jueves, 18 de octubre de 2012

Reconoceré La Soberanía Del Señor

El Señor empobrece, y él enriquece; abate, y enaltece. 1 Samuel 2:7.
Todos los cambios acaecidos en mi vida vienen de Aquél que nunca cambia. Si hubiese sido enriquecido habría visto en ello la mano del Señor y le alabaría. Que reconozca también su mano si caigo en la pobreza y le bendiga con la misma sinceridad. Cuando nuestra posición desciende hemos de atribuirlo al Señor y debemos soportarlo con paciencia.
Si por el contrario nuestra posición mejora también es obra del Señor y para Él ha de ser nuestro agradecimiento. En ambos casos es el Señor quien lo ha hecho y todo está bien. En general el Señor se complace en humillar a quienes quiere ensalzar, para probarles, y desnudar a quienes piensa vestir. Su método es el más sabio y el mejor. 
Si sufro ahora humillaciones, bien que puedo regocijarme porque en ellas podré ver el preludio de mi elevación. Cuanto más somos humillados por la gracia más ensalzados seremos en la gloria. El empobrecimiento que conduce a nuestra riqueza siempre debe ser bien acogido.
Hoy me someteré a la soberanía de Dios. Él tiene la última palabra.

¡Oh, Señor! Tú me has humillado haciéndome sentir mi nulidad y pecado. 
Esta es una experiencia desagradable, pero te suplico que la hagas provechosa para mí. 
Hazme apto para soportar un mayor peso de gozo y una mayor actividad.
 Y cuando esté dispuesto para ello, concédemelo por el amor de Cristo. Amén.

El por qué de nuestro trabajo… - Reflexión - vídeo

Según cuenta la leyenda, un misionero cayó de un barco mientras navegaba en alta mar y fue arrastrado por el agua hasta la orilla de una remota villa de nativos. Personas de la villa le encontraron, le cuidaron y curaron, ya que estaba casi muerto por la falta de comida y de agua fresca. Vivió entre ellos durante veinte años adaptándose a su estilo de vida y forma de trabajo. No predicó sermones ni tampoco les inculcó su fe.Tampoco les leyó ni recitó las Escrituras.
No obstante, cuando alguien se enfermaba, él se sentaba con el enfermo a veces durante toda la noche.  Cuando estaba hambriento le daba de comer. Cuando se sentía solitario le ofrecía un oído para escucharle.  Enseñó al ignorante y siempre estuvo al lado del que se había equivocado.
Llegó un día en el que los misioneros entraron a esta villa y comenzaron a hablarles a las personas acerca de Jesús.  Después de escuchar su historia, la gente de la villa insistía en que Jesús ya había estado viviendo con ellos durante muchos años. ¡Vengan!, les dijo uno de ellos,¡se lo presentaremos!. Los misioneros fueron conducidos a una cabaña donde se encontraron con un compañero al cual habían perdido hacía mucho tiempo. Le habían encontrado.
El por qué de nuestro trabajo siempre determina cómo vivimos.
Lo que haga un hombre no determina si su trabajo es sagrado o laico, sino el por qué lo hace.
Colosenses 3:23-24
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres… porque a Cristo el Señor servís.

De Patmos a Silver Street - devocional

“Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos (…) Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”
(2 Corintios 4:8,9,11).
Domiciano le desterró pensando que acabaría así con su influencia. Le envió a Patmos como un preso común. Debía trabajar en las canteras de sol a sol aunque no había cometido delito alguno. Aquella isla rocosa de 34,6 kmen el Mar Egeo pretendía ser una tumba, pero se convirtió en un escenario de lo milagroso y lo extraordinario. Fue allí donde Jesús se le reveló al anciano Juan y le mostró visiones impresionantes. Fue allí donde este apóstol escribió el asombroso libro de Apocalipsis. El impacto de su testimonio y del mensaje recogido en el Libro de las Revelaciones de Juan no podrá medirse nunca por lo prodigioso de su alcance. Lo que pretendía ser un lugar de condena y muerte Dios lo convirtió en una catedral donde se manifestó a su siervo, y en el espacio apropiado para inspirar un libro. A Dios nada le limita y las decisiones de los hombres le son indiferentes cuando desea dar cumplimiento a un plan divino.
En el año 1660, otro Juan, pero de apellido Bunyan, era también encarcelado por predicar el evangelio. No lo puso en prisión un emperador romano, sino Carlos II, rey de Inglaterra. Su fiereza contra todos aquellos que no eran católicos o anglicanos fue tal, que hizo que más de 2000 pastores fueran despedidos de sus funciones y muchos de ellos fueron desterrados, apresados o asesinados. Bunyan fue llevado cautivo a la prisión de Silver Street, en la ciudad de Bedford. Sus biógrafos le describen alto, pelirrojo, de nariz prominente, una boca bastante grande y ojos azules y brillantes. Pero lo que más destacaba en él era su tenacidad y su convicción de la bondad de Dios. Viudo desde hacía cinco años y separado de sus cuatro hijos, uno de ellos ciego de nacimiento, se dio a la tarea de escribir un libro: El Progreso del Peregrino. Doce años de penurias no pudieron arrancarle la fe. Su fe saludable y creciente a pesar de su injusto encarcelamiento nos estimula hoy, varios siglos después. Su libro, El Progreso del Peregrino, ha sido uno de los más traducidos y leídos del mundo.
Un hombre o una mujer con Dios sufre las prisiones, le laceran los destierros y le afectan las separaciones, pero no puede abandonar a su Señor y no puede desertar de su llamado por tristes que sean los tiempos. Ya sea en una Isla de 32 kmo en una celda estrecha e insalubre ha de cumplir su cometido, esa misión por la que Dios le ha colocado en la tierra. La desdicha puede acaecerle, las penurias de este mundo caído pueden ser para él acuciosas visitantes, pero su fe no retrocede y su amor a Dios no mengua.
Por contradictorios que sean los tiempos nada puede detener a un creyente en su compromiso con Dios. Domiciano no pudo detener a Juan,... Carlos II no pudo callar a Bunyan. No dejes que ningún hombre frene tu andar en obediencia, o que alguna extraña circunstancia silencie tu testimonio. Honra a Dios desde tu integridad, exáltale desde tu laboriosidad, anúnciale desde tu persistencia. "Somos espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres” (1 Corintios 4:9). Nuestra férrea determinación en seguir el ejemplo de Jesucristo y nuestra franca decisión de obedecer su Palabra están por encima de la malaventura.

Las circunstancias no necesariamente serán prometedoras, pero nuestro Dios estará con nosotros. No estamos donde estamos por azarosas eventualidades, ni por caprichos de hombres inicuos. Estamos aquí porque agradó a Dios que así fuera. No tenemos que entenderlo todo, ni siquiera saber tiempos o sazones que corresponden a los soberanos designios de Dios. Lo que resta es vivir a la altura de nuestro sacro llamamiento, encarando el presente con santo andar cristiano, y proyectándonos hacia el futuro con la certeza de que Dios estará allí.

El mensaje olvidado de Jesús - Vídeo Reflexivo


El hombre por naturaleza está destituido de la Gloria de Dios, es decir que, por muy bueno que seas en tu vida, si no reconoces a Jesús como tu Salvador la gracia de la salvación nunca llegará a tu vida; reflexiona por un momento, ven a Jesús, Él te está esperando con los brazos abiertos.

Las Instrucciones de Dios - Powerpoint

Un día le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra…


Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:
Sé como el sol: Levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna, brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz mayor.
Sé como los pájaros, come, canta, bebe y vuela.
Sé como las flores, enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces
Sé como el buen perro, obediente a su Señor, pero a nadie más.
Sé como la fruta, bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día, que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis, da tu agua al  sediento.
Sé como la luciérnaga, aunque pequeña, emite su propia luz.
Sé como el agua, buena y transparente.
Sé como el río, siempre hacia  adelante.
Y sobre todas las cosas, sé como el cielo: La morada de Dios.
Señor, no permitas que me quede donde estoy.
Ayúdame a llegar a donde Tú quieres
Que tengas un lindo día
Descarga este Powerpoint aquí:     Las Instrucciones de Dios