martes, 19 de junio de 2012

Navega en el océano-vídeo

En las profundidades del océano de las pruebas uno no puede sobrevivir sin el aliento, consuelo, luz y fortaleza que hay en la Santa Biblia. La palabra de DIOS es la leña de la fe, para extender las cortinas de tu fe y alargar el sitio de tu tienda. No seas escaso en tu conocimiento de la palabra de DIOS, medita en ella dia y noche, en las promesas, en la fidelidad del SEÑOR, y pronto tu vida sera como un árbol sembrado junto a un río. JESUCRISTO dijo que el hombre no puede vivir solo por el pan terrenal, sino por cada palabra que procede de la palabra de DIOS...
Las aflicciones del alma producen fruto perdurables y apacibles. Los frutos del ESPÍRITU SANTO serán mas evidentes en tu vida, especialmente la mansedumbre y la paciencia. DIOS ha dicho de nuestra vida: "marinero a la mar, al océano profundo", entonces permite que la palabra more en plenitud y abundancia dentro de tu corazon...
Cuando te metas en la profundidad de las pruebas contemplarás la grandeza de DIOS y tu propia pequeñez. Cuando estamos con el agua al cuello hay alguien que pelea por nosotros...
Empecemos a morir a nuestra autosuficiencia, a tanta confianza en nuestras propias fuerzas y luego vendrá una resurrección. Ya no viviremos nosotros sino CRISTO vivirá en nosotros...
DIOS transforma en camino las profundidades de la vida. Estos abismos son el camino hacia cosas mayores. Mayor oración decia David: " JEHOVÁ, yo a ti clamo mayor entendimiento en la vida espiritual, mayor unción, mayor lugar en mi vida para la persona del ESPÍRITU SANTO...
Si hoy te encuentras ahogado en un mar de problemas, no llores, no desesperes; tú verás las maravillas del Señor en tus profundidades, aprenderás a caminar por fe y no por vista. Pronto volarás como un águila y nadarás en las aguas profundas del ESPÍRITU SANTO.... Amén...  
                                                                   

Había una vez......

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.  
Todo era alegría en el ...jardín, excepto por un árbol profundamente triste.
El pobre tenía un problema: “No sabía quién era.” "Lo que te falta es concentración" (le decía el manzano). Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves que fácil es?  
No lo escuches, exigía el rosal.
Es más sencillo tener rosas y ¿Ves que bellas son?  
Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un buén día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:  
No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra.
Yo te daré la solución.
No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas.
Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior.
Y dicho esto, el búho desapareció.  
¿Mi voz interior…?
¿Ser yo mismo…?
¿Conocerme…?
Se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió.
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:  
Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal.
Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso.
Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje…
Tienes una misión, "cúmplela".
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.  
Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.  
Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.  
Y tú…..¿dejas crecer el roble que hay en ti?  
En la vida, todos tienen un propósito que cumplir, un espacio que llenar.  
No permitas que nada ni nadie te impida conocer y compartir la maravillosa esencia de tu ser.
Dios nos creó con un propósito acorde a su perfecto orden y voluntad. Dios tiene un plan maravilloso para nosotros.
Cumplamos pues con nuestro deber cristiano y no nos ocupemos de lo que piensen o digan los demás.
Sólo Dios tiene la potestad de juzgar.

Acción de gracias-vídeo



 
Hace mucho, muchísimo tiempo, hubo un personaje en la Biblia que fue Job. Este hombre, gracias a la bondad y misericordia de Dios, también a su esfuerzo, lo tuvo todo en su vida. Tuvo una gran familia: mujer, siete hijos y tres hijas; una gran hacienda compuesta por miles de ovejas, camellos, bueyes y asnas, y muchísimos criados. Pero lo más importante que tuvo era su enorme fe en Dios, su gran temor a Él, su perfección y rectitud a ojos vista del Señor.

Un día se presentó Satanás delante de Jehová junto a los demás hijos de Dios. Y Jehová, queriendo mostrar a Satanás la gran fe de Job para con Él, que ésta lo puede todo, su gran temor hacia Él, definitivamente quería demostrarle Su plena confianza en Job, le dijo a Satanás que todo lo que poseía Job estaba en su mano, que podía hacer con ello lo que quisiera, pero que se abstuviera de poner su mano sobre él.

Entonces Job lo perdió todo. Murió toda su familia, perdió todo su ganado, perdió también a todos sus criados… se quedó solo. Pero Job, con su gran fe en el Señor, dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. Jehová dio y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”.  Job 1:21
En el momento en el que Job demostró su fe inquebrantable en Dios también le dio gracias. Parece un contrasentido esto último…, pero no lo es. Con el tiempo, después de haber sufrido en sus carnes gran cantidad de enfermedades y plagas, el Señor le recompensó enormemente. Quitó toda su aflicción. Aumentó al doble todas las cosas que antes poseyó. Vinieron a él todos sus hermanos y hermanas, recuperó con creces su ganado, criados y… dinero en abundancia. Y tuvo otros siete hijos y tres hijas.

¿Qué enseñanza encontramos en su vida, entonces? Pues que tanto en lo bueno como en lo malo debemos dar gracias a Dios. Eso le agrada enormemente al Señor, porque la acción de gracias es un acto de fe. Es más, creo que no hay mayor acto de fe en el Señor que darle gracias cuando nuestras circunstancias nos son totalmente adversas. Cuando estamos sufriendo, dando gracias al Señor demostramos nuestra gran confianza en Él. Porque sabemos que Dios no quiere nada malo para nosotros; porque sabemos que después de las pruebas vienen las bendiciones. En 1ª Tes.5, 18 leemos: "En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios en Cristo Jesús quiere de vosotros" y en el Salmo 23: “Jehová es mi pastor y nada me faltará”

Disfrutaré de mi divino vecino-vídeo


 
Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, pues cercano está tu nombre; los hombres declaran tus maravillas. Salmo 75:1
Dios…nuestro vecino cercano.
David supo la diferencia entre estar agradecido por los presentes y estar agradecidos por la presencia.
El salmo 75:1 es la expresión de gozo por la gratitud de tener a Dios como su vecino, aquel vecino que está muy cerca a nosotros.
La palabra hebrea que usa David para cercano es "garov". Es la misma palabra usada en Exodo 12:4 donde dice: ““Mas si la casa es muy pequeña para un cordero, entonces él y el vecino más cercano a su casa tomarán uno según el número de personas”. Esta palabra describe la casa del vecino más cercano. “Gracias, Dios, por ser mi vecino más cercano” .
¿Cuán cerca está Dios de ti?
¿Está Él en el jardín cuando tú cortas el césped en tu jardín?
¿Está Él lavando el coche cuando tú estacionas el tuyo después de un día de duro trabajo?
¿Toca Él tu puerta para llevarte un pastel de manzana o para invitarte a la cena en la noche con Él?
¿Es Él el vecino a quién tú le pides que vigile tu casa mientras estás de viaje?
¿Es a Él a quién le pides que guarde el correo cuando llega?
Si estas imágenes te parecen un poco sorpresivas, puede ser que pienses que Dios está muy distante. El Dios de David es el Dios que vive en vecindad, Aquel quien está tan cerca para celebraciones o para consolaciones.
Yahew, El Dios cuyo nombre está cercano a nosotros, es el Dios que habita en comunidad y a Él le gusta estar allí en el vecindario.
Con cuanta frecuencia vivimos con Dios pero en la distancia. Él una vez está tan cerca de nosotros, presente en nuestras rutinas diarias, un buen amigo, pero, un día comprendemos que nosotros nos mudamos.
Dios sigue allí, en el mismo vecindario, porque Él ama la comunidad, Él es el mejor de todos los vecinos. Pero, nosotros un día vimos el resplandor de la ciudad vecina, los centros comerciales provocativos, la tentación de lo que es “grande y mejor”, y nos mudamos, dejamos la quietud y la gentileza del vecindario y terminamos alimentando cerdos.
Dios está todavía en la tierra que dejamos. Él aún cuida su jardín y le da crecimiento a las bellas flores, limpia la acera y descansa en la hamaca de sus nubes. Él sabe que nosotros regresaremos, cuando estemos cansados y desgastados.
Nosotros llegaremos a nuestra antigua casa y Él nos saludará como siempre lo hace con sus vecinos, entonces y sólo entonces diremos como David: “Dios, estoy feliz de que Tú estás cerca. Tú eres el mejor vecino que alguien podría tener, ¿por qué no lo pensé antes de mudarme?”
Señor, Estoy acá este día agradecido de tu cercanía y de tu presencia. No dejes que me vaya otra vez de tu lado. Te amo con todo mi ser y disfruto hoy de tu presencia. Gracias, mi amado Dios.

No encubriré mis pecados

El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. Proverbios 28:13.He aquí cómo un pecador arrepentido obtendrá misericordia. Debe abandonar la costumbre de encubrir su pecado.
La mentira niega el pecado; la hipocresía lo esconde.
La jactancia lo justifica, y la ostentosa profesión de piedad trata de compensarlo.
Obligación del pecador es confesar su pecado y apartarse de él.
Ambas cosas van juntas.
La confesión debe ser hecha con rectitud al mismo Señor, y ha de incluir en sí misma un reconocimiento de la culpa, una comprensión de la maldad y un aborrecimiento de la misma.
No intentemos culpar a otros, ni a las circunstancias, ni disculparnos con nuestra propia debilidad.
Descarguemos nuestra conciencia y declarémonos culpables.
Sólo a este precio habrá misericordia.
Además, hemos de abandonar el pecado: después de reconocer nuestra falta, desechemos toda intención de persistir en ella ahora y en el futuro.
No podemos perseverar en la rebelión y morar al mismo tiempo con la Majestad del Rey.
Debe ser abandonado todo hábito de pecado, juntamente con los lugares, compañeros, ocupaciones o libros que pueden ser ocasión de cometerlo.
Ni la confesión de nuestros pecados, ni nuestra reforma, pueden procurarnos el perdón si no, en conexión con ellas, alcanzamos el perdón por la fe en la sangre de Jesucristo.
Hoy por eso decido no ocultar mis pecados sino confesarlos.
Gracias Señor por extender tu misericordia hacia mi al decidir confesar mis pecados. Eres bueno y misericordioso. Amén.