sábado, 2 de marzo de 2013

Tan solo he venido - Reflexiones con vídeo

No he venido a pedirte
como suelo, Señor
si antes de yo clamarte
conoces mi petición
Sólo quiero escucharte
pon el tema, Señor
caminar por el parque
y dedicarte una canción
Tan solo he venido
a estar contigo
a ser tu amigo
a compartir con mi Dios
a adorarte y darte gracias
por siempre gracias
por lo que has hecho, Señor
conmigo
Cuéntame de tus obras
¿qué hay de nuevo, Señor?
y de paso pregunto
¿cómo es la piel del sol?
Y yo sólo quiero abrazarte
bendecirte, mi Dios
caminar por las calles
y abrirte mi corazón
Tan solo he venido
a estar contigo
a ser tu amigo
a compartir con mi Dios
a adorarte y darte gracias
por siempre gracias
por lo que has hecho, Señor
He venido
a estar contigo
a ser tu amigo
a compartir con mi Dios
a adorarte y darte gracias
por siempre gracias
por lo que has hecho, Señor
conmigo
Es la roca de mi ser, es el que da paz a mi corazón
Sí, es el sol que ilumina mi vida, sí lo es

Su dulce nombre es Jesús, por siempre lo cantaré
Le esperaré porque Él es mi Salvador.

En mi corazón tengo a Cristo
De la mano voy con Él hacia el cielo

Yo cantaré que tengo un amigo
Cuyo nombre es Jesús Cristo
Hoy le doy mi corazón.

Le esperaré porque Él es mi Salvador
Le esperaré porque Él es mi Salvador

Le esperaré…
Porque Él es
Mi Salvador.


La Apariencia No Lo Es Todo - Relato

A veces, la apariencia no lo es todo... John Blanchard se levantó del banco, alisó su uniforme de marino y estudió a la muchedumbre que hormigueaba en la Grand Central Station. Buscaba a la chica cuyo corazón conocía, pero cuya cara no había visto jamás, la chica con una rosa en su solapa.
Su interés en ella había empezado trece meses antes en una biblioteca de Florida. Al tomar un libro de un estante, se sintió intrigado, no por las palabras del libro, sino por las notas escritas a lápiz en el margen. La suave letra reflejaba un alma pensativa y una mente lúcida. En la primera página del libro descubrió el nombre de la antigua propietaria del mismo, Miss Hollis Maynell.
Invirtiendo tiempo y esfuerzo, consiguió su dirección. Ella vivía en la ciudad de Nueva York. Le escribió una carta presentándose e invitándola a cartearse. Al día siguiente, sin embargo, fue embarcado a ultramar para servir en la Segunda Guerra Mundial.
Durante el año y el mes que siguieron, ambos llegaron a conocerse a través de su correspondencia. Cada carta era una semilla que caía en un corazón fértil; un romance comenzaba a nacer. Blanchard le pidió una fotografía, pero ella rehusó enviársela.
Ella pensaba que si él realmente estaba interesado en ella, su apariencia no debía importar. Cuando, finalmente, llegó el día en que él debía regresar de Europa, ambos fijaron su primera cita a las siete de la noche, en la Grand Central Station de Nueva York. Ella escribió: "Me reconocerás por la rosa roja que llevaré puesta en la solapa." Así que a las siete en punto, él estaba en la estación, buscando a la chica cuyo corazón amaba, pero cuya cara desconocía.
Dejaré que Mr. Blanchard relate lo que sucedió después: "Una joven venía hacia mí, y su figura era larga y delgada. Su cabello rubio caía hacia atrás en rizos sobre sus delicadas orejas; sus ojos eran tan azules como flores. Sus labios y su barbilla tenían una firmeza amable y, enfundada en su traje verde claro, era como la primavera encarnada.
Comencé a caminar hacia ella, olvidando por completo que debía buscar una rosa roja en su solapa. Al acercarme, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios. "¿Vas en esta dirección, marinero?", murmuró. Casi incontrolablemente, di un paso para seguirla y en ese momento vi a Hollis Maynell. "Estaba parada casi detrás de la chica. Era una mujer de más de cuarenta años, con cabello entrecano que asomaba bajo un sombrero gastado. Era bastante llenita y sus pies, anchos como sus tobillos, lucían unos zapatos de tacón bajo." "La chica del traje verde se alejaba rápidamente. Me sentí como partido en dos, tan vivo era mi deseo de seguirla y, sin embargo, tan profundo era mi anhelo por conocer a la mujer cuyo espíritu me había acompañado tan sinceramente y que se confundía con el mío.
Y ahí estaba ella. Su faz pálida y regordeta era dulce e inteligente, y sus ojos grises tenían un destello cálido y amable. No dudé más. Mis dedos afianzaron la gastada cubierta de piel azul del pequeño volumen que haría que ella me identificara. Esto no sería amor, pero sería algo precioso, algo quizá aún mejor que el amor: una amistad por la cual yo estaba y debía estar siempre agradecido.
Me cuadré, saludé y le extendí el libro a la mujer, a pesar de que sentía que, al hablar, me ahogaba la amargura de mi desencanto. "Soy el teniente John Blanchard, y usted debe ser Miss Maynell. Estoy muy contento de que pudiera usted acudir a nuestra cita. ¿Puedo invitarla a cenar?"
La cara de la mujer se ensanchó con una sonrisa tolerante. "No sé de qué se trata todo esto, muchacho," respondió, "pero la señorita del traje verde que acaba de pasar me suplicó que pusiera esta rosa en la solapa de mi abrigo. Y me pidió que si usted me invitaba a cenar, le dijera que ella le está esperando en el restaurante que está cruzando la calle."
No es difícil entender y admirar la sabiduría de Miss Maynell. La verdadera naturaleza del corazón se descubre en su respuesta a lo que no es atractivo.

"Dime a quién amas," escribió Houssaye, "y te diré quién eres."

Deseo - Mensaje - vídeo

deseo
¡Qué título más insinuante para un escrito! Pero la verdad es que la palabra “deseo” está en nuestra naturaleza humana, muchas veces con connotaciones que en nada honran nuestra vida, pero  si estamos bien dirigidos, pueden tener grandes resultados.
Los deseos son capaces de movilizarnos hacia una meta, de animarnos, y de mantenernos vigentes y con vida para avanzar hacia el cumplimiento de otros deseos, distintos o de la misma línea o naturaleza.

Existen cuatro tipos de deseos: materiales, de realización, relacionales y físicos. Los materiales nos dan cuenta de los deseos de tener una casa, un coche, cierta vestimenta, algún aparato tecnológico o dinero para emprender un viaje, deseos puestos todos en el corazón por parte de Dios, ya que el gusto por la belleza es de naturaleza divina, como lo es también el disfrutar de todas estas cosas de la manera correcta; sin que se nos vaya la vida en obtenerlos, no tienen por qué ser algo malo, ya que es Dios quien nos da la oportunidad de que disfrutemos de estas comodidades y elementos que pueden mejorar nuestra calidad de vida. Es encantadora esta visión, porque muchas veces se ha asociado al evangelio la pobreza, como que sólo siendo de esta condición obtienes los dones de parte del Señor; y ha sido durante años una gran mentira que se ha transmitido de manera generacional. No tiene nada de malo desear tener estos bienes y trabajar por ellos, porque, una vez que los tenemos, podemos honrar a Dios por regalarnos la posibilidad de disfrutarlos.

Los deseos de realización tendrían que ver con el obtener logros académicos y laborales, un ascenso, un estudio superior, ser un buen vendedor o el empleado del mes. Ahora bien, si estos deseos nos llevan a la soberbia, no vienen de parte de Dios, sino que son “buenos” deseos en la medida que deseen darle la gloria a Él cuando los obtenemos. ¿Es inteligible la sutil diferencia?. 

¿Cómo puedo conocer la voluntad de Dios para mi vida? - Preguntas y respuestas bíblicas - vídeo

Respuesta: Hay dos claves para conocer la voluntad de Dios en una situación determinada. 
(1) Asegurarse de que lo que está pidiendo o considerando hacer, no sea algo que la Biblia lo prohíbe. 
(2) Asegurarse de que lo que está pidiendo o considerando hacer, va a glorificar a Dios, y va a ayudarle a usted a crecer espiritualmente. 
Si estas dos cosas son ciertas, y Dios todavía no le ha dado lo que le está pidiendo, entonces, es probable que no sea la voluntad de Dios que usted obtenga lo que está pidiendo. O tal vez, usted simplemente necesita esperar un poco más de tiempo para recibirlo. Algunas veces, conocer la voluntad de Dios es difícil. La gente quiere que Dios básicamente les diga qué hacer, dónde trabajar, dónde vivir, con quién casarse, etc. Romanos 12:2 nos dice, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

Dios, raramente, da a la gente esa información directa y específica. Dios nos permite tomar decisiones referentes a aquellas cosas. La única decisión que Dios no quiere que hagamos, es pecar o resistirse a Su voluntad. Dios quiere que tomemos decisiones que estén de acuerdo con Su voluntad. De manera que, ¿cómo saber cuál es la voluntad de Dios para usted? Si usted está caminando cerca del Señor, y deseando de verdad Su voluntad para su vida, Dios va a colocar Sus propios deseos en su corazón. La clave es desear la voluntad de Dios, no la suya propia. “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4). Si la Biblia no habla en contra de sus peticiones, y si éstas pueden beneficiarle espiritualmente, entonces, la Biblia le da “permiso” para tomar decisiones y seguir a su corazón.



Practicantes - Devocional

La vida es más fácil cuando aprendemos que dependemos de Dios y es más difícil cuando nos olvidamos de Él.
A veces, las mismas situaciones de la vida hacen que perdamos el enfoque del cristianismo, a veces podemos estar “cerca de Dios” y al mismo tiempo muy lejos.
Lo que en realidad determina el grado de cercanía que tengo hacia Dios, es mi capacidad de dependencia que tengo de Él, es decir, que cuanto más comprendo que dependo de Él, mejor relación forjo con Él.
A veces olvidamos que la oración, la lectura de la Biblia, el ayunar o congregarnos son parte de nuestra cultura cristiana y que cada una de esas actividades tienen como objetivo mantenernos cerca de Dios, además de que aumentan nuestro conocimiento de Él y al mismo tiempo nos hacen madurar espiritualmente.
No podemos ir por la vida sin realizar estas actividades, no podemos llamarnos cristianos si no oramos, si no leemos la Palabra de Dios. Para un cristiano es importante llevar a cabo estas actividades, porque son las que le dan vida espiritual, son las que nos mantienen de pie en la lucha diaria que mantenemos.
Puede que, sin darte cuenta, hayas dejado de orar, que sin darte cuenta ya no leas la Biblia como solías hacerlo, que sin darte cuenta hayas dejado de congregarte, y todo ello te ha llevado a ser una persona fría ante la presencia de Dios.
Quizá eres de las personas que dicen que ya no sienten la presencia de Dios, quizá hoy día ves como otros lloran delante de la presencia de Dios u otros se gozan, y, entonces, piensas cómo en otros tiempos tú también percibías de una manera especial la presencia de Dios, y cómo ahora todo es diferente.
Sería bueno que hicieras, ahora, una auto reflexión de ti mismo, que fueras sincero al reconocer que ya no haces lo que antes te gustaba hacer, como orar, leer la Palabra de Dios, servir en diferentes ministerios, etc.
Lo que hace que nosotros, los hijos de Dios, nos mantengamos firmes, es el hecho de practicar una vida cristiana real, no sólo ser cristianos de nombre, sino ser practicantes del cristianismo, seguir los ejemplo de Cristo, llevar una vida que realmente agrade a Dios en todo lo que hagamos. Si hacemos esto, entonces somos bien llamados cristianos, y si no, entonces sólo nos quedaremos con el nombre, porque realmente no seremos practicantes.
Es momento de comenzar a vivir una vida cristiana pragmática, que convirtamos la teoría en una práctica real. Ser cristiano es eso, vivir de tal forma que, sin necesidad de declarar que lo somos, la gente lo note a través de nuestra práctica diaria.
Regresemos a esos tiempos en donde nos gozábamos de ser cristianos, en donde practicábamos esa vida cristiana real, en donde disfrutábamos de cada cosa y en donde realmente éramos practicantes.
A partir de ahora, no seamos más cristianos sólo de conocimientos, sino cristianos practicantes.
Es hora de salir y demostrar en quien hemos creído con nuestra forma de vivir, con nuestra forma de practicar la verdadera vida, es hora de regocijarnos en Cristo Jesús.

¡Seamos practicantes!

“No sólo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos. Pues, si escuchas la palabra pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo; te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres. Pero si miras atentamente en la ley perfecta que te hace libre y la pones en práctica y no olvidas lo que escuchaste, entonces Dios te bendecirá por tu obediencia.” 

Santiago 1:22-25 (Nueva Traducción Viviente)