miércoles, 13 de febrero de 2013

Una visión al futuro - Devocional

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”
2 Corintios 4:7-9 (Reina-Valera 1960)
Trabajo en un asilo de ancianos y, por supuesto, hace frío en esta época, pero aún en medio del invierno hay días bonitos y soleados y hoy fue uno de ellos; al entrar al cuarto de uno de los ancianitos, este me indicó que fuera hacia la ventana y me preguntó si yo veía unos pájaros grandes que estaban fuera; subí un poco más la persiana y miré cerca de la ventana, hacia el exterior, y, francamente, no vi ningún pájaro; pensé que quizá hubieran estado ahí y se habían ido. Yo le dije que no veía nada, y él insistió y me mostró un campo abierto como campos de fútbol a unas dos manzanas de su habitación; entonces quede sorprendida, al ver una hermosa manada de gansos en la hierba tomando el sol en grupo, muy tranquilamente.
Le dije ¡oh sí!, los veo, ¿qué hermosos verdad? Y le di las gracias por compartir la visión conmigo. Cuando salí, me puse a pensar que los seres humanos somos cortos de vista y solamente vemos lo que tenemos justo enfrente de nuestras narices, es decir, el presente, y que pocas veces nos arriesgamos a levantar la vista para mirar “más allá”, para ver lo que está lejos, para ver no sólo lo que está cerca, sino también a lo lejos. Mirando también hacia adelante, mirando hacia el futuro, que obviamente no podemos ver pero sabemos que está ahí y que Dios sí puede verlo, porque conoce perfectamente lo que tiene para nosotros en el futuro y que, poco a poco, lo va manifestando.
Así como este pasaje, cualquiera que sea la situación que estemos atravesando, sea tribulación, sean diversos apuros, o bien, que seamos perseguidos o nos sintamos derrotados, siempre vivamos por fe, confiados en El Señor de Señores y Rey de Reyes, dejando en sus manos todo nuestro ser y nuestro destino, porque nadie como Él para cuidar de nosotros y traer a nuestras vidas lo que es agradable y perfecto, de acuerdo a su voluntad.
Esto me "vino como anillo al dedo" en medio, como estaba, de una serie de preguntas y argumentos, mezclados con sentimientos y críticas a una situación personal afectiva de donde me sacó El Señor, al mostrarme que todo esto era producto de la carne (del alma y del cuerpo), y que yo no tenía que tomar ninguna decisión basada en mis propios pensamientos y conclusiones, sino entregarle esta situación a Él, y esperar y confiar en que Él me confirmara cuál era su buena y perfecta voluntad para mi vida; es decir, renunciar a mis propios razonamientos y descansar en el Espíritu, pues de la misma forma en que yo sólo estaba viendo lo que tenía frente a mis narices y no lo que había más allá, no podía ver ni el futuro, ni todo lo maravilloso que Dios tiene para mi vida en el mismo.
Así que, aunque fue difícil negarme a mí misma y seguir el sentimiento de mi corazón, donde se manifiesta la intuición y la voluntad de Dios, finalmente lo hice, y, para sorpresa de mi alma, descubrí que Dios siempre tiene algo mejor para nosotros que lo que nosotros mismos podemos proporcionarnos.
Vivamos, pues, confiados y seguros en sus manos, de donde ha prometido no soltarnos nunca y no dejarnos solos, sino estar con nosotros hasta el fin, sea cual sea este.
Si algo tienes que agradecer al Señor, bendice su Santo nombre y alábale.

“Alabad a Jehová, porque él es bueno, Porque para siempre es su misericordia. Alabad al Dios de los dioses, Porque para siempre es su misericordia. Alabad al Señor de los señores, Porque para siempre es su misericordia.”

Salmos 136:1-3 (Reina-Valera 1960)

¿Quién Dijo Miedo? - Crecimiento personal - espiritual -vídeo


“Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo” Publio Siro
El miedo es un rasgo normal del ser humano y sirve para alertarnos y protegernos. Desde nuestra niñez estamos padeciendo y experimentando numerosos miedos. Los primeros miedos que aparecen en nuestra vida se manifiestan como el temor a los ruidos fuertes y el temor a caer. Vamos creciendo y llegamos a adultos con diferentes miedos: a la soledad, a perder el matrimonio, a perder el trabajo, a quedar en la ruina, a que las cosas no salgan como planeasmos, a fracasar, a tomar decisiones, e incluso miedo a triunfar.
¿Es usted de esas personas a las cuales el miedo ha paralizado? ¿Siente que su vida no ha avanzado por causa del miedo?
Cuentan que un día un peregrino se encontró con la Peste y le preguntó adónde iba:
- A Bagdad – le contestó ésta – a matar cinco mil personas.
Pasó una semana y cuando el peregrino se volvió a encontrar con la Peste, que regresaba de su viaje la interpeló indignado:
- ¡Me dijiste que ibas a matar a cinco mil personas, y mataste a cincuenta mil!
- No – respondió la Peste. – Yo sólo maté a cinco mil, el resto se murió de miedo.
El miedo es real, no solamente paraliza, sino que también imposibilita que veamos las oportunidades que se nos presentan día a día. El miedo nos esclaviza, nos toma prisioneros impidiendo que tengamos la vida que deseamos para nosotros. El miedo no nos deja avanzar hacia la vida extraordinaria que anhelamos en nuestro matrimonio, en el trabajo, en nuestras relaciones, y en todo lo que somos y hacemos.
Pregúntese frente al espejo: ¿Qué cosas haría si no tuviera miedo? Seguro que salen respuestas increíbles, salen esos sueños y esas metas que quiere alcanzar pero que el miedo no le deja.  Entonces, hay una pregunta que debe hacerse: ¿Cómo abordo el miedo? o ¿Cómo me enfrento al miedo?
1- Acepte el miedo
Todos tenemos nuestros miedos, y están relacionados con nuestra historia y nuestros puntos vulnerables. El miedo busca alejarnos de nuestro potencial, de nuestra capacidad para responder ante los problemas.Todos pasamos por miedos, usted no es la única persona que tiene miedo.
2- Cambie sus pensamientos
El miedo puede perseguirle desde su pasado, prepararle una trampa en el presente e incluso acecharle en su futuro, pero no deje que el miedo le domine; no piense en él, llénese de la promesa: “Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana”. 2 Timoteo 1:7 (BLS)
3- Sus pensamientos atraen lo que desea
Si usted piensa en negativo, el resultado que obtendrá son hechos negativos. Cuando aparezca el miedo, usted puede y debe controlarlo. Recuerde lo que dice la Biblia en Proverbios 10:24 “Lo que el malvado teme, eso le ocurre; lo que el justo desea, eso recibe.”
4-  Conviértase en administrador de su vida
El miedo no puede ser su dueño. Dios es el dueño de su vida, pero a usted le toca administrar y, como administrador, debe hacer uso de todos los recursos que Dios ha puesto a su disposición. Siga el manual, hay promesas para su vida, su familia, sus relaciones, sus negocios. Usted puede lograr sus sueños, alcanzar sus metas porque Dios está con usted, Él es el dueño.
5- La Vida es elección. Le toca a usted elegir como quiere vivir.
Constantemente estamos eligiendo, desde el principio Dios nos dio a elegir. Pida un deseo para su vida, pero con desearlo no es suficiente; comprométase a vivir la vida que quiere, una vida de dicha y felicidad, camine en su visión desde hoy. Marche sin miedo.
“Tu vida se expande en proporción a tu valentía”. John C. Maxwell
Tus sueños deben ser mayores que tus miedos. Virgil Thompson decía: “Prueba algo que no hayas probado antes y hazlo por lo menos tres veces: una para sobreponerte al miedo, otra para averiguar cómo hacerlo y la tercera para ver si te gusta o no.”
El miedo es algo que necesita ser atravesado para crecer.
Hoy es el mejor día para tomar la decisión de enfrentarse a sus miedos, usted puede dominarlos con la ayuda divina, “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: “No temas, yo te ayudo”. Isaías 41:13

Sólo debes hablar… - Mensaje

A veces nos sentimos  solos o incomprendidos. Pensamos que sólo a nosotros nos pasan ciertas cosas y que nadie nos logrará entender. En ocasiones puede haber en eso algo de verdad, pero por lo general no es así.
Generalmente vienen a nosotros problemas o situaciones nuevas, por lo que no tenemos un “repertorio” de cómo vamos a proceder y mucho menos, de cómo va a terminar el problema. En esos momentos nos sentimos muy solos, nos aislamos pensando que en nuestro silencio vamos a encontrar la respuesta. Cuando no ésta no sucede, nos desanimamos con facilidad y preferimos enfrascarnos en absurdas reflexiones que no llevan a ningún sitio.
¿Qué podemos hacer al respecto? La verdad es que hay una manera infalible de superar estas circunstancias adversas ¿Cuál es? Es muy simple y seguro que tú ya la manejas muy bien, se llama: HABLAR. Sí, HABLAR.
Hablar es un acto creativo, construimos un mundo a través de las palabras. Por ejemplo, si cuando me levanto por la mañana digo “qué día más horrible”, lo más probable es que el día no me quiera defraudar y sea precisamente así: horrible. Pero si frente a una situación yo hablo con confianza, con buen humor, alegría, esperanza y positivismo, es muy probable que el día se transforme en eso. Bueno, pues lo mismo ocurre cuando estoy en dificultades.
No necesito ser un solitario cuando hay gente que me rodea que podrá escucharme (si no es así, siempre puedo tener una buena conversación conmigo mismo) y aportarme cosas desde la experiencia que ellos han vivido. Cuando necesito ayuda o compañía, debo aprender a pedirla. No nos hacen menos fuertes nuestras debilidades; por el contrario, nos hacen valientes cuando somos capaces de reconocerlas y saber cuándo es el tiempo adecuado de hablar para pedir asistencia.

Aprendamos a hablar. Sí, como lo lees. Aprendamos a hablar, a plantear nuestros deseos y nuestras inquietudes, a manifestar nuestros sentimientos, pero sobretodo, aprendamos a pedir ayuda; sólo así, seremos capaces de recibirla y proporcionársela a otr@s.

¿Puede un cristiano perder la salvación? - Preguntas y respuestas bíblicas - vídeo

Siguiendo con la norma adquirida de preguntas y las respuestas de la Biblia, en esta ocasión,¿qué os parece si damos respuesta a esta pregunta? 

¿Puede un cristiano perder la salvación?



Respuesta: Antes de que esta pregunta sea respondida, debe ser definido el término “cristiano.” Un “cristiano” no es una persona que haya dicho una oración, o pasado al frente, o que haya crecido en una familia cristiana. Mientras que cada una de estas cosas pueden ser parte de la experiencia cristiana, no son éstas las que “hacen” a un cristiano. Un cristiano es una persona que ha recibido por fe a Jesucristo y ha confiado totalmente en Él como su único y suficiente Salvador (Juan 3:16; Hechos 16:31; Efesios 2:8-9).
Así que, con esta definición en mente, ¿puede un cristiano perder la salvación? Posiblemente la mejor manera de responder a esta importante y crucial pregunta, sea examinando lo que la Biblia dice que ocurre en la salvación, y entonces estudiar lo que implicaría perder la misma. Estos son algunos ejemplos:

Un cristiano es una nueva criatura. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Estos versos hablan de una persona que se ha convertido enteramente en una nueva criatura, como resultado de estar “en Cristo.” Para que un cristiano perdiera la salvación, la nueva creación tendría que ser revertida y cancelada.

Un cristiano es redimido. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.” (1 Pedro 1:18-19). La palabra “redimido” se refiere a una compra que ha sido hecha, a un precio que ha sido pagado. Para que un cristiano perdiera la salvación, Dios tendría que revocar Su compra por la que pagó con la preciosa sangre de Cristo. 

Un cristiano es justificado. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 5:1). “Justificar” significa “declarar justo.” Todos los que reciben a Jesucristo como Salvador son “declarados justos” por Dios. Para que un cristiano perdiera la salvación, Dios tendría que desdecirse de lo dicho en Su Palabra y retractarse de lo que Él declaró previamente. 

A un cristiano se le promete la vida eterna. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16). La vida eterna es una promesa de vida para siempre en el cielo con Dios. Dios hace esta promesa - “cree, y tendrás vida eterna.” Para que un cristiano perdiera la salvación, la vida eterna tendría que ser retirada. Si a un cristiano se le ha prometido vivir para siempre, ¿cómo puede, entonces, Dios romper esta promesa, quitándole la vida eterna?

A un cristiano se le garantiza la glorificación. “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” (Romanos 8:30). Como lo aprendemos en Romanos 5:1, la justificación es declarada al momento de la fe en Cristo. De acuerdo a Romanos 8:30, la glorificación está garantizada para todos aquellos a quienes Dios justifica. La glorificación se refiere a un cristiano recibiendo un perfecto cuerpo glorificado en el Cielo. Si un cristiano pudiera perder la salvación, entonces Romanos 8:30 sería un error, porque Dios no podría, entonces, garantizar la glorificación para todos aquellos a quienes Él predestinó, llamó, y justificó. 

Podrían compartirse muchas más ilustraciones de lo que ocurre en la salvación. Sin embargo, aún estas pocas hacen extremadamente claro que un cristiano (verdadero) no puede perder la salvación. La mayor parte, sobre todo lo que la Biblia dice que le ocurre a una persona cuando recibe a Jesucristo como Salvador, sería invalidado si la salvación pudiera perderse. La salvación no puede ser revertida. Un cristiano no puede ser "descreado" como nueva criatura. La redención no puede ser deshecha. La vida eterna no puede perderse y seguir considerándose como eterna. Si un cristiano perdiera la salvación, Dios tendría que retractarse de Su Palabra y cambiar de parecer, dos cosas que la Escritura nos dice que Dios jamás hace. 

Las objeciones más frecuentes a la creencia de que un cristiano no puede perder la salvación son; (1) ¿qué hay de aquellos que son cristianos y continuamente viven una vida inmoral? – y – (2) ¿qué pasa con aquellos que son cristianos, pero luego rechazan la fe y niegan a Cristo? El problema con estas dos objeciones es la suposición de que “son cristianos” (1) La Biblia declara que un verdadero cristiano ya no continuará viviendo una vida inmoral (1 Juan 3:6). (2) La Biblia declara que alguien que se separa de la fe, demuestra que realmente nunca fue un cristiano (1 Juan 2:19).
No, un cristiano no puede perder la salvación. Nada puede separar a un cristiano del amor de Dios (Romanos 8:38-39). Nada puede arrebatar a un cristiano de la mano de Dios (Juan 10:28-29). Dios quiere y tiene el poder para garantizar y mantener la salvación que Él nos ha dado. Judas 24-25 dice, “Y Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.”


Concepto Transferible 8 Cómo puede usted amar por fe - vídeo

Concepto Transferible 8




Cómo puede usted amar por fe

Más que posiblemente, el amor que experimentemos en este mundo se base en nuestro desempeño o en las preferencias personales de otra gente. Este último tipo de amor cambia fácilmente y no satisface. El amor con el cual Dios nos ama no es así. La Biblia dice que "Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Esto quiere decir que aun cuando usted ignoraba a Dios, Él le amaba tanto que envió a su Hijo unigénito al mundo para que muriera en su lugar para que usted pudiera recibir vida eterna.
El amor que Dios nos ha demostrado es el tipo de amor que debemos dar a todos, el tipo de amor que trata a otra persona como nosotros queremos ser tratados, el tipo de amor que daría la vida por otra persona, incluyendo nuestros enemigos. Cuando alguien le trata mal y usted le trata bien, usted ha amado de la misma manera que Dios ama. No puede amar de esta manera mediante sus propios esfuerzos; simplemente, tratar de hacerlo sería frustrante, pero por fe usted puede amar a otros. Cuando entendemos que Dios nos ha amado completamente, aún cuando éramos pecadores, y que hemos sido salvos gracias a su amor y la fe que tenemos en Jesucristo, podemos amar a otros con la misma fe por medio del poder del Espíritu Santo. Pídale con fe a Dios que le llene de amor hacia otros y Él será fiel en hacerlo, porque el deseo de Dios es que ame a otros como Él le ha amado a usted.
Versículos Clave
"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, también debemos amarnos unos a otros." (1 Juan 4:10-11)
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.” 1 Corintios 13:4-8
“Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” 1 San Juan 4:21