miércoles, 21 de noviembre de 2012

Administrando la verdad - Devocional - vídeo


“La verdad no ofende”, dice un viejo dicho popular. Y tal vez en algún sentido tenga razón, hasta que alguien tome por su cuenta alguna triste verdad y la cuente a los cuatro vientos, maliciosamente, para hacer daño, para descalificar a su prójimo.
Todos sabemos que el arsénico es uno de los más poderosos venenos que existen. Sin embargo hay unos cuantos medicamentos que contienen este compuesto y que, muy lejos de provocar la muerte, ayudan al organismo a recuperarse. No hay ningún secreto. Es la dosis y la correcta administración lo que define la línea entre la muerte y la salud.
Igualmente ocurre con la verdad. Es susceptible de ser administrada porque en las manos correctas aporta libertad y sanidad al alma. En cambio, si es utilizada maliciosamente o administrada sin suficiente sabiduría ni entendimiento es capaz de provocar daños irreversibles.
Dios dice que su palabra es verdad (Salmos 119:160; Juan 17:17). Por lo tanto, también la Palabra de Verdad es susceptible de ser administrada.
La única palabra inspirada por Dios es la Biblia (2 Timoteo 3:16). Todas las cosas que vertimos en nuestros mensajes, devocionales, mensajes de ánimo, son consideraciones propias y personales sobre lo que ya está escrito. Nos toca, entonces, el enorme privilegio y con ello la gran responsabilidad de ser administradores de estas verdades.
En este sentido, la Palabra es leída por tres tipos de personas: El hombre (1 Corintios 1:10), el Diablo (Lucas 4:10 y 11) y el Espíritu de Dios (2 Corintios 3:6; Salmo 119:105).
Cuando la lee el hombre, provoca disensiones, controversias, divisiones.
Cuando la lee el Diablo, ocasiona angustia, miedo, dolor, confusión, separación, muerte.
En cambio, cuando la lee el Espíritu de Dios es bálsamo para el espíritu y sus frutos son notorios (Gálatas 5:22 y 23).
Nos corresponde ser administradores serios y sabios de la Palabra.

“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

(Juan 8:32 RV60)

Un examen a mi corazón espiritual - reflexión

El corazón es el lugar donde nuestra vida decide su camino. Se le llama el "Centro de control de la vida". Y debido a que Dios nos creó, Él nos conoce y también a nuestros corazones. Esta es la opinión de Nuestro Señor Jesucristo sobre la importancia del corazón y su conexión con nuestra conducta. (LUCAS 6:45) dice: El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo: porque de la abundancia del corazón habla la boca. Tenemos el ejemplo de David, un hombre según el corazón de Dios, era un hombre que tenía un corazón protegido por Dios. Su corazón y sus afectos ponían siempre primero y, sobre todo, a Dios. Cristo nos dejó las siguientes palabras: (Mateo 22:37-39). Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 

Su amor por Dios afectará de forma natural a sus relaciones con los que le rodean. Esto funciona así: si usted ama al Señor, su Dios, amará a su prójimo. ¿Y quiénes son sus prójimos más cercanos?: su esposa y sus hijos. Así como su esposa recibe las bendiciones de su relación con Dios, sus hijos también recibirán estas mismas bendiciones. El orden de prioridad es evidente: debemos primero buscar al Señor con nuestro corazón antes de instruir a los hijos en los caminos de Dios. Porque aunque nunca logremos vivir nuestro papel de padres de manera perfecta, sin embargo, nuestro deseo y esfuerzo genuinos de amar, obedecer y crecer día a día en el conocimiento de Dios, podrán sentirse en toda la familia. De manera que nos haremos, primero, un examen interior. Tal como esté su corazón, así estará su familia. Si su corazón no está bien, ningún sistema de crianza de los hijos funcionará. Del estado de su corazón depende su paternidad.  
Así como su relación con Dios afecta a su conducta, de igual manera el comportamiento de sus hijos estará determinado por la relación de su corazón con Dios. Por lo tanto, debemos preocuparnos por el corazón de nuestros hijos. este es el punto de partida para cuidar de ellos. Si el comportamiento de los jóvenes va siempre dirigido por el corazón, entonces la disciplina y el entrenamiento, ocupaciones propias de la paternidad, deben también ser dirigidas por el corazón. Por lo tanto, la corrección, la disciplina y la instrucción, tareas propias del padre, deben dirigirse al corazón de los hijos. La tarea fundamental de los padres es pastorear el corazón de ellos. 
Dios les bendiga.

Las cuatro libertades de Roosevelt - Reflexiones

El 6 de enero de 1941, el Presidente Franklin D. Roosevelt pronunció un discurso ante el Congreso de los Estados Unidos de la América del Norte y, entre otras cosas, dijo que los Estados Unidos esperaban un mundo fundado sobre cuatro libertades esenciales:
I. Libertad de palabra;
II. Libertad de cultos;
III. Libertad de trabajo;
IV. Libertad de eludir el temor.
En otras palabras:
I. Libertad para expresar sus ideas;
II. Libertad para adorar a Dios en la forma preferida;
III. Libertad para elegir la forma de trabajar a fin de no padecer necesidad;
IV. Libertad de evitar todo aquello que haga que la gente sufra algún temor.
Libertad: Es una palabra que vale oro y rompe cadenas cuando se ejecuta sin distinción de personas.
William Allen White dijo:” Libertad es la única cosa que usted no puede disfrutar a menos que se la dé a otros”
Ernest Benn dijo: “Libertad es ser libre de las cosas que que no nos gustan para convertirnos en esclavos de las que nos gustan”.
Es fácil hablar de Libertad pero qué difícil es dársela a otros. Y el mejor lugar para dar y enseñar libertad es en el hogar. ¿Estás ya compartiendo, estimulando y produciendo libertad en tu familia? Hoy es un buen día para empezar.
Así ustedes podrán vivir entre nosotros y el país quedará a su disposición para que lo habiten, hagan negocios, se muevan con libertad y adquieran terrenos. Génesis 34:10
Me diste libertad; ¡me libraste porque me amas! Salmo 18:19
Dios da un hogar a los desamparados y libertad a los cautivos; los rebeldes habitarán en el desierto.Salmo 68:6

Dulce Refugio - Reflexiones con Vídeo

Dulce Refugio - 

Danilo Montero

Dulce refugio en la tormenta
es Jesucristo el Salvador
él me alienta y alimenta
con su palabra y su amor (x2)
Vengo a reposar en él
él es mi amigo fiel
una poderosa y fresca unción
llenará mi corazón
Dulce refugio en la tormenta
es Jesucristo el salvador.
!!Vengo a refugiarme en tu presencia!!
Dulce refugio en la tormenta
es Jesucristo el salvador
él me alienta y alimenta
con su palabra y su amor-
Vengo a reposar en él
él es mi amigo fiel
una poderosa y fresca unción
llenará mi corazón.
Dulce refugio en la tormenta
es Jesucristo el salvador.
El que habita bajo las alas del omnipotente
no temerá mal alguno
y su presencia va asegurar.
Vengo a reposar en él
él es mi amigo fiel
una poderosa y fresca unción
llenará mi corazón.
Dulce refugio en la tormenta
es Jesucristo el salvador
es Jesucriasto el salvador.....

El ciclo del navegante - Devocional - vídeo

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.
Eclesiastés 3:1
Toma, por favor, tu Biblia y lee todo el capitulo 3 de Eclesiastés, que es no sólo hermoso, sino muy sabio, interesante y necesario de comprender. En la vida todo tiene ciclos: el ciclo de la vida, del agua, de la mujer, de la madurez; el ciclo de vida de las empresas, etc. Y lo que tienen en común estos ciclos es, fundamentalmente, que cumplen con las siguientes etapas:
1º. Nacimiento, Introducción o inicio.
2º. Crecimiento.
3º. Madurez
4º. Decadencia, declive, disminución.
5º. Muerte, quiebra, desaparición, cambio o transformación.
naveganteEl cuerpo humano, por ejemplo, cumple con un ciclo de vida: nace, crece, se reproduce y muere. Físicamente alcanza su madurez a los 21 años, donde se asume que ya debe haber adquirido una educación y una destreza para desempeñar un oficio, trabajar, producir y formar una familia, etc. Pero existen otros tipos de madurez, como la madurez mental, madurez emocional, de personalidad, y la madurez espiritual, que se desarrollan como cerebros independientes y tienen sus propios ciclos. Los diferentes tipos de madurez dependen más de las experiencias individuales de la niñez, del medio familiar, de los padres y, especialmente, de la voluntad de Dios y de su obra en nosotros, que de nosotros mismos o de nuestra voluntad; aunque saber esta dependencia y cooperar con los procesos y ciclos naturales y espirituales nos ayudan mucho a alcanzar nuestra madurez, crecer duele, aprender es tedioso y, muchas veces, esperar es agotador.
Espiritualmente, también existe un tiempo para ese nacimiento, para el crecimiento y conocimiento de la Palabra y para una madurez espiritual, que debe ser la cumbre o cúspide de nuestro ciclo personal e individual.
Todo ser, natural, jurídico o espiritual, requiere de dos variables para su realización: tiempo y espacio. El tiempo es cronológico y se mide por medio de días, horas, minutos, segundos. El espacio, es el lugar donde un cuerpo se mueve, opera, ejecuta acciones y donde los hechos transcurren mientras los días pasan; es la ciudad, el pueblo, el barrio, el país donde naciste, vives o te mudas, donde están tu familia, tus amigos, tu iglesia, tu trabajo, escuela, tu casa, etc.
Mucho se ha especulado sobre el tiempo y el espacio y hasta hemos soñado con una maquinita del tiempo que nos permita ir hacia atrás y hacia adelante y cambiar lo que no nos conviene, pero eso no es posible; Dios fue quien creó el tiempo y el espacio y todas las leyes bajo las cuales nos movemos, y contra esto no podemos luchar, ni siquiera tenemos la potestad para hacer nacer un cabello sobre nuestras cabezas por nuestra propia voluntad, pero sí podemos moldear nuestro ser interior de acuerdo a la voluntad de Dios y movernos con sabiduría en el espacio que Dios nos asigna para sus propósitos.
Por tanto, si no podemos luchar contra la voluntad de Dios, ni contra el espacio y el tiempo, sí podemos, y de hecho es lo que deberíamos hacer, conocer y meditar en estas variables y en la palabra de Dios para adquirir sabiduría y aprender cómo movernos, qué hacer cada día, reconocer los tiempos, saber hacia donde queremos ir y cuáles son nuestros sueños, metas y objetivos. Nuestro Dios es un gran planeador y, como somos criaturas creadas a su imagen y semejanza, nosotros también somos soñadores, planeadores y creadores. Lo mejor sería ser amigos del tiempo, no pelear contra él; el tiempo puede convertirse en nuestro mejor aliado cuando se trata, por ejemplo, de borrar, de olvidar o dejar atrás una mala experiencia. "Aprender a caminar y a vivir cada día en ese tiempo y en ese espacio en que Dios nos ha puesto, esperando en Él, por el cumplimiento de las promesas de vida que Dios nos hace"; aceptar esta gran verdad es comenzar a caminar por el camino correcto de la vida, sin afanes y sin angustias y, sobre todo, confiados en las preciosas manos de nuestro Salvador Jesucristo.
Nuestra vida es el negocio o la empresa más importante por la que debemos esforzarnos. ¿En qué fase del proceso o parte del ciclo se encuentra a nivel personal, familiar, económico y espiritual? Dios todo lo va llevando hacia un solo y único objetivo: "la madurez espiritual", que es la suma y combinación de todos los ciclos de la madurez, física, mental, emocional y espiritual; nos lleva de forma armoniosa y perfecta y, aunque sintamos que aún no hemos llegado hasta ahí, sí debemos comprender que es allí hacia donde nos dirige El Señor y, con esto en nuestra mente, la historia de los ciclos del navegante,  como ejemplo, podrá ayudarnos mejor a comprender en qué ciclo o en qué etapa del ciclo nos encontramos. Lo primero que tenemos que saber es que no estamos solos para emprender este viaje: Jesús está y estará con nosotros todo el tiempo.
Inicio. Embarcarse o iniciar un viaje en el mar es como iniciar un nuevo proyecto, un cambio, un nuevo reto en tu vida; el mar, el agua, es la vida y tú el navegante. Es importante, antes de lanzarse al agua, tener una visión; saber a dónde quieres ir, consultar mapas, calcular los costes, saber quienes van a ser tus acompañantes, pasajeros y compañeros de viaje, quienes de ellos van a servir de apoyo y a quienes vas a tener que apoyar, y quienes pueden liderar como tú o reemplazarte si algo sale mal; importante, también, es saber qué experiencia y conocimientos tienes para enfrentarte al mar y, sobre todo, conocer lo que más puedas sobre el mar y la navegación. Aquí, El Señor es nuestro guía y maestro.
Crecimiento. Cuando estás listo y tu barco está cargado de todas las provisiones necesarias, comienza realmente el viaje y cada vez vas navegando por aguas más y más profundas, es decir, atraviesas por situaciones desconocidas, encuentras tormentas, mar revuelto, desasosiego, muchos imprevistos, etc. Es la época de la prueba, del aprendizaje y la experiencia, de ser fuerte y no desmayar; si lo haces, recuerda que estás en alta mar y no puedes quedarte allí porque puedes ser victima de los tiburones; se acaban las provisiones y no llegas a ninguna parte. Aquí El Señor es nuestra roca fuerte, nuestro refugio y fortaleza; Jesús está con nosotros en medio de la tormenta.
Hay una fase de transición, podríamos decir, entre este tiempo y la siguiente etapa de madurez: es el tiempo donde todavía estás en el agua, pero ya, a lo lejos, se divisa la tierra como una pequeña sombra; es el faro, la luz que anuncia que pronto nuestro viaje va a terminar y que pronto estaremos tocando tierra otra vez; entonces, alguien en el barco, generalmente quien la ve primero, grita: “tierra a la vista”. Es un tiempo de esperanza, de espera corta, de gozo y agradecimiento; ya las tres cuartas partes del viaje han pasado y sólo falta un último tramo; es un tiempo de paz y de refrigerio, es el oasis en medio del desierto donde nuestras fuerzas se renuevan y queremos que el tiempo pase rápido y ya estar desembarcando; es el final de la travesía, el final de esta fase del ciclo, pero el inicio de otra. Aquí, Jesús es la Luz, el faro, el camino y la esperanza.
Madurez. Es un nuevo comienzo y, si Dios ha permitido que llegues hasta aquí, es una etapa de verdadera bendición, paz y gozo espiritual, donde ya comienzas a pensar y a decidir por ti mismo, eres un ser humano maduro, capaz, responsable, buen hijo, buen esposo, buen hombre o mujer; y aquí, tú no eres ya el capitán de tu barco, pues ya reconoces que el Capitán de tu barco durante toda la travesía ha sido, y sigue siendo, Jesús; aquí sólo obedeces la voluntad de Dios y te gozas en el Dios de tu salvación. Es el comienzo de una nueva etapa que puede durar muchísimo; seguro que es la mejor etapa de tu vida, no importa si llegas allí en tu juventud, en tu madurez o en tu vejez; es la mejor etapa de tu vida y es donde, verdaderamente, comienzas a hacer lo que quieres hacer con tu vida, lo que te gusta y lo que agrada a Dios. Incluso la madurez tiene varias etapas y, como en el caso de las frutas, con el tiempo, mientras van madurando, van cambiando de color y se van volviendo cada vez más dulces. El cristiano maduro va sufriendo varios cambios pero todos para bien.
Para terminar, ¿cómo “El Predicador”, nombre con que se conoce al escritor de Eclesiastés, pudo saber en su tiempo lo que nosotros estamos descubriendo ahora, a través de la ciencia, sobre el tiempo y el espacio? Es cuando dijo, en Eclesiastés. 3:15

Aquello que fue, ya es;
Y lo que ha se ser, fue ya;
Y Dios restaura lo que pasó.