miércoles, 27 de marzo de 2013

Yo Sólo Quiero Estar Donde Tú Estás - Reflexiones con vídeo

//Yo sólo quiero estar donde Tú estás
viviendo a diario en tu presencia
no quiero darte sólo adoración
yo quiero ser adorador.
Yo sólo quiero estar donde Tú estas
en tu habitación por siempre
llévame al lugar donde Tú estás
yo quiero estar donde Tú estás.//
Yo quiero estar contigo
morando en tu presencia
unido de tu diestra
y rodeado de tu gloria.
En tu presencia
es donde siempre quiero estar.
Yo sólo quiero estar
yo quiero estar donde Tú estás
oh mi Dios
Tú eres mi fuerza y mi canción
y aunque débil sea
en tu presencia fuerte soy.
//Yo sólo quiero estar donde Tú estas
en tu habitación por siempre
llévame al lugar donde Tú estás
yo quiero estar donde Tú estás.//
Yo quiero estar contigo
morando en tu presencia
unido de tu diestra
y rodeado de tu gloria.
En tu presencia
es donde siempre quiero estar.
///Yo sólo quiero estar
yo quiero estar donde Tú estás///

Señor… ¿Por qué? - Devocional

Desde hace un tiempo hasta ahora, descubro con pena que la adversidad ha ido en aumento en mi vida. La mayoría de los días salgo de casa angustiado y hasta con cierto temor. Solamente la experiencia de viajar unos pocos minutos hacia el trabajo, es ya para mí una fuente de angustia muy grande. Cada día, por la mañana muy temprano, debo caminar al menos durante media hora, hasta poder estar en mínimas condiciones de abordar un transporte. Mi carácter nervioso me obliga, muchas veces, a abandonar precipitadamente el autobús en condiciones emocionalmente desastrosas. La carga de estrés y angustia que produce esta situación, a veces se me hace francamente insoportable. Se siente lo mismo que arrojarse al vacío desde el último piso de un edificio, pero esto es sólo el principio de un día. Por lo general, no pasa un solo día sin que tenga que pasar por algún episodio que comporte alguna clase de atraso, frustración y derrota. Vuelvo a casa agotado, vencido. ¡Dios no me está bendiciendo!, es el primer pensamiento que aflora en mi mente. Se ve mal que un creyente y escritor diga estas cosas, pero… ¿quién dijo que los creyentes no pasamos por dificultades e inclusive períodos de intensa sequía espiritual?
Todas estas cosas, para mí, muy lejos de significar algo constructivo, resultan ser experiencias terriblemente frustrantes. Muchas veces clamé a Dios: ¡¿Por qué?! Nunca hubo respuesta.
Toda la Escritura es inspirada por Dios (II Timoteo 3:16), y nuestros escritos son inspirados por las Escrituras. Sin embargo, parece ser que estos leves padecimientos, comparados con los de otros, por los que me toca pasar, resultan ser una puerta hacia la inspiración de muchos escritos. Durante esa media hora en que camino obligado y en soledad, vienen a mi mente intensas reflexiones. A veces tengo tiempo de anotarlas. Otras veces, simplemente no me queda otra opción que dejar que se evaporen en el olvido. Y porque esto se encuentra más cerca del “reclamo” que del “clamor”, hoy alcé mis ojos al cielo y dije una vez más: ¡Señor… ¿por qué?!
Unos cuantos pasajes de las Escrituras hablan del papel de Satanás en las situaciones adversas por las que pasa el hombre, fundamentalmente aquellos que creen, quienes han tenido a bien depositar su destino en las sabias manos de Nuestro Amado Señor. Tal vez, el ejemplo más claro y evidente de esto sea Job. “Job afrontó un combate contra la desesperanza, el rechazo, el intenso dolor físico y una profunda desazón emocional…”(*). Sentimientos con los que me siento profundamente identificado. No sufro los dolores físicos de Job, pero sí los avatares de un síndrome que parece estar profundamente arraigado, en algún recóndito sitio del laberinto de mi mente, y muy a pesar de mis esfuerzos, se niega a salir para que lo alumbre la luz de Cristo. Lo cierto es que la adversidad de Job, no se desencadenó como resultado directo de su pecado u orgullo. Sí, como consecuencia de una discusión ajena entre Dios y Satanás. El ángel malo fue autorizado, aunque con ciertas restricciones, a malograr la vida y la prosperidad de Job.
Pueden ser muchas las causas de nuestros males. Una de ellas, sin lugar a dudas, las consecuencias del pecado. Pero no siempre es así. La Biblia, con frecuencia, nos está advirtiendo sobre la sagacidad, inteligencia y crueldad del Diablo. Como “león rugiente buscando a quién devorar” le describe Pedro (I Pedro 5:8). Muchos limitan el papel de Satán a actuar en nuestras tentaciones, pero su acción va mucho más lejos que esto, toda vez que si logra la autorización del Supremo para tocar una parte de tu vida y de tus bienes, lo hará sin titubear. Y esto último no siempre tendrá alguna relación con tus pecados. Tal vez en alguna oportunidad tenga algo que ver con tu fe.

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana;  pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también, juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

(1 Corintios 10:13 RV60)

¿Cómo me convierto al cristianismo? - Preguntas y respuestas bíblicas - Vídeo


Respuesta: Un hombre en la ciudad griega de Filipos, les hizo una pregunta muy similar a Pablo y a Silas. Sabemos al menos tres cosas acerca de este hombre: que era carcelero, era un pagano, y estaba desesperado. Él había estado al borde del suicidio, cuando Pablo le detuvo. Y es entonces cuando el hombre preguntó, “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30).

El hecho mismo de que el hombre hiciera esta pregunta, demuestra que él reconocía su necesidad de la salvación, su única expectativa era la muerte para él mismo, y supo que necesitaba ayuda. El hecho de haber preguntado a Pablo y a Silas, demuestra que él creía que ellos tenían la respuesta.

La respuesta fue rápida y simple: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Verso 31). El pasaje después muestra cómo el hombre creyó y se convirtió en cristiano. Su vida comenzó a manifestar la diferencia desde ese mismo día.

Nótese que la conversión del hombre estuvo basada en la fe (El texto dice “cree”). Él tuvo que confiar en Jesús y nada más. El hombre creyó que Jesús era el Hijo de Dios (el texto dice “Señor”) y el Mesías que cumplió las Escrituras (El texto dice “Jesucristo”). Su fe también incluyó la creencia de que Jesús murió por los pecados y resucitó, porque ese era el mensaje que Pablo y Silas estaban predicando (Romanos 10:9-10 y 1 Corintios 15:1-4).

La palabra de Dios - Meditaciones

Muchos tomamos la palabra de Dios en vano, no le damos la importancia debida; es más, ni siquiera le ponemos atención, y mucho menos la ponemos por obra, pero si queremos cambios trascendentales en nuestra vida, cambios que reflejen la imagen de Cristo en nuestro ser y forma de vida, debemos ser, realmente, espejos de la palabra de Dios y que Jesús se refleje en nuestro ser; y sólo podrá transformarnos y limpiarnos al leer su Palabra, al escucharla, al compartirla y al confesarla con fe; tenemos que buscar que la Palabra cause huella en nosotros, que se refleje en nuestra forma de vida en casa, en la calle, en el trabajo, en la escuela y en cualquier lugar en donde nos movamos, que la presencia de Dios nos acompañe no solamente en la iglesia. Es hora de quitarnos la máscara, que nuestra conducta de vida signifique más que lo que decimos, que nuestra vida sea un reflejo de Cristo Jesús en nosotros, para la gloria y honra de nuestro Padre y buen Dios.

Apocalipsis 21:27 Y no entrará jamás en ella ninguna cosa inmundani quien haga abominacióno diga mentira; sino solamente aquellos que están escritos en el libro de la vida del Cordero. Juan describe que él vio una ciudad, el reino de Dios, y lo describe cuan precioso es, Dios le muestra y le confirma lo que Jesús le había dicho cuando estuvo con los discípulos, pero él mismo recibe una palabra que es: “NO ENTRARÁ JAMÁS EN ELLA COSA INMUNDA”. Es por eso que Dios está limpiando y preparando a su iglesia para poder ir a morar a la patria celestial, es necesario que toda la inmundicia del mundo salga de nuestro corazón, que nos esforcemos por vivir en santidad a Jehová; debemos esforzarnos para que nuestro nombre permanezca escrito en el libro de la vida, que no sea borrado y que un día podamos ver a Dios tal y como Él es.
300 bibliaJuan 14:2 En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. 3 Y si me voy y preparo un lugar para vosotrosvendré otra vez y os tomaré conmigopara que donde yo estoyallí estéis también vosotros. Ahora Juan ha visto la santa ciudad del reino de Dios y él mismo certifica escribiendo lo que vio; puedes leer todo el capítulo de apocalipsis 21, pero el propósito fundamental es que creas que la palabra de Dios nos enseña, nos instruye, nos limpia y nos santifica. Juan pudo apreciar, ver y certificar que existe; por eso él testifica de la Santa Ciudad. Es verdad lo que dijo, en cuanto que Jesús fue a prepararnos lugar para habitar junto a Él; preparémonos, busquemos la santidad de Dios.
Dios nos habla de leer la palabra con un propósito.
Juan 17:17 Santifícalos en la verdadLa palabra tuya es la verdad misma. Dios es santo, y una de las primeras obras de Dios en nuestra vida es santificarnos, por eso nos instruye en que debemos de leer su Palabra Santa, porque a través de la lectura y la búsqueda de la verdad, Él nos irá limpiando, cambiando y transformando para poder habitar en su reino; es una promesa de Jesús hecha a los hombres, que donde Él está estaremos nosotros, pero solo podremos entrar santos, puros, sin mancha y sin arruga. Leamos la palabra de Dios para poder alcanzar el galardón que Dios nos ofrece: la vida eterna. Que el propósito de Dios de santificarnos se cumpla conforme leemos su Palabra y que este propósito nos habilite para el servicio a Dios y gloria de su nombre.

Pescadores de almas - Bosquejos, Enseñanzas, Predicaciones - Vídeo

LUCAS 5: 1 – 11 
INTRODUCCIÓN: este pasaje bíblico de Lucas que habla de la “pesca milagrosa”, se ha utilizado muchas veces para enseñar y predicar sobre lo sobrenatural, de la sobreabundancia, de las cosas extraordinarias, de los milagros. En esta oportunidad lo usaremos para hablar de la “pesca de almas”; un trabajo espiritual encomendado a la iglesia, y aprenderemos algunas razones fundamentales e importantes que deben motivarnos, obligarnos e incentivarnos a realizar precisamente este trabajo de pescar almas. Veámoslas:
perscadores1.  LAS ALMAS ESTÁN ABIERTAS A LA PALABRA DE DIOS (Vr. 1): Un gentío (una gran multitud) se agolpó sobre Jesús para “OIR” la Palabra de Dios por iniciativa propia. Significa que eran personas (almas) abiertas, disponibles, afanadas, interesadas, listas, con sed de Dios y hambre espiritual de Su Palabra.
REFLEXIÓN: ¿No cree usted que hoy las almas también están abiertas a la Palabra de Dios?

2. LAS HERRAMIENTAS ESTÁN DISPONIBLES PARA PREDICAR LA PALABRA DE DIOS (Vr. 2, 3, 7): Este pasaje bíblico habla de dos barcas, que sirvieron para echar los peces que habían recogido, como resultado de la obediencia a la orden divina (vr. 4-7). También una de esas barcas (la de Simón Pedro) sirvió como “PÚLPITO”, para que Jesús enseñara y predicara lo que ellos querían escuchar: la Palabra de Dios (vr. 1, 3).
REFLEXIÓN: ¿No cree usted que hoy también las herramientas están disponibles para la obra evangelizadora y predicación de Su Palabra?

3.  LA ORDEN YA HA SIDO DADA POR EL DUEÑO DEL MAR Y DE LOS PECES (Vr. 4-7): Una orden divina y especifica de Jesús, el hijo de Dios: “Boga mar adentro” (a lo profundo y hondo de las aguas), que implicaba obediencia inmediata (tirar las redes en las aguas profundas), si querían ver los resultados (recuerde que habían pasado toda la noche sin pescar nada). Ellos debían poner la Palabra del Señor (el mandato y la orden que había dado) por delante (Juan 21: 6-11). 
  • La pesca fue numerosa (vr. 6)
  • Las redes se rompían (vr. 6)
  • La ayuda de los demás (vr. 7)
  • Las dos barcas se llenaron (vr. 7)
  • Se postraron (vr. 8)
  • Se asombraron (vr. 9) (NVI)
REFLEXIÓN: ¿No cree usted que si el dueño de las almas (Jesús) ya dio la orden para pescarlas para Su reino, y que si la obedecemos predicando Su evangelio (las buenas nuevas), la pesca también será numerosa hoy? (Mateo 28: 18-20; Marcos 16: 15-18; Lucas 24: 45-48; Juan 4: 35-42; 20: 21-23; Hechos 1: 8; Romanos 10: 14, 15).