martes, 21 de agosto de 2012

Hoy… No Quiero - Poemas Cristianos


Hoy no quiero que me des oportunidades fáciles,
Decido armarme de valor y coraje 
para emprender nuevos retos,
Subir altas montañas y enfrentarme a mi peor enemigo, el miedo
Hoy no quiero que me des fuerza para soportar,
Prefiero tomar una dosis de esperanza
Porque me permite soñar con los ojos abiertos
Y no dejarme despertar por el pesimismo.


Hoy no quiero que me des paciencia,
Prefiero que me des perseverancia; 
me hace falta para mantenerme en pie 
al ver que la distancia que he recorrido 

es igual a la que me falta por recorrer.


Hoy no quiero ver un día más,
Quiero ver el día que con amor y dedicación 

te empeñaste en crear para mí,
 
para que con valor afronte mis miedos,
para que con esperanza sueñe contigo
y con perseverancia alcance tus sueños…
(…) porque nunca decayeron tus misericordias.
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. (Lamentaciones 3:22-23)

Un hombro para llorar - Reflexiones-vídeo

Quien no ha visitado Chascomús se ha perdido una experiencia formidable: excelentes paisajes naturales que se entremezclan con antiguas estancias y nuevos diseños arquitectónicos, una inmensa laguna que constituye un atractivo único para la pesca y la práctica de diversas disciplinas náuticas, y una población que recibe con suma calidez a los turistas que llegan a su ciudad cada fin de semana.
A pesar de las tremendas inundaciones que han azotado su geografía a lo largo de su historia, la actividad agrícola y agropecuaria sigue adelante gracias al compromiso de quienes trabajan, viven y sienten suya esta hermosa ciudad de la provincia de Buenos Aires.
¡Tengo tantos buenos recuerdos! ¡Tantas anécdotas que contar del tiempo que viví allí durante mi niñez!
Corría el año 1983 y mi primer grado en la escuela primaria me atemorizaba, para qué negarlo.. A mis seis años de edad empezaba a comprender que la situación nacional estaba cambiando. ¡Y cómo no darme cuenta! El candidato que ganó las elecciones presidenciales, constituyendo el retorno de la democracia argentina, era nada más ni nada menos que un chascomunense: Raúl Alfonsín.
Pero lejos de la política y los cambios que estaban por llegar, ese año también ocurrió algo que me sacudió: uno de mis compañeros, Lucas Alfonsín, sobrino del presidente electo, sufrió el fallecimiento de su mamá. ¡Imagínense! ¡Seis años de edad! Debo confesar que no sabía qué hacer. Mis compañeros tampoco. Estábamos profundamente consternados.
Aquella fue la primera vez que sentí muy de cerca el sufrimiento ajeno, y no supe qué hacer. Luego, a través de los años, sucedieron otros hechos similares con amigos, familiares y gente que conozco. Nuevamente no supe qué hacer.
¿Pero sabe algo? Finalmente llegué a la conclusión de que aquel que sufre no espera sólo nuestros consejos o nuestros buenos deseos. Sencillamente necesita un hombro sobre el cual llorar, una mirada que preste atención y dos oídos dispuestos a escuchar. Alguien, en definitiva, que traspase la estructura de las frases hechas y con su propia vida exprese: aquí estoy, te acompaño, puedes contar conmigo.
La Biblia señala: El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida. Las palabras amables son como la miel: endulzan la vida y sanan el cuerpo (Proverbios 12:18, 16:24).
Seamos parte del cambio.. ¡una persona a la vez!
Cristian Franco
Muy cerca de ti quizás hay alguien que necesita solo un hombro para llorar.
Mateo 5
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

El Verdadero Éxito - Crecimiento Personal-vídeo

Constantemente escuchamos hablar acerca del éxito. A diario se exponen ante nosotros diversas opiniones de todo lo que nuestra sociedad actual ha incluido en este concepto. Si alguien es vistoso, si llama la atención, si puede producir un aplauso, la admiración y el reconocimiento de otros, entonces lo consideramos exitoso. También, si lo que haces produce dinero la gente te etiqueta como alguien exitoso.
En muchas ocasiones no importa quién eres realmente como ser humano; si posees riquezas materiales eres importante pues el dinero se considera un pilar fundamental del éxito en estos días.
Un científico puede pasar años enteros de su vida lidiando una y otra vez con el fracaso, hasta llegar finalmente a un descubrimiento de alcance trascendental a través del cual se puede beneficiar, literalmente, el planeta entero; sin embargo, éste nunca llegará a ganar lo que un artista de Hollywood gana con su actuación en una sola película.
Los dos pueden ser perfectamente considerados como personas exitosas, y realmente lo son. ¿Pero qué es lo que causa que en nuestra sociedad le demos mayor trascendencia al segundo que al primero?
Un deportista se forma con mucha disciplina y con grandes esfuerzos de su voluntad; son muchos años de dedicación y de sacrificios, y merecen toda nuestra admiración y respeto. ¿Pero qué hace que un gol valga más que el descubrimiento de una vacuna?  ¿Por qué una joya o un vestido de diseñador pueden tener mayor valor monetario que una cirugía capaz de devolverte la vida?

 Vivimos en un mundo de valores invertidos, le damos mayor trascendencia a las cosas más efímeras de la vida, y aquellas que realmente valen son vistas con menosprecio o dejadas de lado. 
Sólo un porcentaje mínimo de la población mundial puede llegar a alcanzar lugares de relevancia publicitaria. Sólo un grupo muy reducido es premiado por el reconocimiento de los medios audiovisuales, y un porcentaje mínimo recibe una paga justa en concordancia con lo que hace; de tal manera que si partimos de esta premisa en la consecución del éxito, muy probablemente sólo obtendremos una gran frustración y nos sentiremos desolados.
La vida se va forjando de pequeñas batallas que se libran a diario, los verdaderos retos de un ser humano trascienden la barrera de lo material. El verdadero éxito es el que se alcanza cuando logramos dominar nuestras pasiones y deseos egoístas; ése que hace que lo que hacemos por nosotros mismos redunde inexorablemente en el bien de otros; ése que se convierte en un proceso de vida más que en un logro momentáneo; esa clase de éxito, la mayoría de las veces, no puede ser apreciado por nuestros sentidos, sólo se logra captar con los ojos del alma.
Creo, sin temor a equivocarme, que todos los seres humanos tenemos un propósito que cumplir en nuestras vidas. Creo que todos somos importantes en la posición y en el lugar que Dios ha establecido para nosotros. Descubrir ese propósito, en mi humilde opinión, representa el éxito más grande que cualquier ser humano puede alcanzar y le confiere a nuestras vidas un valor sin igual.
Es algo así como ser parte de una gran orquesta y ejecutar nuestro desempeño en el tiempo correcto, en el momento perfecto en que nuestra intervención contribuye con la maravillosa armonía de la música que se produce y deleita a muchos. 


”Intenta no volverte una persona de éxito, sino una persona de valor” Albert Einstein
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Un helado para el alma - reflexión

La semana pasada llevé a mí hijo a comer a un restaurante. Mi hijo de dos años me preguntó si podía bendecir la mesa antes de comer lo que nos habían traído. Mientras inclinamos nuestras cabezas, y plegamos nuestras manos, mi niño dijo:
- Dios es bueno, Dios es grande. Te doy gracias por los alimentos que vamos a comer y te agradecería aún más si hay helado como postre. Y que haya libertad y justicia para todos. Amén.
Junto con algunas risas que provenían de las mesas de al lado, escuché a una mujer decir:
- Esto es lo malo de este país. Los niños de hoy ni siquiera saben cómo orar. Preguntarle a Dios por un helado... ¡Qué tontería!.
Al escuchar tan duro comentario, mi hijo rompió a llorar y me preguntó si había hecho algo malo y si Dios estaría molesto con él. Le abracé y sequé sus lágrimas diciéndole que había hecho un magnífico trabajo y que Dios de ninguna manera estaría molesto con él.
Tan pronto acabé de decir estas palabras, un anciano se aproximó a nuestra mesa. Le hizo un pequeño guiño a mi hijo, se agachó a su costado y le dijo:
- Estoy seguro que Dios pensó que fue muy buena tu oración.
-¿De verdad? - respondió mi hijo.
- Totalmente seguro. Luego en susurros le dijo: “Es lamentable que ella, señalando a la mujer con el dedo, nunca le pida a Dios por un helado. A veces, un poco de helado es bueno para las almas”.
Naturalmente compré helado para mi hijo, de postre. Después de terminar su helado mi hijo se quedó un poco pensativo e hizo algo que nunca olvidaré durante el resto de mi vida.
Puso un poco de helado en uno de los platos que había sobre la mesa y sin pronunciar ni una sola palabra caminó por el restaurante y se paró frente a la señora.
Con una gran sonrisa le dijo:
-Esto es para usted. A veces el helado es bueno para las almas y la mía ya tuvo suficiente.
Mateo 19:14  Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos.

Hoy… No Seré Confundido, Ni Avergonzado

No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences. Isaías 54:4.
No seremos avergonzados de nuestra fe. Los escépticos pueden combatir las Escrituras sobre las cuales basamos nuestras creencias, pero el Señor demostrará de un modo cada vez más evidente que en este libro no hay error, ni exageración, ni omisión.
Ninguna deshonra hay en ser un creyente sencillo; la fe que mira únicamente a Jesús es una corona de honor sobre nuestra cabeza y que vale más que todas las condecoraciones que llevemos sobre nuestro pecho. No seremos avergonzados de nuestra esperanza. Ésta se cumplirá conforme a la promesa del Señor.
Seremos alimentados, guiados, bendecidos, y fortificados. Nuestro Señor vendrá y cesarán los días de nuestro luto. ¡Cuánta será nuestra gloria en el Señor que nos ha dado una esperanza viva y que después nos ha puesto en posesión de lo que esperábamos!. No seremos avergonzados de su amor. 

Jesús es el ser más digno de nuestro afecto y jamás nos avergonzaremos de haberle entregado nuestro corazón. 
La visión gloriosa de nuestro Bien Amado justificará nuestra entusiasta adhesión a su persona. Nadie censurará a los mártires por haber muerto por su causa. Mientras los enemigos de Cristo se verán cubiertos de vergüenza eterna, los que aman a Jesús serán honrados por todos los santos porque prefirieron seguir las enseñanzas del vituperado Cristo antes que los tesoros de Egipto.
Es por eso que no importa lo que esta sociedad haga o el enemigo intente ya que no seré avergonzado.
Señor, Gracias por levantar mi rostro resplandeciente por tu gloria y justicia. A pesar de las circunstancias, hoy sé que no seré avergonzado. Amén.

“Mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”  Filipenses 1:20.
Hoy por la mañana estuve meditando en este pasaje y dije dentro de mí: el anhelo de Pablo es también el mío, porque hoy no quiero ser avergonzado en nada. Sé que la vida trae para mí oportunidades que parecen buenas, agradables, prósperas y hasta fáciles pero que a la postre pueden avergonzarme y hoy no quiero tomar ese camino.
Sé que me sentiré hoy avergonzado si no cedo al Señor toda mi vida. Si reservo para mí una partecita de mi vida o una parte de mi corazón, entonces llegará el momento en que me sentiré avergonzado. Hoy mi propósito final es que todo mi ser sea para su mayor exaltación y lo mejor de mí para su gloria.
¿Cómo puedo yo alcanzar en este día el nivel de entrega total al Señor?  ¿Tengo que esperar que algo sobrenatural suceda? ¿ Necesito hacer largas oraciones o promesas cotidianas?  ¿Acaso es un asunto de ser hoy más religioso que el resto del año o quizá de mi vida?  No, esto sólo lo alcanzaré cuando yo entienda que esto es un asunto de voluntad, no es un asunto de religiosidad, pensamiento nuevo y penitencias.
Necesito entregar mi voluntad al Señor y emprender el camino firme de entrega a Él, recordando que Él, primero, se entregó por mí y ahora espera que yo me entregue a Él.  Es una entrega total, absoluta e irrevocable de mi voluntad.  Cuando yo entrego mi voluntad a Él ya no queda nada para mí y todo le pertenece a Él.
Sé que mis peores enemigos en esto de entregar mi voluntad es mi egoísmo, mi autocomplacencia y mi terquedad.  Sé que muchas veces he discutido con el Señor cuando Él me pide una entrega completa, y en mis discusiones con Él me visto de religiosidad, de buena voluntad, y de comprensión hacia otros en mi necedad de entregarle mi voluntad.  Este día ya no voy a luchar más; en este día voy a tomar la  determinación de entregarle mi voluntad y así toda mi vida le pertenecerá y viviré para Él y entonces podré decir como el apóstol Pablo: en nada seré avergonzado.
Señor, Gracias por darme esta hermosa oportunidad de caminar en tu voluntad y en tu presencia.   Gracias porque sólo Tú eres  bueno.  Gracias por darme la oportunidad en este día de entregarte mi voluntad y ser tuyo en el 100 % de mi vida y así en nada seré avergonzado. Amén.
Señor, Gracias por levantar mi rostro resplandeciente por tu gloria y justicia. A pesar de las circunstancias, hoy sé que no seré avergonzado. Amén.