sábado, 12 de mayo de 2012

El diario de una leona- Crecimiento Personal-vídeo

Hoy siento, sé, que fracasé.  Dije que haría mi mejor esfuerzo, pero lo que pasó fue que los estándares… los bajé, y me dije que sería la mejor yo, pero reflexiono que eso nunca pasó…
Estas pudieran ser las palabras diarias en el diario que cuidadosamente ocultamos en el armario junto a la cama.  El hecho es que cada día en que nos levantamos, tenemos un plan de acción y rugimos para avanzar.  Muy dentro nos prometemos que vamos a dar lo mejor de nosotros, haciendo lo correcto en nuestras agendas recargadas ya sea en nuestras relaciones, nuestra salud, nuestra familia o la oficina.  Así ha sido mi rutina.
Una vez más me despierto para leer la Biblia, un libro de Joel Osteen ó John Mason y antes de salir, me asomo a las páginas del diario.  Con las llaves del auto en la mano, salimos con la certeza de que será un día lleno de satisfacciones.
Hoy los resultados muestran que fracasé.  Antes de ahora pensé que estaría en la cima pero con el fracaso ya no puedo resistir.  Pensé que era lo mejor de lo mejor, pero aquello era sólo mi sueño.  El mundo me puso en mi lugar y me senté, el fracaso demostró que yo no era tal…
Sin embargo, una vez que salimos al sol de la mañana, nos damos cuenta de que nada es como lo habíamos planeado.  Aunque programada para una entrevista las 8:00 a.m., el tráfico en la autopista está pesado.  Después tenemos una reunión con un cliente muy importante y nuestro coche se estropea al ir en camino.  Hay un plazo crucial que somos incapaces de cumplir y, encima de todo, finalmente es un sueño hecho realidad.
Tenemos la oportunidad de trabajar en París pero la pequeña Samantha apenas tiene dos años.  A fin de cuentas nada sale como lo planeamos y quedamos resolviendo problemas que nosotros mismos creamos.  A pesar de todo, la compañía espera que rindamos sin saber de la presión que atravesamos.  Pero entonces…
Hoy aprendí que sí fracasé, como las muchas otras ocasiones, fracasé.  Como antes, fui empujada contra la pared y una vez más sabía qué hacer, lo que siempre he sabido hacer lo volveré a hacer.  Lejos de la derrota sé cómo dejar la trampa, el secreto yace en nuevamente levantarnos…
Con las llaves del coche en la mano estamos de vuelta en casa.  El ambiente sereno nos devuelve la paz mental.  Cuando atravesamos la puerta, la pequeña Samantha comienza a andar a pasitos hacia nosotros.  Sonreímos y la animamos a seguir; ella cae, sentimos lástima.  Pronto, sin embargo, ella se levanta y corre hacia nosotros.  En su cabeza, todo lo que sabe es que necesita sentir el cálido abrazo de mamá.
Sosteniéndola en nuestros brazos nos damos cuenta de que nos acaba de enseñar una valiosísima lección.  Que la vida es un camino y que habremos de enfrentar obstáculos.  Lo que importa es que debemos levantarnos sobre la tormenta como las águilas y tener una visión positiva.
Como la bebé Samantha enfoquemos nuestros ojos en la meta a pesar de los retos que enfrentemos.  Además, ¿no es acaso cierto que los obstáculos son aquellas cosas amenazantes que vemos cuando quitamos la mirada de la meta?
La oscuridad se asienta lentamente.  En el occidente, el sol desaparece hermosamente detrás de las colinas.  Muy dentro de nosotros estamos contentos; hemos vivido para enfrentar los desafíos de otro día.  Ahora estamos un día más cerca de nuestro destino.
La puerta del baño se abre y observamos a la bebé Samantha caminar hacia la cama.  Rápidamente tapamos nuestra entrada en nuestro precioso diario…
Mañana conquistaremos y no fracasaremos.  Una vez más tomaré la prueba con valor, estoy determinada a ser la mejor.  Pero si pasa que fracaso, me levantaré, me sacudiré el polvo y no me lamentaré.  Lista para lanzarme hacia delante, no me doblaré; estoy lista para ver la victoria final.
“¿Cómo fue tu día, querida?”
“Desafiante y satisfactoria.  Estoy contenta de haber vencido…”
Ahora, esa es la actitud de una verdadera mujer africana.
El pensamiento de hoy es realmente especial porque enfrenta la realidad de nuestra falibilidad e imperfección ante la vida.  No podemos negar que la mayoría del tiempo nos quedamos cortos con respecto a nuestras propias expectativas… ¡y qué decir de las de Dios!
Lo cierto que la clave radica en no quedarnos lamentándonos sobre nuestros “fracasos” sino  insistir en levantarnos e intentarlo de nuevo.  Pongamos atención a lo que el Espíritu Santo nos esté diciendo y adelante.  Que Dios les bendiga.

Alégrate por el día de hoy-Reflexiones


En su libro titulado The Tapestry (El Tapiz), Edith Schaffer describe un verano en que su esposo Francis pasó tres meses en Europa. Durante ese tiempo, en el que lo extrañó mucho, Edith y su hermana Janet llevaron a sus hijos a vivir a una antigua escuela Cape Cod.  Puesto que tenían muy poco dinero, compartían la renta, no tenían auto y creaban aventuras a diario para los cinco niños.
Mirando atrás años después, Edith dijo de ese verano que nunca más he vuelto a pasar un tiempo así con mis hijos ni con mi hermana o sobrinos.
Los repentinos y queridos momentos de la vida hay que reconocerlos por lo singulares que son.  No se pueden desperdiciar deseando otra cosa.
La perspectiva de Edith nos ofrece una clave para aplicar las palabras del Salmo 118:24:
Este es el día que el Señor ha hecho; recocijémonos y alegrémonos en él.
Durante los momentos difíciles nos vemos tentados a volvernos pasivos mientras esperamos que pase una tormenta de la vida.  Pero Dios nos invita a buscar activamente las oportunidades que tenemos a la mano en lugar de lamentarnos por lo que no tenemos.
Puesto que el Señor ha hecho este día, podemos ver más allá de las puertas cerradas y ver la gente y las oportunidades que antes pasamos por alto. Al celebrar su valor descubriremos el gozo y la alegría que vienen de Dios.

“En Dios Confiamos”, es su nuevo nombre- Noticias Cristianas-vídeo

Noticias Cristianas.net – Un conductor de autobús escolar y artista aficionado se cambió legalmente el nombre a “In God We Trust” (En Dios confiamos), que es uno de los lemas nacionales de Estados Unidos y que aparece en sus billetes y monedas.
Un juez de circuito del condado de Lake aprobó la solicitud de cambio de nombre de quien hasta entonces se llamaba Steve Kreuscher.
El residente de Zión, un suburbio de Chicago, de 57 años, pidió que se le cambiara su nombre de pila a “In God” y que su apellido fuera modificado a “We Trust”, a fin de formar la frase completa.
In God We Trust dijo que su nuevo nombre simboliza la ayuda que Dios le dio durante los tiempos difíciles. Agregó que no puede esperar para empezar a firmar sus obras de arte con su nuevo nombre.

Brillando como un diamante- Crecimiento Personal-vídeo


 
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo5:16
 El carbón y el diamante son el mismo material. El carbono absorbe la luz; el diamante la refleja. La mayoría de diamantes naturales se forman en condiciones de presión alta y temperatura alta, existentes a profundidades de 140 km a 190 km en el manto terrestre. Los diamantes son llevados cerca de la superficie de la Tierra a través de erupciones volcánicas profundas por un magma (roca fundida, y gases), que se enfría en rocas ígneas conocidas como kimberlitas y lamproitas… esto es sencillamente el carbono cristalizado, convertido en  forma de diamante en bruto.
Jesús dijo que él es la luz del mundo, pero también declaró que cada uno de los hijos de Dios también lo somos, no que tengamos luz propia, sino que tal como las estrellas brillan por la luz de un astro mayor, el sol, nosotros también, brillamos por la luz de nuestro Señor Jesucristo.
Hay cristianos que son semejantes al carbón y los hay que son semejantes al diamante. Si observamos paralelamente a dos de ellos, observaremos que sus creencias, son iguales; pero al examinar su experiencia religiosa… y al observar su estilo de vida, sus costumbres, su conducta en la iglesia y en la sociedad… ¡no son iguales! Uno es opaco y otro es luminoso.
Cada  uno de los que nos llamamos hijos de Dios deberíamos examinarnos para saber si somos carbono o  diamante. Una de las cosas que me impactan es que no puede dársele el nombre de diamante a esta piedra mientras no sea extraída a través de procesos de purificación y extracción en los talleres de piedras preciosas. Mientras se encuentra en las profundidades de la tierra sencillamente es un bloque de carbono más, pero cuando esa piedra de carbono, es encontrada y llevada al lugar indicado, su valor y belleza se vuelven incalculables. En mineralogía, diamante significa «propio» o «inalterable». Otro de los atributos del diamante es que la luz que emite tiene gran transparencia, atributos del diamante; propio, inalterable, transparente.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, ¿de cuales hombres? De toda la humanidad, mas lamentablemente muchas veces sólo queremos brillar dentro de un lugar especifico, pero el mandamiento de Jesús es que ese brillo deberá de ir alrededor de todo lugar a donde vayamos, pues la luz esta dentro de nuestro ser…
¿Estás brillando, estas alumbrando en tu lugar de trabajo, en tu hogar, en la calle?
¿Pueden otros ver la luz en ti?
Quizá tu respuesta sea, aún no, o no del todo…qué bueno que eres sincero contigo mismo…pero no desmaye tu corazón, ya que debemos de saber también, que todo carbono es sometido en un taller a procesos intensos, para que después de tal tratamiento llegue a tener esa luz inalterable y transparente. Quizá aun estés en el taller del Maestro siendo pulido, y tratado. Pero lo que sí es importante saber es, ¿cuán dispuesto estás para que toda partícula innecesaria sea desarraigada de tu vieja manera de ser y de pensar?
Para que vean vuestras obras buenas, es decir nuestro testimonio, en cuanto a conducta y actitudes…
Efesios 2:10  Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas…no fuimos creados en Jesús para continuar siendo parte de las tinieblas, sino para aprender de Él a través de su palabra…para que cada día de nuestra vida podamos ser luminares en medio de este mundo de tanta maldad…es necesario dejarnos enseñar por nuestros pastores y líderes, sentarnos para ser enseñados a la luz de la Palabra de Dios, determinar hacernos como niños, sencillos, dóciles, y permitir así que el Espíritu Santo pueda transformar nuestro entendimiento, renovarlo para poder aprender a entender y conocer que la Voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta para sus hijitos…jamás podremos brillar sin ser pulidos, Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos.
Hebreos 4.12… la palabra de Dios corta todo aquello que no necesitamos.
Y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos…muchas veces queremos seguir haciendo sacrificios, oraciones repetitivas, ritos religiosos, etc., queriendo agradar el corazón del Padre Eterno…cuán equivocados podemos estar, sencillamente porque ignoramos que dice la Biblia… ¿qué quiere Dios para mí y para ti? Obediencia y no sacrificio (1ª.Samuel 15.22…no hay forma más hermosa de llevar gloria a Dios, sino es a través de nuestra obediencia a sus mandamientos. Ya no es a través de vanos sacrificios, sino de una vida que imita a su amado Hijo, el Señor Jesucristo…quien es el Camino, la Verdad y la Vida).
Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, te pasas la vida siendo un simple carbón, o te dejas pulir en el taller del cielo, para poder brillar con una luz inalterable, y transparente delante de toda la humanidad. Tú decides.

Vive comprometido- Reflexiones


 
En 1939, un joven de veinticinco años de edad llamado Jonas Salk completó su entrenamiento en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. Desde niño soñaba con ser abogado pero de alguna manera, entre su graduación de la secundaria y su entrada a la universidad, su interés cambió de las leyes de la tierra a las leyes de la naturaleza. De modo que decidió ser doctor.
Quizás el cambio se debió a que su madre lo había desanimado sobre la carrera de abogado. Años más tarde comentó: «Mi madre creía que no sería un buen abogado, probablemente porque nunca le pude ganar en una discusión».
Sus padres, trabajadores inmigrantes, se sentían orgullosos cuando se graduó como médico pues él era la primera persona en la familia en recibir una educación.
Pero aunque escogió ser doctor, la verdadera pasión de Salk era la investigación. Le intrigaban las afirmaciones científicas contradictorias que hacían dos profesores, lo que le impulsó a estudiar inmunología, incluyendo la investigación sobre la influencia.
Durante su segundo año en la escuela de medicina, cuando se le presentó la oportunidad de pasar un año completo haciendo investigación y enseñando, no la desaprovechó. «Al final de ese año», recuerda, «me dijeron que podía, si quería, buscar un grado en bioquímica, pero preferí quedarme en medicina.
Creo que todo esto estaba ligado a mi ambición original, o deseo, que era servir en algo a la humanidad, por así decirlo, en un sentido más amplio que de uno a uno».
En 1947, Salk se convirtió en director del Laboratorio de Investigación de Virus en la Universidad de Pittsburg. Fue allí donde comenzó a investigar el virus de la polio. En aquellos días, la polio era una terrible enfermedad capaz de incapacitar a quien la padecía y que se cobraba miles de vidas cada año, siendo los niños las víctimas más frecuentes.
La epidemia de polio durante el verano de 1916 en Nueva York dejó 27.000 personas paralizadas mientras que otras 9.000 fallecieron. Después de ese año, la epidemia se hizo algo tan común que cada verano miles de personas escapaban de las grandes ciudades para tratar de proteger a sus hijos.
En la primera mitad del siglo XX, la investigación viral todavía se encontraba en pañales. Pero en 1948, un equipo de científicos de la Universidad de Harvard descubrió la manera de producir en el laboratorio grandes cantidades de virus, lo que permitió que la investigación se hiciera más amplia. Sobre la base de aquellos hallazgos científicos y otros trabajos de vanguardia, Salk empezó a desarrollar una vacuna contra la polio.
Después de más de cuatro años de continuo trabajo, Salk y su equipo de la Universidad de Pittsburg lograron desarrollar una vacuna en 1952. Hicieron algunas pruebas preliminares con personas que habían contraído la polio y habían sobrevivido. Pero la verdadera prueba sería inyectar la vacuna, que contenía células inactivas de la polio, en personas que no habían contraído la enfermedad.
Durante sus años de estudio, preparación e investigación, Salk había mostrado su dedicación ayudando a los demás. Sin embargo, una cosa es creer en algo que uno está haciendo y otra es comprometerse completamente con ese algo. En el verano de 1952, Jonas Salk inoculó con su vacuna a voluntarios saludables. Incluidos en ese grupo estaban él, su esposa y sus tres hijos. ¡Eso es compromiso!
El compromiso de Salk dio resultado. Las pruebas de la vacuna fueron exitosas y en 1955, él y su ex mentor, el Dr. Thomas Francis, hicieron arreglos para vacunar a cuatro millones de niños. En 1955 se habían reportado 28.985 casos de polio en los Estados Unidos. En 1956, ese número bajó a la mitad. En 1957 se registraron únicamente 5.894 casos. Hoy día en los Estados Unidos, gracias al trabajo de Jonas Salk y los subsecuentes esfuerzos de otros científicos como Albert Sabin, prácticamente no existen casos de polio.
Jonás Salk dedicó ocho años de su vida a derrotar la polio. Pero su verdadero deseo era ayudar a la gente, lo que demostró más aún al decidirse no patentar la vacuna que había creado. De esa manera, podría usarse para ayudar a la gente en todo el mundo. Podría decirse, entonces, que el equipo con el que estuvo más comprometido fue con el de la humanidad.
 Muchos prefieren evadir los compromisos, pero sus vidas terminan ignoradas. Solo quienes viven con compromiso verán el cielo abrirse. Comencemos por comprometernos con Dios.
Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. Salmo 45:7
Mi alma ha guardado tus testimonios, Y los he amado en gran manera. Salmo 119:117

Destinos- Reflexiones-vídeo

Escribo estas palabras desde un aeropuerto. Aquí la realidad es distinta y cambiante. Personas que vienen y van. Repetidos anuncios a través de la megafonía. Rostros que denotan felicidad, cansancio, preocupación, curiosidad, tedio… ¡Un mundo dentro de otro!
Mientras mi vuelo sigue retrasado, analizo las distintas situaciones…
Estamos en un sitio de paso. Un viaje, propio o ajeno, atrae a la gente hacia este lugar. Llegan familiares. Un nuevo viaje de negocios. “Al fin se concretan las vacaciones anheladas”.
Es un lugar de emociones encontradas. Los abrazos están a la orden del día. Las lágrimas por la despedida, también. El fuerte tono de voz de la persona a la que le perdieron la maleta se pierde entre las risotadas de aquel grupo de jóvenes, mientras que un hombre le recrimina a su familia el haber llegado tarde.
(Mi vuelo continúa retrasado).
Es un espacio de encuentro. Así lo confirma ese abuelo que acaba de conocer a su pequeño nieto. Lo expresa en su rostro el muchacho que se reencuentra con su novia. Es evidente en la expresión cansada de aquella tripulación que vuelve a encontrarse con su ciudad.
Pero sobre todo, el aeropuerto constituye un destino y un punto de partida. Quienes nos aprestamos a viajar tenemos un objetivo en mente: llegar a destino. Hemos comprado nuestro billete y cuando llega el momento no deseamos otra cosa más que concretar nuestro propósito. Sabemos muy bien que el viaje no es la meta: es el medio para arribar a un sitio determinado.
(Acaban de anunciar que mi vuelo saldrá dentro de una hora…).
Y me pongo a pensar. Establezco un paralelo con nuestras vidas. Medito sobre el ajetreo del que muchas veces somos “presa fácil”. Porque en la multiplicidad de los hechos rutinarios podemos llegar a olvidarnos de que estamos en un sitio de paso.
Que la vida es un lugar de emociones encontradas. Que nuestra existencia es un espacio de encuentro. Y que sobre todo, la vida constituye un destino y un punto de partida.
Jesucristo dijo: “Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente” (Juan 3:16, 10:10).
Para ser más claro (¡están llamando para abordar el avión!): la realidad y los beneficios de esta clase de vida (el destino final) pueden comenzar a experimentarse desde el “aquí y ahora” (el punto de partida). ¡La decisión es nuestra!