jueves, 19 de julio de 2012

Veré la compasión de Dios - vídeo

“Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad.” (Salmo 86:15)
Dios es piadoso. Él se inclina como un padre amoroso para hacer por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos.
“Por tanto, El Señor esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en Él.” (Isaías 30:18)
Dios es misericordioso.  Él nos comprende y entiende nuestra fragilidad. Siempre tendremos su perdón por lo que hacemos mal. Dios es compasivo. Él nos tiene cariño de la misma manera que una madre piensa con afecto en el hijo que lleva en su vientre.
“Pues el Señor tu Dios es Dios compasivo; no te abandonará, ni te destruirá, ni olvidará el pacto que Él juró a tus padres. (Deuteronomio 4:31)
Dios es bondadoso. Él sorpresivamente tiene un interés especial en nosotros de la misma forma que una famosa estrella de fútbol podría saludar a un niño pequeño.
“Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos.” (Lucas 6:35)
Dios es bueno. Él es generoso, alegre y sereno.  El bienestar y la salud fluyen de Él, y hace que todo sea mejor. “Porque Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan.” (Salmo 86:5)
Dios es justo. No tiene ni un sólo defecto. Él siempre es y solamente es de la manera que debe ser. Él es el estándar absoluto sobre el cual nosotros podemos establecer nuestras vidas.
“Justo es el Señor en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos” (Salmo 145:17)
Es inimaginable que el Señor, anticipando las futuras conversaciones y la unión con nosotros, diera a luz personas que fueran diferentes a Él mismo. Nos parecemos al Señor tanto en imagen como en semejanza.
Mientras que estamos lejos de ser tan grandes como Él es, o de tener Su poder, nuestra imagen es como un azul pálido pulverizado contra Su fuerte azul real. En lo más profundo de nuestro ser, nuestro espíritu, nuestro matiz interior, tiene el mismo color básico que el de Él.
Nuestra estructura y constitución están limitadas por realidades físicas, mientras que Su composición no lo está. Pero al principio su naturaleza fue impresa en nosotros. Por esta razón, la historia de la  redención y el crecimiento en el Señor puede ser vista como nuestra restauración para volver a ser como Él.
Hoy entenderé que Dios es compasivo para conmigo. Señor, en esta día vengo ante ti consciente de tu compasión, ayúdame a ser compasivo como Tú. Amén.

Creados por placer - Pensamientos Cristianos-vídeos

“Dios nos hizo por placer y amor, y nos quiere tener por placer y gozo.
Por lo tanto nosotros no deberíamos angustiarnos por lo que queremos tener”.
Efesios 2:10  Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.
Mateo 6:25-34 Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?  ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.

¡Papito!, por favor, ¡no lo hagas otra vez!

Cuando mi hijo tenía como tres años, él y sus hermanas estaban jugando a un juego que involucraba perseguirse el uno al otro por la casa.  Esto hacía resonar risitas cada vez que alguno de ellos se acercaba a tocar a uno de sus hermanos.
Las risitas fueron interrumpidas de repente por un estrépito seguido por un llanto de dolor producto de una herida sangrante. Salté sobre mis pies y corrí a la sala donde había ocurrido el accidente. Mi hijo había tomado una curva demasiado rápido y caído de cabeza contra una esquina de una mesa.  Rápidamente le recogí del piso donde yacía y le sostuve en mis brazos, tanto para consolarlo como para examinar su herida; chorros de sangre fluían de su frente.
Para cuando llegamos a la casa de socorro, sus lágrimas habían amainado un poco, pero yo anticipaba nerviosamente el pequeño trauma por delante. Tras examinar la frente de mi hijo, el médico confirmó que tendría que coger puntos a la herida para que pudiese sanar adecuadamente. La buena noticia era que la herida requeriría solo un punto. La mala era que el médico planeaba hacérselo sin anestesia. “Podemos pincharle una vez o podemos hacerlo dos veces”, me informó el médico.
Se me dijo que aplicarle una inyección para anestesiar el área sería tan doloroso y traumático como coserle el punto. La inyección entonces tendría que ser seguida por una segunda puyada para coser la herida. Estuve de acuerdo, a regañadientes, con el médico y me decidí por la inyección única.
Animé a mi hijo diciéndole que estaba siendo un “muchachito valiente” mientras el médico y yo, suavemente, asegurábamos su cuerpecito a la mesa para evitar que se moviese durante el procedimiento.
Por dentro, luchaba por retener las lágrimas al ver cómo me miraba con ojos asustados pero confiados.  “Sigue mirando a Papito”, le animé, “estás siendo un muchachito muy valiente”.  Sus enormes ojos se entrelazaron con los míos mientras que el médico suavemente lavaba la herida y se preparaba para cerrarla.
“OK, aquí vamos”, dijo el médico en voz baja.  “Será rápido”.  
“Sigue mirándome”, le dije, intentando sonreír y atraer sus ojos confiados hacia los míos.  “Papito está aquí”.  
Con precisión y prontitud, el médico rápidamente clavó la aguja curvada en la piel hinchada cerca de la herida en la frente de mi hijo. Los ojos de mi hijo se agrandaron al estremecerse con el dolor.  Entonces una vocecita lloriqueante que llevaba la dulzura e inocencia que sólo un niño de tres años puede producir, me miró y dijo: “Por favor, no hagas eso de nuevo, Papito”.
Mi corazón se quebrantó.  ¿Cómo poder explicarle a un hijo de tres años que el dolor que está experimentando, dolor que, en su mente al menos, era provocado por mí, era infligido con amor, con el deseo y diseño de traer sanidad?  Aunque parezca mentira, ese es uno de mis más preciosos recuerdos de la niñez de mi hijo.  El procedimiento terminó casi tan rápidamente como había comenzado y, tras unas pocas horas, mi hijo había regresado a jugar con sus hermanas.  Correr por la casa, sin embargo, fue prohibido terminantemente a partir de ese momento.
Su confianza y dulce respuesta a la dura prueba sigue perforando mi corazón con amor por él.  Este episodio también me recuerda al amor y cuidado de nuestro Padre Celestial por nosotros, y a aquellos a nuestro alrededor que pudieran estar experimentando un tiempo doloroso en la vida.
En mi mente, puedo visualizar al Señor sosteniéndonos como nuestro Padre cada vez que nos lastimamos y diciéndonos que coloquemos nuestra mirada y confiemos en Él, aunque no comprendamos por qué las cosas nos están pasando así.  Cuando somos tentados a culparlo por nuestro dolor o a quejarnos: “Por favor, no hagas eso de nuevo, Papito”, podemos consolarnos en saber que Él está muy cerca de nosotros, que nos ama y a confiar que, aunque no siempre comprendamos, hay un propósito más alto en todo lo que nos pasa.
Así que mantengamos los ojos puestos en Él; confiemos en Él.  Él nos está sosteniendo y sanando.  Nunca nos dejará.  Sepamos también que las risitas, o cualquier otra manera en que experimentamos el gozo, volverá pronto a ser parte de nuestra vida.

La tierna narración de un padre que jamás podrá olvidar el dolor que su pequeñín experimentó en un momento, seguramente encuentra eco en los muchos padres y madres que habrán de leer este pensamiento.  Nuestra incapacidad para obviar el dolor de un hijo nos lleva a sufrir con él ó ella.  Sin embargo, muy acertadamente, démonos cuenta que lo mismo ocurre siempre en el ámbito espiritual.
Solamente que, en este caso, nuestro Señor sí que está al control y se persona en todo momento para asegurarse de que, aunque la experiencia sea muy dolorosa, todo resulte para bien no sólo nuestro, sino de aquellos que nos rodean; aunque en el momento no pensemos que así pueda llegar a hacer.  Tal vez usted esté pasando por un momento difícil en su vida y se pregunta si a Dios le interesará.
Bueno, ¿qué tal si hacemos un tiempito este fin de semana para acercarnos a adorar, en compañía de muchos otros, al Padre de los padres,... al Señor Dios?  Estoy seguro de que no sólo saldremos consolados, sino que también tendremos las “risitas” propias de un gozo que salta de lo más profundo de nuestro interior.  Adelante y que Dios les bendiga.

Hacer lo correcto-Reflexión

Una tarde, un niño y su padre se encontraban pescando en un lago en las montañas y era el día previo para el comienzo de la temporada de róbalo, así que usaban gusanos de carnada para atrapar percha y pez sol. El niño decidió practicar su lanzamiento usando un pequeño cabo plateado y en el momento que el cebo cayó al agua, su caña de pescar se dobló por completo. Él y su padre reconocieron al instante que algo enorme se había pegado al anzuelo. Cuando por fin logró subirlo al bote, era el pez más grande que había visto en toda su vida, una gigantesca luna había salido sobre el lago, sólo había un problema, el pez era un róbalo.
El padre del niño le echó un vistazo a su reloj y vió que eran las 10:00 p.m., justo dos horas antes del comienzo oficial de la temporada de róbalo.
Hijo, vas a tener que echarlo al agua – dijo el padre.
El protestó diciendo :
Pero nunca lograremos atrapar otro pez tan grande como éste.
Miró a su alrededor y vió que nadie más estaba en el agua para observar la situación, pero por el tono de su padre, él sabía que no era un asunto que podía discutirse. Cuidadosamente quitó el anzuelo de la boca del pez y con mucha delicadeza lo devolvió al agua.
El niño estaba en lo cierto, nunca ha vuelto a pescar un róbalo tan grande, pero lo que sí recuerda es la lección que su padre le enseñó aquella noche :
LO CORRECTO HAY QUE HACERLO NO SÓLO CUANDO ALGUIEN TE ESTE MIRANDO.
Los ojos de Dios están en todo lugar, mirando a los buenos y a los malos. Proverbios 15:3.

Hacer lo correcto siempre tiene su mérito y su recompensa. Por lo general no es instantáneo, pero el alivio momentáneo de la solución fácil no es nada si se le compara con el gozo eterno de haber tomado la decisión correcta.
Deuteronomio 6:18
Y harás lo que es justo y bueno a los ojos del SEÑOR, para que te vaya bien, y para que entres y tomes posesión de la buena tierra que el SEÑOR juró que daría a tus padres.
Deuteronomio 4:40
Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da para siempre.
Deuteronomio 6:19
Echando fuera a todos tus enemigos de delante de ti, como el SEÑOR ha dicho.
Isaías 38:3
Y dijo: Te ruego, oh SEÑOR, que te acuerdes ahora de cómo yo he andado delante de ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante tus ojos. Y Ezequías lloró
amargamente.

Otro color- Reflexiones con vídeo

 He empezado a imaginar mi vida…  sin ti
He empezado a recordar lo que… antes fui
Y tengo que reconocer … que me enamoro mas de ti
Es que tu gran amor, mi vida cambio
Llegaste a darme otro color
Quiero vivir en tu presencia y escucharte que me amas… y no me dejarás
Que solo  estarás aquí
Han pasado tantos años… desde que te conocí

Y no olvidado los momentos… que me has hecho sonreir
Empezado a recordar… lo que tú haces por mi
Los abrazos que me has dado… que me han hecho tan feliz

Empezado imaginar mi vida…  sin ti

Empezado a recordar lo que… antes fui
Y tengo que reconocer … que me enamoro mas de ti

Es que tu gran amor, mi vida cambio

Llegaste a darme otro color
Es que tu libertad… es algo mas
Que puedo volar sin descansar
Ouu ohhh

Me has cambiado el corazón…  y me has amado como soy

Las alegrías que me has dado… han quitado mi dolor
En el camino has estado… no me has dejado regresar
Como un niño de la mano… al lado de papá

He Empezado a imaginar mi vida…  sin ti

He Empezado a recordar lo que… antes fui
Y tengo que reconocer … que me enamoro mas de ti

Es que tu gran amor, mi vida cambio

Llegaste a darme otro color
Es que tu libertad… es algo mas
Que puedo volar sin descansar

Quiero vivir, en lo profundo y abrazado de tus alas

Quiero vivir en tu presencia y escucharte que me amas… y no me dejarás
Que solo  estarás aquí…

Es que tu gran amor, mi vida cambio

Llegaste a darme otro color
Es que tu libertad… es algo mas
Que puedo volar sin descansar