viernes, 15 de junio de 2012

Ama lo que haces-vídeo-Reflexión–¿Qué haces hoy?

Para que pueda ser eficiente, debe disfrutar de su trabajo. Piense en algo que realmente le guste hacer, que le produzca placer llevarlo a cabo, y luego hágalo. Seguramente le espera el éxito.
Salmo 128:2
Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.
Salmos 1:3
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera.
Salmos 109:11
Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene, y extraños saqueen el fruto de su trabajo.
Efesios 6:3
PARA QUE TE VAYA BIEN, Y PARA QUE TENGAS LARGA VIDA SOBRE LA TIERRA.
Isaías 3:10
Decid a los justos que les irá bien, porque el fruto de sus obras comerán.


En la Edad Media enviaron un hombre a una obra de construcción en Francia para ver cómo se sentían los obreros por su trabajo.  Se dirigió al primer obrero y le preguntó: ¿Qué estás haciendo?
El hombre estalló de la ira: ¿Es ciego?  Estoy cortando estas terribles piedras con herramientas primitivas y las amontono como me indica el jefe.  Estoy sudando bajo el ardiente sol.  Me duele mucho la espalda.  Estoy aburrido.  ¡No gano casi nada!.
EL hombre se alejó enseguida y encontró a un segundo trabajador, a quien le preguntó lo mismo: ¿Qué estás haciendo?
El segundo trabajador le respondió:  Estoy dándoles forma a estas enormes piedras para que se puedan usar.  Luego las ponen juntas según los planos del arquitecto.  Gano cinco francos a la semana y eso mantiene a mi esposa y mi familia.  Es un buen trabajo. Podría ser peor.
Un poco más animado, pero no sobrecogido con esta respuesta, el hombre fue al tercer trabajador.  ¿Qué estás haciendo?, le preguntó.
¿Es que no se da cuenta? le dijo el trabajador levantando su brazo al cielo.  ¡Estoy construyendo una catedral!.
¿Cómo ves tu trabajo hoy?  ¿Lo ves como una labor monótona sin recompensa ni propósito?  ¿Lo ves como un simple trabajo?  ¿O ves tu trabajo como parte del diseño maestro de Dios, no solo para ti, sino también para otros?  ¿Te ves como un socio de Dios para establecer su reino en la tierra?
La forma en que vemos nuestro trabajo quizá no influya en si terminamos una tarea o no.  Sin embargo, va a tener un impacto en la calidad de nuestro trabajo y en nuestra productividad.  El impacto real sobre cómo nos sentimos por un trabajo descansa en esto: mientras más positivos nos sintamos en cuanto a un trabajo, tanto mayor será la satisfacción que tendremos al final del día, y tanto menor será el estrés que nos cause.  Los que ven valor en sus trabajos disfrutan de un mayor sentido del propósito.
Cualquier trabajo puede realizarse con gracia, dignidad, estilo y propósito… ¡tú solo tienes que decidir verlo de esa manera!
Salmo 117:1-2
¡Alaben al Señor, naciones todas!  ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas! ¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna!

Hoy puedo decir: Hasta aquí me ha ayudado el Señor

“Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Ebenezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó el Señor.  I Samuel 7:12.
Qué me espera en los próximos días, los próximos meses o los próximos años.  Yo no lo sé.
Sin duda habrá días soleados y hermosos;; sin duda habrá tormentas. Venga lo que  venga necesito estar preparado para darle la bienvenida con firmeza y mucho ánimo. Porque esa es la vida y aunque la vida varia, el Señor jamás varia, él es el mismo, ayer y hoy y por los siglos venideros.
Hoy me siento seguro de la vida en Cristo.  Hasta este momento puedo decir que algunas veces el mar ha estado quieto y los cielos azules.  Algunas veces las olas se han levantado amenazadoramente y la tempestad ha rugido, pero nunca mi embarcación se ha partido estando Jesús a bordo.  A través del sube y baja de las olas, yo he visto su amor y su poder gobernando esa olas y manteniéndolas a ellas en el hueco de su mano.Si viene una hora que anuncia tempestad y la luz de la playa no se alcanza a ver, nunca temeré, porque sé que el Señor está aún en el barco y el que hasta ahora me ha ayudado, se que me ayudará.
Hoy he aprendido que las tormentas siempre vendrán y por lo tanto necesito estar listo para recibirlas, más mi confianza necesita incrementarse porque Jesús está conmigo y él me hace estar seguro y gozoso a su lado.  Dios tiene un propósito en mi vida y ese propósito será cumplido a pesar de las tempestades.
Señor, Gracias porque hasta aquí me has ayudado.  Estoy donde estoy y hago lo que hago no por mi fuerza, tú me has sostenido y me has guardado.  A veces las tempestades que se anuncian intentan atemorizarme, pero hoy quiero recordar que mi vida está en tus manos y     Tú sostienes mi vida y me fortaleces. Si hasta aquí me has ayudado, eso me da la certeza que aún mañana y el próximo mes y el próximo año Tú me ayudarás. Amén.

Papá me escucha- Familia

Susan Thompson, tanto como puedo recordar, siempre practicó tocar el piano. Aún tomaba lecciones cada semana. Pero lo que resaltaba más que cualquier cosa era que practicaba cuatro horas cada día. Aunque... no debería tocar el piano.
No importaba cuánto practicase, nunca mejoraba. Todos le preguntaban por qué no se rendía. Ella explicaba que éste era su único y verdadero gozo en la vida. Era algo que nadie podía arrebarle.
Y es que ella era adoptada y, mientras crecía, siempre recibió lo que le quedaba pequeño a los demás. Como ella era la más joven en esta familia, hubo un montón de cosas que le pasaron. La única cosa que ella podía llamar suya era el piano que compraron sus padres. Aunque fuera la más joven de todos los hermanos, todavía era suyo ya que a ninguno de los demás hijos le interesaba tocarlo.
Las semanas se hicieron meses y los meses años. Nunca se rindió. Durante la escuela primaria y aún durante la secundaria practicó. Sus maestros de piano le permitían, de vez en cuando, participar en un recital. Generalmente la dejaban la última, de esa manera los otros padres podrían irse sin escucharla. Sí, así de mal tocaba.
Tal vez nos preguntemos por qué era tan mala. ¿Era sorda a los tonos musicales? ¿Era sorda? No, ella sólo tenía ocho dedos. Todos los maestros de piano le dijeron que nunca podría tocar bien debido a eso. Susan nunca se rindió: solo sonreía y seguía practicando.
Al cumplir 24 años estaba trabajando en Wal-Mart como cajera. A la gente le sorprendía que ella pudiese manejar casi cualquier cosa sin problemas. Desde empaquetar cosas hasta contar el cambio. Susan trabajó allí durante los siguientes 15 años. Incluso llegó a ser jefa de los cajeros.
Un día, mientras trabajaba, la tienda anunció una llamada para ella. Esto no era extraño, ya que de vez en cuando sus padres le pedían a uno de los niños que la llamasen para que trajese algo de la tienda a casa. Pero este día ese no fue el caso. La llamada era de una de sus hermanas. Ella dijo que Papá había muerto y que necesitaba volver a casa. Sin dudarlo, llamó al supervisor y le dieron permiso.
De camino a casa, lloró intensamente. Ella siempre había tenido un lugar especial en su corazón para su papá, aunque no fuese su padre biológico. Fue él quien insistió que comprasen el piano. También fue él quien mantenía a raya a la familia mientras ella practicaba. Aunque sonase mal, no permitía que los demás muchachos la molestasen.
Tres días después, una vez que se hicieron los arreglos para el funeral, Susan pidió tocar. Todos los muchachos estaban en contra de aquello, pero mamá insistió que estaría bien. Debían comprender que papá era un hombre muy querido y que su funeral era muy asistido. Los muchachos no querían sufrir la vergüenza de tener que escucharla a ella tocar el piano, especialmente durante el funeral de su padre.
Cuando Susan se sentó al piano, hubo un silencio tal en la iglesia que uno pudiese haber oído caer un alfiler. Todos conocían a Susan y sabían cómo tocaba. Todos pensaron que era una manera no muy maravillosa de honrar a su padre al tocar ella tan mal...
Ella comenzó a tocar "Sublime Gracia", y el sonido que salió del piano no semejaba nada que hubiesen oído jamás. Era como si un ángel tocase. Las notas eran tan claras... y Susan aún agregó unas pocas de ella misma. Para cuando ella terminó de tocar, no había un ojo seco en toda la iglesia. Cuando se desvaneció la última nota, Susan se puso en pie, se dirigió a su papá y le dio un beso de despedida. Entonces se fue a su asiento y lloró.
Tras el culto, la gente se reunió a su alrededor para preguntarle por qué nunca había tocado así antes. Ella dijo: “Hoy era el primer día del resto de su vida en que su papá podría oírla tocar”. Y es que su papá era sordo de nacimiento, y aunque había ido a cada uno de sus recitales, nunca la había escuchado. Ella sabía que ese día, y para siempre, podría oír.
Susan llegó a tocar el piano para su iglesia, y en muchas otras funciones. También llegó a ser maestra de piano. Siempre la podíamos escuchar decirle a un estudiante nuevo que no importaba cuán mal sonase al comienzo, aprendería a tocar. Cuando le preguntaban cómo podía saberlo, ella simplemente contestaba: “Mi padre está escuchando”.
Richard Causey, 2007
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Dios siempre nos escucha porque es el Gran y Buen Padre. No temas ofrecerle a él lo mejor de ti. Él siempre te espera.
Y escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren hacia este lugar; escucha tú en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona. 1 Reyes 8:30
Escucha Tú desde los cielos y obra y juzga a tus siervos, condenando al impío haciendo recaer su conducta sobre su cabeza, y justificando al justo dándole conforme a su justicia. 1 Reyes 8:32

El sabio-Reflexión

El sabio se mantiene alejado de la rivalidad,

de la codicia y de la confusión

producida por los deseos.
El sabio es feliz al vivir,


es bondadoso y armoniza con todos,

es sincero al hablar, equilibrado

y recto en el trabajo y en la vida.
Cuando acaba su obra, se retira oportunamente,

su respiración es fresca como la de un niño,

y busca siempre beneficiar a los hombres.
El sabio es difícil de comprender,

es cauteloso como quien atraviesa

un río en invierno,

prudente como quien tiene enemigos, reservado como el huésped de una casa,

sencillo como la madera, tranquilo como un valle

y profundo como las aguas de un lago.


El sabio posee poco

porque se ha olvidado de las cosas,

su presencia es modelo para todos los hombres.

No se muestra, por eso resplandece,

no se vanagloria, por eso sobresale,

no se exalta, por eso merece elogio,

es humilde y se mantiene íntegro.
Permanece independiente,

aunque viva rodeado de gloria y esplendor

nunca pierde la paz.
El sabio no es impetuoso,

y nunca pierde el dominio de sí mismo.


El sabio no ofende a nadie,

y nunca halla motivo para rechazar a nadie.
El sabio es aquel que se conoce a sí mismo,

que quiere conquistarse a sí mismo,

más que conquistar a otros.
El sabio, contemplado,

no parece digno de ser mirado,

oyéndolo, no parece digno de ser escuchado,

sin embargo, contiene en sí todas las virtudes.
El sabio parece que no hace nada y,

sin embargo, nada queda sin realizar.
El sabio hace del corazón de los demás

el suyo propio.

Con el bueno obra de forma buena,

con el malo obra de buena forma.
El sabio se parece a un niño,

nada ni nadie le daña.
El sabio se da cuenta de las cosas

que para los demás pasan inadvertidas,

y estima por igual las grandes y las pequeñas.
El sabio no combate, mas siempre vence,

y no teme a la muerte.
El sabio es, en fin, quien está en armonía

con la naturaleza.
El mejor sabio es quién está seguro que no lo es, y depende de aquel que es verdaderamente sabio…Dios.
Y Faraón dijo a José: Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan prudente ni tan sabio como tú. Genésis 41:39

¡Si tan sólo fueran sabios y entendieran esto, y comprendieran cuál será su fin! Deuteronomio 32:29

Tesoros escondidos- Reflexión

La palabra “naufragio” tiene gusto a fracaso y olor a misterio. Las historias que rodean la historia de un barco hundido suelen ser tenebrosas y tapizadas de leyendas y coincidencias que desafían la imaginación. Simplemente no hay mares sin sal, ni naufragios sin misterios.


Corría el siglo XVII y América sangraba oro, plata y joyas preciosas que abultaban las repletas arcas de los reyes de España. Las siluetas de los galeones se recortaban amenazantes en los atardeceres del Mar Caribe. Su misión era transportar el producto por aguas colmadas de peligrosos y desconocidos escollos.
Los tripulantes se debatían entre la ambición y la carga máxima que un barco de la época podía transportar. La ambición solía ganar.
El 4 septiembre de 1622 una flota de 28 embarcaciones partían desde La Habana hacia España. En sus bodegas rebosantes se apiñaba plata de Perú y México, oro y esmeraldas de Colombia, perlas de Venezuela, los tesoros de un imperio que se hundía con la conquista. Pero no todos los barcos llegarían a destino.
El 6 de septiembre la flota sería alcanzada por un feroz huracán que hundiría a ocho de sus embarcaciones, entre ellas Nuestra Señora de Atocha que se fue al fondo llevando consigo 265 almas. Sólo lograron salvarse del violento naufragio tres marineros y dos esclavos.
Un segundo huracán ocurrido un mes después esparciría aún más los restos de la nave y su preciosa carga. Pese a los esfuerzos españoles por recuperar el botín, parecía que el Atocha había sido definitivamente tragado por el mar y había desaparecido para siempre.
Mel Fisher no era sólo un buscador de tesoros, ni un buzo avezado, era además un hombre obsesivo y persistente. Decidido a encontrar los restos del Atocha, empleó 16 años de su vida en los que formó un equipo de buzos para completar la historia. La férrea voluntad de Fisher finalmente dio sus frutos.
El 20 de julio 1985 el detector de metales del barco de Fisher enloqueció. Dos buzos bajaron a investigar y sólo se encontraron con un arrecife en forma de pirámide alargada, rasparon una de las “piedras” y descubrieron que se trataba de barras de plata apiladas.
El galeón de madera había desaparecido por completo y el tesoro quedaba expuesto a pocos metros por debajo de las transparentes aguas. El Atocha había sido encontrado después de permanecer cautivo del mar por 363 años.
Lo que siguió fue el rescate de un fantástico tesoro conformado por 1.041 barras de plata, 77 lingotes y discos de oro, varias cajas con 3.000 monedas de oro cada una, 3.000 esmeraldas colombianas y 85.000 objetos preciosos como cadenas y crucifijos de oro. Se trataba, nada menos, que del tesoro rescatado más grande de la historia después del descubrimiento de la tumba de Tutankamon.
Impresionante si se tiene en cuenta que el Atocha era apenas una de las 28 naves de la flota…
Entre los objetos había una copa hecha en oro contra conjuros, a la que se le atribuía el poder de absorber los venenos que tuviera cualquier bebida ingerida. Sin duda cada uno de los artículos rescatados tenía su propia historia de misterio y leyenda, y no sólo habían tomado la vida de los 265 marineros, sino la de miles de nativos que se emplearon para su extracción y fabricación. Ni siquiera Mel Fisher quedó fuera de la carga de misterios y coincidencias, ya que su nacimiento se produjo el 21 de agosto de 1922, apenas 16 días antes de cumplirse exactamente 300 años del naufragio.
Curiosamente, un día por cada año que le demandó la búsqueda.
Hay quienes aseguran que aún quedan riquezas del Atocha esparcidas en el fondo y quienes aún están buscando los restos de las otras siete naves hundidas. Pero hay más, muchas más.
El mar, ambicioso al fin, esconde los tesoros más fantásticos en la colección naval más grande con la que se pueda soñar. Entre sus aguas duerme pacientemente la historia de la humanidad, esperando por siglos en el fondo de coral a aquel que se anime a arrebatársela, y la regrese a la superficie rodeada de leyendas y misterios.
Tito Rodríguez
Director
Instituto Argentino de Buceo
Pero no solo el mar esconde tesoros que pueden ser rescatados. Nuestro Salvador Jesús y su bendita Palabra también tiene tesoros que pueden ser hallados por aquellos que se deciden a ir desde la superficie a las profundidades divinas. Todo puede cambiar en tu vida con esos tesoros.
¿No tengo yo esto guardado conmigo, sellado en mis tesoros?. Deuteronomio 32:34.
Llamarán a los pueblos al monte; allí ofrecerán sacrificios de justicia, pues disfrutarán de la abundancia de los mares, y de los tesoros escondidos en la arena. Deuteronomio 33:19.
¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos *mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes. Salmo 17:14.