martes, 18 de septiembre de 2012

El hermoso color del amor - reflexión

¿De qué color es Dios?,
preguntó el niño de piel clara.
¿Es blanco como yo,
son sus cabellos dorados como el sol?

¿Es Dios moreno como yo?.
preguntó el niño de piel con matiz bronceado.
¿Tiene el cabello oscuro y rizado,
son sus ojos negros o azulados?

Pienso que Dios es piel roja como yo,
se escucha decir al niño indio.
Lleva una corona de plumas,
y transforma en día nuestras noches umbrías.

Color de Dios
                                 Todos sabemos que allí está Dios,
                                  en todos los colores mencionados.
                              Pero ten esto por seguro: el único color de nuestro Creador,
                           es el hermoso color del amor.

                             Así que cuando tu alma vaya al cielo,
                          cuando tu vida llegue a su final,
                            Él estará esperando y hacia ti
su mano extenderá.

No habrá colores en el cielo,
todos seremos iguales.
Sólo serás juzgado por tus actos terrenales,
allí ni tu raza ni tu nombre serán importantes.

Así que cuando llegue tu hora
y admires a Dios arriba en su reino,
verás el único color que en realidad tiene valor,
y es el hermoso color del amor.

1 Juan 4:7-11:
“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios.
Y todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros:
en que Dios envió a su hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su hijo en expiación por nuestros pecados.
Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
Nadie ha visto a Dios Jamás. Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros."

Un sueño hermoso - reflexión

Treinta hombres con los ojos inyectados en sangre y despeinados estaban de pie ante un juez del tribunal de la policía de San Francisco.  Eran parte del grupo de borrachos y revoltosos que a diario se presentaban ante el juez. Unos eran ancianos y endurecidos mientras  que otros dejaban caer con vergüenza sus cabezas sobre su pecho.
El desorden momentáneo que se creaba al traer los prisioneros cesó y en ese momento de calma algo extrañó sucedió. Se dejó escuchar una fuerte y diáfana voz que comenzó a cantar: "Anoche mientras dormía tuve un sueño tan hermoso"...
¡Anoche!  O fue una pesadilla o podía parecer un estupor de borrachera para todos. La canción hablaba sobre un contraste directo y convincente:  "Yo estaba de pie en la antigua Jerusalén, allí junto al Templo"...
La canción continuó.  El juez hizo una pausa e indagó con serenidad al respecto. Allí estaba, era un antiguo integrante de una compañía de ópera muy famosa en toda la nación quien esperaba ser enjuiciado por falsificación.  Era él quien cantaba desde su celda.
Mientras tanto, la canción continuaba y cada hombre que se encontraba en fila se emocionó.  Uno o dos de ellos cayeron de rodillas; un chico exclamó entre sollozos: ¡Oh madre, madre!
Los sollozos podían escucharse desde cada esquina de la sala del tribunal. Por fin un hombre protestó y dijo: ¿Señor juez, tenemos que someternos a esto?, estamos aquí para recibir nuestro castigo, pero esto…  Y él también comenzó a llorar.  Era imposible proceder con los asuntos del tribunal y sin embargo el juez no dio la orden de detener el canto:  ¡Jerusalén, Jerusalén!  ¡Canta, porque la noche se acaba!  ¡Hosanna en las alturas!
En un éxtasis de melodía se dejaron escuchar las últimas palabras, y luego hubo silencio. El juez miró los rostros de los hombres que estaban frente a él.  No había ni uno sólo que no se hubiera conmovido por la canción; ni uno sólo en quien no se produjera un impulso de piedad.
El juez no llamó por cada caso individualmente; compartió con los hombres unas bondadosas palabras de consejo y luego les despidió a todos.  Ningún individuo fue multado o sentenciado esa mañana.  La canción logró hacer mayor bien que cualquier castigo.
Apocalipsis 21:10
Y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios.

El dolor de pecar - devocional - vídeo

Es una realidad que todos tenemos luchas diarias; áreas de nuestra vida con las que llevamos años luchando por tratar de cambiarlas pero, en muchos casos, no hemos avanzado mucho.
Si realmente has nacido de nuevo sientes un dolor muy profundo al fallar siempre en las mismas áreas; te sientes mal, puede que llores muchas veces al ver que no puedes mantener tu palabra de no volverlo a hacer.
Para aquellos que un día conocimos al Señor y tuvimos un encuentro real con Él no es una sensación bonita la que se siente al fallarle a Dios. De hecho cuando le fallamos sentimos como que todo se nos vino abajo, como si Dios ya estuviera cansado de nosotros o como si nunca fuésemos a cambiar.
¿Te ha pasado?, ¿Has experimentado esa sensación de saber que no tienes que hacer eso, pero a pesar de ello lo haces y luego te sientes muy mal contigo mismo? Y es que la mayoría de nosotros sabemos muy bien que no tenemos que actuar de ciertas maneras, que quizá, en ocasiones, mientras has estado llevando a cabo tu fallo has sentido que no tienes que hacerlo; sin embargo no puedes pararte a pesar de que sabes que después te sentirás mal.
Si alguien no se identifica con situaciones como estas o parecidas es porque quizá no es de este planeta, pero para los demás humanos TODOS hemos sentido esa horrible sensación de saber que le fallamos a Dios, a pesar que sabíamos de antemano muy bien que no teníamos que hacerlo.
¿Sabes una cosa?: ese dolor que te causa fallarle a Dios es muy buena señal de que todavía hay oportunidades para ti. Ese mal sabor de boca que te deja fallarle habla de que el Espíritu Santo de Dios está en tu vida reprendiéndote todavía. Sería un gran problema que fallaras y no sintieras el mínimo dolor por hacerlo; esa es una señal que estás a punto de morir espiritualmente pero, si sientes dolor por hacerlo entonces tienes que tener la seguridad de que hay una oportunidad más para ti.
Sentir dolor por pecar o fallarle a Dios habla de que tenemos conciencia real del error que cometimos y que nuestro corazón y espíritu no quisiera hacer eso, pero que lastimosamente nos dejamos dominar por nuestros deseos carnales y pecaminosos.
Ahora bien, es necesario detectar qué es lo que está pasando, por qué fácilmente estás cayendo en ese error. En la mayoría de los casos es porque estamos descuidando nuestra vida espiritual; seguro  que estás orando menos, seguro que hasta dejaste de leer la Biblia, quizá no te estás congregando o no estás teniendo contacto con personas que espiritualmente te pueden ayudar, sino que estás haciendo todo lo contrario y teniendo comunicación constante con personas que lo menos que te enseñarán es a ser agradable a Dios.
¿Por qué no comenzamos de nuevo? Sí; si sientes dolor al pecar, si sientes dolor al fallarle a Dios, es porque HAY OPORTUNIDAD PARA TI. ¿Qué es lo que tienes que hacer?: sólo recuerda los episodios de tu vida en los que te sentiste plenamente feliz, seguro que esos fueron aquellos en los que estabas muy cerca de Dios y que, al estar cerca de Él, en tu mente no cabía otro pensamiento que no fuese el de agradarle.
A veces al ver el deterioro de nuestro estado espiritual se nos olvida que no estuvimos así siempre, que hubo momentos en los que dimos todo de nosotros y que nos sentimos plenamente gozosos, que hubo tiempos en los que espiritualmente avanzamos mucho, quizá porque dispusiste tu corazón o quizá porque renunciaste con determinación a aquello que significaba tu perdición.
Debes volver a esos momentos, a que hagas lo mismo que en esos momentos de felicidad plena hacías, comienza a orar nuevamente, comienza a leer la Biblia otra vez, a congregarte más a menudo. Sírvele al Señor, sé humilde, que tus oídos se vuelvan tan humildes que, no importando a quien escuches predicar la Palabra, puedas aprender algo que te ayude en tu vida.
Quita de tu vida todo orgullo que no te deja prosperar y que te está arruinando, no creas que lo sabes todo o que nadie te puede enseñar nada nuevo que no sepas, mejor aprende como un niño, como que si fuera la primera vez que estás aprendiendo de Dios, porque si sigues creyendo que lo sabes todo la realidad es que no sabes nada, porque la sabiduría de una persona no se define por toda la teoría que sabe, sino por su forma de poner en práctica su conocimiento y vivirlo.

“Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma.” 

Mateo 11:29 (Nueva Traducción Viviente)
La única forma efectiva para comenzar de nuevo y triunfar en la vida espiritual es ser humilde para reconocer dónde estamos fallando, y tener la suficiente determinación para decidir salir de ese lodo en el que hemos caído. Entonces Dios te dará la fuerza que necesitas para salir adelante de cualquier situación, pues tu humildad y determinación son la llave que abrirá la bendición de Dios sobre tu vida.

¡ADELANTE, TÚ PUEDES PORQUE DIOS ESTÁ CONTIGO!

“Dios está obrando entre ustedes. Él despierta en ustedes el deseo de hacer lo que a Él le agrada y les da el poder para hacerlo.” 

Filipenses 2:13 (Palabra de Dios para Todos)

Viviré En La Certeza de lo que se Espera - vídeo

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” Hebreos 11:1.
Cuántas veces he entendido erróneamente lo que es realmente la fe. He pensado en la fe como algo que yo mismo produzco por mi esfuerzo, cuando en realidad la Biblia dice que la fe viene de Dios. Es Él quien siembra la fe en mi corazón y, después de sembrar esa fe, la circunstancia se presenta como el terreno apropiado para que nazca en mí la potencialidad de Dios en todo su esplendor. Necesito entender este principio para vivir en la certeza de lo que se espera.
Si yo tengo un hijo enfermo y no sé nada de medicina, lo que hago es llamar al doctor y poner la vida de mi hijo en las manos de ese doctor. Cuando le llevo al doctor hay en mí una seguridad de que el médico tiene el suficiente conocimiento para manejar ese problema y no voy a interferir en ese trabajo; sólo me siento a esperar y tengo la certeza de que sus conocimientos arrojarán luz sobre ese problema. Pues con mucha más razón debo manejar las cosas espirituales con certeza, sabiendo que el Creador tiene toda la sabiduría necesaria para resolver los más grandes conflictos de la vida.
La certeza que viene de la fe, que Dios da, viene al entender que Dios realmente es el Creador de todo y que nada escapa de su mano. Su poder es sin igual y grande. Debo confiar en Dios en el tiempo de la turbación y de la tempestad.  Necesito confiar en Él con toda mi alma hasta el último día de mi vida y dejar que la certeza germine hacia lo que se espera. El Señor es el Dios de la esperanza y en Él yo esperaré.
Señor,  Gracias por ser el Señor de la esperanza.  En medio de un mundo lleno de desesperanza hoy quiero descansar plenamente en ti y dejar que la certeza que viene de ti, pueda germinar hacía lo que se espera.  Cuán grande es la esperanza que viene de tu mano.  Fortaleza y Gracia vienen de ti. Amén.

Una Milla Más - Reflexiones - Caminando solo una milla

Una Milla Más
Howard Head, brillante innovador que revolucionó dos deportes, al inventar el ski metálico y la raqueta de tenis metálica de tamaño mediano, literalmente hizo de todo.
Cuando se necesitaba barrer el piso, él lo barría, cuando la fuerza de las ventas necesitaba una charla de estímulo, él la daba. Hacía todo lo que se necesitaba hacer.
George Halas o “Papa Bear”, refiriéndose a su fundación de los Chicago Bears decía: ”Uno tiene que hacer cualquier cosa que sea necesaria”. Halas, miembro del Hall de la Fama como jugador de fútbol americano y entrenador, y quien ha tenido más triunfos que cualquier otro hombre en la historia del fútbol americano profesional hacía prácticamente cualquier cosa por su equipo.
Se sabía que él reparaba las duchas, marcaba el campo con tiza, recogía las toallas mojadas después de los entrenamientos, les vendaba los tobillos a sus jugadores y sacaba el barro acumulado en los tacos de sus zapatos. En otras palabras, hacía más de sus obligaciones contractuales debidas. Es decir, caminaba una milla más.
En el mundo hay muchos que escasamente caminan la primera milla pero no dan más. Cumplen sólo con su deber pero no van más allá. Los encuentra uno en las oficinas públicas o privadas.
Cumplen escasamente con su horario y hacen solo lo que se les asigna. No estamos hechos sólo para caminar una milla sino para ir más allá.
Dios ha puesto un potencial en nosotros y Él espera que lo explotemos para su gloria. ¿Lo harás hoy?
Si un soldado les obliga a llevar una carga por un kilómetro, cárguenla por dos. A quien les pida algo, dénselo, y a quien les pida prestado, préstenle. Mateo 5:41,42
¡Que nuestro Señor Jesucristo llene de amor sus vidas!. Fil 4:23
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Col 3:23

Caminando solo una milla
Gene Marine, editor del Bellefontaine Examiner, envió una vez a un joven reportero de deportes a cubrir un importante juego pero cuando el joven regresó no traía la historia alguna. Marine le preguntó por qué y el reportero le contestó:
—No hubo juego.
—¿Que no hubo juego? ¿Qué ocurrió?
—El estadio se vino abajo—respondió el reportero.
—Entonces, ¿dónde está la crónica del derrumbe del estadio?—preguntó el editor.
—Usted no me dijo que cubriera eso, señor—respondió el reportero.
El potencial de una noticia sensacionalista se hizo agua por la incapacidad de un joven de pensar bien.
La confianza significa más que sólo querer ser responsable. Este deseo debe complementarse con un buen juicio que permita ser de valor real para el equipo.
Son muchas las personas que viven sólo para hacer lo que se les dice que hagan. Una puerta muy grande se abre para aquel que hace mucho más de lo que le piden. No seas de los que caminan sólo una milla; eres llamado para ser de los que caminan una milla extra, porque a esos se les abren  nuevas oportunidades. Hoy es un día muy bueno para caminar una milla extra.

Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Mateo 5:41