domingo, 17 de febrero de 2013

¿Eres quien Dios quiere que seas? - Devocional

“No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno cosechará lo que haya sembrado”.
Gálatas 6:7 (Traducción en lenguaje actual)
A veces nos olvidamos de que nuestro principal propósito en la vida es agradar a Dios, y se nos olvida porque, en un momento determinado, cambiamos ese propósito y establecemos como prioritario tratar de agradar al ojo humano.
¿Agradar al ojo humano? ¡Es facilísimo!, tú puedes hacer de todo para quedar bien con el hombre. Puedes comportarte a la altura de un “siervo de Dios”, puedes decir cosas lindas, actuar decentemente, mostrar un interés por lo espiritual, y sin embargo, todo esto no significa que sea realmente verdadero.
Cuando perdemos el propósito de ser lo que Dios quiere que seamos y comenzamos a ser lo que los demás quieren que seamos, entonces es el principio de una catástrofe espiritual.
Por un momento sé sincero contigo mismo y contéstaste la siguiente pregunta:

¿Eres quien realmente Dios quiere que seas?

Seamos sinceros al decir que a veces no somos o no actuamos como el siervo que Dios quiere que seamos, que a veces hacemos o decimos cosas para agradar al ojo humano, olvidándonos de agradar primero a Dios.
"A veces no he sido el hijo suyo que Dios quiere que sea, a veces no he sido el amigo que Dios quiere que sea, no he sido el hermano que Dios quiere que sea, no he sido la persona humilde que Dios ha querido que sea y, así mismo, podría citar muchas cosas que estoy seguro que Dios ha querido que yo hiciera, pero que yo he decido hacer lo contrario".
Lo bueno de tener a Dios como Padre, es que siempre hay una nueva oportunidad, para comenzar a hacer lo que Él desde un principio quiso que hiciéramos.
Quizá los últimos tiempos no has estado siendo la persona que Dios quiere que seas, quizá sin darte cuenta te olvidaste del primer propósito en tu vida que es el de agradar a Dios en todo. Quizá te has engañado a ti mismo pensando que todo está bien, cuando la realidad es otra y todo lo espiritual cae en picado en tu vida.
Dios necesita de ti la mayor sinceridad posible. Él no quiere ver esa cara que pones para fingir delante de los demás, porque Él conoce tu interior. A Dios no le tienes que impresionar, porque Él sabe lo más intimo de ti, y por esta razón hay solamente una cosa que Dios quiere de ti este día, para comenzar en tu vida una restauración completa. Esto es: SINCERIDAD y HUMILDAD.
A veces pensamos que podemos impresionar a Dios con nuestra gran “santidad”, cuando la realidad es que Dios conoce nuestras intenciones del corazón. Delante de Él simplemente estamos descubiertos, no hay nada que podamos hacer para hacerle creer que somos mejores, no hay palabra que le impresione, porque lo único que de verdad puede impresionarle de nosotros, es nuestra sinceridad y humildad de corazón, al reconocer nuestro verdadero estado espiritual.
Para aquellas personas que, a pesar de sentirse sin fuerzas, muchas veces ponen cara de guerrero perfecto, de haber vencido en la batalla, debéis saber que Dios conoce vuestro verdadero estado, que delante de Él no tenéis por qué fingir o simular lo contrario a lo que sentís; id delante de Dios y sed esos siervos sinceros y humildes que reconocen cuando han fallado, cuando van caminando mal o cuando no están siendo lo que Dios quiere que sean.
Hoy es un día de restauración para cada vida de las que Dios toque a través de estas palabras escritas; el único requisito es tener la suficiente humildad y la sinceridad necesaria, para reconocer que no se ha estado siendo la persona que Dios quiere que se sea. ¡Hoy puedes comenzar a ser esa persona! ¿Cómo?, sincerándote y humillándote delante de Dios, reconociendo que delante de Él no hay nada que ocultar. Si lo quieres hacer, usa palabras que salgan de lo profundo de tu corazón y habla con Dios, reconoce tus errores y haz un nuevo pacto de sinceridad y humildad con Él. Hoy puedes comenzar a ser esa persona que Dios quiere que seas.

¡No hay por qué seguir fingiendo! ¡Seamos sinceros y humildes y Dios nos levantará!

“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” 

Santiago 4:6 (Reina-Valera 1960)

Salmo 31 (Biblia La Palabra) (España) - vídeo

En aquel tiempo no tenía, ni por asomo, el nivel de cristianismo que tengo ahora. Como un  bebé, mi fe daba pasitos muy pequeños. Como dice La Biblia, debía crecer y crecer comiendo alimentos sólidos en vez de líquidos para ser fuerte. Yo debía llegar paso a paso al nivel espiritual, al grado de implicación que, como cristiano, he llegado a alcanzar.
Aquel día me sentía especialmente pesaroso por un grave problema judicial que, aunque sabía de verdad que iba a salir bien, que iba a salir adelante, no dejaba de intranquilizarme, no dejaba de causarme un cierto desasosiego. Estaba verdaderamente apenado e intranquilo. Sabía que todo iba a ir bien, como así fue, pero me sentía nervioso.
Recuerdo que me llamó por teléfono el pastor de mi congregación, Lucas, y me dijo: Manolo, ya sé cómo te sientes y por eso te recomiendo que leas el Salmo 31, que ya verás como te sientes mejor. Así lo hice varias veces, y como aquellas noches no dormía nada bien, me levantaba de la cama y leía la Biblia, especialmente ese salmo que tan bien me hace, y, ¡claro!, enseguida me tranquilizaba y dormía plácidamente. Ese Salmo 31, en la Biblia La Palabra, dice así:

Mi destino está en tus manos

31 
Al maestro del coro. Salmo de David.

Señor, en ti confío,
que no quede jamás defraudado;
¡líbrame con tu fuerza salvadora!
Acerca hacia mí tu oído,
date prisa en socorrerme.
Sé para mí fortaleza protectora,
morada inaccesible que me salve,
pues tú eres mi bastión, mi baluarte;



honrando tu nombre, guíame y condúceme.
Libérame de la trampa que me tienden,
porque tú eres mi refugio.
A tus manos encomiendo mi vida;
tú, Señor, Dios fiel, me has rescatado.
Odio a quienes sirven a ídolos falsos,
en Dios pongo mi confianza.
Por tu amor me alegro y me regocijo,
porque tú has mirado mis pesares,
tú conoces mis angustias.
No me entregaste al enemigo,
me mantuviste en lugar seguro.
10 
Apiádate de mí, Señor,
que soy presa de la angustia;
se consumen de pena mis ojos,
todo mi ser y mis entrañas.
11 
Se agota mi vida en el dolor,
en gemidos mi existencia,
se debilita mi fuerza por mi maldad
y mis huesos se consumen.
12 
Soy la burla de mis adversarios
y, aún más, la de mis vecinos,
el horror de los que me conocen;
quien me ve por la calle, huye de mí.
13 
He sido olvidado como un muerto,
soy como un cacharro roto.
14 
Puedo oír a muchos difamando,
hay terror por todas partes;
contra mí conspiran juntos,
traman arrebatarme la vida.
15 
Pero yo, Señor, en ti confío,
yo he dicho: “Tú, Señor, eres mi Dios”.
16 
Mi destino está en tus manos,
líbrame de mis rivales y de quienes me persiguen.
17 
Muéstrate favorable con tu siervo,
por tu amor ponme a salvo.
18 
Señor, a ti te invoco,
que no quede defraudado;
queden así los malvados,
que en el abismo sucumban.
19 
Enmudezcan los labios mentirosos
que se insolentan contra el justo
llenos de orgullo y desprecio.
20 
¡Qué inmensa es la bondad
que reservas a quien te venera!
La ofreces a quienes en ti confían,
y todo el mundo es testigo.
21 
Tu rostro los ampara y protege
de las conjuras humanas;
los resguardas en tu Tienda
de las lenguas pendencieras.
22 
¡Bendito sea el Señor
que me demostró su amor
en momentos de angustia!
23 
Yo, azorado, llegué a pensar:
“Me has apartado de tu presencia”.
Pero tú oías mi voz suplicante
mientras a ti clamaba.
24 
¡Amad al Señor todos sus fieles!
El Señor cuida a quienes son leales
y a los arrogantes castiga con creces.
25 
¡Manteneos firmes, seguid con ánimo
cuantos en el Señor tenéis esperanza!

Cuando acabé de leerlo me sentía como un ave volando libre, tal parecía que hubiera ganado un gran premio de coches o algo similar. Se me había olvidado por completo el problema judicial que me acuciaba. Di las gracias a Lucas y, lo más importante, di las gracias a Dios, porque de verdad me sentí acompañado y sin temor alguno. Hoy, que mi fe en Él es inquebrantable, quiero darle siempre, constante y continuamente gracias porque a su lado me siento totalmente seguro y confortado.
M.G.L. 


¡Claro que puedes! - Mensaje - vídeo

Todos hemos querido en algunas ocasiones darnos por vencidos; son esos momentos en que parece que es más fácil rendirnos, en vez de seguir luchando contra algo que no está bajo nuestro control y que, por más que insistamos, no vemos una respuesta.
A veces parece que se nos olvida rápidamente lo que Dios ha hecho, y hace, en nuestra vida y permitimos que, de un momento a otro, un sentimiento de derrota inunde nuestro ser, provocando que nuestros pensamientos se llenen de ciertas frases y palabras que no nos alientan, sino que terminan por desanimarnos aún más.
Estar parado allí, en ese momento, cuando las fuerzas parece que se acabaron, cuando, por alguna razón, queremos rendirnos y no seguir luchando, es uno de los momentos más duros que  podemos experimentar.
Pero, a pesar de todo esto, hay algo que nos llama la atención, y es que siempre que un sentimiento de derrota inunda nuestra vida y los deseos de rendirnos aparecen, Dios se la ingenia y, de alguna manera, hace que recobremos esa fuerza que momentos antes creíamos no tener.
Son muchos los momentos cuando sentimos que ya no podemos más, cuando parece que es más fácil darnos por vencidos que seguir luchando, cuando las fuerzas se nos acaban y cuando nos encontramos solos con el Señor, a punto de colgar nuestros guantes, de decirle que ya no podemos, ni queremos seguir luchando.
Pero, personalmente, en cada momento de esos, en cada situación en donde quise rendirme, Dios siempre se las ingeniaba y provocaba en esa habitación un ambiente diferente; mi habitación se llenaba de su presencia, podía sentir su abrazo y aquel hombre que estaba a punto de rendirse, ahora lloraba como un niño, mientras su Padre le abrazaba con ternura y le decía:“¡Claro que puedes, eres mi hijo!”.
Sentir la presencia de Dios en esos instantes, es una de las mejores experiencias que podemos sentir en nuestra vida cristiana; sentir que cada vez que queremos rendirnos, Dios nos hace comprender que no estamos solos, que Él está a nuestro lado. Verdaderamente genial.
Quizá, los últimos días, un pensamiento o sentimiento de derrota haya estado inundando tu mente y tu ser, puede que en este momento sientas que es más fácil rendirte que seguir luchando, quizá sientas que aunque quieres seguir, ya no puedes, que todo está acabado, que todo está perdido.
Entonces, prueba a hacer algo diferente, ve a un lugar a solas, donde no haya nadie más. Debes saber que Dios conoce el sentimiento que ahora te embarga, tienes que saber que a Dios no se le ha escapo ningún detalle de tu vida, y aunque en este momento te sientas solo y olvidado, no lo estás, porque Dios está allí mismo junto a ti y Él aún no ha terminado contigo.
Dios sabe lo mal que lo estás pasando. Él sabe que sientes que ya no tienes más fuerzas para seguir luchando, pero, a pesar de ello, Él sigue creyendo en que lo vas a lograr, no por lo que en este momento sientas, sino porque Él lo hará posible en tu vida.
Cierra tus ojos allí donde estás, deja que Dios te abrace fuertemente, deja que Él te haga sentir lo importante que eres para Él, permite que te susurre al oído y te diga: “¡Claro que puedes, eres mi hijo o eres mi hija!”.
Si vas a llorar como un niño delante de Él, hazlo, porque mientras lo hagas, Dios te abrazará más fuertemente, te hará sentir suyo, acariciará tu cabeza y mientras limpia las lagrimas de tu rostro, te dirá:

“¡Claro que puedes, porque YO estoy contigo!”

“Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones”. 

Filipenses 4:13 (Traducción en lenguaje actual)


No Renuncies A Tus Sueños - Crecimiento personal-espiritual

 “Renunciar a tus sueños es matar la vida” Pedro Sifontes
¿Estás obteniendo lo que quieres de la vida? ¿Qué es lo que quieres de la vida?
Uno de los versículos más relevantes de la Biblia es Juan 10:10; Jesús dice en él: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” y es interesante que ese mismo versículo dice que “el ladrón no viene más que a robar, matar y destruir”.
La vida en abundancia tiene que ver con una vida plena, de paz y propósito. Si tú no estás experimentando la vida en abundancia es porque alguien te ha robado y destruido tus sueños. Todos anhelamos lo mejor para nuestra vida, nuestro matrimonio, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros negocios. No hay ninguna persona que diga que desea lo peor para su vida; muchos exclaman “¡No veo luz!” o “¡no veo nada!”, pero en su corazón sólo hay un clamor “:¿cómo salgo de esta cisterna o de este lodo?”. A nadie le gusta estar viviendo así, con sentido de insatisfacción, de derrota, de amargura..., porque nadie ha sido diseñado para eso.
¿Qué clase de vida quieres experimentar? ¿Quieres un nuevo comienzo en tu matrimonio? ¿Quieres crecer en tu ministerio o en tus negocios? ¿Qué le estás pidiendo a Dios?
“Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar buenas cosas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” Mateo 7:11 (NVI)
Dios quiere darte cosas buenas, siempre quiere darte lo mejor, y para que ocurra son importantes tres cosas: Pedir, Buscar y Encontrar. Muchos se quedan en el pedir, no salen a buscar y por eso no encuentran. El buscar y el encontrar tienen que ver con el reaccionar de tu vida. Tienes que tomar acción en tu vida, tienes que dar pasos que te lleven a la vida que tú estás buscando. Santiago decía que la fe sin obras es muerta, e igualmente podemos decir que si tienes sueños para tu vida pero no vas tras ellos, no son sueños, son una ilusión.
Dios es el dador de los sueños. Los sueños son parte de tu herencia dada por el Creador y son necesarios para tu crecimiento. No renuncies a tus sueños sólo porque algunos no crean en ellos. Siempre vas a encontrar oposición; para lograr los sueños siempre hay un precio que pagar. No dejes que el miedo o los ladrones de sueños te quiten tu herencia.
Busca a Dios y conéctate con tus sueños, hay promesas que en los últimos días están remarcadas por los sueños y visiones. Muchos de los inventos comenzaron con sueños por la noche.
La famosa teoría de la relatividad de Einstein vino de un sueño. Hendel escuchó por primera vez "El Mesías" en un sueño. Elías Howe inventó la máquina de coser después de haberla visto en un sueño. Y esta frase de Walt Disney es muy importante: “Si puedes soñarlo, puedes lograrlo”.
¿Quiéres recuperar tu herencia? ¿Quieres adquirir relevancia a partir de ahora?
No renuncies a lo que por derecho te pertenece, la vida abundante es tuya. No renuncies a tus sueños, tú puedes lograrlo con la bendición de Dios, haciéndote y respondiendote a tres preguntas: ¿Qué es lo que realmente quieres? ¿Dónde y cómo lo vas a buscar? ¿Quién mas puede ayudarte?
Hoy es el mejor día para retomar mis sueños y comprometerme para alcanzarlos, para vivir la vida abundante que Dios me ha dado.

Te necesito…. - Reflexiones con vídeo

Sabes cuanto tiempo llevo esperando 
El día que al final pueda ver tu rostro 
y escuchar tu voz 
muchas veces caminé y con toda mi alma 
te busqué probando el engaño y la falsedad 
y Tú esperabas verme llegar 
decir lo que tanto anhelas escuchar 

CORO 
Yo busqué a alguien como Tú
y no encontré a alguien como Tú 
y al final fue que pude entender 
y aceptar que no 
no hay nadie como Tú

Sabes cuanto tiempo llevo anhelando 
la felicidad, ese gran regalo 
que solo Tú das 
Muchas veces caminé, yo perdido andaba 
y te encontré, no me rechazaste 
Me diste tu amor, 
y Tú me enseñaste toda la verdad 
y yo un poema te quiero regalar 


CORO 
Yo busqué a alguien como Tú 
y no encontré a alguien como Tú 
y al final fue que pude entender 
y aceptar que no 
no hay nadie como Tú