domingo, 10 de marzo de 2013

¿Cómo puedo estar bien con Dios? - Preguntas y respuestas bíblicas - vídeo

Respuesta: Para estar “bien” con Dios, primero debemos entender qué está “mal.” La respuesta es el pecado. “No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmo 14:3). Nos hemos rebelado contra los mandamientos de Dios; “todos nosotros nos descarriamos como ovejas” (Isaías 53:6).

La mala noticia es que la penalidad por el pecado es la muerte. “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4). La buena noticia es que un Dios de amor nos ha buscado a fin de traernos la salvación. Jesús declaró que Su propósito era “buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10), y cuando murió en la cruz, declaró cumplido este propósito con las palabras, “Consumado es” (Juan 19:30).

Tener una buena relación con Dios comienza por reconocer el pecado. Luego viene una confesión humilde del pecado a Dios (Isaías 57:15) y una determinación de renunciar al pecado. “Con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).

Yo le pedí un entrenamiento y me lo dio - Mensaje

He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. 2 Timoteo 4:7


Desde que mis hermanos nacieron, paulatinamente fui adquiriendo más responsabilidades que, en ocasiones, me robaron la tranquilidad de la vida ligera de cualquier adolescente, cuando realmente lo era. Luego aprendí que, de acuerdo a las circunstancias en las que vivía, debía asumir muchas más responsabilidades, hasta que, de alguna u otra manera, me di cuenta de que debía dejar de preocuparme por mí y hacerlo esta vez por mis hermanitas.

Al principio, recuerdo que no decía absolutamente nada cuando mamá me decía "no" a esto o aquello, simplemente aceptaba, pero luego mi lengua fue adquiriendo fluidez y fue cuando vinieron las quejas por mi parte.
Llegué a un punto en el que deseé en algún momento tener otra “suerte”, una en la que todo fuera más sencillo, donde en las vacaciones de verano pudiera dedicarme a pasar tiempo con mis amigas, salir y respirar aire de libertad.
entrenamientoMi vida tomó otro rumbo, la amargura y el bichito de echarle en cara a mi mami, especialmente, todas las prohibiciones que me había hecho en algún momento de mi adolescencia y juventud, que fueron muy continuas.

Ha pasado el tiempo, y es verdad que las responsabilidades siguen siendo las mismas debido a que soy la hija mayor. Es verdad que le he reclamado a Dios el por qué de mi vida tan ajetreada. Y ahora, con veinticuatro años, me doy cuenta de todo.
La verdad es que este es el entrenamiento que tanto he soñado que Dios me diera. Por supuesto que eso no fue lo que pedí, pero recordemos que Dios no te da lo que quieres, sino lo que necesitas y sabe lo que te va hacer crecer.

Recuerdo que pedí a Dios que me enviara a una especie de retiro durante unos meses, yo sola, donde existiera una guía espiritual, una psicóloga, una nutricionista y una amiga. Le pedí que me enviara si fuera posible al extranjero; lo que yo pedía, en realidad no era algo que necesitara, sino algo que quería, y se escondía, debajo de todo ello, un deseo muy grande de no tener que cuidar a nadie más que a mí. Definitivamente, no estaba bien enfocada mi manera de pensar.

Han pasado los años, y a día de hoy cuento con todo ello y no se puede imaginar de qué forma, pues mis hermanitas han ayudado a que busque más de Dios, mi abuelita me envía libros que me ayudan muchísimo a cumplir mi tiempo con Dios diariamente, y la nutricionista soy yo, porque soy yo quien preparara la comida casi a diario para mi familia, y que día a día mejoro más, y esa amistad que tanto buscaba es Jesús, quien me da su mano diariamente para todo.

Si quieres quejarte de tu “suerte”, mejor medita, cálmate y piensa que es en realidad TU ENTRENAMIENTO para lo que sea, que tú bien sabes que has pedido en oración. Dios nunca toma en broma ninguna de tus peticiones.

Mejor no te quejes, mejor aprueba el entrenamiento con una súper nota.

Misericordia - Devocional - Vídeo

Cuando pienso en lo mal que actúo muchas veces, en lo mal que reacciono o en lo desobediente que soy en ocasiones a la voz de Dios, sólo puedo darme cuenta de la paciencia inmerecida que Dios tiene hacia mi vida.
Si Dios tuviera la paciencia que muchos de nosotros tenemos, creo que ya no estaría en esta tierra y no estaría escribiendo estas líneas.
Una de las cosas que me enamora de Dios es su misericordia. La Biblia dice: “Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados, y no los destruyó a todos. Muchas veces contuvo su enojo y no desató su furia.” Salmos 78:38 (Nueva Traducción Viviente). Este versículo ejemplifica exactamente lo que hace la misericordia de Dios, que no nos da lo que merecemos, sino que tiene compasión de nosotros.
A veces Dios nos tiene demasiada paciencia y, en ocasiones, parece injusto que Dios nos tenga tanta misericordia, pero la verdad es que Dios nos ama con un amor puro y sincero. Cuando Él me ve, mira en mí lo que yo mismo no logro ver. Cuando Dios me ve, me mira con ojos de amor, me ve como un hijo suyo necesitado de su amor, un hijo suyo que necesita de su compresión, por ello, su trato hacia mi vida es diferente y es allí donde su misericordia se hace presente.
Jeremías escribía: “¡el fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana” Lamentaciones 3:22-23(Nueva Traducción Viviente). Es emocionante leer este pasaje, ya que saber cuán grande es su amor y fidelidad hace sentirnos especiales, nos hace sentir amados, pero sobre todo nos hace sentir comprendidos.
Porque la misericordia hace comprender que no somos tan buenos como pensamos, que no somos tan perfectos como creemos. Todos los que vivimos en este planeta tenemos errores, aspectos de nuestra vida de los que no nos enorgullecemos, sin embargo Dios no nos juzga por eso, no nos trata mal, sino que, con su tierno amor, nos trae a la reflexión para que por medio de Él transformemos nuestra vida.

Dos Mares - Reflexiones

Hay dos mares en Palestina.
Uno es fresco y lleno de peces, con hermosas plantas que adornan sus orillas; los árboles extienden sus ramas sobre él y alargan sus sedientas raíces para beber en sus saludables aguas, y en sus playas los niños juegan.
El río Jordán hace este mar con burbujeantes aguas de las colinas que ríen en el atardecer, los hombres construyen sus casas en las cercanías y los pájaros sus nidos y cualquier clase de vida es feliz de estar allí.
El río Jordán corre hacia el sur a otro mar, aquí no hay trazas de vida, ni murmullos de hojas, ni cantos de pájaros, ni risas de niños.
Los viajeros escogen, entonces, otra ruta, solamente por urgencia lo cruzan, el aire es espeso sobre sus aguas y ningún hombre ni bestias, ni aves la beben.
¿Qué causa esta gran diferencia entre mares vecinos?
No es el río Jordán. Él lleva la misma agua a los dos. No es el suelo sobre el que están, ni el campo que los rodea.
La diferencia es ésta:
El mar de Galilea recibe al río pero no lo retiene. Por cada gota que a él llega, otra sale.
El otro mar retiene su ingreso y cada gota que llega, allí queda. Le llaman Mar Muerto.
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Qué gran ejemplo que nos da Dios a través de la naturaleza. Aprendamos a ser canal de bendición para otros; si Dios nos bendice con su amor, demos amor a los que nos rodean, si Él nos da perdón, ofrezcamos perdón; todos hemos recibido algo directamente del cielo para que continúe fluyendo hacia los demás. No permitas que se estanque allí. 
Más importante en esta vida que ganar solo, es ayudar a otros a vencer también. Aunque eso implique disminuir el paso o cambiar el curso.
Hechos 20:35 “Más bienaventurada cosa es dar que recibir”
Lucas 6:38
“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”.

Buscando a Dios - Reflexión - vídeo

Yo estoy a tu puerta, y llamo; si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo. Apocalipsis 3:20 Versión Traducción Lenguaje Actual.
Había un hombre, muy curioso e inteligente, que se había propuesto encontrar a Dios. Compraba todos los libros que hablaran acerca de la existencia de Dios, los más caros, los más populares, los más científicos etc. En eso, leyó un pasaje de la Biblia que dejó huella en su corazón; decía: la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento”. 
Su curiosidad aumentó, ¿cómo será esa paz de la que habla este libro?, se preguntaba. Y ¿cómo se explica esa paz en un mundo donde hay tantas guerras, enfermedades y problemas?; el hombre estudiaba día y noche buscando conocer esa paz, comenzó a viajar y a vivir en diferentes partes del mundo, al objeto de encontrar pruebas que le permitieran comprobar la existencia de Dios, pero por más pruebas que encontraba y por más sitios que visitaba, no encontraba nada que le permitiera conocer o ver a Dios como  deseaba.
buscando a DiosHasta que un día en su cuarto, frustrado de sus fallidos intentos, entre lágrimas comenzó a hablar con el corazón. “Dios, si en verdad existes, ¿por qué no te dejas ver?, he invertido gran parte de mi tiempo y de mi vida en estudiar tu existencia, he viajado a lo largo del mundo buscando huellas, pruebas o alguna otra cosa que me diera certeza de ti, pero hasta ahora no he encontrado nada; si en verdad existes ¿por qué te escondes de mi? Anhelo, con todo mi corazón, poder llegar a verte algún día. Mientras el hombre callaba, de repente empezó a  escuchar en lo más profundo de su ser una voz que le decía: