moriría.
Confuso y destrozado emocionalmente, el joven se fue a trabajar para su padre, que era dentista y que tenía un pequeño negocio colateral, que producía vino sin fermentar para los cultos de la Santa Cena en las iglesias.
Al envejecer su padre, el joven se hizo cargo de este negocio secundario. Un día se le ocurrió que tal vez podría todavía tocar al mundo para Cristo.
Aún podría cumplir las palabras que le había dicho al representante misionero ese día. Trabajaría duro, sería un buen mayordomo de sus recursos, y procuraría que se proclamara a Cristo a tantas personas como fuera posible; solo que lo haría de una manera un poco diferente.
Mantendría su promesa sosteniendo financieramente a otros, que podrían ir al extranjero como misioneros.
Trabajó duro, y con el tiempo, logró transformar la compañía en una empresa gigantesca. ¿Cómo se llamaba?: Welch.
Hoy su jugo de uva se vende en todas partes. El Sr. Welch ha ofrendado gigantescas sumas de dinero a la causa de las misiones mundiales. Irónicamente, ha hecho mucho más por la evangelización mundial que lo que podría haber hecho trabajando duro, personalmente en el campo misionero. Debido a que se adaptó a sus circunstancias y floreció en cualquier lugar donde estuvo, llegó a ser un compañero valioso para las misiones en todo el mundo.

Cuando una puerta se cierra, no te des por vencido, quizá hay otras puertas que no has visto y que se abrirán, para hacer incluso mucho más de lo que inicialmente habías pensado. ¿Cuál fue la última puerta que se cerró?
¿Ya encontraste la nueva puerta? No olvides que con Dios siempre hay nuevas puertas delante de nosotros.
De cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. Génesis 22:17
Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre. Apocalipsis 3:8

Así Es La Vida - Crecimiento personal-espiritual

Muchas veces en la vida pensamos, e incluso decimos, que nos queremos morir; pero la vida es muy valiosa para desperdiciarla. Todos somos muy importantes; aunque para el mundo no seas nadie, para alguien eres el mundo.

Muchas veces pensamos que otros son perfectos, pero no hay nadie perfecto, todos somos iguales; solo que hay gente que tiene cosas que tú no tienes, como tú tienes cosas que ellos no tienen.
Muchas veces te sientes mal por la forma en la que actúas y reaccionas, pero lo que ocurre es que algunos lastimamos con más facilidad que otros; las virtudes de los demás siempre son más visibles para ti, que las tuyas propias.
Muchas veces te aferras a algo o a alguien; no está mal, pero tratemos de no hacerlo indispensable para nuestra vida; si nos acostumbramos a usar muletas siempre, nunca andaremos bien.
Muchas veces te desprecias, te miras al espejo y te insultas; no lo hagas, acepta tanto tu realidad, como el hecho de que sólo Dios puede transformar tu vida.
Muchas veces nos desesperamos y desilusionamos, pero si todo lo que esperamos o deseamos se cumpliera, ¿dónde estarían las sorpresas?
Muchas veces nos traicionan los que creíamos amigos; y ahí aparecen los verdaderos amigos que nos consuelan.

¿Para qué vine al mundo? - Mensaje - Vídeo

para que vine al mundo
A pesar de tus circunstancias y por encima de cualquier problema, tu vida fue planeada y deseada por Dios desde el principio. A veces las personas creen que por vivir ciertas cosas difíciles o dolorosas, es difícil comprender el propósito de su vida, y es porque los problemas empañan la visibilidad de todo lo demás.
Tú puedes preguntarte cual es el propósito de tu vida, porque no entiendes todo lo que te ha tocado vivir, pero debes saber, que el propósito de Dios y sus planes para ti, siempre son para bien independientemente de lo que suceda.
Dios creó un plan para tu vida desde el momento en que tus padres te trajeron al mundo; antes que el plan de ellos de formar una familia, Dios había establecido que llegaras a ser quien eres, sabia tu nombre y en qué lugar del mundo nacerías y te planeó con más amor del que imaginas.
A veces nuestra situación es tan difícil que olvidamos que Dios sabe todas las cosas; todo lo que nos preguntamos, aún sin decírselo a nadie, Él lo sabe; cuando nos preguntamos cosas como ¿para qué vine al mundo?, sin querer cuestionamos la obra de sus manos y damos poco valor a sus motivos. Las cosas que nos pasan a veces son tan grandes, que nos hacen sentir muy pequeñitos y sin un plan de vida, pero la realidad es que todos fuimos planeados con el amor más grande que pueda existir.
Tal vez tu situación actual te hace pensar que tu vida no tiene un propósito, cuestionas el por qué estas aquí en la tierra; esto es porque los problemas te impiden darte cuenta de que Dios tiene un plan maravilloso para tu vida, que no dependiendo de cuantas cosas pueden pasarte, sus planes siguen siendo los mismos con los que te creó.
Si tú piensas que tu vida no tiene un propósito y te preguntas para qué viniste al mundo, la respuesta es más sencilla de lo que crees: Dios te dio una oportunidad de disfrutar una creación de amor, para hacer de ti algo tan bueno que tú mismo no alcanzas a imaginar; en la vida se nos pueden presentar muchas pruebas, pero son siempre la preparación para algo mejor.
Siempre serás la creación más hermosa que Dios pudo hacer. Él no se arrepiente de haber permitido que llegaras al mundo; ni siquiera cuando ve nuestros defectos, errores o problemas se lamenta, simplemente lo que hace lo hace perfecto. Él nunca se equivoca, por eso siempre está dispuesto a ayudarte en cuanto se lo permitas.
Tú eres fruto del amor de Dios tal como eres, con tu color de cabello, con tu tono de piel, con tu estatura, con ese lunar gracioso, ¡eres perfecto, porque eres la imagen que Dios diseñó! El propósito para tu vida no es respuesta tuya, sino de Dios, y sus planes para ti están ya escritos desde hace mucho tiempo, todos de bien, con futuro y esperanza para ti.

Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos!¡Cuán inmensa es la suma de ellos ! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado.

Salmos 139: 16, 17, 18 (Nueva Versión Internacional)