lunes, 27 de agosto de 2012

Lo Unico que Quiero - Reflexión con vídeo

Lo único que quiero
Es cuando veas mi vida
Encuentres algo verdadero

Un corazón sincero

Lo único que quiero

Es que si necesitas
De alguien que cumpla tus sueños
Quiero ser el primero

Lo único que quiero

Es cuando veas mi vida
Encuentres algo verdadero
Un corazón sincero

Lo único que quiero

Es que si necesitas
De álguien que cumpla tus sueños
Quiero ser el primero

Dios mío yo quiero corresponder

Al amor que tú me das
Quiero amarte de verdad
En mi diario caminar

Y cuando tú regreses

Me encuentres haciendo
Tu voluntad

No dejes que mi vida

Se desperdicie en cosas
Que la pena no valdrán
Afanes ya no más

Sino que cada día

Aplique tu palabra
En mi forma de pensar
Mi diario caminar

Dios mío yo quiero corresponder

al amor que tú me das
Quiero amarte de verdad
En mi diario caminar

Y cuando tú regreses

Me encuentres haciendo
Tu voluntad

La entrega y la pasión en ti

Yo quiero en mí tener
Y cada día esforzarme
Por tu amor corresponder
Soy de ti

Dios mío yo quiero corresponder

al amor que tú me das
Quiero amarte de verdad
En mi diario caminar

Y cuando tú regreses

Me encuentres haciendo
Tu voluntad


Buscaré Ser Humilde

Y da gracia a los humildes. Santiago 4:6.
Los corazones humildes buscan la gracia y la alcanzan. Los corazones humildes se someten a su dulce influencia, y por eso se les concede con mayor largueza. Los corazones humildes habitan en los valles donde corren los arroyos de la gracia, y beben de sus aguas con abundancia. Los corazones humildes agradecen esta gracia y glorifican a Dios por ella.
Por eso, quedarle agradecido está en consonancia con la honra de Dios. Ven, querido lector, y acepta un lugar humilde. Hazte pequeño a tus propios ojos para que el Señor pueda hacer contigo grandes cosas. Tal vez digas: «Temo no ser bastante humilde». Este lenguaje puede ser el de la humildad. Algunos se envanecen de su humildad, lo cual es el peor de los orgullos. 
Somos menesterosos, inútiles, indignos, merecedores del infierno, y si no somos humildes, deberíamos serlo.
Humillémonos por haber pecado contra la humildad, y gozaremos del favor del Señor. La gracia es la que nos hace humildes, y esta humildad nos brinda ocasión para derramar mayor abundancia de gracia. Humillémonos para que seamos levantados.
Seamos pobres en espíritu para que el Señor nos enriquezca. Seamos humildes para que no tengamos que ser humillados, sino que, por el contrario, por la gracia de Dios seamos ensalzados.
Hoy por lo tanto entiendo que Dios espera de mí humildad para derramar su gracia sobre mi.
Señor, Gracias por tratar profundamente con mi corazón y desafiarme a vivir en humildad entregando todo mi orgullo infructífero en tu altar. Sé que de esa manera tu gracia me cubre. Amén.

En un almuerzo presidido por Mark Young, gobernador de Hong Kong, una dama de las más distinguidas se sintió menospreciada al descubrir que estaba sentada al extremo de la mesa, en vez de estar cerca del anfitrión.
Al terminar la comida, se acercó a Mark y le dijo con sequedad: “Según parece, no se preocupa usted de dónde se sientan sus invitados.”
“Señora”, replicó el gobernador, “a la gente realmente importante no le interesa el sitio donde se sienta; y sucede a veces que quienes se interesan por el sitio no son importantes.
Isaías 57:15
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
Isaías 66:2
Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

El Ratón Campesino y El Cortesano - reflexión-vídeo

Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y le invitó a que fuese a comer a la campiña. Pero como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
“¿Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y los tendrás a tu disposición ”.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón cortesano a su amigo trigo, legumbres, higos, queso, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte.

Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta. Espantados por el ruido, los dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona entró en el lugar, y al verla, los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse.
Entonces el ratón de campo, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano: “Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie”.
Es tu decisión escoger el disponer de ciertos lujos y ventajas que siempre van unidos a congojas y zozobras, o vivir un poco más austeramente pero con más serenidad.
Fábula de Esopo

Que tengamos siempre una vida llena de paz y tranquilidad y que no cambiemos jamás eso por las simples cosas materiales. Dios tiene paz para tu vida y tranquilidad para tu mente. Rinde tu vida a Él y tendrás "paz".

Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa. Proverbios 21:9

Oraciones Egoístas - Crecimiento Personal

Ya estoy cansado de pedir y pedir y Dios no me responde. ¿Acaso es que soy tan malo? ¿O es que Dios es insensible a mi necesidad? Trato de ser fiel, voy a la Iglesia, doy ofrendas y en lo que puedo ayudo al necesitado, pero de regreso lo único que recibo son turbaciones y dolores. ¿Puede darme una respuesta?
Así me dijo ese hombre alto con cuerpo de atleta pero con un corazón como el de un niño, niño desesperado porque sus juguetes no aparecen por ningún lado.
Los evangelios nos presentan la petición de oración que dos de los discípulos de Jesús le hicieron.
Se le acercaron Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo.
 —Maestro —le dijeron—, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. Marcos 10:35 .
¿Notó? “Queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. ¿Qué era lo que pedían?
Cuando el Señor les preguntó: ¿Qué quieren que haga por ustedes? Ellos respondieron que en tu Reino uno de nosotros esté a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Quizás, al leer la respuesta de ellos, nosotros moviéramos la cabeza en señal de desaprobación mientras dijéramos internamente: “¿Qué les pasa a estos dos discípulos?”. Sin embargo, si revisásemos muchas de nuestras oraciones tendríamos que dejar de desaprobar esa acción de los dos seguidores de Jesús para cambiar nuestra manera de orar.
Si somos sinceros, muy sinceros con nosotros mismos, encontraríamos que con frecuencia hacemos ese mismo tipo de oración. “Queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”.
¿Se nos olvida acaso que la oración es un camino de dos vías? Por un canal voy yo, pero por el otro viene Dios.
Mis deseos no son los deseos de Dios. Por eso el Salmista escribió en el Salmo 37:4. “Deléitate así mismo en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón”.
La primera palabra en este verso es: “Deléitate” , la segunda es “Concederá” y la tercera es “Deseos”. Y estas tres palabras están en ese orden.
Deleitarse es encontrar sabor, gozo, placer y satisfacción y eso sólo se encuentra en el Señor, no en la gente ni en las cosas. Dios es el único que satisface y llena.
“Los ojos de todos se posan en ti, y a su tiempo les das su alimento”. Salmo 145:15.
Nuestros ojos se posan solo en Él. Eso es deleitarse. Cuando yo me deleito en el Señor mis deseos son desplazados y Él pone sus deseos en mí y entonces, y sólo entonces, se conceden los deseos del corazón que ya no son mis deseos sino los deseos de aquél en quien me deleité. En otras palabras, cuando comienzo mi oración "por deleitarme en su presencia" necesito estar listo para que esos deseos egoístas que me llevaron a orar sean desplazados por los deseos de Él.
Os voy a contar una historia: Hace unos años cuando llegamos a Madrid, mi esposa enfermó y al llevarla al hospital la doctora que la vio me dijo: “Señor, necesita dejar hospitalizada a su esposa en cuidados intensivos coronarios, porque el ritmo del corazón desciende demasiado y necesitamos valorarla con cuidado”. Tres días estuvo en el hospital. Las dos primeras noches me quedé en la habitación con ella casi sin dormir ya que el monitor que controlaba su ritmo cardíaco descendía y un sonido alertaba de esa anomalía. La tercera noche mi hija menor se quedó con ella y yo decidí irme a casa para interceder por mi esposa y pedir su sanidad. Cuando comencé a orar por su sanidad retrocedí y entendí que tenía que alabar a Dios primero y deleitarme en su presencia. Comencé a adorarle y alabarle y, en medio de ese tiempo de esa comunión con el Padre, cuando quise pedir por su sanidad, otro sentimiento estaba en mi corazón. Le dije al Señor: “Señor, pedirte que sanes a mi esposa me suena egoísta; más bien quiero  darte gracias por habérmela prestado durante casi cuarenta años y no me debes nada Señor, yo te debo a ti. Eres Soberano y si quieres llevártela, ¡quien soy yo para decirte que no!”.
Una ola de agradecimiento me envolvió. Al día siguiente cuando llegué al hospital, la doctora me dijo:  "Se le ha dado de alta....no tiene nada”.  Dios es soberano y Él sabe cuándo y cómo contestar.
Amado, amada…no uses la oración como una pastilla sedante para calmar tus angustias, ni para exigirle a Dios nada. Él no nos debe nada.  Nosotros le debemos a Él.
Oraciones egoístas  nos cargan, oraciones de deleite nos liberan.  No es lo que yo quiero, sino lo que Él quiere. No le reclames a Dios, deja que Él te reclame.
“Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa”.  Salmo 43:4.
“Entonces hallarás tu gozo en el Señor; sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar, y haré que te deleites en la herencia de tu padre Jacob. El Señor mismo lo ha dicho”. Isaías 58:14.
Renunciemos a nuestras oraciones egoístas y entremos en sus atrios para deleitarnos.

La Otra Mujer - Reflexiones con Vídeo

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Después de varios años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Desde hace poco había comenzado a salir con otra mujer, en realidad había sido idea de mi esposa.
“Tú sabes que la amas.” Me dijo un día, tomándome por sorpresa. “La vida es demasiado corta, debes dedicarle tiempo.”
“¡Pero yo te amo a ti!” Protesté.
“Lo sé. Pero también la amas a ella.”
La otra mujer, a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi MADRE, quien era viuda desde hacía 19 años, pero las exigencias de mi trabajo y mis 3 hijos hacían que sólo la visitara ocasionalmente Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine. “¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?” Me preguntó mi madre. Ella es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche, o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
“Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo.” Le respondí. “Los dos solos.”
Reflexionó sobre ello un momento. “Me agradaría muchísimo.” Dijo.
Ese viernes conducía para recogerla después del trabajo. Me encontraba algo nervioso. Era el nerviosismo que antecede a una cita… Y, ¡por Dios!, cuando llegué a su casa advertí que ella también estaba muy emocionada con nuestra cita. Me esperaba en la puerta con su abrigo puesto, se había rizado el cabello y usaba el vestido con que celebró su último aniversario de boda; su rostro sonreía e irradiaba luz como un ángel.
“Le dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo, y se mostraron muy impresionadas.” Me comentó mientras subía a mi coche. “No pueden esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.”
Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí acogedor; mi madre se aferró a mi brazo como si fuera la primera dama de la nación. Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos solo veían grandes figuras. Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mamá estaba sentada al otro lado de la mesa y me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
“Era yo quien leía el menú cuando eras pequeño.” Me dijo.
“Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolverte el favor.” Respondí.
Durante la cena tuvimos una agradable conversación; nada extraordinario, sólo ponernos al día de la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.
“Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar.” Dijo mi madre cuando la llevé a casa. Asentí. La besé, la abracé.
“¿Cómo estuvo tu cita?” Quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
“Muy agradable… Mucho más de lo que imaginé.” Contesté.
Días más tarde mi madre murió de un infarto masivo. Todo fue tan rápido que no pude hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo, y una nota que decía:
La cena la pagué por anticipado. Estaba casi segura de que no podría estar allí de nuevo, y por eso pagué 2 platos más, uno para ti y el otro para tu esposa. Jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí.
Te amo.
En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo: “TE AMO” y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia, dales tiempo, porque ellos no pueden esperar.
Éxodo 20:12 “Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da.”