domingo, 12 de agosto de 2012

El Hombre Eterno De Tu Raza-Poemas cristianos-vídeo

Me duele, Señor, la condición del hombre,

Me duele su dolor, su tensa rabia;
Me duele su hastío y su pobreza,
Me duele su infortunio y su ignorancia.

Me duele verle triste y agobiado,

Perdido en sombras milenarias,
Vagando sin Ti, e indiferente,
El hombre que te ha dado las espaldas…

¡Cuánta miseria y cuánta extravagancia!

¡Cuánta risa hueca y cuánta lágrima!
¡Cuánta falta de amor, de amor genuino!
¡Cuántos gritos que se pierden en la nada!

Sí, Señor, me duele mucho el hombre,

Y mientras no me llegue a tu cruz para abrazarla,
Seguiré cargando a solas mi dolor,
Seguiré soportándolo en mi alma…

Déjame abrevar en tus aguas cristalinas,

Quita las espinas de mi llaga,
Quita este dolor que me destruye,
¡Y calma la sed de mi garganta!

Y mira, Señor… Ya no me duele el hombre,

Parece que el ayer no me importara,
¡Tu cruz ha sanado mis heridas!
¡Tu amor ha quitado aquella carga!

¡Y hoy soy feliz, feliz por siempre!

¡Estoy henchido de gozo y esperanza!
Y voy caminando, lentamente,
¡Construyendo el hombre con tu gracia!

Un nuevo hombre… Un hombre nuevo,

Que en un nuevo génesis se engarza,
Un niño, que te ama y que desea,
¡Ser el hombre eterno de tu raza!

Confianza Ciega - Crecimiento Personal - vídeo

Son pocas las personas a quienes les confiaría mi vida: a mi esposa, a mi familia, a unos pocos amigos y lo más importante, a Jesús. Aparte de ellos, confío algunas cosas en otras personas pero no hasta el punto de confiarles mi vida.
La gente es muy inconstante. Ahora son de una manera y de repente son de otra. Un día son tus amigos y el año siguiente no sabes nada de ellos. Inconstantes, infieles, egocéntricos, cambiando de un día para otro. Por supuesto, ellos tienen momentos o periodos de fidelidad, pero generalmente ser constante es todo un desafío.
Jesús, en cambio, es fiel. Él es constante. No es egocéntrico. Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Él es digno de confiar.
Es comprensible no confiar en los demás. Tiene sentido. Lo entiendo. Las personas hieren, traicionan, te abandonan, se olvidan de ti o hasta te son abusadores. Puede ser difícil confiar en ellos. Algo sobresale en el versículo que se menciona al final. Jesús sabía que no eran dignos de confianza, y sin embargo, aún así murió por ellos. Ninguna cantidad de errores disipará Su amor por ti. Él ya conoce todo sobre ti.
Aquí hay dos cosas que puedes hacer:
1. Confía en que Dios está trabajando en ellos. Si ellos conocen al Señor, entonces tienen el Espíritu de Dios en ellos. Confía que Dios está trabajando con ellos.
2. Sólo porque no puedes confiar en ellos no significa que no puedas amarles. Jesús no le confío su vida a ellos pero sí dio su vida por ellos. Sus infidelidades no excusan la tuya.
Es comprensible si no confías en ciertas personas. No tienes por qué confiar en todos. No debes confiarles tu vida ciegamente. Pero hoy, escoge el confiar en Dios y que Él está trabajando en ellos. Aún más importante, aunque no puedas confiar en ellos, todavía puedes amarles.
Juan 2.24 pero Jesús no confiaba en ellos porque conocía la naturaleza humana. 25 No hacía falta que nadie le dijera cómo es el ser humano.

Gracias a Mi Cristo - Poemas Cristianos

Hoy… Doy Gracias a mi Cristo.
Dando siempre gracias a Dios por todo al Dios y Padre, en el nombre de Nuestro Senor Jesucristo Efesios 5:20.
Hoy, cuando me levanté, escuché en el patio de mi casa los pájaros cantar alegremente mientras el sol bañaba con su manto toda la creación. Aún en mi cama, escuché el trinar de las aves y salió de mi corazón como un murmullo lleno de admiración la expresión: GRACIAS SEÑOR POR TODO LO QUE HOY ME DAS. Y entonces recordé las palabras de aquella poesía (Gracias a la Vida – Violeta Parra. Adaptación) que dice:
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me dio dos luceros que cuando los abro, perfecto distingo lo negro del blanco. Y en el alto cielo su fondo estrellado y en las multitudes los seres que yo amo”.
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado el sonido y el abecedario. Con él las palabras que pienso y declaro. Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando, la ruta del alma del que estoy amando”.
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado la marcha de mis pies cansados. Con ellos anduve ciudades y charcos. Playas y desiertos, montañas y llanos. Y la casa tuya, tu calle y tu patio”.
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me dió el corazón que agita su marco, cuando miro el fruto del cerebro humano, Cuando miro al bueno tan lejos del malo, cuando miro el fondo de tus ojos claros.”
“Gracias a mi Cristo que me ha dado tanto. Me ha dado la risa y me dado el llanto. Así yo distingo dicha de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes que es mi mismo canto. Y el canto de todos que es mi propio canto”. Gracias a mi Cristo…Gracias a mi Cristo.

Hoy, no quiero perder el agradecimiento, porque si pierdo el agradecimiento mi corazón se llenará de queja, quebranto, protesta y llanto. Quiero levantar mi frente y observar todas las pequeñas cosas que Dios me muestra y me regala. Si, hoy encontraré sin duda muchas angustias y problemas….pero antes de poner mis ojos ante el día, quiero poner mis ojos en los regalos que Dios me ha dado y poder expresar como el poeta….Gracias a mi Cristo.
Mucho camino tendré hoy por recorrer, pero a la orilla veré las pequeñas flores que parecen saludarme y decirme…"Dios nos ha puesto aquí para alegrar tu camino". Ya habrá tiempo suficiente para ver las piedras y charcos del camino, pero antes de eso, quiero ver los pequeños detalles que me harán cantar la nota de agradecimiento al Creador.
Gracias Señor. Tu amor es tan especial que cada día lo puedo sentir en las pequeñas y en las grandes demostraciones de tu bondad. Porque olvidarme hoy de tu bondad y tu amor. Déjame elevar ante ti esta nota de agradecimiento. Gracias Señor… recibo con gozo todas estas muestras de tu bondad y quiero, no sólo disfrutarlas, sino también compartirlas con otros. No quiero hoy contaminar las vidas de otros con lamentos y quejas, quiero llevarles la nota de agradecimiento que tanto han anhelado escuchar .

A Pesar De Las Aflicciones… Venceré - Venceré Al Mundo

Hoy A Pesar De Las Aflicciones… Venceré

En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33.
Las palabras del Señor son verdaderas también en lo concerniente a la tribulación, y sin duda alguna en ella 
yo 

tengo mi parte. Mientras estoy en la era, no puede permanecer colgado el trillo, ni tampoco olvidado. ¿Cómo puedo encontrarme en mi propio hogar viviendo en país de enemigos?, ¿Cómo puedo vivir gozoso estando en el destierro, y cómo en medio del desierto?


La tierra no es lugar de reposo, sino la mansión del horno, de la fragua y del martillo. Mi experiencia está de acuerdo con las palabras del Señor. Yo sé que Él me manda «confiar». Y, sin embargo, soy muy propenso a desalentarme. Mi espíritu se abate en seguida cuando me veo cercado de pruebas. Pero no debo ceder en este sentimiento. 


Cuando mi Señor me ordena confiar, no debo dejarme llevar por el abatimiento. ¿De qué argumento se sirve para animarme?: De su propia victoria. Él dice: «Yo he vencido al mundo». Su lucha fue mucho más penosa que la mía. Yo no he resistido todavía hasta la sangre.

Considera, alma mía, que el enemigo ha sido vencido una vez; por tanto, peleo con un adversario vencido. ¡Oh, mundo! Jesús te ha derrotado, y en mí, con su gracia, te vencerá de nuevo. Por eso tengo buen ánimo y canto a mi Señor victorioso. Confieso hoy que a pesar de mis aflicciones…el Señor vencerá en mí y através de mí.
Señor, Gracias porque ninguna de las aflicciones que experimento pueden igualar a tus aflicciones sufridas en la tierra y a pesar de eso venciste. Amén.

Venceré Al Mundo
“Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Juan 17:14.
Así que, ¿cuáles son algunas de las fuerzas de maldad que nos acosan en nuestro diario caminar con el Señor? La Biblia nos presenta cuatro categorías básicas de maldad que causan la muerte espiritual, traen pérdida, y roban la esperanza. Echémosle un vistazo a una de ellas.
El mundo obviamente. Aún para las personas que no creen en el Señor, la  maldad puede ser vista en el mundo que nos rodea. De hecho, te encontrarás con que una de las preguntas más comunes es cómo un Dios bueno pudo haber creado un mundo lleno de tanta maldad. Puede escapárseles el hecho de que no fue así como lo hizo, pero la evidencia de la maldad es irrefutable; no los fantasmas ni los duendes, sino la pobreza, la guerra, los crímenes y la miseria.
En verdad vivimos en medio de un mundo desposeído y debilitado que está lleno de todas las modalidades de angustia y ansiedad.  Las personas sufren y mueren a causa del curso actual de este mundo, un curso que nunca fue planeado por Dios.
Esta atmósfera enferma que nos rodea, este ambiente total de desenlaces malos, es lo que la Biblia llama mundo. Hace mucho tiempo, cuando la humanidad renunció a su derecho de ser administradora de este planeta y lo dejó en las manos del diablo, el mundo fue capturado e inutilizado.
Ahora, como un rehén atado, yace derribado “bajo el poder del maligno,” Satanás. La trayectoria del mundo sigue su curso contra el camino de Dios, contra todo lo duradero, bueno, satisfactorio y gozoso. Como un coche robado por un adolescente inconsciente, el mundo va con furia, a toda velocidad, siguiendo un curso que lo llevará a la ruina, precipitándose a la muerte y llevándonos a todos nosotros con él.
Así que los días en que vivimos son malos a causa de los efectos de la maldad, y aunque nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo para abrirnos paso contra la corriente de “este presente siglo malo”, el mundo nos afecta mucho más de lo que nos damos cuenta.
Al mundo le encanta que le amen, y ofrece cosas para complacer a nuestros ojos y a nuestro ego de forma que lo sigamos, tal como los peces van tras un señuelo en movimiento. También hace alarde de su destreza, como una competencia entre caballeros en sus armaduras entrando a una contienda que con humor obsceno y poses insinuantes, promete lo que puede hacer a favor nuestro.
El mundo es lo que la gente llama “la buena vida”, la sensación de que el futuro está ante ti y no hay nada que sea imposible para tí si solo pones todo tu empeño en ello. Es como un deslumbrante comercial informativo en el que un hombre que se hizo millonario por sí solo, está ofreciendo compartir los secretos de cómo hacer las cosas en grande.
Es difícil no creer lo que el mundo dice, especialmente cuando las fotos que se exhiben parecen tener todo lo que siempre hemos querido. El mundo tiene un atractivo propio y un curso de vida que lleva seguramente a la destrucción. El camino quizá parezca bueno para nosotros, e incluso razonable, pero “al final, es camino de muerte” (Proverbios 14:12).
Hoy, Por eso venceré al mundo en mi diario caminar con Dios.
Señor, No dejes que la atracción del mundo me aleje de ti y me lleve a la destrucción. Hoy, con tu ayuda, venceré al mundo. Amén.


Llévenme al Cementerio - Reflexión

Un sabio maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que se declaraban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando ésta se apaga en lugar de entrar en la hueca monotonía del matrimonio.
El maestro les escuchó con atención y después les relató un testimonio personal:
- Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno cuando sufrió un infarto y cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, condujo hasta el hospital mientras el corazón de mi mamá se despedazaba en profunda agonía. Cuando llegó, por desgracia, ella ya había fallecido.
Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. Él pidió a mi hermano, teólogo, que dijera alguna reflexión sobre la muerte y la eternidad. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte. Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió “llévenme al cementerio”.
“Papá” , respondimos: ¡Son las 11 de la noche! No podemos ir al cementerio ahora! Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: “No discutan conmigo, por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa durante 55 años”. Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador y, con una linterna llegamos a la lápida.
Mi padre la acarició, oró y nos dijo a nosotros, sus hijos, que veíamos la escena conmovidos:
“Fueron 55 buenos años…¿saben?. ¡Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así!. Hizo una pausa y se limpió la cara. Ella y yo estuvimos juntos en todo. Alegrías y penas. Cuando nacieron ustedes, cuando me echaron de mi trabajo, cuando ustedes enfermaban, continuó: Siempre estuvimos juntos. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de muchos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos y perdonamos nuestras faltas… hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por qué?, porque se fue antes que yo; no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera…”
Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló:
-Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día. Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo y no tiene que ver con el erotismo. Más bien es una comunión de corazones que es posible porque somos imagen de Dios. Es una alianza que va mucho mas allá de los sentidos, y es capaz de sufrir y negar cualquier cosa por el otro.
Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron rebatirle. Ese tipo de amor les superaba. Era demasiado grande. Pero, aunque no tuviesen la valentía de aceptarlo de inmediato, podían presentir que estaban ante el amor verdadero. El maestro les había dado la lección mas importante de sus vidas.
Efesios 3:17-21
que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén.
Efesios 5:25
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella.