lunes, 18 de febrero de 2013

Hoy, como cada día, he de salir a correr - Devocional - Vídeo

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”
(1 Corintios 9:24-25).
Me levanto de la cama cada mañana, como el atleta que se prepara para realizar su entrenamiento matutino. Lleno de determinación hago mis flexiones de oración, mis marchas de lectura bíblica y mis calentamientos devocionales. Me preparo para la competencia del día a día, una carrera por llegar al final de la jornada con una sonrisa victoriosa. Mientras tomo una taza de café con leche y unto mantequilla sobre mis tostadas, oigo una canción dentro de mi cabeza que habla sobre el viaje del creyente, de su travesía por el tempestuoso mar de la vida. Me animo a cada frase de fe que oigo y sujeto mi vida a las promesas de Dios, con las que nutrí antes mi espíritu. Aquí, cuando nadie me ve, es cuando comienza todo.
Luego saldré al terreno, correré con las fuerzas de Dios, apoyado en su báculo generoso en las escarpadas colinas, y sujeto de su cayado en los salientes, junto a los precipicios del hoy. No es fácil llegar a la meta ileso, el camino es angosto y lleno de peligros. Cada valla a saltar querrá robarme mi alegría y cada obstáculo conspirará en mi contra para quitarme la fe. Debo ser cauteloso y evitar las distracciones. Debo tener la meta como único fin posible y los ojos puestos en el galardón prometido.
Mi entrenador estará conmigo, el Señor, mi pastor. Me alentará y me confortará durante el peligroso trayecto. Saciará mi sed en el calor del abrasador sol de la prueba, y me alimentará en los descansos divinamente previstos. No habrá lugar al temor, pues ángeles me defienden. Me saltaré las trampas del enemigo, cada una de ellas será ineficaz en mi contra porque el Espíritu de Dios me librará de ellas.
Mi carrera será un espectáculo para el mundo. Verán una nueva forma de correr, una manera segura de ir por la vida. Preguntarán y les contestaré sin detener mi andar. Les vocearé sobre el amor de Jesús, alzaré mi voz y les invitaré a correr conmigo. Los que acepten el reto también disfrutarán del premio si son fieles hasta el fin. Se juntarán millones, porque otros corredores harán lo mismo, persuadirán de su firme marcha a otros para que también ellos empiecen la carrera.
La expedición de cada día llegará a su final cuando el Juez eterno haga oficial el anuncio. A los ganadores se les ha preparado un sitio de honor. Serán vestidos con ropas de la más fina calidad y condecorados según su esfuerzo y fidelidad. ¡Qué algarabía ese día! La voz triunfante de los redimidos llenará la celestial convocatoria. El júbilo del triunfo embargará a todos, y nos palmearemos emocionados la espalda, con vítores al Rey de esta magna celebración.

Hoy correré bien porque cada tramo cuenta. Aunaré fuerzas y voluntad a pesar de los vientos contrarios. Sonreiré mientras ando. Cantaré mientras escalo. Oraré en tanto viajo a la meta. Disfrutaré de este viaje, un viaje que he decidido hacer con Dios y del que no me arrepentiré jamás.

He hecho mis devociones, he terminado mi café, te dejo querido amigo. Hoy, como cada día, tengo que salir a correr.


Los verdaderos milagros - Relato de fe

Tres personas iban caminando por el bosque. Uno era un sabio con fama de hacer milagros, otro un poderoso terrateniente del lugar y el tercero, que iba detrás de ellos escuchando la conversación, era un joven estudiante, alumno del sabio.
El terrateniente comentó: me han dicho en el pueblo que eres una persona muy poderosa y que eres capaz de hacer milagros.
-Soy una persona vieja y cansada... ¿cómo crees que yo podría hacer milagros?, respondió el sabio.
-Me han dicho que sanas a los enfermos, haces ver a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos. Esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso.

-¡Ah! ¿Te refieres a eso?, dijo el sabio. -Tú mismo lo has dicho, esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo. Esos milagros los hace Dios, yo sólo le pido a Él que le conceda un favor al enfermo, o al ciego, todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
-Yo quiero tener la misma fe que tú, para poder realizar los milagros que haces. Muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.
-¿Volvió a salir el sol esta mañana? preguntó el sabio.
-¡Claro que sí!, exclamó el poderoso terrateniente.
-Pues ahí tienes el milagro de la luz.
-No, yo quiero ver un verdadero milagro, haz que se oculte el sol, saca agua de una piedra, sana a un animal herido tocándole con tu mano. Quiero ver algo así.
-¿Quieres un verdadero milagro? ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?".
-Si, fue un varón y es mi primogénito-, respondió el terrateniente.
-Ahí tienes el segundo milagro, el milagro de la vida.
-Sabio, tú no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro.
-Fíjate bien, estamos en época de cosecha, ¿no hay trigo donde hace unos meses sólo había tierra?
-Sí, igual que todos los años.
-Pues ahí tienes el tercer milagro.
-Creo que no me he explicado bien, lo que yo quiero... el sabio le interrumpió.
-Te has explicado bien, pero yo ya he hecho todo lo que podía hacer por ti. Si no encontraste lo que buscabas, lamento desilusionarte, pero no puedo hacer más.
El poderoso terrateniente se retiró muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba.
Cuando el poderoso terrateniente estaba lejos, el sabio se dirigió a la orilla del camino, tomó a un conejo enfermo y herido, sopló sobre él y sus heridas quedaron curadas; el joven estudiante estaba algo desconcertado.
El joven dijo: Maestro, te he visto hacer milagros como éste casi todos los días, ¿por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?, ¿por qué lo haces ahora que no puede verlo?
-Lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo. Le mostré 3 milagros y no supo ni pudo apreciarlos. Para ser maestro, primero hay que ser alumno.
“No puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día. El día que aprendas a reconocer a Dios en todas las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días sin que tú se los hayas pedido”


Supera tus errores, vuelve a comenzar - Mensaje - vídeo

Un error, según el diccionario, es algo equivocado o desacertado. Puede ser una acción, un concepto o una cosa que no se realizó de manera correcta. Partiendo de este punto, habernos equivocado o cometido un error, independientemente del tiempo que haya pasado, y recordarlo sin haberlo superado, siempre nos traerá, junto con el recuerdo, un sentimiento de dolor y en ocasiones de impotencia al no poder hacer nada al respecto.
A veces hay momentos en los que querríamos tener una especie de maquina del tiempo, para regresar y corregir aquello que en el pasado hicimos mal y de lo que hoy vivimos arrepentidos o con cierta tristeza, e  intentar cambiar lo que en su momento debió ser lo correcto. A veces duele no poder hacerlo, no poder retroceder para evitar ese error cometido, pero duele más vivir cargando con la culpa de todos esos errores pasados en el presente.
Todos nos equivocamos, dejaríamos de ser humanos si no cometiéramos errores, algunos fallamos en unas cosas y otros en otras, esa nuestra naturaleza humana; y es que el error lo notamos cuando ya las cosas han pasado, cuando analizamos y el resultado no es el que esperábamos. Pero es también al equivocarnos cuando nos damos cuenta de que nos falta mucho por aprender, y que en ocasiones es la única manera de valorar y comprender las situaciones de la vida.
Duele darse cuenta cuando se comete un error, cuando se tomó una decisión o actitud equivocada, pero detrás de cualquier sentimiento está la parte más importante: el aprendizaje que nos ha dejado haber cometido esa equivocación. Aceptar que cometimos un error es el primer paso para superarlo; una persona que no acepta que se equivocó, difícilmente puede corregir su rumbo. El segundo paso es perdonarse a sí mismo; de nada sirve reconocer que cometiste un error si no lo vas a superar, si en vez de pensar en la lección que recibiste, solamente piensas en que echaste a perder algo importante y no hay nada más que hacer.
Vivir culpándote continuamente por haber hecho mal las cosas sólo traerá sentimientos de tristeza a tu vida, las malas decisiones que un día tomaste con respecto a tu situación sentimental, laboral o familiar ya fueron, ya pasaron, y hoy vives un presente que necesita que te despojes del pasado para continuar hacia el futuro. Todos aprendemos de nuestros errores, no es necesario que te culpes a cada momento por lo que hiciste o dejaste de hacer hace tiempo; lo que necesitas es preocuparte de no volver a cometer los mismos errores y confiar en que Dios te dará una nueva oportunidad.
Tal vez creas que por haberte equivocado perdiste cualquier otra oportunidad para ser feliz, pero ten en cuenta que las personas o situaciones que te niegan las oportunidades no son las que determinan el rumbo de tu vida. Nuestro destino lo decidimos nosotros mismos, y tú tienes en una mano la determinación para hacerlo y en la otra la oportunidad que Dios te da para que vuelvas a comenzar otra vez.
Qué importante es darte cuenta de tus errores, pero más importante aún es saber superarlos y comenzar de nuevo, dejar la culpa y la tristeza por haberte equivocado y retomar las riendas de tu vida escribiendo una nueva historia. Un nuevo comienzo de la mano de Dios te dará la seguridad para continuar en el camino y descubrir muchas más oportunidades que Él tiene para ti.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

2 Corintios 5:17


¿Cuáles son los atributos de Dios? ¿Cómo es Dios? - Preguntas y respuestas bíblicas

Veremos hoy cómo es Dios.

Respuesta: ¡La buena nueva, mientras tratamos de contestar esta pregunta, es que hay mucho que se puede descubrir acerca de Dios! Aquellos que examinan esta explicación pueden encontrar provechoso primero leerla completamente, para luego volver y consultar pasajes seleccionados de la Escritura para una aclaración adicional. Las referencias de la Escritura son completamente necesarias, porque sin la autoridad de la Biblia, esta colección de palabras no serían mejores que la opinión del hombre, la cual por sí misma es a menudo incorrecta en la comprensión de Dios (Job 42:7). ¡Decir que es importante para nosotros tratar de entender cómo es Dios, es como una gran subestimación! Mas el descuidarlo, probablemente va a ocasionar que nos incorporemos, persigamos y adoremos a dioses ajenos, lo cual es contrario a Su voluntad (Éxodo 20:3-5).
Solamente lo que Dios ha escogido de Sí mismo para ser revelado, puede ser dado a conocer. Uno de los atributos o cualidades de Dios es que É
l es “luz”, queriendo decir que Él mismo nos revela la información de Sí mismo (Isaías 60:19, Santiago 1:17). La realidad de que Dios ha revelado conocimiento de Sí mismo no debería ser abandonada, no sea que alguno de nosotros no alcance a entrar en Su reposo (Hebreos 4:1). La creación, la Biblia, y el Verbo hecho carne (Jesucristo) van a ayudarnos a conocer cómo es Dios.

Comencemos entendiendo que Dios es nuestro Creador y que somos una parte de Su creación (Génesis 1:1, Salmos 24:1). Dios dijo que el hombre fue creado a Su imagen. El hombre está sobre el resto de la creación y le fue dado dominio sobre ella (Génesis 1:26-28). La creación fue estropeada por la “caída”; no obstante, echa un vistazo a Sus obras (Génesis 3:17-18), Romanos 1:19-20). Al considerar la inmensidad de la creación, la complejidad, la belleza, y el orden, podemos tener una sensación de lo impresionante que es Dios.La lectura de algunos de los nombres de Dios, puede ser de ayuda en nuestra búsqueda de cómo es Dios. Veamos los siguientes:

Elohim – El Fuerte, Divino (Génesis 1:1)
Adonai – Señor, indicando una relación Maestro - siervo (Éxodo 4:10,13)
El Elyon – El Altísimo, El más Fuerte (Isaías 14:20)
El Roi – El Fuerte que ve (Génesis 16:13)
El Shaddai – Todopoderoso Dios (Génesis 17:1)
El Olam – Dios eterno (Isaías 40:28)
Yahvé – SEÑOR “Yo Soy”, lo cual significa el Dios Eterno, que existe independientemente de cualquier otro ser. (Éxodo 3:13,14).

Vamos a continuar examinando más de los atributos de Dios. Dios es eterno, lo cual significa que no tuvo principio y que Su existencia nunca va a terminar. Él es inmortal, infinito (Deuteronomio 33:27; Salmos 90:2; 1ª Timoteo 1:17). Dios es inmutable, inalterable; es decir, Dios es absolutamente digno de confianza y fidedigno (Malaquías 3:6; Números 23:19; Salmos 102:26,27). Dios es incomparable, lo cual significa que no hay nadie como Él en obras o existencia; es inigualable y perfecto (2ª Samuel 7:22; Salmos 86:8; Isaías 40:25; Mateo 5:48). Dios es inescrutable, lo que significa que no tiene límite, no se le puede llegar a conocer por completo, es insondable (Isaías 40:28; Salmos 145:3; Romanos 11:33,34).


Dios es imparcial, lo cual significa que no hace distinción de personas en el sentido de mostrar favoritismo (Deuteronomio 32:4; Salmos 18:30). Dios es omnipotente, lo que significa que es todopoderoso; Él puede hacer todo lo que le agrada, pero Sus acciones siempre estarán de acuerdo con el resto de Su carácter (Apocalipsis 19:6, Jeremías 32:17,27). Dios es omnipresente, lo cual significa que siempre está presente en todas partes (Salmos 139:7-13; Jeremías 23:23). Dios es omnisciente, lo que significa que conoce el pasado, presente y futuro, aún lo que estamos pensando en cualquier momento; puesto que conoce todo, Su justicia siempre será administrada imparcialmente (Salmos 139:1-5; Proverbios 5:21).

Dios es uno, lo cual significa que no solamente no hay otro, sino que también es el único en poder cubrir las necesidades más profundas y anhelos de nuestros corazones, y sólo Él es digno de nuestra adoración y devoción (Deuteronomio 6:4). Dios es justo, lo cual significa que no puede, y no va a pasar por alto la maldad; es debido a Su rectitud y justicia, que Jesús tuvo que experimentar el juicio de Dios. Nuestros pecados fueron puestos sobre Él para que de esta manera fuéramos perdonados (Éxodo 9:27; Mateo 27:45-46; Romanos 3:21-26).

Dios es soberano, lo cual significa que es supremo; toda Su creación junta, a sabiendas o ignorando, no puede impedir Sus propósitos (Salmos 93:1; 95:3; Jeremías 23:20). Dios es espíritu, lo que significa que es invisible (Juan 1:18; 4:24). Dios es una Trinidad, lo cual significa que es tres en uno, el mismo en substancia, poder y gloria por igual. Note que en el primer pasaje citado de la Escritura, “nombre” es singular aún cuando se refiere a tres Personas distintas – “Padre, Hijo, Espíritu Santo” (Mateo 28:19; Marcos 1:9-11). Dios es verdad, lo cual significa que está de acuerdo con todo lo que es, Él va a permanecer incorruptible y no puede mentir (Salmos 117:2; 1ª Samuel 15:29).

Dios es santo, lo que significa que está separado de toda corrupción moral y es hostil a ella. Dios ve todo el mal y esto le enfada; el fuego usualmente es mencionado en la Escritura junto con la santidad. Dios es referido como un fuego consumidor (Isaías 6:3; Habacuc 1:13; Éxodo 3:2, 4, 5; Hebreos 12:29). Dios es afable – esto incluiría Su bondad, benevolencia, misericordia y amor – las cuales son palabras que dan tintes de significado a Su bondad. Si no fuera por la gracia de Dios, parecería que el resto de Sus atributos nos excluirían de Él. Afortunadamente este no es el caso, porque Él desea conocernos a cada uno personalmente (Éxodo 22:27; Salmos 31:19; 1ª Pedro 1:3; Juan 3:16, Juan 17:3).

Esto ha sido solamente un modesto intento de contestar una gran pregunta de Dios. Por favor siéntanse grandemente animados a seguir buscándole (Jeremías 29:13)

Ser Feliz…. - Reflexiones - vídeo

Puedes tener defectos, vivir ansioso y estar irritado algunas veces, pero no te olvides de que tu vida es la mayor empresa del mundo. Solo tú puedes evitar que ella vaya en decadencia.Ten presente que hay muchas personas que te precisan, admiran y quieren, detalle muy importante.
Es deseable que recuerdes siempre que ser feliz no es tener un cielo sin tempestades, caminos sin
accidentes, trabajos sin cansancio, relaciones sin decepciones, en fin, vida sin problemas...
Ser feliz es encontrar fuerza en el perdón, esperanza en las batallas, seguridad en el miedo, amor en los desencuentros.
Ser feliz no es sólo valorar la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.
No consiste sólo en valorar los sucesos agradables acaecidos, sino también aprender lecciones de los fracasos.
No es sólo tener alegría con los aplausos, también encontrar alegría en el anonimato.
Ser feliz es reconocer que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones y períodos de crisis.
Ser feliz no es una consecuencia del destino, sino una conquista de quien sabe viajar hacia dentro de su propio ser, rebuscando en él.
Ser feliz es dejar de ser víctima de los problemas y volverse un actor de su propia historia.
Es saber atravesar desiertos, siendo capaces de encontrar un oasis en lo recóndito de nuestra alma.
Es agradecer a Dios cada mañana por el milagro de la vida.
Ser feliz es no tener miedo de los propios sentimientos.
Es saber hablar de uno mismo.
Es tener coraje para oír un “NO”.
Es tener seguridad para recibir una crítica, aunque sea injusta.
Es besar a los hijos, mimar a los padres y tener momentos agradables con los amigos, aunque ellos nos hieran.
Ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple que vive dentro de cada uno de nosotros.
Es tener madurez para decir “me equivoqué”.
Es tener osadía para decir “perdóname”.
Es tener sensibilidad para expresar “te necesito”.
Es tener capacidad de decir “te amo”.
Deseo que tu vida se vuelva un jardín de oportunidades para ser feliz  Que en tus primaveras seas amante de la alegría. Que en tus inviernos seas amigo de la sabiduría. Y que cuando te equivoques en el camino, comiences todo de nuevo. De esta forma serás cada vez más apasionado por la vida.
Y descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta, sino usar las lágrimas para regar la tolerancia. Usar los dolores y pérdidas para refinar la paciencia. Usar los errores para esculpir nuestra serenidad y seguridad. Usar el dolor para lapidar el placer. Usar y vencer los obstáculos para abrir las ventanas de la inteligencia.
Jamás desistas. Jamás desistas de las personas que amas. Jamás desistas de ser feliz, pues la vida es un espectáculo impredecible.  ¡Y tú eres un ser humano especial!
Autor Desconocido.
La reflexión sobre la felicidad, que alguien se inspiró a escribir, no deja de llevarnos a meditar sobre la simplicidad que puede tener realmente. Solemos pensar que para ser felices necesitamos que todas las cosas nos salgan bien o que no tengamos problemas con nadie más. Pero la verdad es otra muy distinta. Podemos ser felices aún cuando las circunstancias no sean las mejores porque, a fin de cuentas, la felicidad es un estado o condición del alma, que se reconoce bendecida por Dios y demuestra nuestro contentamiento en ella. ¿Y qué hay de ustedes? ¿Se atreverán a seguir el consejo de este pensamiento?