jueves, 8 de marzo de 2012

Cantaría sin parar

Cantaría sin parar lo que hiciste en mí
danzaria siempre Dios por tu gran amor

Arde mi corazon para poder decir
que me ha salvado y borraste mi pasado
señor quero gritar hacia todo lugar
si tu estas en mí quién contra mi

(coro)
Cantaría sin parar por lo que hiciste en mi
danzaria siempre Dios por tu gran amor 

Arde mi corazon para poder decir
que me ha salvado borraste mi pasado
señor quiero gritar hacia todo lugar
su ti estas en mi quien contra mi

(coro)
cantaria sin parar...

Estamos cantando
somos felices
estamos danzando
pues somos libres
si te pudieramos mirar, contemplar tu sonreír
y en tus angeles danzar
porque Él esta aqui

(coro)
Cantaría sin parar por lo que hiciste en mí
danzaría siempre Dios por tu gran amor
ohh
cantaria sin parar por lo que hiciste en mi
danzaría siempre Dios por tu gran amor
uhh (bis2)





¿Podrán creerme ahora?


Por duodécima vez el hombre de treinta y dos años de edad, un mecánico de autos, hizo la misma pregunta: «¿Usted no me cree, doctor?» Y por duodécima vez recibió la misma respuesta: «Usted no tiene ningún mal del corazón, amigo.» Howard Peckham, de Dallas, Texas se quejaba de dolores cardíacos.
¡Qué interesante el caso de este hombre! No era un hipocondríaco que sentía una enfermedad imaginaria. Ni era una persona despreocupada que no le prestaba atención a ningún síntoma. Él sabía que estaba enfermo. Pero los análisis de laboratorio, las auscultaciones y las radiografías nada revelaban. Cuando murió, pusieron sobre su tumba el epitafio que él pidió: «¿Podrán creerme ahora?»
Hay muchas personas que sienten que algo tienen, o que algo les falta, o que algo no anda bien, o que algo les afecta, pero es para ellos un enigma que no pueden descifrar. Y lo peor es que no hallan a nadie que les crea, o que les ponga atención o que les preste ayuda.
Es que existen males del alma, enfermedades morales y espirituales que afectan todo el ser, y muchas veces el que sufre no sabe qué es lo que tiene ni por qué es que sufre. Síntomas como estos revelan un solo mal: el pecado.
El pecado afecta todo el ser. El alma sufre, la mente sufre, el cuerpo sufre: todo el ser sufre. Y la víctima, cuanto más infringe las leyes de Dios, más esclava del pecado se vuelve y menos control tiene de su vida.
¿Dónde está el médico? ¿Quién puede librar a la víctima del pecado? Sólo Jesucristo. He aquí sus palabras: «Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Juan 10:10). Vida es salud. Vida es entusiasmo. Vida es confianza. Vida es fe. Quien tiene a Cristo y vive sometido a su divina voluntad, tiene vida abundante.
Llevémosle nuestra intranquilidad, nuestra perturbación y nuestro dolor a Cristo. Él es el Médico divino que sanará todo nuestro ser. Cristo es la solución.

Volver a empezar


Una pequeña reflexión que habla de aquellas situaciones en las que por alguna razón caes, pero sobre todo nunca olvides que tienes el derecho a levantarte y Volver a empezar.
No importa cuántas veces caíste, si cada vez te volviste a levantar.
El éxito en la vida no consiste en la prisa de correr, sino en llegar.
No importa si perdiste una partida, acepta que ganaste en experiencia.
La carrera de la vida no se trata de rapidez, sino de resistencia.
En medio del error ten la grandeza de decir: Me equivoqué
Y si caíste estando a punto de llegar…
Ten el VALOR de Volverte a LEVANTAR y de …
VOLVER A EMPEZAR
No Se Encontraron Artículos Similares.