martes, 12 de junio de 2012

¿Quién contra nosotros?-vídeo Yo sé que estás aquí

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?. Romanos 8:31.
Si no tienes ni idea de las fuerzas espirituales adversas que ejercen presión sobre ti y, sin soltarte, se agarran de ti, como la gravedad que echa hacia abajo el peso de tu estructura física, o si tú inadvertidamente las descartas de la ecuación final de la vida, caerás en una de las varias trampas tendidas para ti por el que odia tu alma.
No encontrarás ni la más mínima respuesta para contrarrestar la auto-condenación, y mucho menos para liberar a otras personas de lo que los tiene devastados. Si, por otro lado, cada adversidad de tu vida la atribuyes a fuerzas que están más allá de tu control, caes en otras redes: auto defensa, inmadurez irresponsable e impotencia espiritual.
Tus propias decisiones son las responsables, en gran parte, de cómo acaban las cosas en tu vida, pero no son las únicas responsables de todas las consecuencias que enfrentas. Más de lo que puedes darte cuenta, estamos atrapados en medio de una gran lucha entre el bien y el mal, entre los caminos de Dios y todos los demás caminos.
Nuestra cultura tiene una definición incompleta e inadecuada de la maldad. Básicamente tendemos a pensar en ella en términos extremos: asesinos en serie, rituales satánicos grotescos o timadores que hacen de los ancianos su presa. Pero la maldad se exhibe de muchas otras formas, sin llamar la atención o inmortalizarse. Por ejemplo, el cáncer es parte de la maldad. También lo es la amargura.  Hasta las pequeñas observaciones “chistosas” que critican y son cortantes son parte de la maldad.
La maldad puede ser obvia como un temperamento violento, o invisible como la envidia y la auto-lástima. La Biblia retrata la maldad no como un poder tipo película de horror: espantoso, lleno de imágenes de suspense o terror, de tratos oscuros y de criaturas salvajes escurriendo sangre que acechan a los seres humanos.  Así es como Hollywood engaña al mundo. 
La maldad real no es tan dramática o cautivadora en su personificación. La maldad en sí rara vez genera horror al estilo Halloween, aunque sí lleva a las personas a hacer cosas espantosas y horrorosas. La maldad, por el contrario, produce miseria, desgracia, desesperación, dolor y pérdida. Lo que la Biblia describe como maldad son los impactos lastimosos y angustiantes sobre los hijos de Dios: todas las desgracias, los afanes, las aflicciones, las penas y los problemas que son traídos a nuestras vidas.
La verdadera naturaleza de la maldad casi nada, o prácticamente nada, tiene que ver con los seres y poderes que según Hollywood la ejercen. Las fuerzas de la maldad no son como los personajes de una novela de ciencia ficción que reciben poder de ciertas energías, dignas de una película con efectos especiales. No tiene características propias, casi sin rasgos distintivos como un virus o algunas bacterias. La maldad en sí, es la injusticia y el vacío traídos por esas criaturas a un anciano solitario y frágil, que está en una casa de asistencia sucia con una máscara de oxígeno atada, mientras espera las semanas que le quedan de vida; vida que ha sido consumida por el cáncer.
Las fuerzas de maldad son como mosquitos. La maldad es lo que sucede cuando la malaria que éstos mosquitos traen consume la vida de una niña, quitándole su sonrisa y sus días. La maldad es algo que trae pérdida, destrucción y muerte; desolación vil y total. Esto es porque la maldad se opone a todo lo que Dios desea para nosotros. La maldad intenta oponerse al crecimiento que Dios anhela darte y protesta por la obra creativa y restauradora del Señor en las vidas de Su pueblo. La maldad es nada más y nada menos que el futuro perdido y la relación perdida que siempre acompaña a la muerte.
Hoy sé que aunque la maldad se levante contra mí, Dios es más fuerte y me sostendrá.
Señor, Gracias por darme la fuerza y la victoria en medio de las pruebas de la Vida. Te sigo fiel a pesar de los ataques. Amén.

Aunque no tengas fuerzas…Vídeo-Pensamiento "Sin Fuerzas"

En medio de pruebas, cuando tienes problemas y no tengas fuerzas…
Tienes a un Padre que está ahí…
Solo pídele, llámale… Está listo para acudir a tí.
Encontré
Por cada beso que me das
Cada día sana mis heridas tú
Sepas que fue eterno en quien confiar
Y de nuevo me da
eres tú la única Razón de mi vida para que sonría
y al final me he dado cuenta que al caminar
Tú conmigo estarás
y aún en medio de pruebas cuando tengo problemas
aunque no tenga fuerzas tu mano me das
Padre nuestro que estas en los cielos
Sálvame Padre nuestro que estas en
Los cielos cámbiame porque puedo
Sentir que sin ti yo no puedo ayúdame
Eres tú la única razón de mi vida
Para que sonría y al final me he dado
Cuenta que al caminar tu conmigo
Estarás
Y aun medio de pruebas cuando tengo problemas
Aunque no tenga fuerzas tu mano me das
Padre nuestro que estas en los cielos sálvame
Padre nuestro que estas en los cielos cámbiame
Por que puedo sentir que sin ti yo no puedo
Ayúdame
no puedo sin ti no y
Aun medio de pruebas cuando tengo problemas
Aunque no tenga fuerzas tu mano me das
Padre nuestro que estas en los cielos sálvame
Padre nuestro que estas en los cielos cámbiame
Padre nuestro que estas en los cielos abrázame
Padre nuestro que estas en los cielos ayúdame
Por que puedo sentir que sin ti yo no puedo ayúdame
Ayúdame ayúdame

Delegué en Él. Lo hice, por fe hacia Él, y porque ya no podía con el problema. Era superior a mis fuerzas. Ya no tenía fuerzas, pero con el poco aliento que aún permanecía en mí le dije: Oh, Dios, ya no puedo, ayúdame….y fue en ese momento cuando sentí lo que nunca antes había sentido….su amor comenzó a fluir e inundar todo mi ser… En medio de la turbación….Él fue refugio para mí y escudo en medio de la batalla más cruenta que jamás he vivido”. 
M.G.L.
Salmo 28:7
Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré.

Gracias Jesús-Poemas Cristianos

Gracias Jesús por este nuevo día
y gracias por tu agradable compañía.
Gracias por afinar mis oídos
y disfrutar del sonido.
Gracias por calentar mi voz
para alabarte a ti, Dios.
Gracias Dios por prepararme
siempre a su debido tiempo
una serenata que han de darme
los pajarillos muy contentos.
Gracias Dios que cuando despierto
has encendido la luz para mí
que se pasea en ciudad y huerto
y me hace ver todo lo que debo a ti.
Mery Bracho

Gracias Jesús, te doy,
por dejarme la enseñanza,
y guiarme por caminos,
de fe, amor y esperanza.

Muchas gracias, Jesucristo,
por tanta afrenta y dolor,
que sin haber merecido,
Tú, sufriste por Amor.

Y, por Amor te entregaste,
a la cruz, en mi lugar,
yo, debía con la muerte,
a mis pecados pagar.

Tú, has vencido el la cruz,
al pecado y a la muerte,
para hacerme vencedora,
solo tuve que creerte.

¡Como podré yo pagarte!
¡Como podré agradecerte!
que a mi alma hayas librado,
de condenación y muerte.

Solo quiero agradecerte,
por tu Amor al entregarte,
no podré pagar el precio,
de una gota de tu Sangre.

Gladys Haydeé López


Fracaso no significa- Promesas de Dios para Ti


Fracaso no significa que somos inferiores:
Significa que no somos perfectos.
No significa que hemos perdido nuestra vida:
significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo.
No significa que debemos echarnos atrás:
significa que debemos luchar con mayor ahínco.
Fracaso no significa que jamás lograremos nuestras metas: significa que tardaremos un poco en alcanzarlas.
Fracaso no significa que Dios nos ha abandonado: significa que Dios tiene una idea mejor.
Filipenses 4:13: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.



Como una montaña-vídeo las 4 estaciones Vivaldi

Cuando el año llegaba a su fin empezamos a pensar: ¿Qué lograría en el siguiente?  Miré a las montañas a lo lejos. Ahora se veían blancas pero no hace mucho, estaban de color marrón. En el tiempo que había vivido en Idaho, había tenido la oportunidad de observar el ciclo de las estaciones hacer sus cambios en esas montañas y nunca me cansaba de verlas.
La primera vez que las vi fue en septiembre de 2008. Las laderas de las montañas estaban pintadas de verde con las hojas de los árboles. Cerca de la cima había pinos. En los días que siguieron, el clima enfrió y no cayó la lluvia; las hojas se tornaron marrón y la montaña cambió.
El otoño dio lugar al invierno. Estuve parado en medio de la lluvia y observé sus cimas cubrirse de un blanco deslumbrante. Cada semana la nieve cubría más y más terreno cuesta abajo y mucho antes de que las primeras nevadas cayesen en el valle, las laderas de las montañas estaban cubiertas con polvo fresco. El sol se puso; las luces en las cuestas de esquí encendían las laderas de las montañas de un blanco deslumbrante.  No soy un esquiador, pero puedo imaginarme el entusiasmo de acelerar por la cuesta de una de esas montañas: libre, rápidamente y encantado.
El invierno dio paso a la primavera. La nieve en el valle desapareció e hizo su retirada camino arriba por las cuestas hasta que se fue. Pasaron las semanas, el verde en el valle fluyó a ritmo constante por las cuestas como una cascada en reversa. Las montañas estaban como las había visto por primera vez, verdes y exuberantes. En esta víspera de año nuevo, las montañas están blancas de nuevo. El día de año nuevo estarán salpicadas de puntos oscuros de los esquiadores mientras se abalanzan por sus cuestas.
Vi tantos cambios pero, ¿lo eran?  Las montañas nunca cambian; como la gente, simplemente se cambian de abrigo para ajustarse al clima.  No permitieron influencias foráneas alterar lo que yace debajo de sus abrigos de colores cambiantes; siempre fueron las mismas… podemos confiar en ellas.
Estoy en mi tercera estación de vida; un poco de nieve se ha acumulado en mi cima.  Algo del verdor se ha ido del todo; mi ropa cambió para ajustarse a mis estaciones.  El próximo año y todos los que sigan, quiero ser tan constante como una montaña; aunque mi apariencia cambie, quiero ser confiable.  Mi cuerpo cambiará de abrigos muchas veces, pero cuando mi día termine, quiero que la gente diga: “No importa lo que las estaciones de la vida le trajeron porque nunca cambió por dentro.  Nunca permitió que las presiones de las estaciones ó los climas de la vida cambiasen lo que él era por debajo.  Fue una montaña en la que podíamos confiar para cuidar a aquellos que lo observaban”.
Por todos los años que me queden, ya sea en mi trabajo, en el hogar, o con mis amigos y familia, quiero ser una montaña… confiable.
Michael T. Smith
La reflexión del autor del pensamiento de hoy nos lleva a meditar sobre la vida y sus distintas estaciones por las que atravesamos en este lado del cielo.  Son muchos los que, lejos de parecerse a una montaña, más bien parecieran cambiar constantemente yendo de aquí para allá víctimas de las circunstancias que les rodean. Parecen no tener claro para qué fueron creados y simplemente se esfuerzan por sobrevivir.  Si aquello demanda la renuncia a sus valores y sueños, lo hacen sin pensarlo dos veces.  Pero es evidentemente que el plan de Dios para cada uno de nosotros demanda que nos mantengamos fieles a nuestra identidad y cumplamos con el propósito para el cual todavía nos hallamos de este lado del cielo.
¿Nos pareceremos a una montaña?  Adelante y que Dios les bendiga.