miércoles, 14 de noviembre de 2012

La guitarra desafinada - Reflexión, meditación

Si el Señor no construye la casa, de nada sirve que trabajen los constructores; si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que vigilen los centinelas.
Salmos 127:1 (Dios Habla Hoy)
Hace algunos días estuve intentando hacer un trabajo en mi guitarra, pero, mientras trataba una y otra vez de tocar un grupo de notas secuencialmente, me di cuenta de algo: tenía un problema que no había notado, había estado aprendiendo teóricamente todo y sabía las posiciones de cada nota, pero no había aprendido a afinar el instrumento, y esto tal vez fuera debido a que no le di mucha importancia. Darme cuenta de esto me llevó a la conclusión de que por más que supiera cómo se toca cada una de sus notas, o cuánta habilidad hubiera en mis dedos para cambiar de una posición a otra, de nada me serviría si no aprendía a escucharla atentamente para poder afinarla.
Estuve pasando por alto lo más importante. Desarrollaba mi destreza y mi habilidad pero no le prestaba la suficiente atención a lo principal, a lo que hace que realmente un instrumento se escuche bien, que es la afinación, y es que por más que lo intentes, un instrumento desafinado nunca podrá dar las notas correctas, y eso me hizo reflexionar en la vida espiritual que llevamos. ¿Verdaderamente está afinado nuestro corazón cuando oímos la voz de Dios? ¿Cuántos detalles  pasamos por alto a veces pensando que no son importantes?
Sin darnos cuenta, podemos hacer de nuestra vida espiritual esa guitarra desafinada que alguien toca pero que no logra dar con las notas correctas; conocimiento y habilidad todos, o muchos, tenemos, y si nos falta, no tardamos en desarrollarlo con el tiempo, pero ¿cuántos nos preocupamos por estar preparados para lo que Dios quiere hacer, a lo que su voz nos dice que hagamos? Podemos estar pasando por alto las indicaciones o la voluntad de Dios al estar preocupados por mostrar nuestro conocimiento o nuestra habilidad en algún ministerio, o por cualquier cosa.
Creo que a veces comenzamos a hacer las cosas al revés y después nos preguntamos por qué no funcionan como deberían; la respuesta es porque no vemos los resultados. O nos preguntamos por qué de pronto finalizó esa tarea que un día comenzamos con entusiasmo, y es que en realidad nos olvidamos de lo principal: “saber escuchar a Dios, qué nos dice, qué desea y cómo quiere que lo hagamos”. Es únicamente estando afinados con Dios cuando podemos estar seguros de estar haciendo lo correcto.
La oración es el medio que afina nuestra vida con la voz de Dios. Los momentos de comunión con Él son los que nos preparan para estar atentos a lo que quiere decirnos; cuando comenzamos a carecer de esos momentos nuestro espíritu se empobrece, mengua, se desafina y dejamos de ser ese instrumento útil que da notas de adoración a su Creador.
Cuando Dios te eligió para ser un instrumento de bendición no vio todo tu conocimiento, ni tus habilidades. Él vio un corazón al que tal vez le faltaba mucho por desarrollar, pero que sin duda podía ser útil si se dejaba ser afinado a las notas de Su voz.  Dios no buscaba la perfección en ti, Él siempre está en la búsqueda de la obediencia y de la disposición; disposición para escuchar su voz, y obediencia para hacer lo que nos dice.
No pensemos que es suficiente una buena voz, la simpatía, la inteligencia o la cantidad de instrumentos que tocamos. Si no sabemos escuchar la voz de Dios, no nos servirá de mucho; seremos como una hermosa guitarra desafinada que por más que se esfuerce jamás sus notas serán las indicadas.

Naciste para volar, para triunfar, para vivir por encima de cualquier situación, pero nunca olvides lo mas importante “por Quién estás donde estás”. 


El Árbol Confundido - Reflexiones

Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: “No sabía quién era.”
“Lo que te falta es concentración”, le decía el manzano; “si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves que fácil es?”
- No le escuches, decía el rosal. Es más sencillo tener rosas, “¿ves que bellas son?”
El árbol, desesperado, intentaba todo lo que le sugerían y, como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:
- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y dicho esto, el búho desapareció.
- ¿Mi voz interior…? ¿Ser yo mismo…? ¿Conocerme…?, se preguntaba el árbol desesperado, cuando, de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos abrió el corazón y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
- Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… Tienes una misión: cúmplela. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.
Y tú… ¿dejas crecer el roble que hay en ti? En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar.
No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.
Pero sobre todo recuerda que jamás podrás conocer el propósito de tu vida si no rindes tu corazón a Aquel que te creó. Conocer a Dios es encontrar el propósito de Dios para nuestra vida.
¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del Señor está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera. Salmo 1:1-3

¿De qué está llena tu red? - Reflexión, devocional


En nuestro caminar por la vida, la gran mayoría de las veces llevamos cargas demasiado pesadas e infructuosas, que lo único que nos producen son dolores y frustraciones, y que a la larga nos van minando tanto en lo físico, como en lo moral, así como en lo espiritual; y eso es debido a que nuestra mente aún se remonta a los eventos del pasado y ello no nos permite disfrutar de lo que actualmente poseemos, o somos. Al igual que los pescadores, nos adentramos en el mar de la vida para ir de pesca siempre con la ilusión de obtener muy buena ganancia; nunca pasa por la mente de nadie el fracasar, porque solamente la pronunciación de esta palabra produce en el hombre cierta incomodidad. En un indeterminado número de veces nuestra pesca es raquítica, o bien es abundante pero al seleccionar el producto resulta que la gran mayoría de pescados no nos sirven o son de muy poco valor. Es por lo que hoy simplemente te hago la siguienta pregunta: ¿ya revisaste de que está llena tu red? o, mejor aún, ¿vale la pena lo que pescaste? 
Como buenos pescadores, diestros en la materia, Pedro y su hermano Andrés sabían que no todo lo que traía la red de las profundidades del mar era de gran valor; en muchas ocasiones resultaba frustrante la jornada, fracasaban, pero no por eso desistían… ¡NO! Por el contrario, siempre en sus corazones ardía la llama de la esperanza, la cual jamás se apagaba.  ¿Sabes por qué? Porque sabían que no todo estaba perdido, que aun cuando todo parecía un fracaso, para ellos era una experiencia de la cual aprenderían y posteriormente se levantarían en victoria. 
Cuando el Señor Jesús les llamó a ambos y les hizo una promesa al decirles que les haría pescadores de hombres, estaba parafraseando, ya que estos dos rudos trabajadores no entendían en ese momento a qué se refería el Maestro; sin embargo no dudaron en seguirle, porque sabían que Él les enseñaría una nueva forma de vivir la vida.
Todos, a lo largo de nuestra vida vamos coleccionando o guardando infinidad de cosas (en lo material) que muchas veces no sirven de nada. Únicamente son adornos que un día nos estorbarán; así sucede en el plano espiritual; estamos acostumbrados a llevar pesos falsos, o cargas o como le quieras llamar, que para lo único que sirven es para complicarnos la existencia; y esto la mayoría de las veces se manifiesta en el carácter, en la actitud, en la mirada o en la forma de responder a un saludo. Estas cargas lo único que provocan en el ser humano es frustración, ira, amargura, y pueden llegar a provocar enfermedades físicas y del alma, complementado con el rechazo de las personas, y provocando en uno un estado de aislamiento y soledad. Tal vez pensarás que estoy siendo demasiado trágico, pero es el momento de que hagas un análisis de tu persona y empieces a desechar lo que no te sirve, lo que te está impidiendo avanzar y alcanzar la meta o tu sueño.
Te invito a que levantes la mirada, que abras tu corazón y veas lo hermosa que es la vida. Que hay mucho por delante para conquistar, que una caída será dolorosa, pero ponte a pensar la gran experiencia que obtendrás y que más adelante te servirá para alcanzar el éxito. Recuerda esto:"los hombres de gran éxito alcanzaron éste en base a muchos fracasos"  pero, al igual que Pedro y Andrés, nunca se dieron por vencidos porque sabían que en la siguiente jornada estaría la gran bendición.
Este es el momento de que te preguntes con toda honestidad y te respondas igual:

¿DE QUE ESTÁ LLENA MI RED?

REFLEXION: “LAS PRESIONES EXTERNAS NOS PUEDEN CONQUISTAR SI NO ESTAMOS FORTALECIDOS INTERIORMENTE”

Que el Señor bendiga tu vida conforme a su infinita misericordia.
Victor Culebro

¡Dios NO Existe ..! - Reflexiones en Vídeo

Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como de costumbre. En este caso entabló una amena conversación con el peluquero que le atendía. Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas.
De pronto tocaron el tema de Dios.
El barbero dijo:
Fíjese, caballero, que yo no creo que Dios exista, como usted dice.
- Pero, ¿por qué dice usted eso? – preguntó el cliente.
Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. O…dígame, ¿acaso si Dios existiera, habría tantos enfermos? ¿Habría niños abandonados? Si Dios existiera no habría sufrimiento, ni tanto dolor en la humanidad. Yo no puedo creer que exista un Dios que permita todas estas cosas.
El cliente se quedó pensando un momento pero no quiso responder para evitar una discusión.
El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio.
Abandonaba la barbería cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello muy largo; al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado.
Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero:
- Sabe una cosa? Los barberos no existen.
- ¿Cómo que no existen? -preguntó el barbero-. Si aquí estoy yo, y soy barbero. 
–¡ No! -dijo el cliente-, no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.
- Ah, los barberos sí existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí.
- ¡Exacto! -dijo el cliente-.
Ese es la clave. Dios sí existe, lo que pasa es que las personas no van hacia Él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.
Juan 14:6 “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.”

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La promesa del Espíritu Santo - Devocional - vídeo

Por favor, cambia tu mente a la forma de la de un niño para que puedas entender la Palabra que Dios tiene para ti hoy.
Ignorar la importancia del Espíritu Santo en la vida del cristiano es el peor error que se puede cometer. La verdad es que sin el Espíritu Santo no podríamos hacer nada. El Espíritu Santo es nuestro compañero de viaje; es el que convence al mundo del pecado, de la justicia y del juicio; es el que nos unge para ser testigos de Cristo con poder y autoridad; es el que nos marca como hijos de Dios y nos da la seguridad de serlo; es el que nos da vida y nos hace ser instrumentos de vida; es el que da testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios; es el que nos enseña la verdad del Padre; es el que nos recuerda las palabras de Jesús y nos guía para no desviarnos de la voluntad de Dios; es el que trae paz a nuestro corazón y nos hace estar seguros de la fiabilidad de la vida eterna; es el que nos consuela mientras esperamos el día en que podamos ver la gloria de Cristo.
¿Entiende la inmensa necesidad que tenemos del Espíritu Santo? ¿Se da cuenta de por qué no debe ignorar lo que Él representa para todos nosotros? La verdad es que su mano siempre ha estado allí, aunque nosotros no la hemos sabido apreciar como corresponde: cuando usted observa los cambios que ha tenido su vida cristiana desde el momento en que recibió a Cristo en su corazón hasta hoy, no puede dejar de prestar atención a la obra que Dios ha empezado a hacer en usted: cambios en el comportamiento, cambios en la forma de pensar, cambios en la concepción de la vida, alegría en lugar de luto, un corazón sanado de toda herida, una luz que alumbró su vida cuando estaba en un momento de desesperación y oscuridad absoluta. El Espíritu Santo es como ríos de agua viva que corren interiormente para salvar la vida de muchas personas; el Espíritu Santo es el agua que ha sanado sus heridas y saciado su sed, es el que ha tocado su vida y lo ha unido a Dios llenando su corazón de un completo y sincero estado de plenitud y paz.
No estamos solos en el mundo, no tenemos que luchar como si lo estuviéramos; el Espíritu Santo nos guía a toda verdad.
Preste atención a algunas frases que nuestro Señor Jesucristo explica respecto del Espíritu Santo:
1. Es el Consolador que estará con nosotros para siempre.
Dios ya había consolado al mundo cuando envió a su Hijo, pero Él debía cumplir la misión que su Padre le había encomendado y eso implicaba que tenía que morir y resucitar, y no podía permanecer en esta tierra con nosotros. Sin embargo, el Padre no nos dejó solos a nosotros sino que nos envió a su Espíritu Santo. A diferencia de Jesús, el Espíritu Santo no se puede ver pero su presencia es real y viva en medio de nosotros y en nosotros.
2. Es el Espíritu de verdad.
Todos los seres humanos buscamos una verdad. La mayoría la buscan de la manera en que más convenga a sus propios deseos y expectativas. Sin embargo Dios, el Padre. ha dado su Espíritu de verdad quien nos guía a toda verdad. El Espíritu Santo es la luz que ilumina nuestros pasos y nos enseña lo que nosotros no conocemos.
3. El mundo no lo puede recibir porque no le conoce.
El mundo no puede recibir al Espíritu Santo. Aquéllos que tienen su mente puesta en las cosas de este mundo y en buscar su propia gloria y satisfacción no pueden entender la verdad de Dios y su Espíritu, por lo tanto no puede habitar en ellos. Solo un corazón limpio por la verdad de Jesús se convierte en un recipiente en el cual Dios puede depositar su Espíritu.
4. Mora con nosotros y está en nosotros.
Jesús les dijo a los discípulos “estará en vosotros”, porque aún el Espíritu Santo no los había llenado el día de Pentecostés; pero ahora esta promesa es real para nosotros: No sólo el Espíritu Santo está en medio de nosotros, sino que está en nosotros mismos.
5. Es enviado en el nombre de Jesús.
¡Que nadie te engañe! Todo aquel que niegue la divinidad y obra de Jesús no tiene la verdad en él. El Espíritu Santo es enviado en el nombre de Jesús y da testimonio de que Él es el Cristo, el Salvador, el Hijo de Dios. Él es el Espíritu de verdad y por eso nos guía siempre en la verdad de Cristo Jesús. No escuchemos ninguna voz que diga lo contrario.
6. Nos enseña todas las cosas.
El Espíritu Santo es nuestro maestro y nuestro guía. Él nos revela la verdad de Dios, cosas grandes y ocultas que no conocíamos. Él nos enseña la verdad escondida para que los humildes de corazón la entiendan. Él nos revela el tesoro escondido para que sólo los de mente como la de los niños lo puedan encontrar.
7. Nos recuerda las palabras de Jesús.
El Espíritu Santo nos redarguye trayendo a nuestra mente las palabras de Jesús. Jesús es el buen pastor, y el que escucha sus palabras y las pone en práctica tiene vida en abundancia. El Espíritu Santo es el Espíritu de vida; por eso Él nos guía a recordar la verdad de Dios proclamada a través de su Hijo Amado.
Entonces: El Espíritu Santo es el Consolador que el Padre ha enviado para que esté con nosotros para siempre. Es el Espíritu de verdad que el mundo no conoce pero que mora con todo aquel que ama a Dios y está en su ser. Fue enviado en el nombre de Jesús para enseñarnos todas las cosas y recordarnos su palabra.
¿Hay una condición para recibir el mejor regalo del Universo? Solo una:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos” Juan 14:15